Las Témporas (del latín quáttuor anni témpora, literalmente «las cuatro estaciones del año») son una antiquísima institución consistente en breves tiempos litúrgicos vinculados al comienzo de las cuatro estaciones del año, los cuales están destinados a reunir a la comunidad, instándola al ayuno, oración y abstinencia, para dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y pedir su bendición sobre el trabajo de los hombres, para que éstos usen con moderación los bienes terrenos y hagan buenas obras.
Esta observancia tiene paralelos en los ayunos del cuarto, quinto, séptimo y décimo mes que observaba la Judea posexílica, según San Zacarías Profeta (cap. VIII, 19), ayunos que por una parte eran en conmemoración de las desgracias (ruptura de la muralla de Jerusalén –cuarto mes–, destrucción del Templo –quinto mes–, asesinato del gobernador Godolías por el príncipe Ismael –séptimo mes–, y comienzo del sitio por Nabucodonosor –décimo mes–), y por otra Dios reprobaba porque pasaron a ser ceremonias vacías de contenido espiritual (cap. VII); y en las fiestas romanas (Fériæ) Sementivas, en honor a Tellus (del 24 al 26 de enero) y a Ceres (2 de febrero) suplicando que les concediese buenas cosechas en sus campos (en diciembre comenzaba la época de siembra), Estivales (del 24 de junio al 1 de agosto), que podemos equiparar con las vacaciones de verano ya que se suspendían todos los negocios, la política y la administración de justicia, y la Vendimial, que por mandato de Julio César dejaba a los trabajadores del campo en libertad para cosechar sus campos y vendimiar (del 22 de agosto hasta el 15 de octubre). Tales días eran considerados Nefastos en la ley romana, esto es, no laborables so pena de multa.
En el Liber pontificális, se relata del Papa San Calixto que «hic constítuit jejúnium die sábbati ter in anno fíeri, fruménti, vini et ólei, secúndum prophetíam» (decretó que los sábados tres veces al año se hiciera un ayuno de trigo, vino y aceite de acuerdo a la profecía), práctica recriminada por un Tertuliano ya herético que en su tratado Sobre el Ayuno, capítulo 14, 2-3 dice «Cur statiónibus quartam et sextam sábbati dicamus et jejúniis paráscevem? Quamquam vos étiam sábbatum, si quando, continuátis, númquam nisi in Pascha jejunándum secúndum ratiónem álibi rédditam» (¿Por qué dedicamos a las Estaciones el cuarto y sexto día de la semana, y ayunamos el día de la preparación? En cualquier modo, vosotros a veces continuáis vuestra Estación incluso el sábado, día en que nunca se ha guardado ayuno excepto en el tiempo pascual, de acuerdo a una razón dada en algún lugar). En tiempos de San León Magno, que consideraba que las Témporas eran institución de origen apostólico, se habla de un cuarto ayuno dentro de la Cuaresma instituido por su antecesor San Gelasio, y se estatuye que el Sábado se hiciese colación de las Órdenes Sagradas (antes se hacían solamente en Pascua).
Finalmente el Papa San Gregorio VII fijó para toda la Iglesia que las Témporas se celebrasen los miércoles, viernes y sábados después del 13 de diciembre (Santa Lucía), después del Miércoles de Cenizas, después de Pentecostés y después del 14 de septiembre (Exaltación de la Santa Cruz), con el propósito de, además del ayuno y oración, dar gracias a Dios por los regalos de la naturaleza, enseñar a los hombres a usarlos con moderación y ayudar a los necesitados, y a orar por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Una técnica para recordar los días, son estos versos explicados por el Concilio Beneventano de 1091: Dat Crux, Lucía, Cinéres, Charismáta Dia, Ut sit in angária quarta séquens féria.
Antes de San Gelasio las cuatro témporas eran conocidas sólo en Roma, pero después de él se extendió su observancia. Fueron traídas a Inglaterra por San Agustín; a Galia y Alemania por los carolingios. España las adoptó con la liturgia romana en el siglo XI. Fueron introducidas a Milán por San Carlos Borromeo. La Iglesia Oriental no las conoce. El Misal romano actual, en el formulario para las cuatro témporas, retiene en parte la vieja práctica de enseñanzas de las Sagradas Escrituras en adición a las dos ordinarias: tres para los miércoles, seis para los sábados y siete para los sábados de diciembre. Algunas de estas lecciones contienen promesas de una cosecha abundante para los que sirven a Dios.
Las Témporas forman parte de la liturgia estacional, de suerte que cada día tiene asignada una iglesia romana. La estación de los miércoles siempre es Santa María la Mayor, sede hasta 1964 del Patriarcado Latino de Antioquía, mientras que las estaciones de los otros días varían según cada Témpora. El color litúrgico es diverso igualmente. Dado que son tiempos que tienen una función parcialmente penitencial, por principio su color debería ser el morado. Así ocurre con las Témporas de primavera, de otoño y de invierno, aunque sólo en las segundas (post Cruz) el morado prima por sobre el color propio del tiempo; en las otras dos el color es el mismo que la Cuaresma y el Adviento en que ellas se celebran. Para las Témporas de verano, en cambio, prima la Octava de Pentecostés y el color de los ornamentos es el rojo. Salvo para las Témporas de Cuaresma, el formulario de las tres restantes prevé lecturas adicionales a las dos usuales (Epístola y Evangelio): tres para los miércoles, seis para los sábados y siete para los sábados.
Las Témporas de primavera (o primeras) se celebran el miércoles, viernes y sábado de la primera semana de Cuaresma.
Las Témporas de verano ocurren en la infraoctava de Pentecostés, de ahí que se ora por la santificación de los sacerdotes que serán ordenados el Sábado. Entre las particularidades se cuenta que los fieles permanecen de pie durante las Colectas y no existe Flectámus génua; el Gradual es reemplazo por versículos aleluyáticos, y el verso Veni Sancti Spíritus se dice como los demás días de la Octava. La estación del Jueves de Témporas de Pentecostés tenía lugar antiguamente en la Basílica de los Doce Apóstoles, que fueron quienes formaron la Iglesia naciente, cuya alma es el Espíritu Santo. El Sábado de Témporas es el último día del Tiempo Pascual y de la Octava de Pentecostés, durante el cual se solían conferir las órdenes menores y mayores. La estación para ese día es la Basílica de San Pedro del Vaticano.
Las Témporas de otoño (o terceras) corresponden al miércoles, viernes y sábado siguientes al 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Si este día cae en miércoles, se trasladan a la semana siguiente. Las Misas de estos días son una acción de gracias por la cosecha y la vendimia.
Las Témporas de otoño (o terceras) corresponden al miércoles, viernes y sábado siguientes al 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Si este día cae en miércoles, se trasladan a la semana siguiente. Las Misas de estos días son una acción de gracias por la cosecha y la vendimia.
Las Témporas de invierno (o cuartas) se inscriben en el Adviento. Ellas se celebran el miércoles, viernes y sábado siguientes al 13 de diciembre, fiesta de Santa Lucía. Si este día cae en miércoles, entonces las Témporas se trasladan a la semana siguiente.
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