viernes, 22 de noviembre de 2019

EL GUSANO QUE NUNCA MUERE, O EL REMORDIMIENTO DE LA CONCIENCIA EN EL INFIERNO

«El alma del condenado tendrá los bienes y delicias de su vida pasada, y su recuerdo lo afligirá. “Todo pasó para mí, exclamará: APENAS GOCÉ DE MIS RIQUEZAS, CUANDO LAS DEJÉ PARA QUE OTROS LAS DISIPASEN. ¿De qué me han aprovechado?… ¡Y hubiese yo podido, usando bien de ellas, adquirir el cielo!”.
  
Recordará las gracias de que abusó: los sermones que oyó, los remordimientos con que Dios le punzaba, las inspiraciones  a que cerró voluntariamente los oídos… ¡Ah! Otros… quizás los cómplices de sus vicios, se aprovecharon, y él no quiso, y se condenó…
  
Recordará los males que hizo, los pecados que cometió: pecados de la mocedad, de la juventud, de la edad viril… contra Dios. Contra el prójimo, contra sí mismo… desordenes opuestos a la razón… Su recuerdo lo avergonzará...
  
Padecerá el condenado horriblemente sumergido en aquel inmenso mar de fuego, sin esperanza de conseguir misericordia con SUS LÁGRIMAS Y SÚPLICAS, SIN ESPERANZA DE ABLANDAR NUNCA A DIOS CON PENITENCIAS, SIN ESPERANZA DE PAGAR  POR ENTERO, NI DISMINUIR JAMÁS LAS DEUDAS CON LOS TORMENTOS. ¡Eterna desesperación!».

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