jueves, 21 de noviembre de 2019

ABROGADA LA FIESTA DE LA TRASLACIÓN DE LA SANTA CASA LAURETANA (para los conciliares)

Al día siguiente de la apertura del Sínodo Pan-a-masónico, fue redactado por el cardenal Robert Sarah Nemelo, prefecto de la Congregación para el Culto Divino el decreto “De Beáta María Vírgine de Loréto”, en el cual se establece la “memoria de la la bienaventurada Virgen de Loreto”. El decreto, promulgado el 31 de Octubre (no sabemos por qué en la administración Bergoglio existe una tan prolongada demora entre la redacción y la promulgación de los decretos), transcurre en el siguiente tenor literal (Fuente: http://www.cultodivino.va/content/cultodivino/it/documenti/decreti-generali/decreti-generali/2019/de-beata-maria-virgine-de-loreto/decretum/espanol.html):
  
 
TRADUCCIÓN
CONGREGATIO DE CULTU DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUM
  
Prot. N. 404/19
 
DECRETO SOBRE LA CELEBRACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE LORETO PARA INSCRIBIR EN EL CALENDARIO ROMANO GENERAL
   
La veneración por la Santa Casa de Loreto ha sido, desde la Edad Media, el origen de aquel peculiar santuario visitado, también hoy, por numerosos fieles peregrinos para alimentar la propia fe en el Verbo de Dios hecho carne por nosotros. 
 
Este santuario recuerda el misterio de la Encarnación y estimula a todos aquellos que lo visitan a considerar la plenitud del tiempo, cuando Dios mandó a su Hijo, nacido de mujer, y a meditar tanto en la palabra del Ángel que anuncia el Evangelio, como en las palabras de la Virgen, que responde a la llamada divina. Bajo la sombra del Espíritu Santo, la humilde sierva del Señor se transforma en casa de la divinidad, imagen purísima de la santa Iglesia.
  
El mencionado santuario, estrechamente vinculado a la Sede Apostólica, alabado por los Sumos Pontífices y conocido universalmente, ha sabido ilustrar de modo excelente, en el curso del tiempo, no menos que Nazaret en Tierra Santa, las virtudes evangélicas de la Sagrada Familia.
  
En la Santa Casa, delante de la imagen de la Madre del redentor y de la Iglesia, santos y beatos han respondido a la propia vocación, los enfermos han invocado consuelo en el sufrimiento, el pueblo de Dios ha iniciado a alabar y suplicar a Santa María con las Letanías lauretanas, conocidas en todo el mundo. En particular, cuantos viajan en avión han encontrado en ella la celestial patrona.
   
A la luz de todo esto, el Sumo Pontífice Francisco ha decretado con su autoridad que la memoria libre de la bienaventurada Virgen María de Loreto se inscriba en el Calendario Romano el 10 de diciembre, día de su fiesta en Loreto, y sea celebrada anualmente. Tal celebración ayudará a todos, especialmente a las familias, los jóvenes, los religiosos, a imitar las virtudes de la perfecta discípula del Evangelio, la Virgen Madre que, concibiendo a la Cabeza de la Iglesia, nos acoge también a nosotros consigo.
   
La nueva memoria deberá, pues, aparecer en todos los Calendarios y Libros litúrgicos para la celebración de la Misa y de la Liturgia de las Horas; los relativos textos litúrgicos se unen a este decreto y sus traducciones, aprovadas [sic] por las Conferencias Episcopales, serán publicadas después de la confirmación de este Dicasterio.
  
No obstante cualquier disposición contraria.
  
En la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a 7 de octubre de 2019, memoria de la bienaventurada Virgen María del Rosario.
  
ROBERTO Card. SARAH
Prefecto
  
✠ ARTHUR ROCHE
Arzobispo Secretario
  
Para los interesados en conocer los propios que esta “nueva fiesta” tendrá, bien pueden remitirse al Anexo «Additiónes in Libris litúrgicis Ritus Románi de memória B. Maríæ Vírginis Ecclésiæ Matris» para consultarlos en su original latín (para las traducciones, ver las ediciones de la Conferencia Episcopal de cada país). Aquí nos concentraremos en hacer un comentario, comenzando por la Misa, y luego por el Breviario (Los textos latinos de la Misa son de la edición típica del año 2002; y salvo las Oraciones y el Prefacio, las traducciones que llegaren a hacerse en este estudio son exclusivamente a fines del desarrollo del presente artículo):
  • El Introito, tomado del Común de Santa María Virgen para el tiempo de Adviento, es ad líbitum: Puede ser de Isaías 45, 8 (nuestro Roráte cœli, désuper tradicional de la Misa de Santa María in sábbato en tiempo de Adviento), o de San Lucas 1, 30-32: «Ángelus ad Maríam ait: Invenísti grátiam apud Deum; Ecce concípies et páries fílium, et vocábitur Altíssimi Fílius» (El ángel dijo a María: Has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, y se llamará Hijo del Altísimo).
     
    Como, siguiendo el decreto, se trata de conmemorar a una advocación «vinculada al misterio de la Encarnación» y estimula a considerar «la plenitud del tiempo, cuando Dios mandó a su Hijo, nacido de mujer, y a meditar tanto en la palabra del Ángel que anuncia el Evangelio», es factible que escojan la segunda.  
  • La Oración colecta (que también se registra en las Laudes y Vísperas de la novusordiana Liturgia de las Horas) dice:
    «Deus, qui promíssa Pátribus adímplens beátam Vírginem Maríam elegísti, ut Mater fíeret Salvatóris, concéde nobis illíus exémpla sectári, cujus humílitas tibi plácuit, et obœdiéntia nobis prófuit. Per Dóminum» (Oh, Dios, que, cumpliendo lo prometido a nuestros padres, elegiste a la bienaventurada Virgen María para ser la Madre del Salvador, concédenos seguir el ejemplo de quien te agradó con su humildad y nos benefició con su obediencia. Por nuestro Señor Jesucristo).
    Esta oración parece una colcha de retazos de las dos colectas para el formulario de la misa Beáta María Virgo, elécta Ísraël progénies (La Bienaventurada Virgen María, estirpe escogida de Israel), que es el primero en la Colléctio Missárum de Beáta María Vírgine (edición típica de 1987) para el tiempo del Adviento (en negrillas la parte tomada de cada una):
    • Colecta A: «Deus, qui beátam Vírginem Maríam, inter húmiles et páuperes præcelléntem, Matrem Salvatóris elegísti, præsta, quǽsumus, ut, ejus exémpla sectántes, tibi sincéræ fídei præstémus obséquium et in te totam spem salútis collocémus. Per Dóminum» (Oh Dios, que has elegido a la bienaventurada Virgen María, excelsa entre los humildes y los pobres, Madre del Salvador, concédenos que, siguiendo sus ejemplos, podamos ofrecerte una fe sincera y poner en ti la total esperanza de nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo).
    • Colecta B: «Deus, qui promíssa Pátribus adímplens, beátam Vírginem Maríam, præcélsam Fíliam Sion, elegísti, concéde nobis illíus exémpla sectári, quæ húmilis tibi plácuit, obœ́diens nobis prófuit. Per Dóminum» (Oh Dios, que has cumplido las promesas hechas a nuestros Padres, al elegir a la bienaventurada Virgen María, excelsa Hija de Sión, concédenos seguir los ejemplos de aquella que te agradó en su humildad y nos aprovechó en su obediencia. Por nuestro Señor Jesucristo).
    además de ser, según el latinista John Hunwicke (sacerdote del Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham), una verdadera metida de pata en cuanto la acentuación (cursus) latina, como quiera que la clausula «Maríam elegísti» tiene un cursus trispondaico (o plano, si se insiste en la elisión), el cursus de «fíeret Salvatóris» es veloz, y el de «exémpla sectári» es plano, mientras que las cláusulas «humílitas tibi plácuit» y «obœdiéntia nobis prófuit» no son fácilmente clasificables en los cuatro cursus de los antiguos sacramentarios (Planus, Tardus, Velox, Trispondaicus).
     
    En todo caso, para la nueva fiesta solamente se hizo fijar para esta celebración una de las dos oraciones facultativas del formulario conciliar de Santa María in Sábbato de Adviento, siendo la otra la de la Misa tradicional: «Deus, qui de Beátæ Maríæ Vírginis útero, Verbum tuum, Ángelo nuntiánte, carnem suscípere voluísti: præsta supplícibus tuis; ut qui vere eam Dei Genitrícem crédimus, ejus apud te intecessiónibus adjuvémur. Per eúndem Dóminum» (Oh Dios, que quisiste que tu Verbo tomase carne en el seno de la Santísima Virgen María, después de anunciárselo el Ángel: concede por nuestras humildes súplicas que, pues la creemos verdadera Madre de Dios, seamos ayudados ante Ti con su intercesión. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor).
     
  • La “lectura” es de Isaías 7,10-14; 8,10.
  • El salmo responsorial (no existe el Gradual ni el Tracto en la Misa montiniana), es tomado del Evangelio según San Lucas 1, 46-47, 48-49, 50-51, 52-53, 54-55, con el responso tomado del verso 49: «El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo».
  • El verso antes del Evangelio es de San Lucas 1, 28.
  • La perícopa evangélica es de San Lucas, capítulo 1, del verso 26 al 38 (el pasaje de la Anunciación).
  • Toda vez que en el Novus Ordo no existe antífona de Ofertorio, pasemos a la Oración sobre las Ofrendas (no se le puede llamar “Secreta” porque SE DICE EN ALTA VOZ), tomada del novusordiano Común de la Santísima Virgen:
    «Áccipe, Dómine, hæc múnera, et tua virtúte in sacraméntum salútis convérte, in quo, cessántibus figurálibus Patrum hóstiis, verus Agnus offértur, Jesus Christus Fílius tuus, ex intácta Vírgine ineffabíliter natus. Qui vivit et regnat in sǽcula sæculórum» (Acepta, Señor, estos dones y transfórmalos con tu poder en sacramento de salvación, en el que, al cesar los sacrificios simbólicos que hacían nuestros padres, se ofreció el verdadero Cordero, nacido maravillosamente de la Virgen intacta, Jesucristo tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos).
    Se sustituye así la tradicional Secreta «In méntibus nostris, quǽsumus, Dómine, veræ fídei sacraménta confírma: ut, qui concéptum de Vírgine Deum verum et hóminem confitémur; per ejus salutíferæ resurrectiónis poténtiam, ad ætérnam mereámur perveníre lætítiam. Per eúndem Dóminum nostrum» (Suplicámoste, Señor, confirmes en nuestras almas los sacramentos de la fe verdadera, para que quienes confesamos como Dios y hombre verdadero al concebido de la Virgen, por el poder de su salvífica resurrección merezcamos llegar a la eterna alegría. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor).
         
  • El prefacio es ad líbitum, pudiendo ser los Prefacios I (el tradicional) o II de la Santísima Virgen María, o incluso el Prefacio II de Adviento (aunque éste es para la semana entre el 17 y el 24 de Diciembre). Estos dos últimos van en el siguiente tenor:
    • PRÆFÁTIO II DE BEÁTA MARÍA VÍRGINE: Ecclésia, verbis Maríæ, láudes Deo persólvit (La Iglesia alaba a Dios inspirándose en las palabras de María):
      «Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, in ómnium Sanctórum provéctu te mirábilem confitéri, et potíssimum, beátæ Vírginis Maríæ memóriam recoléntes, cleméntiam tuam ipsíus grato magnificáre præcónio. Vere namque in omnes terræ fines magna fecísti, ac tuam in sǽcula prorogásti misericórdiæ largitátem, cum, ancíllæ tuæ humilitátem aspíciens, per eam dedísti humánæ salútis auctórem, Fílium tuum, Jesum Christum, Dóminum nostrum. Per quem majestátem tuam adórat exércitus Angelórum, ante conspéctum tuum in æternitáte lætántium. Cum quibus et nostras voces ut admítti júbeas, deprecámur, sócia exsultatióne dicéntes» (En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Señor, y proclamar tus maravillas en la perfección de tus santos; y, al conmemorar a la bienaventurada Virgen María, exaltar especialmente tu generosidad inspirándonos en su mismo cántico de alabanza. En verdad hiciste obras grandes en favor de todos los pueblos, y has mantenido tu misericordia de generación en generación, cuando, al mirar la humildad de tu esclava, por ella nos diste al autor de la salvación humana, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Por él, los coros de los ángeles adoran tu gloria eternamente, gozosos en tu presencia. Permítenos asociarnos a sus voces cantando con ellos tu alabanza)
       
    • PRÆFÁTIO II DE ADVÉNTU De dúplici exspectatióne Christi (De la doble expectación de Cristo):
      «Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Quem prædixérunt cunctórum præcónia prophetárum, Virgo Mater ineffábili dilectióne sustínuit, Joánnes cécinit affutúrum et adésse monstrávit. Qui suæ nativitátis mystérium tríbuit nos præveníre gaudéntes, ut et in oratióne pervígiles et in suis invéniat láudibus exsultántes. Et ídeo cum Ángelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cœléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes» (En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza. Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria)
       
  • La antífona de comunión es de Isaías 7, 14: «Ecce Virgo concípiet, et páriet fílium, et vocábitur nomen ejus Emmánuel» (Mirad: la Virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel). La misma de la Misa Tradicional.
  • La postcomunión:
    «Mystéria quæ súmpsimus, Dómine Deus noster, misericórdiam tuam in nobis semper osténdant, ut Fílii tui incarnatióne salvémur, qui Genetrícis ejus commemoratiónem fidéli mente celebrámus. Qui vivit et regnat in sǽcula sæculórum» (Señor, Dios nuestro, que el sacramento recibido manifieste siempre en nosotros tu misericordia, para que alcancemos la salvación, por la encarnación de tu Hijo, los que hemos celebrado fielmente la memoria de su Madre. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos).
    Remplaza la Postcomunión «Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut, qui, Angelo nuntiánte, Christi, Fílii tui, incarnatiónem cognóvimus; per passiónem ejus et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Dóminum» (Infunde, te suplicamos, Señor, tu gracia en nuestras almas, para que quienes por el anuncio del Ángel conocimos la Encarnación de Cristo tu Hijo, lleguemos por su Pasión y su Cruz a la gloria de la resurrección. Por J. C. N. S), que en el Nuevo Misal quedó solamente para la Anunciación.
  
Pasemos ahora a la Liturgia de las Horas:
  • A esto se sintetiza el por qué de la memoria:
    «Alma Domus –quam chrónica anno 1465 exaráta dicit invéntam nocte inter 9 et 10 decémbris 1294, in ipso colle ubi adhuc est– órigo est devotiónis mariánæ quæ in sanctuário Lauretáno osténditur, memória mystérii incarnatiónis atque exemplórum evangelicórum Sanctæ Famíliæ Nazarethánæ. Multi Summi Pontífices apostólicam curam sanctuário Vírginis Lauretánæ tribúerunt, quae a Benedícto XV. patróna aëronautárum proclamáta est. Litaníæ vero Lauretánæ per univérsam Ecclésiam diffundúntur» (La Alma Casa –que la crónica del año 1465 dice que fue encontrada en la noche entre el 9 y el 10 de diciembre de 1294 en la colina donde se encuentra hasta hoy–, es origen de la devoción mariana que se ostenta en el santuario de Loreto, recuerdo del misterio de la encarnación y los ejemplos evangélicos de la Sagrada Familia de Nazaret. Muchos Sumos Pontífices tributaron cuidado apotólico al santuario de la Virgen de Loreto, que fue proclamada patrona de los aeronautas por Benedicto XV, y que difundió la Letanía Lauretana por toda la Iglesia).
      
  • En la lección del Oficio de Lectura (que remplazó los Maitines y Laudes), se echó mano de la carta de Karol Wojtyła a Pasquale Macchi (“Arzobispo ad persónam y Prelado territorial de la Santa Casa de Loreto”), con ocasión del VII centenario de la Santa Casa Lauretana, 15 de Agosto de 1993, párrafos 2, 3 a 30 (del original italiano). En el anexo está la traducción latina, y esta es la traducción al español (Fuente: Misioneros del Sagrado Corazón - Perú):
    «La Santa Casa de Loreto no es sólo una “reliquia”, sino también un precioso “ícono” concreto. [...] “Ícono” pero no de verdades abstractas, sino de un evento y de un misterio: la Encarnación del Verbo. 
      
    La Encarnación, que nos recuerdan esas paredes sagradas, recupera de pronto su genuino significado bíblico; no se trata de una mera doctrina sobre la unión entre lo divino y lo humano, sino, más bien, de un acontecimiento acaecido en un punto preciso del tiempo y del espacio, como ponen admirablemente de manifiesto las palabras del Apóstol: “Al llegar la plenitud de los tiempos, en­vió Dios a su Hijo, nacido de mujer” (Gálatas 4, 4).
      
    María es la Mujer; es, por decir así, el “espacio” físico, y espiritual a la vez, en el que se realizó la Encarnación. Pero también la casa en que ella vivió constituye un recuerdo casi plástico de esa rea­lidad concreta.
          
    El recuerdo de la vida oculta de Nazaret evoca cuestiones muy concretas y cercanas a la experiencia de todo hombre y toda mujer; y despierta el sentido de la santidad de la familia, poniendo de relieve todo un mundo de valores, hoy tan amenazados, como la fidelidad, el respeto a la vida, la educación de los hijos y la oración, que las familias cristianas pueden redescubrir dentro de las paredes de la Santa Casa, primera y ejemplar “iglesia doméstica” de la historia.
       
    La Santa Casa recuerda, asimismo, la grandeza de la vocación a la vida consagrada y a la virginidad por el reino, que tuvo aquí su glorioso inicio en la persona de María, Virgen y Madre. A los jóvenes, que peregrinan en gran número a la Casa de la Madre, quisiera repetirles las palabras que les dirigí en otra ocasión: “Caminad hacia María, cami­nad con María... Haced que resuene en vuestro corazón su fiat” (Macerata, 19 de Junio de 1993).
      
    Quiera Dios que los jóvenes, a la luz de las en­señanzas de la Casa de Nazaret, renueven su compromiso en el laicado católico para llevar a Cristo a los corazones, a las familias, a la cultura y a la sociedad (cf. Ibid).
      
    El justo esfuerzo de nuestros tiempos por reconocer a la mujer el lugar que le corresponde en la Iglesia y en la sociedad encuentra también aquí una ocasión muy adecuada de profundización. Por el hecho de que “envió Dios a su Hijo, nacido de mujer” (Gál. 4, 4), toda mujer ha sido elevada, en María, a una dignidad tal que no podemos concebir otra mayor (cf. Muliéris dignitátem, 3-5).
     
    Ninguna consideración teórica podrá exaltar la dignidad del trabajo humano mejor que el simple hecho de que el Hijo de Dios trabajó en Nazaret y quiso ser llamado “hijo del carpintero” (cf. Mt. 13, 55). El trabajador cristiano que medita en su vocación a la sombra de la Santa Casa descubre también otra verdad importante: que el trabajo no sólo ennoblece al hombre y lo hace partícipe de la obra creadora de Dios, sino que puede ser también un auténtico camino para realizar su vocación fundamental a la santidad (cf. Labórem exércens, 24-27).
      
    Por último, deseo aludir a la “opción por los pobres” que la Iglesia hizo en el Concilio (cf. Lumen géntium, 8) y ha reafirmado cada vez más claramente después. Las austeras y humildes paredes de la Santa Casa nos recuerdan visiblemente que fue Dios mismo quien inauguró esta opción en María, que, como dice un hermoso texto conciliar, “sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que confiadamente esperan y reciben de él la salvación” (Ibid, 20).
       
    Así mismo, respecto a este tema de la pobreza y el sufrimiento, los enfermos han ocupado un lugar privilegiado en la historia del santuario, pues fueron de los primeros en acudir como peregrinos a la Santa Casa y en difundir su fama entre la gente. También hoy su presencia, especialmente en el así llamado “tren blanco”, hace que el santuario viva algunos momentos vibrantes de fe y de intensa de­voción. Por otra parte, ¿dónde podrían ser acogidos mejor que en la casa de Aquella que precisamente las “letanías lauretanas” nos llevan a invocar como “salud de los enfermos” y “consoladora de los afligidos”?
      
    “Que este santuario de Loreto –como dijo mi predecesor Juan XXIII durante su histórica visita– sea siempre como una ventana abierta al mundo, y haga resonar voces arcanas que anuncien la santificación de las almas, las familias y los pueblos” (AAS 54 [1962] 726)».
  • El responsorio «℟. Vere benedícta tu in muliéribus quia Deus in te pósuit tabernáculum suum. * Consecrábis Dómino multitúdines populórum. ℣. Quem cœli cápere non póterant, tuo grémio contulísti. * Consecrábis Dómino multitúdines populórum» (℟. Verdaderamente bendita tú entre las mujeres, porque Dios puso en ti su Tabernáculo. * Te consagró el Señor multitudes de pueblos. ℣. Llevaste en tu seno a Aquel que los cielos no podían contener. * Te consagró el Señor multitudes de pueblos). El hemistiquio «Quem cœli cápere non póterant, tuo grémio contulísti» del verso es parte del responsorio «Sancta et immaculáta virgínitas, quíbus te láudibus éfferam, néscio: * Quem cœli cápere non póterant, tuo grémio contulísti» (Cuán santa e inmaculada es tu virginidad, desconosco cómo divulgar tus alabanzas) de las Maitines del Oficio de Nuestra Señora; mientras que el hemistiquio del responsorio se diría fue entresacado de la oración II de San Sofronio Jerosolimitano a la Anunciación de la Santísima Madre de Dios, 21-22 y 26 (ver Migne, Patrología Græca LXVII, 3, cols. 3242 y 3250) y el hemistiquio «Consecrábis Dómino multitúdines populórum» (común al verso y al responsorio) fue entresacado del responsorio «Fília Sion consecrábis Dómino multitúdines populórum, et tu Bethléhem, domus acceptiónis, paucíssima in mílibus Juda, ex te pródiet princípium regni Ísraël, cujus progréssio ab inítio sǽculi propter quod tempus parturiéntis ádvenit et páries velóciter redemptórem ómnium filiórum Ísraël» (Hija de Sión, el Señor te consagró multitud de pueblos, y tu Belén, casa de aceptación, pequeñísima en las ciudades de Judá, de tí saldrá el principio del reino de Israel, cuyo progreso desde el inicio de los siglos hasta el tiempo en que venga la parturienta, y velozmente dé a luz al redentor de todos los hijos de Israel) procedente del Oficio de la Fiesta de Santa María en el Breviario Gótico (18 de Diciembre).
  • Y como colofón, el el Martirologio se añadirá entre los elogios del 10 de Diciembre: «Die 10 Decembris: Beátæ Maríæ Vírginis de Loreto, in  Itália, cujus venerátio ducit ad mystérium Incarnatiónis Verbi Dei pro salúte nostra contemplándum, nos docens ad vocatiónem christiánam ǽquo ánimo assentíri» (Día 10 de Diciembre: En Italia, la bienaventurada Virgen María de Loreto, cuya veneración concuce a contemplar el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios por nuestra salvación, y nos enseña a asentir con ecuanimidad a la vocación cristiana).
Como vemos, estos nuevos propios solo son una alternativa a decir la Misa de Santa María en Adviento.
   
Según expuso en ANTICATTOCOMUNISMO el profesor Giorgio Nicolini, director de “Tele Maria” y considerado el máximo experto de la Santa Casa de Loreto, la noticia cayó como un “vulnus” (golpe) a Fabio Dal Cin, Prelado territorial de Loreto, el cual solicitó y obtuvo un Jubileo con motivo del centenario del patronato de la Virgen de Loreto sobre la aviación (patronato conferido por Benedicto XV el 24 de Marzo de 1920 en razón del plurisecular magisterio pontificio sobre los “vuelos milagrosos” de la misma Santa Casa desde Nazaret a Tersatto, de Tersatto a Posatora de Ancona y al bosque de la señora Laureta –de donde toma su nombre Loreto– en Banderola de Recanati, y luego al campo de los hermanos Simón y Esteban Rinaldi degli Antici –quienes se peleaban por la propiedad– y finalmente sobre el monte Prodo, su ubicación actual), Jubileo proclamado el 1 de Noviembre de 2018 y que transcurriría entre el 8 de Diciembre de 2019 y el 10 de Diciembre de 2020.
  
La fiesta de la Milagrosa Traslación de la Santa Casa de la Bienaventurada Virgen María ha sido conmemorada localmente en Loreto y las Marcas casi desde el siglo XIV, desde cuando la Santa Casa llegó por “ministerio angélico”, y fue insertada oficialmente en el Martirologio Romano desde 1669, con un decreto de Clemente IX. En 1699, Inocencio XII aprobó expresamente la lectura del  “transporte milagroso” de la Santa Casa, con su propia Misa.
 
En 1906, el canónigo francés Ulises Chévalier (que ya en 1901 insinuó que la Sábana Santa de Turín era una falsificación medieval) atacó la autenticidad de la Santa Casa, causando mucho escándalo, por lo que prudentemente la Iglesia suspendió del Calendario Romano la citación de la memoria de tal “traslación milagrosa”, en espera de que el “Colegio de Defensa de la Santa Casa” promovido por San Pío X (con cerca de 50 estudiosos de todo el mundo) confutase y desenmascarase las mentiras de Chévalier (y las del barnabita Leopoldo De Feis). Hasta que mediante decreto de la Sagrada Congregación de Ritos del 16 de Abril de 1916 Benedicto XV restableció tal memoria en el Calendario Romano, ésta siguió celebrándose en Loreto y en las Marcas.
  
Cabe aclarar que si bien existe la advocación de la Virgen de Loreto y su patronato sobre la aviación, lo que se celebra el día 10 de Diciembre ES LA TRASLACIÓN MILAGROSA DE LA SANTA CASA, uno de los pocos milagros (si no el único) que cuenta con una celebración litúrgica propia de la Iglesia. Aunque para los conciliares, ya no lo será más, porque a partir del 10 de Diciembre de 2019 sólo se celebrará una simple memoria o fiesta de la “Bienaventurada Virgen de Loreto”, como tantas otras: Perpetuo Socorro, Virgen del Carmen, la Merced, la Virgen de las Gracias, etc. Simple y llanamente, se asiste a una ABROGACIÓN (con engaño a bordo) de una fiesta tradicional cambiándole su naturaleza, y su remplazo es “un recuerdo mariano devocional” entre muchos otros.
   
Este decreto borra de un plumazo siete siglos de pontificios pronunciamientos a favor de la Santa Casa, su traslación por ministerio de Ángeles (confirmado por el hecho de que Dios castigó a un obispo portugués del siglo XVI por tomar para sí una de las piedras de la Santa Casa) y su culto, LOS CUALES EN ADELANTE NO VALDRÁN NADA, y el reconocimiento de autenticidad de la Santa Casa –como “la verdadera Casa de Nazaret”– (reconocimiento también dado en las revelaciones de Santa Catalina de Bolonia y la bienaventurada Ana Catalina Emmerick) será ocultado (cuando no negado del todo). Prueba de ello es que en el decreto no se señala el carácter de “reliquia” de la Santa Casa ni su identidad como la auténtica “Casa de Nazaret”: sólo se habla del Santuario que recuerda genéricamente (y como “un recuerdo devocional”, que no es lo mismo; aunque, como vimos arriba en la lección de la Liturgia de las Horas, se sigue el surco dejado por Wojtyła en su carta a Pasquale Macchi) y que alberga no las “Tres Paredes” presentes en el Santuario (la cuarta es de hecho la gruta de la Anunciación en Nazaret, Tierra Santa), sino solo «algunas piedras» (sicut Bergóglio scripsit!…). Aún más, dice que las gracias obtenidas durante siglos por peregrinos y Santos, se derivan del hecho de dirigirse a la imagen de la Virgen presente en la Santa Casa, no por la reliquia en sí.
   
No se puede predicar que en Robert Sarah (el mismo que es visto como papable por algunos neocones y ralliés, no obstante secundar la demolición litúrgica-moral bergogliana y tratar de estúpidos a quienes lo presentan como opositor de Bergoglio) hubo ignorancia y buena fe, como quiera que siendo prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos tenía acceso libre y directo a los decretos pontificios de siglos anteriores (incluso de antes de la Sagrada Congregación de Ritos), y sabiendo que con la cláusula «No obstante cualquier disposición contraria» los desconocía a todos. Y Arturo Rocher, si así es con el latín, ¿qué se le dejará con su inglés nativo?
   
Finalmente, éste es el último acto desacrador de la apostasía lauretana iniciada en 1984, por obra de un libro escrito y difundido por el padre Giuseppe Santarelli, director de la “Congregación Universal de la Santa Casa” (el cua fue reciente removido por mons. Fabio Dal Cin), que hipotetizaba «un transporte humano» (por cruzados o por los Ángelos de Epiro, poco importa) sólo «algunas piedras» de la Santa Casa de Nazaret, negando por tanto la integralidad de la misma reliquia y la milagrosidad de las traslaciones.
  
Aunque desde luego, los Católicos tradicionalistas seguimos y seguiremos celebrando el 10 de Diciembre como la fiesta del Milagro de la Traslación de la Santa Casa, tal y como ha sido celebrada desde hace setecientos años, y una vez más, oremos para que Dios nuestro Señor, por medio de la Santísima Virgen, nos saque de los tabernáculos de los pecadores y apóstatas y nos haga dignos de morar en su Santa Casa celestial:
Deus, qui beátæ Maríæ Vírginis domum per incarnáti Verbi mystérium misericórditer consecrásti, eámque in sinu Ecclésiæ tuæ mirabíliter collocásti: concéde; ut, segregáti a tabernáculis peccatórum, digni efficiámur habitatóres domus sanctæ tuæ. Per eúmdem Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regant in unitátem Spíritus Sancte, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum [Oh Dios, que en tu misericordia consagraste la casa de la Bienaventurada Virgen María por la el misterio del Verbo encarnado, y admirablemente la colocaste en el seno de tu Iglesia, concédenos que, segregados de los tabernáculos de los pecadores, seamos dingos habitadores de tu santa casa. Por el mismo Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por todos los siglos de los siglos] (Oración de la Misa de la fiesta del Milagro de la Traslación de la Santa Casa).
 
JORGE RONDÓN SANTOS
21 de Noviembre de 2019
Solemnidad de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María. Aniversario de la declaración de Écône.

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