Traducción del artículo publicado en NOVUS ORDO WATCH.
Dios en los migrantes, Dios en los pobres, ¡Dios en el pan!
“JESÚS SE CONVIERTE EN PAN”, “DIOS CONTENIDO EN UN PEDAZO DE PAN”: EL CORPUS CHRISTI LUTERANO DE FRANCISCO BERGOGLIO
Este Jueves pasado fue la Fiesta del Corpus Christi, la celebración anual del calendario Romano que celebra el Santísimo Sacramento del Altar, la Sagrada Eucaristía. En este sacramento, que es el real y verdadero Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, Nuestro Santísimo Señor permanece con nosotros hasta el fin de los tiempos bajo la apariencia del pan y del vino. Este sacramento es confeccionado durante la Santa Misa Católica, cuando el sacerdote consagra el pan y el vino. El proceso donde esta transformación única y milagrosa toma lugar es llamado Transubstanciación. Este es el dogma Católico, y es bien sabido por cualquier Católico que tome su Fe en serio.
En ocasiones, la Fiesta de Corpus Christi no puede ser observada solemnemente el Jueves después del Domingo de la Trinidad, y la celebración con su procesión exterior es transferida al Domingo siguiente. A comienzos del año pasado, el “
Basado en su conducta pasada por lo menos desde 2014, es claro que Francisco Bergoglio está altamente incómodo con el Corpus Christi, que es también llamado Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo en el mundo angloparlante. Una vez más, hoy se pone en evidencia.
Vatican News ha publicado el siguiente vídeo:
Habiendo dirigido el culto novusordiano fuera de la iglesia de Santa Maria Consolatrice (Santa María Consoladora) en el distrito romano de Casal Bertone, cuando llegó la hora para la procesión solemne, como es su costumbre, Francisco Bergoglio subcontrató el cargar el ostensorio al “Cardenal” Angelo de Donatis Fattizzo, Vicario General de la diócesis.
El mismo Francisco Bergoglio no participó en la procesión; como siempre, desapareció calladamente, sólo para aparecer nuevamente en el punto final de la procesión, donde un altar fue montado en un campo de fútbol para la bendición con (la inválida versión novusordiana) del Santísimo Sacramento. Presumiblemente, Bergoglio fue conducido allí mientras todos los demás seguían la procesión a pie.
El señor de Donatis avanza mientras el “Papa” dirige en su Ford Focus…
Una vez toda la procesión arribó a los increíblemente feos alrededores de su destino –un lugar que Francisco mismo escogió, según Sor Bernadette Mary Reis FSP de Vatican Media, para que pudiera estar cerca a las “periferias”–, cuando fue momento de arrodillarse, Bergoglio permaneció de pie ante el ostensorio aunque un grande, encantador y cómodo reclinatorio había sido conspicuamente ubicado ante el altar para que él lo use:
Como es bien sabido, estarse de pie es la costumbre de Bergoglio –él prácticamente nunca se arrodilla ante lo que afirma creer es la Real Presencia de Dios mismo en la Sagrada Eucaristía (con solo algunas excepciones muy raras)–.
La única manera de explicar la continua presencia de un reclinatorio de un llamativo reclinatorio cuando es claro que él no lo usará, es que Francisco Bergoglio mismo insiste en tenerlo. Eso, en cambio, sólo puede ser razonablemente explicado por la suposición de que él quiere demostrar tan descaradamente como sea posible su soberbio desprecio y odio a la Presencia Real de Cristo contenido ostensiblemente en la custodia.
El Vaticano nunca ha dado una explicación oficial al rechazo bergogliano a arrodillarse o a hacer la genuflexión, pero como le gusta demostrar cada año el Jueves Santo al lavar los pies de doce personas, una incapacidad física para arrodillarse no es la razón:
La única manera de explicar la continua presencia de un reclinatorio de un llamativo reclinatorio cuando es claro que él no lo usará, es que Francisco Bergoglio mismo insiste en tenerlo. Eso, en cambio, sólo puede ser razonablemente explicado por la suposición de que él quiere demostrar tan descaradamente como sea posible su soberbio desprecio y odio a la Presencia Real de Cristo contenido ostensiblemente en la custodia.
El Vaticano nunca ha dado una explicación oficial al rechazo bergogliano a arrodillarse o a hacer la genuflexión, pero como le gusta demostrar cada año el Jueves Santo al lavar los pies de doce personas, una incapacidad física para arrodillarse no es la razón:
El pasado 11 de Abril, Francisco Bergoglio también mostró cuán bien y rápidamente –aunque no sin asistencia– es capaz de arrodillarse cuando realmente le importa. ¿Lo recuerdas?
Cubrimos esa calculada humillación del papado aquí.
Pero hoy no solamente Francisco Bergoglio se comprometió en su usual conducta de desprecio al Corpus Christi, sino que también profirió una clara e inequívoca herejía contra la Sagrada Eucaristía en su sermón. El Vaticano ha proporcionado el original Italiano aquí, y Zenit ha publicado una traducción completa al Inglés.
El énfasis central del sermón claramente no fue la presencia milagrosa de Cristo en la Sagrada Eucaristía o incluso el milagro de los panes y los peces que se leyeron en el Evangelio novusordiano (ver San Lucas 9:11-17). En cambio, el énfasis fue excesivo en compartir, bendecir, dar, etc. –todas cosas tienen que ver con nuestro sujeto y con las que un protestante no tendría problemas–. Fue el atentado usual para redirigir el enfoque de lo sobrenatural a lo natural, tomando una verdad vertical y convirtiéndola en algo horizontal. Era el tema usual bergogliano de “Bueno, así que hay esta verdad revelada por Dios, bien; pero ahora ¿qué sobre los pobres, los sufrientes y los ancianos?”.
Sin embargo, eso no es nuestra preocupación ahora. El sermón de Bergoglio para el Corpus Christi no sólo hizo el énfasis equivocado, fue explícitamente herético. Él dijo:
En la presencia de la Eucaristía, Jesús que se convierte en pan, este simple pan que contiene toda la realidad de la Iglesia, aprendamos a bendecir todo lo que tenemos, a alabar a Dios, a bendecir y no maldecir todo lo que nos ha llegado hasta este momento, y decir palabras de aliento a otros.
…El Señor hace cosas grandes con nuestra pequeñez, como hizo con los cinco panes. No realiza milagros con acciones espectaculares [¡!], sino con gestos humildes, partiendo con sus manos, dando, repartiendo, compartiendo. La omnipotencia de Dios es humilde, hecha solo de amor. Y el amor hace obras grandes con lo pequeño. La Eucaristía nos los enseña: allí está Dios encerrado en un pedacito de pan. Sencillo y esencial, Pan partido y compartido, la Eucaristía que recibimos nos transmite la mentalidad de Dios. (ANTIPAPA FRANCISCO BERGOGLIO, Homilía para el Corpus Christi, Zenit, 23 de Junio de 2019; cursivas removidas y subrayas añadidas)
Cualquier niño que quiera hacer su Primera Comunión no sería admitido si entendiera la Eucaristía de este modo. ¡Es herejía!
El único modo correcto de entender lo que le sucede al pan y el vino cuando son consagrados por un sacerdote durante la Santa Misa es el dogma de la Transubstanciación, no otro. Lo que Bergoglio lanzó en su homilía es, en el mejor caso, la herejía luterana de la Consubstanciación, también llamada Impanación, según la cual “la sustancia del Cuerpo de Cristo existe junto con la sustancia del pan, y en forma semejante la sustancia de su Sangre junto con la sustancia del vino” (Enciclopedia Católica, entrada “Consubstanciación”). Esta herejía fue condenada por el Concilio de Trento en el siglo XVI:
Si alguno negare que en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema.
Si alguno dijere que en el sacrosanto sacramento de la Eucaristía permanece la sustancia de pan y de vino juntamente con el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y negare aquella maravillosa y singular conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo y de toda la sustancia del vino en la sangre, permaneciendo sólo las especies de pan y vino; conversión que la Iglesia Católica aptísimamente llama transustanciación, sea anatema. (Concilio de Trento, Sesión XIII, Cánones 1 y 2; Denz. 883-884)
Por supuesto que no faltarán ahora apologistas novusordianos que intentarán argumentar que Francisco Bergoglio no dijo lo que dijo en un sentido herético. Pero en este punto, sólo un tonto se balancearía por las constantes acrobacias hermenéuticas que personas como Tim Staples, Jimmy Akin o Dave Armstrong harán para mantener a la gente encadenada a la ilusión de que este apóstata argentino es el Papa de la Iglesia Católica, quien está impidiendo que las puertas del Infierno prevalezcan.
No es como si Bergoglio fuera de alguna forma incapaz de hablar claramente y en una forma ortodoxa. Un hombre que constantemente habla en tal manera que la herejía es fácil y naturalmente entendida en sus palabras, y que no levanta un dedo para hacer nada al respecto –uno, que de hecho continuamente empuja más y más el carro–, es claramente herético.
En el caso de Bergoglio, su herejía sobre la Sagrada Eucaristía es expresada no sólo en sus palabras, sino que es confirmada por el desprecio corporal que muestra a la Fiesta del Corpus Christi, año tras año.
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