sábado, 4 de agosto de 2018

VISIÓN DE SANTO DOMINGO Y SAN FRANCISCO

“Visión de San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán” (Zacarías González Velázquez y Tolosa, Museo del Prado).
   
Refiere el beato Santiago de Vorágine en su Leyenda Dorada este episodio de la vida de Santo Domingo de Guzmán:
Un fraile menor, que había sido compañero de San Francisco durante muchos años, relató a muchos de los frailes de la Orden de Predicadores que cuando Santo Domingo estaba en Roma para la confirmación de su orden por el papa, vio en una noche a Jesucristo en el aire, sosteniendo tres lanzas en su mano (hambre, peste y guerra), y blandiéndolas contra el mundo, y su Madre corrió aprisa hacia Él, y le preguntó qué iba a hacer.
 
Y Él le respondió: «Todo el mundo está lleno de vicios, de soberbia, de lujuria y de abaricia, y por eso lo voy a destruir con estas tres grandes lanzas».
 
Entonces la Santísima Virgen se postró a sus pies y le dijo: «Hijo querido, ten piedad, y detén tu ira por tu misericordia».
  
Y Jesucristo le dijo: «¿No ves cuántos errores e injurias me hacen?».
  
Y Ella le respondió: «Hijo, atempera tu ira y deténla un poco, tengo un verdadero siervo y un noble luchador contra los vicios, que ha de recorrer todo el mundo y lo conquistará, y lo pondrá bajo tu señorío, y he de darles otro siervo en su ayuda que luchará como él hace».
  
Y nuestro Señor, su Hijo, dijo: «Estoy sosegado y recibo tu oración, pero debería ver a quién enviarás a tan grande oficio».
  
Entonces Ella le presento a Santo Domingo, y Jesucristo dijo: «Verdaderamente este es un buen y noble luchador, y hará tan dillgentemente lo que tú has dicho».
  
Luego Ella le mostró a Él y ofrecióle a San Francisco de Asís, y él lo elogió tanto como el primero.
  
Santo Domingo consideró diligentementene a su compañero en esa visión, porque nunca lo había visto antes, y lo encontró en el de la iglesia, y sabiendo que él que lo había visto en la visión sin otra compañía, y comenzó a besarlo y dijo: «Tú eres mi compañero, tú debes correr conmigo, y estaremos juntos, y ningún adversario nos superará».
  
Y luego él le relató en su orden las visiones que tuvo, y desde entonces ellos fueron un solo corazón y una sola alma en nuestro Señor, y ordenó que esta caridad debería guardarse como perdurable por aquellos que vengan después.

Abrazo de San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán

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