lunes, 12 de febrero de 2024

OTRAS PLUMAS: LA HIPOCRESÍA BERGOGLIANA ASQUEA

Columna del profesor José Arturo Quarracino Fernández en STILUM CURIÆ.
   
¿PAPA DICTADOR, PAPA DÉSPOTA? ¿TAMBIÉN PAPA HIPÓCRITA?
A sus facetas de “Papa dictador” (sir Henry Sire dixit) y de “Papa déspota”, don Jorge Mario Bergoglio ha mostrado como Pontífice un nuevo rostro: el de la hipocresía, un rasgo muy característico de la soberbia jesuítica (no jesuita) que cree que todo le está permitido, incluso mentir.
   

En el día de ayer, 7 de febrero, el obispo de Roma concedió una entrevista al semanario italiano Credere, periódico del Gruppo Editoriale San Paolo, reproducida parciamente en un artículo publicado en la página web del periódico La Stampa, con la firma de Domenico Agasso[1].
   
En un tramo de la entrevista, al referirse a las críticas suscitadas mundialmente en el seno de la Iglesia Católica respecto a la bochornosa Declaración Fiducia Supplicans, Bergoglio afirmó que «Nadie se escandaliza si doy mi bendición a un empresario que quizás explota a la gente: y esto es un pecado gravísimo. Mientras que se escandaliza si se la doy a un homosexual…. ¡Esto es hipocresía! El corazón del documento es la hospitalidad».
    
Hay un antiguo lema o refrán español que dice «el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios». La acusación de hipocresía que don Jorge Mario lanza contra los críticos de la bendición abominable se vuelve contra él, como modelo o paradigma del ejercicio de la hipocresía.
     
En primer lugar, somos muchos los que nos hemos escandalizado por las numerosas ocasiones en que “Su Santidad” ha bendecido no sólo a empresarios explotadores, sino a promotores del genocidio del aborto, a quienes además les ha permitido comulgar en su presencia (el ex presidente argentino Alberto Fernández, la legisladora estadounidense Nancy Pelosi, etc.). En el mismo sentido, el actual Pontífice no ha tenido problema alguno en asociarse con la ultraminoritaria y poderosísima plutocracia globalista también promotora del genocidio prenatal a nivel mundial, nucleada en el Consejo para el Capitalismo Inclusivo, organismo creado y presidido por la baronesa Lynn Forester de Rothschild. Mucha «Iglesia pobre para los pobres», pero don Jorge Mario no tiene problema alguno en ser socio –poeta bufón (según la misma Baronesa)–de algunos de los billonarios más poderosos del mundo[2]. Del mismo modo que nos hemos escandalizado impulsados por una santa ira e indignación, cuando don Jorge Mario aprobó en forma acientífica e irresponsable el criminal experimento de la vacunación masiva en el mundo con un producto que no contaba ni cuenta hasta la fecha con ningún tipo de garantía científica. O cuando recibió en cálidas y amistosas audiencias al criminal presidente estadounidense Joseph Biden, a quien no sólo avaló en su genocida conducta abortista, sino que también lo ha respaldado con su silencio cómplice, al pretender el siniestro presidente extender el diabólico ejercicio del aborto voluntario hasta el momento del nacimiento de la criatura.
    
Cosa extraña en un Pontífice, porque además miente hipócritamente cuando afirma que «nadie se escandaliza»: sabe muy bien que somos cientos de miles y millones los que nos escandalizamos –y se lo hemos hecho saber– por el buen trato que les dispensa a los cometen un pecado que clama al cielo (explotar al trabajador)[3], así como también su amistad, promoción y tolerancia con los que cometen un crimen abominable (el aborto) o lo avalan, como la economista ítalo-estadounidense Mariana Mazzucato, el presidente brasileño Ignacio Lula da Silva, el ex presidente boliviano Evo Morales, el repudiable ex presidente estadounidense Bill Clinton o el amoral promotor del genocidio prenatal, el especulador y depredador financiero George Soros.
     
Pero además no niega que actúa como un auténtico hipócrita, ya que reconoce que bendice a empresarios explotadores y a genocidas confesos y públicos, lo cual es un «pecado gravísimo»: esclavo de sus palabras, lo confiesa él mismo.
    
Y en segundo lugar, lamentablemente, nos sigue tomando por estúpidos o idiotas, porque vuelve a reiterar el argumento contradictorio, carente de toda lógica, que ya había afirmado en otra entrevista publicada el 29 de enero ppdo. en la página web del diario La Stampa: «Pero no bendigo un “matrimonio homosexual”, bendigo a dos personas que se aman […]» Pero en realidad, si se aman, están unidas, están aparejadas, con lo cual bendice la unión, cualquiera sea el nombre que le quiera dar. Hipocresía jesuítica en todo su esplendor.
    
¿Y no es hipócrita también llenarse la boca con las “periferias” y poner a una británica de la alta sociedad y feminista a dar cátedra de la “ideología de genero y de la misión de la mujer en la Iglesia» al Consejo de 9 Cardenales que escuchan sumisos las “enseñanzas” de una “obispa” anglicana? ¿No hay mujeres católicas en las periferias –África, Asia– que puedan brindar su testimonio femenino fiel a Cristo y a su Iglesia? ¿Por qué tiene que ser una Barbie “british”, blanca, anglosajona, protestante [WASP, N. del E.].
   
¿Y no es hipócrita mantener un silencio absoluto frente al genocidio prenatal perpetrado el año pasado en el mundo, unos 45 millones de asesinados antes de nacer? ¿No es hipócrita criticar públicamente la pena de muerte y eliminarla del Catecismo de la Iglesia Católica, y al mismo tiempo no pronunciar una sola palabra condenatoria de semejante genocidio?
    
Resulta muy triste y da vergüenza ajena contemplar la degradación y decadencia de un prelado, para colmo compatriota, que pasó de promover la teología del pueblo y predicar la justicia social para convertirse en un bendecidor de la sodomía. Y ello en el mismo lugar en el que San Pedro y miles de cristianos fueron martirizados y enterrados.
   
Del martirio cristiano a la sodomía jesuítica: además de bronca e indignación, suscita asco.
   
José Arturo Quarracino Fernández
8 de febrero de 2024
   
NOTAS
[3] Dt 24, 14-15; Jc 5, 4; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1867.

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