Artículo publicado en TRADITIO MARCIANA el 23 de Marzo de 2018. Traducción cedida.
Hoy 24 marzo, como es sabido, se festeja a San Gabriel Arcángel,
habiendo sido escogido para conmemorarlo el día precedente a la gran
fiesta de la Anunciación, uno de los mayores misterios de nuestra
Redención, del cual el Arcángel es personaje fundamental.
Es menos conocido, en cambio, que el mismo día la Iglesia Universal (y
particularmente la diócesis de Trento) recuerda otro santo, mártir, cuya
terrible historia amerita ser aquí recordada y comentada: San Simón
de Trento (conocido en alemán como Simon Unverdorben -Simón Inocente-).
San Simón de Trento
El Martirologio Romano tradicional recita: Tridénti pássio sancti Simeónis púeri, a Judǽis sævíssime trucidáti, qui multis póstea miráculis coruscávit.
(En Trento, la pasión del santo Simonino niño, cruelmente muerto por
los judíos, quien posteriormente fue autor de muchos milagros).
Simonino era un niño de dos años y medio de la ciudad de Trento, hijo
del curtidor Andrea Lomferdom, el cual desapareció el Jueves santo (23 de Abril) del 1475, para después ser encontrado muerto la mañana del
Domingo de Pascua. El príncipe Giovanni Hinderbach, entonces obispo de
Trento, afirmó enseguida que los autores del atroz delito habían sido
los judíos locales, quienes usaban la sangre cristiana para amasar los
ácimos para su pascua. Luego, no obstante las iniciales dudas del legado
pontificio, se interrogaron a los quince hebreos residentes residentes
en Trento en aquellos años, los cuales, reos confesos del asesinato,
fueron encarcelados en el castillo del Buonconsiglio, y sucesivamente
condenados a muerte.
El Papa Sixto IV avaló las decisiones del proceso, y en 1588 la Santa
Sede aprobó el culto de san Simonino, concediendo la indulgencia
plenaria a cualquiera que venerase sus reliquias, custodiadas en la
iglesia tridentina de los Santos Pedro y Pablo, el 24 de marzo, día de
su recuerdo. Dos siglos después (1755), el Papa Benedicto XIV confirmó
las decisiones de sus predecesores, estimando conveniente e imperativo
el rendir público culto al beato Simonino, martirizado por mano de los
judíos en odio a la fe de Cristo. La devoción al santo mártir, más allá
del Trentino, se difunde rápidamente también en la región de Brescia.
Cada año la fiesta del santo era celebrada con gran devoción por los
habitantes, y cada diez años el clero de la archidiócesis tridentina
participana en una solemne y grandiosa procesión el 24 de marzo, en la
cual eran llevados triunfalmente el cuerpo del Santo y los instrumentos
de su martirio.
Él era el símbolo de todo el pueblo cristiano, odiado y perseguido por
los enemigos de Dios. Pero era también símbolo de Jesucristo mismo,
inocente asesinado por los pérfidos judíos.
Pero en el clima filojudaico de la segunda mitad del siglo XX, en el
cual toda palabra contra Israel es un buen pretexto para ser acusados de
antisemitismo, parangonados a Hitler y condenados a las más graves
penas, ¿podía pasar indemne tal culto a los indignados de la última
hora? Absolutamente no. Y después de muchos (y falsos) estudios que
querían demostrar que los sacrificios humanos eran solo una “leyenda
antisemita” de los ignorantes y malévolos cristianos medievales, y que
por tanto nunca sucedieron, también la nueva Iglesia conciliar, en la
óptica del servilismo a la causa judaica instaurada por Nostra Ætáte,
¿podía quizás eximirse de condenar el culto tradicional a San Simonino?
Y he aquí que, con el aval de la Santa Sede, el
arzobispo de Trento Alessandro Gottardi, en 1965, canceló de imperio el
culto público al santo mártir e hizo sacar de la iglesia las reliquias y
los instrumentos de la pasión; en el nuevo martirologio, después de la
reforma del calendario, san Simonino obviamente no apareció más.
Pero, contrario a lo que se quiere hacer creer, la realización de
sacrificios humanos entre los judíos es un hecho histórico comprobado.
Causó escozor, en el 2007, la publicación del libro Pasque di Sangue
(Pascua de sangre), escrito por el rabino e historiador Ariel Toaff,
docente en la Universidad de Tel Aviv e hijo del gran rabino emérito de
Roma Elio Toaff: en este su ensayo, de hecho, el medievalista judío
aseveraba que, si bien no haciendo parte de la doctrina oficial del
judaísmo, tales impías prácticas eran bien practicadas por algunas
ramas del judaísmo asquenazí, particularmente las alemanas de lengua
yiddish del área renana, danubiana y atesina (y por tanto, también en
Trento), los cuales acostumbraban preparar el pan ritual de la pascua
con sangre humana. Inútil decir que el ensayo Toaff, como consecuencia
de las inmensas polémicas desencadenadas apenas editado, fue
inmediatamente retirado de la circulación [1].
Particularmente, el mismo Elio Toaff, padre del autor, con el apoyo
(huelga decirlo) del cotidiano “católico” Avvenire, criticó fuertemente
el libro, bulando estos hechos como “leyenda sin fundamento” y
asegurando que la cultura hebraica está “basada sobre el perdón”. Quizá
el Toaff padre se confunde con el Cristianismo, visto que en la cultura
hebraica la única oración por el enemigo es la de maldición, y el
concepto de perdón es totalmente ausente. A título de ejemplo, basta
leer la letra Herem (חֵרֶם) de condena de parte de la comunidad judía de Ámsterdam al filósofo Baruch Spinoza
en 1656; si por una parte Spinoza es decisamente condenable (y
condenado, poco más de 20 años después, por la Iglesia Católica) por
causa de sus posiciones ateas y materialistas, por la otra la condena
judaica supracitada es completamente incompatible con la visión
católica, y por el contrario esclarecedora de la concepción hebraica,
sobre todo cuando, después de maldecir repetidamente al acusado, afirma:
“quiera el Señor jamás perdonarle”.
Toaff hijo prueba adecuadamente el carácter fundado de la tesis
tradicional sobre la muerte de San Simonino: además de la localidad
compatible con las usanzas sanguinarias del judaísmo asquenazi tedesco,
en los documentos del proceso se informan (en hebreo) maldiciones contra
los cristianos y fórmulas sobre el uso mágico-simbólico de la sangre en
los rituales asquenazis que habían sido informados por los acusados.
Ahora, la transcripción de estas fórmulas contiene numerosos errores
gramaticales que evidencian la ignorancia del hebreo y del yiddish de
parte de los notarios del processo, pero las fórmulas son esencialmente
correctas, que efectivamente habían sido pronunciadas por los acusados
durante el proceso. Hay pues numerosos elementos de la cultura del
judaísmo alemán (el uso de un “cuchillo de lacticinios” y un “cuchillo
de sangre”, el ritual de maldición contra los cristianos, etc.),
rigurosamente reportados por el estudioso, que van a comprobar la tesis
tradicional.
Martirio de San Simón de Trento (Escultura atribuida al taller de Daniel Mauch. Trento, Museo Diocesano).
¡Pobre de veras el bienaventurado mártir San Simón, dos veces
martirizado! La primera vez, asesinado bárbaramente por los judíos
cuando era apenas un niño de menos de tres años para un horrible
sacrificio humano; la segunda vez, asesinado espiritualmente por la
neoiglesia que, prefiriendo apoyar a los judíos que no a los cristianos,
no ha dudado en arrojar a esta santa figura en la calumnia y en el
olvido. Invito a todos los cristianos de buena voluntad a encender una
vela a San Simonino, rogando por la conversión de los judíos, pueblo
maldito [2], y de los sedicentes cristianos que enlodan el nombre de
Jesús poniéndose de parte de sus asesinos.
«Orémus et pro pérfidis Judǽis: ut Deus et Dóminus noster áuferat velámen
de córdibus eórum; ut et ipsi agnóscant Jesum Christum, Dóminum
nostrum». (Misal Romano Tradicional, Oración VI del Viernes Santo).
NOTAS
[1] Por fortuna, aún circula en internet. El pdf es descargable en esta página.
[2] El pueblo hebreo, en otro tiempo elegido de Dios, perdió su propia elección y se atrajo la maldición de Dios en el momento en que se rehusó a reconocer a Jesús como el Mesías, e incluso Le dio muerte; según la tradición, poco antes del Juicio Final los judíos se convertirán y volverán a ser parte de la grey de los elegidos, que ahora comprende a los fieles en Cristo de toda lengua y nación.
ORACIÓN
Oh Dios, restaurador de los inocentes, por cuyo nombre el bienaventurado
inocente Simón fue asesinado con acerbísimo suplicio de muerte por
los pérfidos judíos: te suplicamos que nos alcances, por los méritos de
su intercesión, que al contacto de su impoluta vida merezcamos llegar a
la patria celestial. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
En verdad? Neoiglesia?, son catolicos?, no cumplir con le vaticano II, supone que estan en pecado... de que iglesia o fe cristiana son.. no son catolicos o cristianos pues no siguen sus reglas..que son?
ResponderEliminarNosotros somos los verdaderos católicos, a diferencia de la neoiglesia establecida por el Vaticano II, y seguimos las reglas establecidas hasta la muerte de Pío XII el 9 de Octubre de 1958.
EliminarUn consejo aparte: Si la cuenta (como se deja ver) es de una entidad judicial, no es bueno usarla para terciar en asuntos que no conciernan a su competencia. Usar más bien la cuenta personal para tales fines.