RÉPLICA Y ACLARACIÓN A FORO CATÓLICO
Habiéndome enterado recientemente del reproche que en ese blog se me adjudica en uno de los comentarios firmado por Josepepe del 24 de Febrero de 2015, que dice: “El libro de Lacunza, dicen que se restablecerán los sacrificios de animales y el Padre Méramo los promueve en Radio Cristiandad”.
En primer lugar, jamás he enseñado tal cosa, que para mí es lo único que no me convence, pero es una cuestión que no toca la esencia del Milenio. En segundo lugar si nos atenemos a lo que el P. Lacunza dice al respecto, vemos que no tiene la gravedad que a simple vista pareciera tener, pensar en un retorno a las ceremonias y sacrificios del Antiguo Testamento y abolición del sacrificio de la Misa, esto sería un gravísimo y craso error. No se trata de esto como malamente se puede entender, o se quiere dar a entender, con este tipo de reflexiones de ignaros o de miopes que no ven más allá de su nariz. Lo que quiere decir el P. Lacunza es que se trataría de una cierta conveniencia pedagogía que evidencia y manifiesta la correspondencia de la figura con lo figurado, (y repito a mí no me convence, pues me parece innecesario ateniéndome a la óptica de S. Ireneo, la cual ahora no voy a exponer aquí). Esto es lo que el P. Lacunza dice:
“Los antiguos sacrificios, que según las Escrituras, volverán a aparecer en el siglo venturo, en la nueva tierra, en el nuevo y último templo de Jerusalén todavía futura, no serán entonces otra cosa, que una nueva y sapientísima liturgia instituida y ordenada por el sumo y eterno sacerdote Cristo Jesús. No serán, digo, otra cosa que unas ceremonias no solo significativas sino claramente demostrativas que deberán entonces preceder en aquel solo individuo templo, al sacrificio incruento de la eucaristía o a la cena del Señor, o a la sustancia de la Misa. ¿Y esto para qué? Para que concurran alguna vez, se abracen, y se den ósculo de paz, todas las antiguas figuras con lo que habían significado: para que estas figuras se vean alguna vez de cerca y confrontadas con el original, allí presente, se entiendan todas con ideas claras y se admire, y bendiga la sabiduría infinita de Dios en su institución”. (La Venida del Mesías en Gloria y Majestad, Tomo IV, ed. Carlos Wood, Londres 1816, p. 235,236).
Queda claro que a Foro Católico, lo único que le interesa es desprestigiar el Milenarismo Patrístico de los tres o cuatro primeros siglos de la Iglesia Primitiva en su afán antiapocalíptico y antimilenarista, lo cual es típicamente judaico.
No olvidemos lo que decía el P. Castellani:
“Es el mismo sueño carnal de los judíos, que los hizo engañarse respecto a Cristo: estos son milenaristas al revés. Niegan acérrimamente el Milenio metahistórico después de la Parusía, que está en la Escritura; y ponen un Milenio que no está en la Escritura, por obra de las solas fuerzas históricas, o sea una solución intrahistórica de la Historia; lo mismo que los impíos ‘progresistas’, como Condorcet, Augusto Comte y Kant; lo cual equivale a negar la intervención sobrenatural de Dios en la Historia y en el fondo, la misma inspiración divina de la Sagrada Escritura”. (El Apokalypsis, ed. Paulinas, Buenos Aires 1963, p. 367).
“Pero ¿qué cosa más judaizante que esperar un gran triunfo terreno de la Iglesia antes de la Segunda Venida de Cristo?”. (Ibídem, p. 87). Por esto son todos los antimilenaristas judaizantes y grandes restauracionistas, que no quieren admitir que Cristo Rey es el único restaurador:
“Cristo debe volver. Debe volver pronto. Y a medida que su Venida se aproxima, por fuerza se deben hacer más claras las Promesas de los Santos y las Visiones de sus Videntes. Volverá no ya a ser crucificado por los pecados de muchos, sino a juzgar a todos no como Cordero de Dios sino como Rey del Siglo Futuro. Volverá para poner a sus enemigos de alfombra de sus pies, a restaurar y restituir para su Padre todas las cosas, arrojando de ellas y amarrando al Príncipe de este mundo; volverá en el clímax de la más horrenda lucha religiosa que habrán visto los siglos, en el ápice mismo de la gran Apostasía y de la tribulación colectiva más terrible después del diluvio, y cuando sus fieles estén por desfallecer y esté por perecer toda carne”. (Ibídem, p. 90).
P. Basilio Méramo
Bogotá, 7 de Julio de 2015
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