Un gran enemigo de la Iglesia, un precursor del Anticristo, tomará el título de Salvador. Los herejes seguirán a este precursor del Anticristo y perseguirán a la verdadera Iglesia de Cristo. Su astucia será grande, tan grande de hecho que serán capaces de traer a muchos hombres justos hacia su partido. Los Obispos permanecerán fieles, pero todos, por su coraje y fidelidad a la Iglesia, sufrirán mucho, aunque muchos protestantes consolarán a los hijos de Dios por su conversión a la Iglesia Católica [Es de advertir que los protestantes no existían para la época de la profecía, N. del E.]. Inmediatamente precediendo al Anticristo habrá hambruna y terremotos.
Ciuando
el gran gobernante extermine casi completamente a los turcos, uno de
los mahometanos restantes se convertirá, y será sacerdote, obispo y
cardenal, y cuando el nuevo Papa sea elegido (inmediatamente antes del
Anticristo), este cardenal matará al Papa antes de su coronación, por
envidia, deseando ser él el Papa; entonces cuando los otros cardenales
elijan al próximo Papa, este cardenal se proclamará Antipapa, y dos
tercios de los cristianos se irán con él. Al igual que el Anticristo, él
es descendiente de la tribu de Dan [Algunos consideran que los turcos
son descendientes de la tribu de Dan, N. del E.].
Cuando el temor
de Dios haya sido desarraigado de todas partes, tomarán lugar violentas y
furiosas guerras. Una multitud de gentes serán degolladas y muchas
ciudades se transformarán en montones de basura. Unos pocos, crueles
fuera de lo común, realizarán su papel a expensas de la paz y la
tranquilidad de otros. Como ha sido desde el comienzo del mundo, Dios
entregará la vara del castigo a sus enemigos para la extirpación del
mal....
El Hijo de Corrupción y Ruina aparecerá y
reinará solamente por un corto tiempo, hacia el fin de los días que
durará el mundo; período que corresponde al momento cuando el sol haya
desaparecido más allá del horizonte; es decir, vendrá en los últimos
días del mundo. Él no será Satanás en sí mismo, sino un ser humano a
imagen y semejanza suya en su atroz fealdad. Su madre, una mujer
depravada poseída por el demonio, vivirá como una prostituta en el
desierto. Ella declarará que es ignorante de la identidad del padre, y
sostendrá que su hijo fue dado a ella por Dios en una forma
sobrenatural, como lo es el Hijo de la Virgen Santísima. A esa mujer,
los engañados la venerarán como santa.
Su madre con
poca frecuencia dejará que alguien lo vea, y aun con arte mágica, ella
intentará ganar para él el amor del pueblo. Él se criará en diferentes
lugares secretos y se mantendrá aislado hasta que haya crecido. Cuando
llegue a la adultez públicamente anunciará una doctrina hostil sobre la
religión. Él seducirá y atraerá hacia sí a la gente concediéndoles
completa exención de la observancia de todos los mandamientos divinos y
eclesiásticos. perdonando sus pecados y requiriéndoles solamente que
crean en su divinidad. Escarnecerá y rechazará el Bautismo y el
Evangelio. Abrirá su boca para predicar contradicción. Dirá: «Jesús de
Nazaret no es el hijo de Dios, sólo es un engañador que se arrogó ser
Dios; y la Iglesia instituída por él es solamente superstición», que el
verdadero Cristo vino en su persona de él, diciendo: «Soy el Salvador
del mundo». Especialmente tratará de convencer a los judíos de que es el
Mesías enviado por Dios, y los judíos le aceptarán como tal. Su
doctrina de fe será tomada de la religión judía y aparentemente no
diferirá mucho de la doctrina fundamental del Cristianismo, porque
enseñará que hay un Dios que creó el mundo, que es omnisciente y conoce
los pensamientos del hombre y es justo, que recompensa a los que
obedecen sus mandamientos y castiga a quienes los traspasan, y que
resucitará a todos los muertos en su debido momento. Que este Dios ha
hablado por medio de Moisés y los Profetas, por tanto, se deben guardar
los preceptos de la ley mosaica, especialmente la circuncisión y la
observancia del Sabbát, aunque por sus leyes morales tratará de revertir
todo orden en la tierra. Por tanto es llamado en la Sagrada Escritura
el Inicuo. Pensará que puede cambiar los tiempos y las leyes. Desechará
todas las leyes, y los principios morales y religiosos, para traer el
mundo a sí mismo. Concederá entera libertad de los mandamientos de Dios y
de la Iglesia, y permitirá a todos vivir como les dicte su pasión.
Haciendo esto espera ser reconocido por la gente como liberador del
yugo, y la causa de la prosperidad en el mundo la Religión que
desarrollará para hacerla conveniente. Dirá que no necesitas ayunar ni
mortificarte con la renunciación, como la gente de los tiempos pasados
hacía cuando no tenían conocimiento de la bondad de Dios. Será
suficiente amar a Dios. Él dejará a la gente festejar el contento de su
corazón hasta el punto que se compadecerán de las gentes infortunadas de
los siglos pasados. Predicará el amor libre y destruirá los lazos
familiares. Hará escarnio de todo lo santo, y ridiculirizará todas las
gracias de la Iglesia con diabólica burla. Condenará la humildad y
alentará el orgullo y dogmas espantosos. Destruirá todo lo que Dios ha
enseñado en el Antiguo y Nuevo Testamento, y mantendrá que el pecado y
el vicio no son pecado ni vicio. Brevemente declarará que el camimo al
Infierno es el camino al Cielo.
La marca (del
Anticristo) será un símbolo infernal del Bautismo, porque a raíz de ésta
una persona será sellada como adherente del Anticristo y también del
Diablo, por el cual se rinde a sí misma a la influencia de Satanás.
Cualquiera que no tenga esta marca del Anticristo no puede comprar ni
vender nada, y será decapitada.
Él ganará para sí a los
gobernantes, los poderosos y los ricos, trayendo la destrucción de los
que no acepten su fe y, finalmente, subyugará la tierra toda.
Las
calles de Jerusalén brillarán cual oro finísimo con la sangre de los
cristianos, que fluirá como el agua. Simultáneamente el Anticristo
tratará de incrementar sus prodigios. Sus ejecutores obrarán tales
milagros cuando atormenten a los cristianos, que la gente pensará que el
Anticristo es el Dios verdadero. Los verdugos no permitirán a los
cristianos ganar fácilmente la corona del martirio, porque ellos se
empeñarán en prolongar sus dolores hasta que renuncien a su fe. Aunque
algunos recibirán una gracia especial de Dios para morir durante los
tormentos.
El Anticristo hará que la tierra se mueva,
nivelará las montañas, secará los ríos, producirá truenos y rayos y
granizo, removerá las hojas de los árboles y las retornará nuevamente a
ellos, hará que los hombres se enfermen y curen. exorcizará demonios, y
levantará a los muertos. Él parecerá ser crucificado y resucitado de
entre los muertos. Ante todo esto, los cristianos estarán asombrados y
con graves dudas, mientras que los seguidores del Anticristo serán
confirmados en su falsa fe.
Enoc y Elías están siendo instruidos por Dios en una forma misteriosa
en el paraíso. Dios les muestra a ellos las obras de los hombres como
piensa que ellos pudieran verlas con los ojos naturales. Los dos hombres
son, por tanto, mucho más sabios que todos los sabios juntos. La misma
fuerza que removió a Enoc y Elías de la tierra los traerá de regreso en
un viento tormentoso y en el tiempo cuando el Anticristo esparcirá su
falsa doctrina. Mientras ellos moren entre los hombres, siempre serán
refrescados luego de 40 días. Ellos tienen la misión divina de resistir
al Anticristo y conducir a los errantes de vuelta al camino de
salvación. Ambos hombres, distinguidos por la edad y estatura, dirán a
los hombres: «Este maldito es enviado por el demonio para llevar a los
hombres al error. Hemos sido preservados por Dios en un lugar secreto,
donde no experimentamos los sufrimientos de los hombres. Ahora estamos
enviados por Dios para oponernos a la herejía de este destructor. Mirad
si nos parecemos a vosotros en estatura y edad».
Y porque el testimonio de ambos coincidirá, serán creídos. Todos
seguirán a estos dos ancianos y renunciarán a la herejía. Ellos
visitarán todas las ciudades y aldeas donde previamente el Anticristo
había sembrado su herejía, y por el poder del Espíritu Santo obrarán
genuinos milagros. Toda la gente se maravillará grandemente de ellos.
Enoc y Elías confundirán a los seguidores de satanás con truenos, y los
destruirán y fortificarán en la fe a los Cristianos. Por tanto, los
Cristianos correrán al martirio, que el hijo del mal preparará a ellos
cual banquete, tanto que los verdugos se cansarán de contar a los
muertos a causa de su gran número; porque su sangre correrá como ríos.
Pero cuando al final el hijo de la perdición comprenda que no es
posible superar a estos dos hombres realmente santos ni con halagos ni
con amenazas, y que no puede oscurecer sus milagros, ordenará que sean
sometidos a un martirio cruel y que su recuerdo sea borrado de la
tierra, para que sobre la tierra no quede nadie capaz de resistirle.
Por último, cuando él haya puesto en obra todos sus planes, reunirá
a sus adoradores y les dirá que en ese momento ascenderá hacia el Cielo.
Sin embargo, en el momento de la ascensión un rayo le abrumará y lo
aniquilará. La subida prevista en el cielo habrá sido preparada con el
empleo astuto de dispositivos ingeniosos, y en el momento en que el
evento debía tener lugar, llevándolo a su destrucción, producirá una nube
que extenderá un olor insoportable. A través de esto muchas personas
volverán a entrar en razón y entendimiento.
Entonces
la gente deberá prepararse para el Juicio último, el día que
ciertamente está velado en el secreto y la oscuridad, pero no muy
distante.
SANTA HILDEGARDA DE BINGEN OSB. Scívias, libro tercero, visión XI. En Rev. Gerald Culleton, The Reign of Antichrist, TAN Books, 1951 -Traducción de Carlos Alberto Disandro.
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