jueves, 27 de diciembre de 2018

BENDICIÓN DEL VINO EN LA FIESTA DE SAN JUAN EVANGELISTA

San Juan Evangelista bebiendo el cáliz envenenado (Bernardo Martorell, fragmento del Retablo de los Santos Juanes)
  
Hay una costumbre piadosa en torno a la fiesta de San Juan Evangelista, que es la bendición del vino. Esta práctica se origina en la siguiente historia, recogida por el beato Santiago de Vorágine OP en la Leyenda Dorada:
Estando San Juan Apóstol en Éfeso predicando el Evangelio, sus enemigos movieron al pueblo para que le llevaran al templo de Diana, a fin de adorar a los ídolos. A esto, San Juan dijo: «Si creéis que esa vuestra diosa Diana tiene tan grande poder, invocadla y requeridle que por su poder subvierta y derribe la Iglesia de Cristo, y si lo hace, yo sacrificaré a ella; y si no, dejadme entonces orar a mi Dios Jesucristo para que derribe su templo, y si lo hace, creed entonces en Él». A estas palabras, la mayor parte del pueblo accedió, y salieron todos del templo. Entonces el Apóstol oró a Cristo, y se colapsaron los fundamentos del templo y la estatua de Diana cayó destrozada al suelo.
 
Mas Aristodemo, primer sacerdote del templo de Diana, lleno de un espíritu maligno agitó la sedición entre las gentes de modo que unos se dispusieron a luchar contra los otros. Y Juan se volvió hacia él y le dijo: «Dime, Aristodemo, ¿qué puedo hacer para quitar el enojo de tu alma?». Y Aristodemo dijo: «Si quieres que crea en tu Dios, te daré a beber veneno, y si lo bebes y no mueres, me parecerá que tu Dios es el verdadero». El apóstol respondió: «Cuando me des a beber veneno, si pronuncio el nombre de mi Señor, no podrá dañarme». Aristodemo dijo de nuevo: «Quiero que veas cómo otros beben y mueren enseguida para que hasta tu corazón retroceda ante esta copa».
 
Aristodemo fue entonces al procónsul y le pidió dos condenados que iban a cumplir sentencia de muerte. Y tan pronto como estuvieron en medio de la plaza del mercado, delante de todo el pueblo y a la vista del apóstol les hizo beber el veneno: y así como lo bebieron, entregaron su alma. Aristodemo luego se volvió hacia Juan y le dijo: «Escúchame y deja de instigar a la gente para que se aparte de la adoración a los dioses; o toma y bebe esto para demostrar que tu Dios es todopoderoso si después de beberlo puedes permanecer sano». A continuación, el bendito Juan, mientras yacían muertos los que habían bebido el veneno, tomó la copa como un hombre valiente que a nada teme, y haciendo la señal de la cruz, habló así: «Mi Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, por cuya palabra se hicieron los cielos, a quien todo lo creado está sujeto, a quien sirven las criaturas, ante quien todo poder se inclina, teme y tiembla cuando reclamamos auxilio: cuyo nombre deja inmóvil a la serpiente, hace huir al dragón. Tú, digo, saca el veneno de esta ponzoña, arranca la muerte con que trabaja y prívala de la fuerza que alberga en su interior: y otorga a estas gentes reunidas ojos para que vean y oídos para que oigan y un corazón que pueda comprender tu grandeza».
 
Y habiendo dicho esto, persignó su boca y todo su cuerpo con la señal de la cruz y bebió cuanto había en la copa. Y después de haber bebido, dijo: «Pido que aquellos por cuya causa he bebido se vuelvan a ti, Señor, y con tu iluminación reciban la salvación que está en ti. Y después de que por espacio de tres horas la gente observara que Juan permanecía con el rostro alegre, y que no había en él ni la más mínima señal de palidez ni miedo, comenzaron a gritar en alta voz: «Él es el único Dios verdadero, el que Juan adora».
 
Pero aún así Aristodemo no lo creía, aunque la gente se lo reclamaba: se volvió a Juan y le dijo: «Una cosa me falta: si tú en el nombre de tu Dios levantas a estos que han muerto por el veneno, mi mente se limpiará de toda duda». Juan se acercó a Aristodemo y le dio su capa. Aristodemo le dijo: «¿Por qué me diste tu capa?». Juan le contestó: «Para que así confuso depongas tu infidelidad». Repuso él: «¿Acaso tu capa me hará creer?». Y el Apóstol replicó: «Ve y colócala sobre los cuerpos de los muertos, y dirás así: “El Apóstol de nuestro Señor Jesucristo me ha enviado para que en su nombre podáis levantaros de nuevo, de modo que todos sepan que la vida y la muerte son siervas de mi Señor Jesucristo”». Cuando Aristodemo hubo hecho esto y vio que se levantaban, creyó y le contó lo ocurrido al procónsul, quien se convirtió junto con toda su familia, y haciéndoles ayunar una semana, San Juan los bautizó en nombre de Jesucristo; y construyeron una iglesia en honor de San Juan.
 
Por esta causa, se representa a San Juan Evangelista tambien con un cáliz del que emerge una serpiente (o dragón).
 
San Juan Evangelista (Piero di Cosimo)
   
En la Edad media, se acostumbraba antes de partir a un largo viaje, o a la batalla, e incluso antes de recibir la pena capital, beber el vino bendecido el día de San Juan Evangelista. Posteriormente se redactó la forma litúrgica de esta bendición, apareciendo por primera vez en el Ritual del Arzobispado de Esztergom, Sede Primada de la Hungría, publicado en el año 1485, como Benedíctio vini seu amóris Sancti Joánni tértio die post Dómini nativitátem (Bendición del vino o amor de San Juan, al tercer día después de la Natividad del Señor); y luego fue incorporado en el Ritual Romano tradicional.
 
BENEDÍCTIO VINI IN FESTO S. JOÁNNIS APÓSTOLI ET EVANGELÍSTÆ
  
En la Fiesta de San Juan Apóstol y Evangelista, realizada la Misa mayor, esto es, después del último Evangelio, el Sacerdote, reteniendo todos sus ornamentos, excepto el manípulo, le entrega el vino al pueblo, en memoria y honor de San Juan, que bebió inocuamente el vino envenenado que le dieron sus enemigos, bendiciéndolo de este modo:
  
℣. Adjutórium nostrum in nómine Dómini.
℟. Qui fecit cœlum et terram.
℣. Dóminus vobíscum.
℟. Et cum Spiritu tuo.
  
Orémus.
  
Bene ✠︎ dícere et conse ✠︎ cráre dignéris, Dómine Deus, déxtera tua hunc cálicem vini et cujúslibet potus: et præsta; ut per mérita sancti Joánnis Apóstoli et Evangelístæ, omnes in te credéntes et de cálice isto bibéntes benedicántur, et protegántur. Et sicut beátus Joánnes de cálice bibens venénum, illǽsus omníno permánsit, ita omnes, hac die in honórem beáti Joánnis de cálice isto bibéntes, méritis ipsíus ab omni ægritúdine venéni, et nóxiis quibúsvis absolvántur, et córpore ac ánima se offeréntes, ab omni culpa liberéntur. Per Christum Dóminum nostrum [Dígnate, Señor Dios, ben ✠︎ decir y con ✠︎ sagrar este vaso de vino y de cualquier bebida por el poder de tu diestra; y concédenos que, por los méritos de San Juan Apóstol y Evangelista, todos tus fieles que beban de él puedan encontrar auxilio y protección, y así como el bienaventurado San Juan bebió la bebida envenenada sin ningún efecto dañoso, que todos los que hoy beban el vino bendecido en su honor sean librados de envenenamientos y de similares cosas nocivas. Y como ellos mismos se ofrecen de alma y cuerpo a Ti, que ellos puedan obtener el perdón de todos sus pecados, por Jesucristo nuestro Señor].
℟. Amen.
   
Béne ✠︎ dic, Dómine, hanc creatúram potus: ut sit remédium salutáre ómnibus suméntibus: et præsta per invocatiónem sancti nóminis tui; ut, quicúmque ex eo gustáverint, tam ánimæ quam córporis sanitátem, te donánte, percípiant. Per Christum Dóminum nostrum [Ben ✠︎ dice, Señor, esta creatura bebida, para que pueda ser una bebida saludable para todo quien la use, y concédele por tu gracia que todos los que gusten de ella puedan disfrutar de salud de alma y cuerpo invocando tu santo Nombre, por Jesucristo nuestro Señor].
℟. Amen.
  
Et benedíctio Dei omnipoténtis, Patris, et Fílii, ✠︎ et Spíritus Sancti, descéndat super hance creatúram vini, et cujúslibet potus, et máneat semper [Y la bendición de Dios omnipotente, Padre, Hijo, ✠︎ y Espíritu Santo, descienda sobre esta creatura vino, y cualquier bebida, y permanezca siempre].
℟. Amen.
  
Y se asperja con agua bendita.
  
Si la bendición se hace privadamente fuera de la Misa, el Sacerdote, revestido de sobrepelliz y estola, procederá del modo anteriormente señalado.
  
ÁLIA BENEDÍCTIO VINI IN FESTO S. JOÁNNIS APÓSTOLI ET EVANGELÍSTÆ
 
Al final de la Misa, después del Evangelio de San Juan In princípio erat Verbum (Juan I, 1-14), decir:
 
Salmo 22
Dóminus regit me, et nihil mihi déerit: * in loco pásquæ ibi me collocávit.
Super aquam refectiónis educávit me: * ánimam meam convértit.
Dedúxit me super sémitas justítiæ, * propter nomen suum.
Nam, et si ambulávero in medio umbræ mortis, * non timébo mala: quóniam tu mecum es.
Virga tua, et báculus tuus: * ipsa me consoláta sunt.
Parásti in conspéctu meo mensam, * advérsus eos, qui tríbulant me.
Impinguásti in óleo caput meum: * et calix meos inébrians quam præclárus est!
Et misericórdia tua subsequétur me* ómnibus diébus vitæ meæ:
Et ut inhábitem in domo Dómini, * in longitúdinem diérum.
 
Kýrie, eléison.
Christe, eléison.
Kýrie eléison.
  
En baja voz: Pater noster, qui es in cœlis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat Regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in cœlo et in terra. Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris.
℣. Et ne nos indúcas in tentatiónem.
℟. Sed líbera nos a malo.
℣. Salvos fac servos tuos.
℟. Deus meus, sperántes in te.
℣. Mitte eis, Dómine, auxílium de sancto.
℟. Et de Sion tuére eos.
℣. Nihil profíciat inimícus in eis.
℟. Et fílius iniquitátis non appónat nocére eis.
℣. Et si mortiférum quid bibérint.
℟. Non eis nocébit.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam.
℟. Et clamor meus ad te véniat.
℣. Dóminus vobíscum.
℟. Et cum spíritu tuo.
  
Orémus.
 
ORATIO
Dómine sancte, Pater omnípotens, ætérne Deus: qui Fílium, tuum tibi coætérnum et consubstantiálem de cœlis descéndere, et de sacratíssima Vírgine María in hoc témpore plenitúdinis incarnári temporáliter voluísti, ut ovem pérditam et errántem quǽreret, et in húmeris própriis ad ovíle reportáret; nec non ut eum, qui in latrónes íncidit, a vúlnerum suórum dolóre, infúndens ipsi vinum et óleum, curáret; béne ✠︎ dic et sanctí ✠︎ fica hoc vinum: quod de vite in potum hóminum produxísti, et præsta: ut, quisquis in hac sacra solemnitáte de eo súmpserit vel bíberit, salútem ánimæ et córporis consequátur: et si in peregrinatióne fúerit, ab eódem, tua grátia mediánte, confortétur; ut via ejus in omni prosperitáte dirigátur. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum [Señor Santo, Padre omnipotente y eterno Dios, que quisiste que tu Hijo, coeterno y consubstancial contigo, bajase del cielo y en la plenitud de los tiempos se hiciera carne temporalmente de la bienaventurada Virgen María, a fin de buscar las ovejas perdidas y descarriadas y llevarlas sobre sus homros al redil, y para sanar vertiendo aceite y vino sobre las heridas del hombre caído entre salteadores; ben ✠︎ dice y santi ✠︎ fica este vino que has producido de la vid para bebida del hombre. Que todos los que prueben o beban de él en esta santa festividad tengan salud de alma y cuerpo, que por tu gracia pueda ser refrigerio para el hombre que está de viaje y le conduzca prósperamente en su camino. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor]. ℟. Amen.
 
Orémus.
 
ORATIO
Dómine Jesu Christe, qui te vitem veram, et sanctos Apóstolos tuos pálmites appellári, et de ómnibus te diligéntibus víneam eléctam plantáre voluísti; béne ✠︎ dic hoc vinum, et virtútem ei tuæ benedictiónis infúnde: ut, quicúmque ex eo súmpserit vel bíberit, intercedénte dilécto discípulo tuo Joánne Apóstolo et Evangelísta, síngulis morbis et venénis pestíferis effugátis, sanitátem inde córporis et ánimæ consequátur: Qui vivis et regnas in sǽcula sæculórum [Oh Señor Jesucristo, que hablaste de Ti mismo como la vid verdadera y los Apóstoles como los sarmientos, y que quisiste plantar una viña elegida de todos los que amas, ben ✠︎ dice este vino y e infúndele virtud con tu bendición, para que todos los que prueben o beban de él puedan por la intercesión de tu amado discípulo San Juan Apóstol y Evangelista, ser librados de toda aflicción mortal y venenosa, y consigan sanidad de cuerpo y alma. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos]. ℟. Amen.
 
Orémus.
 
ORATIO
Deus, qui humáno géneri panem in cibum, et vinem in potum procreásti, ut panis corpus confórtet, et vinum cor hóminis lætíficet; quique beáto Joánni prædilécto discípulo tuo tantam grátiam contulísti, ut non solum haustum venéni illǽsus eváderet, sed étiam in tua virtúte venéno prostrátos a morte resusitáret: præsta ómnibus hoc vinum bibéntibus, ut spirituálem lætítiam et vitam conséqui mereántur ætérnam. Per Jesum Christum Dóminum nostrum [Oh Dios, que creaste para el género humano el pan como alimento y el vino como bebida, para que el pan alimente el cuerpo y el vino alegre el corazón del hombre, y que conferiste al bienaventurado San Juan, tu discípulo amado, tan grande favor que no solamente él mismo escapó ileso de la bebida envenenada, sino que por tu poder pudo resucitar a otros que fueron muertos por el veneno; concédele a todos los que beban este vino que merezcan conseguir gozo espiritual y la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor]. ℟. Amen.
  
Y se asperja con agua bendita.
  
***
 
Ya en casa, el vino bendecido es servido en una copa por el padre de familia, quien lo bebe y lo pasa primero a la madre, y luego alrededor de la mesa a los hijos e invitados, en conmemoración del discípulo de la caridad, saludando de esta forma, mostrando que la caridad es lo que une a la familia: «bibíte amóris Sancte Joánnes Apóstoli in nómine Patris, et Fílii, ✠︎ et Spíritus Sancti. Amen» (Bebe la caridad de San Juan Apóstol, en el nombre del Padre, y del Hijo, ✠︎ y del Espíritu Santo. Amén), respondiendo el siguiente en la mesa «Ubi cáritas et amor, Deus ibi est» (Donde hay caridad y amor, ahí está Dios), tomando la copa y bebiendo.
  
POST SCRIPTUM: En las iglesias de Alemania, hasta los años 1920 se acostumbraba llevar a bendecir una o dos botellas de vino (generalmente tinto), y el vino bendecido se administraba como medicina a los enfermos. Y en Hungría se acostumbra decir en los brindis: «Igyuk meg a Szent János-áldását!» (¡Bebamos la bendición de San Juan!), queriendo expresar así que cualquier veneno se aleje de lo que se esté bebiendo.

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