El
“obispo” de Maguncia, monseñor Peter Kohlgraf, afirmó en su sermón del
día de los fieles difuntos que él quería ampliar una “idea positiva” del
juicio divino.
Dijo que los cristianos no deberían temer el juicio ni tampoco el Purgatorio. Contradiciendo a la Biblia, afirmó que Cristo aparentemente “no se reúne con los hombres como un juez estricto sentado en su trono por encima de ellos”.
La muerte es para Kohlgraf un momento de auto-conocimiento de la propia vida de uno, lo que también podría ser “doloroso”.
Interpretó al Purgatorio como una “purificación personal”, no como un “lugar de tormentos”, sino como un “encuentro, un acto de auto-conocimiento y cambio”.
La oración por los Muertos debería “fortalecer” a los muertos y mantener la conexión con ellos.
Contraria a estas afirmaciones, la liturgia católica de todos los fieles difuntos conmemora el “Dies iræ”, el “Día de Ira”. Según la doctrina católica, solamente entran al Purgatorio los que mueren en gracia de Dios, pero que todavía tienen que expiar sus pecados en este fuego.
El Purgatorio no es sólo un estado, sino que al igual que el Infierno es un lugar, y el fuego que atormenta a las almas no es un fuego alegórico sino real. Quien niega la existencia del Purgatorio, afirmaba ya Santo Tomás contra los herejes de su tiempo, «va contra la autoridad de la Iglesia e incurre en herejía» (IV Sent., dist. 21, quæstio 1, art. 1, sol. 1).
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