Tradicionalmente,
el Sábado después de la Solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia nos
invita a intensificar nuestras oraciones en este día consagrado
especialmente a la Santísima Virgen, invocándola especialmente con el
título de Nuestra Señora del Sufragio.
Para socorrer a nuestros difuntos, y a cuantos se encuentran en el seno del Purgatorio, la Iglesia nos invita a pedir fervorosos esta ayuda llamada sufragio (del latín "suffrágium" = "recomendación"), siendo el más precioso posible el ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por las benditas Ánimas. También podemos ofrecer oraciones, actos de caridad, sacrificios, limosnas, mortificaciones y las indulgencias que ganemos.
Siguiendo
esta práctica (que es una aplicación del dogma de la Comunión de los
Santos), seremos semejantes al buen samaritano que, según la parábola,
condujo a la posada, en su propia montura, al herido yacente en la vera
del camino por donde pasó. Perseverando en socorrer a las Benditas
Ánimas, no sólo tendremos intercesores en nuestras necesidades terrenas,
sino que también nos socorrerán con sus ruegos en la hora de la muerte y
en nuestro Juicio particular.
¡Qué
hermoso rol de nuestra Madre la Iglesia, al socorrer a las almas «para
purificarse y embellecerse» antes de gozar de la eterna bienaventuranza!
¡Cuánto más, con el auxilio de la Virgen Santísima, que en vida, en
muerte y en la eternidad siempre acompaña a sus devotos!
ORACIÓN
Concédenos,
te suplicamos, Dios omnipotente, que por los sufragios intercesores de
la bienaventurada Virgen María, obtengan indulgencia las almas fieles, y
nos des tu gracia para conseguir el premio de la vida eterna. Por J. C.
N. S. Amén.
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