“Herodes, enviando un alabardero, ordenó traer la cabeza de Juan en una bandeja”. (San Marcos 6, 27).
San
Juan Bautista había dejado el desierto para amonestar a Herodes que no
le era lícito tener como esposa a Herodías, la mujer de su hermano.
Irritado el tirano de su audacia, lo hizo arrojar en una prisión. Un
día, mientras daba un festín, la hija de Herodías danzó en presencia de
los convidados con tanta gracia, que Herodes le prometió concederle todo
lo que le pidiese. Pidió ella la cabeza de Juan Bautista. Un soldado,
enviado a la prisión, cortó la cabeza al Precursor y la trajo en una
bandeja, como si fuese el último plato de este fúnebre festín. Esto
sucedió en Samaria el 25 de Marzo del año 32, un año antes de la
Crucifixión, así que hoy se conmemora una traslación de sus reliquias
hasta Pantakion (actual Pendik, suburbio de Estambul) por el emperador
Valente.
MEDITACIÓN SOBRE SAN JUAN, MÁRTIR DE LA CASTIDAD, DE LA CARIDAD Y DE LA VERDAD
MEDITACIÓN SOBRE SAN JUAN, MÁRTIR DE LA CASTIDAD, DE LA CARIDAD Y DE LA VERDAD
I.
San Juan vivió y murió de la castidad. Para conservar esta virtud
angelical, dejó, a edad tierna, la casa de su padre, y se retiró al
desierto, donde sujetó su cuerpo mediante continuas austeridades. Si
comprendieses tú la belleza de esta virtud, la amarías e imitarías a San
Juan. Pero, para conservar la castidad hay que huir del mundo, amar la
soledad, practicar la mortificación. Si no puedes morir mártir de la
castidad como San Juan, vive como él en inviolable castidad. “Algo más
grande es vivir en la castidad que morir por ella”. (Tertuliano).
II. San Juan fue también mártir de la caridad. El celo que tenía por la salvación de las almas le hizo dejar la soledad, puesta la mira en convertir a Herodes. ¡Cuán feliz serías tú si pudieses, como el santo precursor, derramar tu sangre por la salvación del prójimo! Si no puedes imitarle, reza al menos por los pecadores, exhórtalos a penitencia, haz abundantes limosnas para obtener su conversión.
III. San Juan fue también mártir de la verdad: reprochó intrépidamente a Herodes sus escandalosos desórdenes, y prefirió morir antes que traicionar la verdad. Aunque tuvieses que perder la vida nunca debes disfrazar tus sentimientos, ni tolerar el vicio por cobarde complacencia cuando tu deber sea corregirlo. “Los hombres aman la verdad cuando ella los halaga, pero sienten aversión por ella cuando les reprende sus defectos”. (San Agustín).
II. San Juan fue también mártir de la caridad. El celo que tenía por la salvación de las almas le hizo dejar la soledad, puesta la mira en convertir a Herodes. ¡Cuán feliz serías tú si pudieses, como el santo precursor, derramar tu sangre por la salvación del prójimo! Si no puedes imitarle, reza al menos por los pecadores, exhórtalos a penitencia, haz abundantes limosnas para obtener su conversión.
III. San Juan fue también mártir de la verdad: reprochó intrépidamente a Herodes sus escandalosos desórdenes, y prefirió morir antes que traicionar la verdad. Aunque tuvieses que perder la vida nunca debes disfrazar tus sentimientos, ni tolerar el vicio por cobarde complacencia cuando tu deber sea corregirlo. “Los hombres aman la verdad cuando ella los halaga, pero sienten aversión por ella cuando les reprende sus defectos”. (San Agustín).
La castidad. Orad por las vírgenes.
ORACIÓN
Haced,
os lo suplicamos, Señor, que la piadosa solemnidad del bienaventurado
Juan Bautista, vuestro precursor y mártir, nos obtenga gracias eficaces
de salvación. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis en unidad con el
Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
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