Fresco Milagro del Crucifijo de Beirut (Giovanni Maria Butteri, 1594. Vaiano, Abadía de San Salvador).
En la lección del Martirologio Romano tradicional correspondiente al día de hoy, además de indicarse que es la fiesta de la Dedicación de la Basílica del Santísimo Salvador Lateranense (año 324), Madre y Cabeza de todas las iglesias en Roma y el orbe entero, se encuentra la siguiente lección:
«Berýti, in Sýria, commemorátio Imáginis Salvatóris, quæ, a Judǽis crucifíxa, tam copiósum emísit sánguinem, ut Orientáles et Occidentáles Ecclésiæ ex eo ubértim accéperint» (En Beirut de Siria -Líbano-, conmemoración de la imagen del Salvador que, crucificada por los judíos, derramó tan copiosa sangre, que las Iglesias orientales y occidentales recibieron plenamente de ella).
Este milagro ocurrió hacia el año 765, durante el imperio del iconoclasta Constantino V Coprónimo, y fue uno de los argumentos a favor de la veneración a las imágenes durante el II Concilio Niceno (séptimo entre los Concilios Ecuménicos) en el año 787 contra la herejía iconoclasta.
Refiere el obispo y liturgista Guillermo V Durando (tío del obispo y canonista homónimo) lo sucedido en su libro Manual para entender el significado simbólico de las catedrales e iglesias:
«Algunos judíos de la ciudad de Berito (actual Beirut) en el Asia Menor, derribaron la imagen del Salvador crucificado. Ellos llevaron la impiedad hasta el punto de traspasarle el costado, del cual salió, como sobre el Calvario, sangre y agua. Los judíos estuvieron alterados por este prodigio, y más cuando vieron que todos los que entre ellos estaban enfermos y a los cuales fue aplicada la sangre se recuperaban de sus enfermedades. Abrazaron todos la fe en Cristo, se hicieron bautizar y transformaron sus sinagogas en iglesias. Es desde entonces que se usa consagrar una iglesia. Antes de aquella época solamente eran consagrados los altares, y es en memoria de este milagro que la Iglesia recuerda la Pasión del Salvador el día quinto antes de las calendas de diciembre, y este es también el motivo por el cual la iglesia de Beirut fue dedicada al Salvador. Se conserva también en un vaso una pequeña cantidad de esta sangre milagrosa, y una fiesta solemne es celebrada en el día del aniversario».
Es de admirar que, después de tal sacrílego atentado, los judíos que presenciaron el milagro, reconocieron que Jesús verdaderamente el Mesías que anunciaban sus profetas, y por el cual esperaban sus padres, y mostrando su arrepentimiento, buscaron al obispo Deodato para recibir de él las aguas del Bautismo.
OREMOS POR LA CONVERSIÓN DE LOS JUDÍOS
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