TRIDUO A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Estoy delante de Vos, ¡oh Dios mío! Soy vil gusano que se arrastra por la tierra, sombra fugaz que pronto desaparece, hijo ingrato, y pérfido esclavo que os ha ofendido muchas veces.
Perdón, Señor, reconozco mi ingratitud, me avergüenzo de mí mismo; pésame en el alma de mis pasados extravíos.
Con vuestra gracia propongo ser bueno y virtuoso, cumplir mis deberes, amaros sobre todas las cosas y serviros durante mi vida entera.
Concededme la perseverancia final por intercesión de nuestra augusta Madre, María Santísima, que en día inmortal y glorioso se dignó aparecerse en el Tepeyac.
Quiero meditar en sus bondades, glorificar su nombre y pedir su patrocinio.
Dadme, ¡oh Padre mío!, vuestra ayuda. Os la pido humildemente por la intercesión de la misma Santísima Señora, concedédmela Vos, que con el Verbo y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios por todos los siglos de los siglos. Amén. Rezar un Padrenuestro y Avemaría.
DÍA PRIMERO – 9 DE DICIEMBRE
LECTURA: PRIMERA APARICIÓN
Sábado 9 de Diciembre por la mañana, caminando un indio, nombrado Juan Diego, por la falda de un monte que mira al Poniente, distante una legua de la imperial corte de México, al llegar enfrente de su cumbre, oyó en ella una música de muy buena armonía. Sorprendido de la melodía, se paró y levantó los ojos, y vio en aquella altura a la Emperatriz del cielo dentro de una resplandeciente y blanca nube (como puntualmente se venera hoy en su Santuario de México), que comenzó a hablar de este modo: «Hijo Juan, ¿A dónde vas?». Respondió él que a su parroquia de Santiago, para asistir a la Doctrina y a la Misa cantada de la Virgen. Prosiguió la Señora: «Sabe, hijo, que yo soy María Virgen, esa cuya Misa vas a oír, Madre del verdadero Dios, cuya Doctrina vas a aprender y rezar: mi voluntad es que en este sitio se me edifique un Templo, en que me mostraré piadosa Madre contigo, con los tuyos, con mis devotos, y con todos aquellos que me buscaren para remedio en sus necesidades. Ve al Obispo, y dile en mi nombre lo qué has visto, y ser mi voluntad que se me dedique aquí un Templo, y yo, en señal de agradecimiento, te pagaré con beneficios este servicio». Oyó confuso Juan Diego; obediente salió pronto para México, e hizo su embajada al limo. Sr. D. Fr. Juan de Zumárraga, esplendor del Orden Seráfico y de Durango, su patria, en Vizcaya, Obispo, entonces, y poco después primer Arzobispo de México. Mas él no dio otra respuesta que despachar al indio sin ella
MEDITACIÓN: Las imágenes nos hablan a a los sentidos, nos elevan hasta la contemplación sobrenatural, nos excitan a subir a otras regiones: las del alma, las de la virtud.
Los sucesos religiosos, el tiempo escogido por Yavhé para un acontecimiento, su oportunidad, vienen dirigidos hacia un bien trascendental y suprasensible.
Las circunstancias de un hecho milagroso son fuente inexhausta de consideraciones morales, son escuelas de sabio aprendizaje, son ocasiones para sacar fruto copiosísimo de aprovechamiento espiritual.
La efigie portentosa de la Virgen Guadalupana, su aparición entre nosotros, las circunstancias de su origen, fisonomía y conservación pictóricas están de enseñanzas ascéticas.
Dios no obró al acaso. Al dibujarla obsequió con ella a los mexicanos, quiso que en ella tuviéremos mi compendio de meditaciones, un manual de piadosas y efusivas reflexiones.
De rodillas ante María Tepeyacense, con fe en el alma, dispuesto el corazón a los efluvios del cielo; lejos del ruido de los negocios: apagando los hervores de toda pasión maligna: de rodillas, repito, ante la augusta Madre, escuchemos el lenguaje dulcísimo de esos labios virginales. ¿Que nos dicen? Lo mismo que al neófito Juan Diego: que nos ama, que nos cuida, que por nosotros bajo desde el cielo, la Madre de Dios.
Aplicaciones.—En efecto, la Virgen María habló a un indígena de nuestra raza, le llamó hijo muy amado, le hizo confidente de sus bondadosísimos designios, lo escogió entre varones ilustres, por su virtud; le prefirió a todos hablando el rudo dialecto del indio.
¡Qué dignación! La Reina augusta de los cielos, que manda miríadas de querubes, que habla con los ángeles; aquella hebrea que articuló el más sabio de los idiomas mientras vivió en la tierra; habla en mexicano, se entretiene en amorosísimas confidencias con un interlocutor torpe y plebeyo.
¿Por qué rebajamiento tan sorprendente?
Porque Juan Diego era de corazón recto, sencillo, piadosísimo. Cristiano de pocos días, se deleita en honrar a la Madre del divino Jesús.
Sabía ya el neófito que los sábados deben dedicarse al servicio de María. Por eso él, haciendo esfuerzos por agradar a la celestial Madre, procuraba, todos los sábados, oír misa. Para el efecto tenía que andar largas distancias, tenía que invertir algún tiempo para la augusta ceremonia; debería resentirse su pobreza de esas horas ocupadas en la piedad; tal vez sus parientes murmurarían de esa costumbre, interpretando de otro modo su fervor.
No obstante la distancia, la penuria, el tiempo invertido, Juan Diego, por servir a María Santísima, persevera en sus prácticas de hijo fiel.
¿Cuál fue la retribución de la Madre? Hablarle un sábado, nueve de diciembre cuando iba al sacrificio augusto, y hablarle después concediéndole favores.
La Virgen Santísima también nos hablará espiritual y místicamente; nos favorecerá con sus gracias si somos piadosos, si la obsequiamos con alguna mortificación, con algún pequeño sacrificio.
ORACIÓN FINAL
He meditado, ¡Oh Madre mía!, en tus bondades. Eres dulce, ternísima e incomparable.
¡Quién te hubiese amado siempre y nunca disgustado a tu Santísimo Hijo!
Con tu ayuda, me propongo combatir mis malas inclinaciones, vencerlas y adquirir las virtudes que, como cristiano, debo tener.
Ampárame, ¡oh gran Señora!
Te suplico además que obtengas de Dios... (aquí se le pide la gracia especial por la que se hace el triduo) si conviene a los eternos intereses de mi alma.
Quiero ser tuyo, tuyo en el tiempo y en la eternidad, tuyo en este mundo de penas y en la bienaventuranza sin fin.
jaculatoria
V. Pues en Guadalupe se halla remedio a las aflicciones.
R. Líbranos ¡oh dulce Madre de guerra, peste y temblores!
LETANIA GUADALUPANA
Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison.
Santa María.
Santa Madre de Dios.
Santa Virgen de las Vírgenes.
Santa María de Guadalupe.
Santa María de Guadalupe, que brotaste de entre las peñas.
Santa María de Guadalupe, que ahuyentaste a los que nos devoraban.
Santa María de Guadalupe, que ahuyentaste a la infernal serpiente.
Santa María de Guadalupe que bajaste a visitar nuestro suelo.
Santa María de Guadalupe, que hablaste benignamente ron Juan Diego.
Santa María de Guadalupe, que le llamaste hijo tierno y regalado.
Santa María de Guadalupe, que te dignaste hacerle tu mensajero.
Santa María de Guadalupe, que nos enseñaste el respeto a la Iglesia mandándole al Obispo.
Santa María de Guadalupe, que escogiste lo humilde y despreciable para confundir a lo fuerte y prudente del mundo.
Santa María de Guadalupe, que deseas y pides se le edifique un templo
Santa María de Guadalupe, que eliges y santificas el lugar donde ignorar quisiste.
Santa María de Guadalupe, que haces brotar frescas flores entre áridos peñascos.
Santa María de Guadalupe, que la cubres de rocío en el helado invierno
Santa María de Guadalupe, que las mandas cortar y traer a tu presencia.
Santa María de Guadalupe, que con tus manos virginales las tocas y levantas.
Santa María de Guadalupe, que mandas esas flores como señal de tu aparición al Obispo.
Santa María de Guadalupe, que aparece milagrosamente pintada, al Prelado y a los suyos.
Santa María de Guadalupe, que nos dejaste tu imagen, siempre hermosa, entre los rigores de la intemperie.
Santa María de Guadalupe, que con tu imagen nos dejas tu nombre misterioso.
Santa María de Guadalupe, que con ella nos dejaste tus ojos de Reina y defensora.
Santa María de Guadalupe, que con ella nos dejaste también tu corazón de Madre y Abogada.
Santa María de Guadalupe, que socorres a tu pueblo en las pestes y contagios.
Santa María de Guadalupe, que los ayudas en las inundaciones
Santa María de Guadalupe, que los ayudas en todas sus necesidades.
Santa María de Guadalupe, coronada en tu imagen, como Reina de tu pueblo.
Santa María de Guadalupe, Patrona muy amada y venerada de México.
Cordero de Dios, etc.
Cordero de Dios, etc.
Cordero de Dios, etc.
Ruega por nosotros Santa Virgen de Guadalupe.
Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo
ORACION
Oh Dios, que habiéndonos colocado bajo el patrocinio singular de la Bienaventurada Virgen María, nos quisiste colmar de perpetuos beneficios, concede a los que humildemente te lo suplicamos, que los que hoy nos regocijamos con su protección en la tierra, algún día nos gocemos con tu presencia en el cielo. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 10 DE DICIEMBRE
Por la señal…
Oración preparatoria, Padrenuestro y Avemaría.
LECTURA: SEGUNDA APARICIÓN
El mismo día sábado, después del mediodía, volvía Juan Diego a su casa, y en el mismo lugar que por la mañana encontró a la Señora, que esperaba la respuesta. Pesaroso él y afligido del ningún fruto que había sacado de su embajada, dice a la Señora que (como ya él se imaginaba) a sus palabras no se daba crédito ni fe, rogándola a no hacer caso de su persona y sí a valerse de algún personaje de autoridad. Responde la Virgen con mucha ternura y agrado: «Agradezco, hijo Juan, tu cuidado y obediencia; pero sabe que aunque tengo muchos a quienes encomendar este negocio, conviene que tú solo y no otro lo ejecute. Esta es mi voluntad, en cuya conformidad te ordeno que mañana vuelvas al Obispo y le digas que yo te mando a él segunda vez con el mismo recado. Ve, y haz lo que te ordeno, y yo te seré grata por esta diligencia». Se mostró obediente Juan Diego, y con la bendición de la Señora, partió para su casa.
Meditación.—Para testificar la Virgen Santísima que Ella confirió al indio la delicada misión ante el Prelado! hizo brotar rosas de exquisito aroma.
¡Qué prodigio! El Tepeyac es colina estéril: un montículo de rocas: lugar inhábil para la florescencia propia de los jardines.
Sin embargo, a la presencia de la divina doncella, brotan plantas que reverdecen en la cima y le ofrendan multitud de flores, frescas y fragantes.
En la estación de hielos, cuando la naturaleza, envejecida, parece entumecerse y morir; cuando hay hojas que caen marchitas, y los campos y las plantas presentan un aspecto general de tristeza y desolación, cuando duerme la naturaleza bajo el blanco sudario de la nieve; entonces, sin el cuidado y cultivo de nadie, sin los afanes ni precauciones de ningún hortelano, levantan sus corolas las flores del Tepeyac, aromáticas y fragantes. Deberían servir éstas de testimonio ante el Mitrado de México.
Aplicaciones.—Así también sucederá en el orden espiritual de nuestras almas.
¿Cómo es nuestro corazón? Desierto arenoso, ribazo sin savia, campo de esterilidad en el que se levantan cardos, espinas o hierbas venenosas.
Es el corazón del hombre, sin la gracia, lo mismo que las densas llanuras que nadie ha cultivado; se parece a la cima de los altos picos cubiertos eternamente de nieve y cuya glacial temperatura ni el mismo sol desvanece.
Pero dejemos que María pose sus plantas en ese erial infecundo, dejemos que se acerque a nuestro corazón y lo veremos transfigurado.
Se convertirá en un Tepeyac de sus complacencias, donde broten fuentes de agua medicinal. Desde entonces nunca dejarán de correr manantiales de aguas purísimas que fertilicen los dominios de ese corazón antes estéril.
Será nuestra alma pensil ameno, florido edén de místicas recreaciones, vergel de exuberancia incomparable.
Oración final como el primer dia.
DÍA TERCERO – 11 DE DICIEMBRE
Por la señal…
Oración preparatoria, Padrenuestro y Avemaría.
LECTURA: TERCERA APARICIÓN
Domingo diez de Diciembre: Habiendo Juan Diego asistido a la Misa y a la Doctrina en su parroquia, se encaminó al Palacio del Obispo, a quien, después de haber esperado mucho tiempo en la antecámara, representó de nuevo, no sin lágrimas, el deseo de la Santísima Virgen. Curioso el Obispo y solícito, respondió que no bastando en cosa tan grave sólo su dicho, procurase obtener de la Señora alguna señal que autorizase su voluntad. Prometió el indiano pedirla, y se partió al punto; pero, por orden del Obispo, fue seguido de dos familiares suyos de los más fieles, los cuales, sin ser vistos de Juan, observaron todos sus pasos y todas sus acciones (que ya algunos llamaban estratagemas de los indianos).
Fue observado Juan hasta que llegó al monte, donde, hecho invisible a los ojos de aquellos que le seguían, subió a la cumbre, en la que lo esperaba María Santísima. Se postró a sus pies, y dándole cuenta de su comisión, le pidió la señal requerida. Responde la Señora: «Hijo Juan, mañana volverás a verme, y yo te daré tal señal, que bastará a hacer cierta mi embajada y a dar crédito a tus palabras de modo que seas recibido y despedido con aplauso y admiración. Y reflejad que no ha de quedar sin premio este trabajo tuyo, de que no se olvidará mi gratitud: aquí te espero mañana; no te olvides de mí». Despedido Juan Diego con tanta afabilidad y dulzura, volvió lleno de júbilo a su casa: allí encontró a su tío, por nombre Juan Bernardino, enfermo de fiebre maligna, con peligro de la vida; y así ocupado el día siguiente, once de diciembre, en buscar médicos y medicinas, no fue a ver a la Señora, como ella le había encargado.
Meditación.—El lienzo bendito, en el que se estampó la Santísima Virgen de Guadalupe, es tosco, su textura rala por completo y de grosera urdimbre.
Además carece de preparación conveniente y así es imposible que el más hábil artista dejara correr sus pinceles; nada digno pintaría.
Y sin embargo, en esta tilma dibujó el que tiñe de carmín los horizontes, dibujó el Artífice del mundo la efigie más hermosa.
¡Que fisonomía tan encantadora, qué hechizo de ángel, que afiligranadas facciones! Miguel Cabrera y otros egregios maestros de pintura, dicen que la Imagen Guadalupana no es obra humana; que ellos son incompetentes para contornear donosura tan perfecta. Una mano misteriosa, de artista omnipotente, movióse con maestría al confeccionar la portentosa imagen.
Esta reúne proporciones estéticas que constituyen la belleza y. además, sintetizan los cuatro géneros de pintura. La cabeza y manos están al óleo; la túnica y el ángel, con las nubes que le sirven de orla, al temple: el manto aparece al aguazo; y el campo sobre el que caen y terminan los rayos, de pintura al fresco.
Cada una de estas especies de pintura requieren distinta imprimación. Nadie piensa reunirías en una sola superficie, pues fracasaría.
No obstante, la taumaturga Virgen mexicana reúne con primor exclusivo toda la delicada decoración del bello arte.
Además, sorprende el oro que brilla en la graciosa doncella. Es tan fino, aparece tan adherido, a la trama, reúne condiciones tales que reconocen todos en esa circunstancia, un origen sobrenatural.
Aplicaciones.—Si queremos, también se grabará espiritualmente en nuestro corazón la Virgen Santísima.
¡Qué dicha, entonces, que felicidad! Se grabará, aunque nuestro espíritu esté, por degradación, áspero y tosco como el ayate de Juan Diego. Aunque nuestro corazón esté, por sus perversas inclinaciones, mal preparado, la presencia de la Santísima Virgen sabrá imprimir en él su imagen sacrosanta con pinceladas indelebles. Sabrá incrustar el oro de las virtudes y las mayores transparencias en las fragilidades de nuestra alma: sabrá reunir en ella, al mismo tiempo, las distintas pinturas espirituales, que son los dones diversos del Paráclito divino y carismas que enriquecen las moradas de la conciencia. En una palabra, hará brotar de nuestro corazón, árido y misérrimo, las flores de la virtud que son el ropaje del alma, sin el cual no puede presentarse al convite celestial cuando haya dejado ente valle de lágrimas. Pero todo esto hará si correspondemos a la gracia, si somos dignos hijos de Madre tan buena.
Oración final como el primer día.