René Jean Marie Joseph Guénon Jolly/Abd al-Wâhid Yahyâ
INTRODUCCIÓN
La persona y la obra de René Guénon no pueden ser indiferentes a quienquiera se ocupe de la verdadera y la falsa Tradición.
Un
viejo adepto de la escuela guénoniana, Jacques Albert Cuttat ha
definido la doctrina guénoniana: «Un neotradicionalismo... como si
Guénon hubiera retomado y puesto al servicio de un conocimiento más
vasto..., del Oriente, las tres tesis fundamentales del tradicionalismo
de comienzos del siglo XIX (especialmente de Joseph de Maistre y
de Félicité Robert de Lamennais); a saber: el Antirracionalismo, la
Unanimidad tradicional como criterio de la verdad y, sobre todo, la
Primacía espiritual del Oriente» [1].
Es notorio que
Guénon relativiza y reduce la Mística cristiana (que por lo demás, no es
solamente occidental), al nivel de un sentimentalismo o “devocionismo”
(que no tiene nada que ver con la verdadera Mística, pero que sí tiene
puntos de contacto con el falso misticismo). Y aquí se evidencia un
conocimiento insuficiente de la Teología ascética y mística católicas
por parte de Guénon, y su espíritu anticristiano. En efecto, en la obra
guénoniana los dogmas principales de la Religión Católica están mal
comprendidos y vaciados de su verdadera significación. Guénon, imbuido
de esoterismo cabalista y masónico, ha tratado de infiltrar en los
medios católicos tradicionales la falsa idea de una Tradición primordial
universal fundamental que engloba a todas las distintas religiones,
mientras mantiene en secreto su afiliación al sufismo monista y a la
masonería escocesa.
Con «el Concilio Vaticano II, él observa que la intelligentsia
católica... es orientada en el sentido de una perspectiva que tiene en
cuenta la intención de unidad de las nuevas generaciones. (...) de
privilegiar los puntos de encuentro... con las religiones
no-cristianas... El tono ya no está puesto en refutar y excluir, sino
más bien en asumir la diversidad del potencial humano y del patrimonio
religioso universal» [2]. Fue así que el Tradicionalismo
masónico-esotérico abrazó al Modernismo esotérico-masónico [3].
LA PERSONALIDAD DE GUÉNON
La
más grande especialista de Guénon, Marie France James, afirma que su
temperamento se caracterizaba por el «nerviosismo y la sensibilidad, a
lo que se añade la inestabilidad, la impulsividad y la irritabilidad...
[nerviosismo] templado por la presencia de lo intelectual (...)
predisponiéndolo a los estudios filosóficos y religiosos. A todo esto se
agrega una susceptibilidad exacerbada y una fuerte sensualidad» [4].
LA INFANCIA
René
Guénon nace en Blois, el 15 de noviembre de l886. De salud frágil, hace
sus primeros estudios en una escuela católica, donde, a pesar de sus
numerosas ausencias, llega a ser pronto un alumno brillante. En el otoño
de l901, se produce un incidente banal en sí, pero muy significativo
respecto de su personalidad: René es el mejor de la clase, pero el
profesor Simon Davancourt lo pone segundo en un trabajo de francés. René
hace un drama y cae en cama con una fuerte fiebre; su padre lo saca de
la escuela y lo inscribe en el colegio Augustin Thierry [5].
M.F.
James comenta: «Vimos ya en la secundaria la necesidad, obsesiva en
Guénon, de ser el mejor... A la vuelta de las vacaciones largas...
nuestro joven perfeccionista es presa de la misma obsesión, debemos
decir de la misma culpabilidad, el mismo anonadamiento... de no ser más
que el cuarto... Irritado, el joven René reacciona con una gran
susceptibilidad... se suceden escenas tras escenas, que conocerán, ante
los ojos de algunos, el desenlace definitivo aproximadamente treinta
años más tarde, con la partida irreversible de Guénon hacia tierras del
Islam» [6].
Parece evidente que el deseo, la misma
necesidad de llegar al cénit, es una tendencia profunda de la
personalidad de Guénon. «Es alguien que no solamente quiere, sino que
debe ganar en todos los terrenos...» [7]. Estar en el medio para él
significaba fracasar, estar condenado a la imperfección lo deprimía.
René
Guénon, luego joven bachiller, conoce al canónigo Ferdinand Gombault,
doctor en filosofía escolástica. Durante más de treinta años, hasta la
partida de Guénon para El Cairo, los dos intelectuales mantienen
contactos regulares, a pesar de que se ubican en dos campos distintos,
incluso opuestos: el canónigo, estricto tomista, se dedica a la apología
del catolicismo; Guénon, influenciado por las corrientes
masónico-ocultistas, se vuelve hacia la Gnosis. Según M.F. James, el
canónigo, como todos los amigos católicos de Guénon, ignora, al menos
hasta finales de los años ‘30, su elección.
LOS MAESTROS DE RENÉ GUÉNON
Hacia
los veinte años, Guénon es introducido en la Escuela Hermética dirigida
por Papus (seudónimo del doctor Gérard Encausse) y sigue los cursos que
le son impartidos. Es recibido en la orden Martinista, y en diversas
organizaciones masónico-ocultistas anexas. En 1908, colabora en la
preparación del Congreso espiritualista masónico; sin embargo, tiende a
apartarse de la línea general (calificada por él de materialista), de
los medios ocultistas de su tiempo, por entonces toma posición contra
ciertas ideas de Papus.
La hipótesis más probable, sin
pruebas determinantes, es que Guénon, a más tardar en 1909 (época de su
elevación al episcopado gnóstico, bajo el nombre de Palingenius), había
sido beneficiado por contactos hindúes de la corriente vedantista,
decisivos; también durante el mismo año, se afilia a la Logia masónica
Thebah (Gran Logia de Francia). En 1912, es iniciado en el Sufismo y se
casa... ¡en el rito católico! En el mismo año, confirma su afiliación
masónica en la Logia Thebah, filial de la Gran Logia de Francia de Rito
escocés antiguo, y es aceptado. De 1913 a 1914, colabora con La Francia cristiana antimasónica,
bajo el seudónimo de La Esfinge; precisamente en las páginas de esta
revista sostendrá (como una verdadera “esfinge”) una polémica con
Charles Nicoullaud y Gustave Bord, colaboradores de la Revista Internacional de las Sociedades Secretas, respecto de la cuestión de los Superiores Desconocidos.
En
1915, Guénon conoce a una joven estudiante tomista: Noële Maurice
Denis, que en 1916 le presenta a Jacques Maritain. En 1916, suspende la
participación activa en los trabajos de su Logia, a los cuales había
continuado asistiendo, ¡incluso durante su colaboración en La Francia cristiana antimasónica!
Esta suspensión no fue una ruptura, sino solamente un alejamiento
táctico, en vistas de «llevar al catolicismo a fomentar una élite
llamada a buscar, a partir de una perspectiva... sincrética, la fuente
única perdida... el verdadero Conocimiento metafísico, de esencia
gnóstico. Es así que, desde comienzos de los años ‘30, Guénon se
abstendrá de tratar de manera directa y abierta de la Francmasonería,
limitándose a deplorar la “decadencia” y a denunciar las “influencias
anti-tradicionales” de las que ella es víctima en su mismo seno» [8].
Para Guénon, el Catolicismo no es nada más que una de las formas
parciales y veladas a través de las cuales la tradición primordial
fundamental se manifiesta en su plenitud. En efecto, según él, el
Cristianismo tuvo en sus orígenes un carácter esotérico-iniciático, del
que se conocen pocas cosas, ya que los orígenes del Cristianismo
estarían rodeados de una oscuridad casi impenetrable. Oscuridad querida
por quienes condujeron la transformación de la Iglesia de una
organización oscura y reservada, a una organización abierta a todos,
puramente exotérica. Sin embargo, esta transformación del Cristianismo
en Religión exotérica ha sido providencial, puesto que el mundo
occidental hubiese quedado sin ninguna tradición si no hubiese tenido la
Religión cristiana; ya que la tradición greco-romana, entonces
predominante, había caído en una gran decadencia. El Cristianismo
levanta al mundo occidental, pero a condición de perder su carácter
esotérico. Parece notarse en este rechazo de la dimensión pública, la
actitud de aristocratismo intelectual típico de las diferentes
corrientes gnósticas.
En 1921, Guénon firma un artículo en la Revista de Filosofía,
de inspiración neo-tomista. En 1922, retoma la enseñanza de la
filosofía en un instituto de los Hermanos de las Escuelas cristianas. En
1925, comienza a colaborar con la Revista universal del Sagrado
Corazón, Regnabit, pero en 1927 cesa su colaboración, y retoma a su vez la polémica con la R.I.S.S. [9].
Los
medios católicos, después de una breve vacilación debida al carácter de
“quinta columna” de la obra guénoniana de aquellos años, refutan las
teorías de Guénon; viendo fracasar su proyecto de infiltración, emigra
al Cairo. Pero prosigue su tarea de formar una élite tradicional
occidental para intentar unir la metafísica oriental, llamada
“universal” (o Gnosis esotérica), y el Catolicismo, según él
substancialmente idénticos. Para Guénon, la Gnosis debe apoyarse en la
Tradición fundamental, que substancialmente es la misma en todas partes,
a pesar de las diferentes formas que ella reviste cuando se rebaja al
hacerse religión, para adaptarse a cada raza y a cada época. La
finalidad esotérica de Guénon es entonces reinterpretar, rebajar,
minimizar y hacer volver al Cristianismo a un fondo común “tradicional”,
de inspiración gnóstica. Este tendría en sus orígenes un carácter
esencialmente esotérico e iniciático, pero a partir de la época
constantiniana y del Concilio de Nicea lo habría perdido, para volverse
una religión en el sentido propio del término, con sus dogmas, su moral
universal y sus ritos públicos. Guénon niega entonces la divinidad e
indefectibilidad de la Iglesia, su trascendencia por sobre las culturas,
el valor universal del Evangelio, la comprensión inalterada de la
doctrina evangélica tal como ha sido revelada por Cristo. No obstante,
como ha escrito N. Maurice Denis: «Ciertamente su ignorancia, su falta
de comprensión del Cristianismo han sido totales» [10]. Pero, ¿se trata
verdaderamente de ignorancia? Lo veremos más adelante.
GUÉNON Y LA «REVISTA INTERNACIONAL DE LAS SOCIEDADES SECRETAS»
MONSEÑOR ERNEST JOUIN
Monseñor Jouin, el último de cinco hermanos, nació el 21 de diciembre de 1844, en Angers. Huérfano de padre siendo muy joven y con una débil salud, en 1862 se une a su hermano Amadeo en el noviciado de los Dominicos de Saint-Maximin, transferido luego a Flavigny. En agosto de 1866, algunos problemas de salud lo obligan a renunciar a la austeridad de la vida dominica; por esta razón vuelve al seminario de Angers, donde será ordenado sacerdote en febrero de 1868. «Pasa sus primeros años de vida sacerdotal en la tristeza, el desaliento, la duda y los escrúpulos» [11]. En julio de 1882, es nombrado párroco de Joinville-le-Pont (Seine), donde sufre el asalto de los medios anticlericales, y comienza así a conocer las primeras luchas antimasónicas. En 1910, adquiere una importante biblioteca masónico-ocultista de aproximadamente 30.000 volúmenes, y en enero de 1912, funda la Revista Internacional de Sociedades Secretas, compuesta de una parte judeo-masónica (parte gris) y de una parte ocultista (parte rosa).
«El Padre Jouin cree en la existencia de una voluntad judía de dominación universal, resumida en estas palabras: “Israel es el rey, el Masón es su sirviente, y el bolchevique su verdugo”. Su tesis era... que la judería y el protestantismo están detrás de la francmasonería; que los tres persiguen un mismo fin: la destrucción de la Iglesia Católica» [12]. Elevado a la prelatura por Benedicto XV, y hecho protonotario apostólico por Pío XI, muere en 1932, con la bendición y la aprobación pontificia de su revista, que continuará apareciendo hasta 1939; su causa de beatificación ha sido introducida en Roma por “los amigos americanos de Monseñor Jouin” [13].
Mons. Jouin no es el primero en sostener la tesis de la inspiración judía de la Masonería. Fue precedido en el siglo XIX por el Padre Barruel, Mons. Deschamps, Crétineau-Joly, Gougenot des Mousseaux, Mons. Delassus, Mons. Meurin. Partidario del Catolicismo íntegro, estaba convencido que «los grupos nacionalistas y fascistas son impotentes por sí mismos para curar el mal. La guerra es religiosa. Nuestra conversión es el único remedio» [14]. También escribió: «Cuando los católicos no retrocedan más, cuando demuestren su valor en la práctica de la virtud... cuando retomen el camino del sacrificio para seguir a su Mesías pobre hasta el Gólgota, cuando no mendiguen más su salvación a la derecha o a la izquierda, sino que formen, según el pedido de Su Santidad Pío X, el partido de Dios, el problema judío estará solucionado (...) Pero que los católicos se den cuenta que dándole la mano a los Judíos, viviendo en el fondo como ellos... ¡preparan... el reino despótico del Kahal universal!» [15].
LA R.I.S.S. (1912-1939)
La
R.I.S.S., en la parte gris (judeo-masónica) trataba sobre aspectos
exteriores de la secta infernal; y en la parte rosa (parte ocultista),
sobre sus aspectos interiores. Era conocida en el mundo entero, y
alimentada por las informaciones de Mons. Umberto Benigni, fundador del Sodalitiun Pianum.
Si en orden cronológico Mons. Jouin pone en primer plano la crítica de
la obra política y exterior de las sociedades secretas, en orden de
importancia prefería estudiar su comportamiento interior, esotérico,
secreto. Él estaba convencido, con razón, que solo un motivo religioso, y
a menudo preternatural, podía explicar el furor por demoler todo lo
bueno, que caracteriza al proceso revolucionario puesto en marcha por
las sociedades secretas; y, que en el origen de estas últimas, estaba el
Judaísmo postemplario [es decir, después de la destrucción del Templo
de Jerusalén], cuyo padre, como Jesús lo ha revelado, es el diablo [16].
Fue
precisamente contra la R.I.S.S. de Mons. Jouin, que Guénon sostuvo una
larga controversia, polemizando en particular sobre el ocultismo,
intentando desacreditar a los colaboradores de Jouin y ponerse a sí
mismo como la única persona competente en la materia.
DIVERGENCIAS EN EL SENO DEL MOVIMIENTO ANTIMASÓNICO
Es
necesario recordar que existía la división incluso entre aquellos que
se oponían a la Masonería. Por una parte, estaban los antimasones
nacionalistas (Copin-Albancelli y Clarin de la Rive), que querían
combatir a la secta únicamente por defender los valores nacionales y
patrióticos; la lucha antimasónica para ellos debía ser esencialmente
política o nacional. Por otra parte, estaban los antimasones religiosos
(Nicollaud, Jouin, Benigni), para quienes la Masonería es una
“contra-iglesia”, que busca ridiculizar las investigaciones sobre el
elemento preternatural en las logias ocultas [ver la maniobra Taxil]
[17]. Según Mons. Jouin, para ser antimasón es necesario ser ante todo
cristiano; se enfrentará pues con Copin-Albancelli y Clarin de la Rive,
que para él no eran verdaderos adversarios del enemigo. La sustancia de
la divergencia residía en el hecho de que los antimasones nacionales
rehusaban estudiar la influencia satánica en la dirección oculta de la
Masonería. Fue así que el proyecto de una federación antimasónica
fracasó, y que las polémicas entre antimasones, alimentadas por un
recién llegado... el francmasón René Guénon, alias la Esfinge,
continuaron, causando un grave daño para la buena causa.
LA COLABORACIÓN DEL FRANCMASÓN GUÉNON EN “LA FRANCIA ANTIMASÓNICA”
En 1896, Clarin de la Rive llega a ser director de La Francia cristiana antimasónica,
sucediendo a Léo Taxil. A partir de 1913, y hasta 1914, ¡el francmasón
Guénon colabora con esta revista! «Es de suponer que Clarin de la Rive
no tuvo ocasión de consultar los registros de la Gran Logia de Francia
del año 1912, sin embargo no podía ignorar... la conferencia del masón
Guénon sobre La Enseñanza iniciática, publicada en El Simbolismo, de enero de 1913. La R.l.S.S. incluso tuvo cuidado de incluir una pertinente crítica en su Índice documental
(febrero de 1913, pág. 561)» [18]. Entonces, ¿cómo explicar la
colaboración de Guénon con Clarin de la Rive, precisamente en el terreno
antimasónico? ¿Como pudo consultar Guénon, con el permiso de Clarin de
la Rive, el dossier sobre el caso Taxil (ex-director de La Francia antimasónica),
a partir del cual concluirá que sostener la influencia del Satanismo
sobre la Masonería es hacer una contra-iniciación? Y que si existen
grupos luciferinos y satanistas, están bien lejos de pertenecer a la
Masonería, que es una organización tradicional que se quiere denigrar a
todo precio. Pareciera que Clarin de la Rive y los amigos católicos de
Guénon, hubieran subestimado su iniciación en la secta, como si Guénon
hubiera roto completamente con la Masonería.
Como
muchos otros, Guénon utilizó la campaña anti-taxiliana para presentarse
corno el hombre de la Tradición que viene a devolver a la Masonería su
verdadero rostro, desfigurado por Taxil. Pretende combatir a los masones
contemporáneos por su “modernismo”, como infieles a la verdadera
vocación iniciática, para que la Masonería pueda volver a ser aquello
que nunca dejó de ser virtualmente. Este trabajo taimado fue emprendido
en La Francia antimasónica, con la complicidad (o la estupidez) de sus amigos católicos.
Guénon
astutamente quería cambiar desde el interior el pensamiento
antimasónico, e inspirar una corriente católica favorable a la Masonería
tradicional, revisada y corregida a la luz de la metafísica oriental.
«Por una parte, afirma, es necesario llevar a los masones a la
comprensión de sus principios y a la conciencia de sus funciones; y por
otra, hacer admitir a los católicos que están equivocados al combatir a
la Masonería en sí misma y que deben, mientras luchan contra los masones
desviados, desear la restauración de una Masonería auténtica» [19]. Y,
«después de recordar la opinión ya expresada por Joseph de Maistre,
afirmaba que: “Todo anuncia que la Masonería vulgar es una rama
separada, quizás corrompida, de un viejo y respetable tronco”; y que la
Masonería moderna no es más que el producto de una desviación» [20]. El
golpe le resulta con Clarin de la Rive, pero Mons. Jouin le cerrará el
paso.
LOS SUPERIORES DESCONOCIDOS
En 1913, hubo una larga polémica entre Guénon, alias la Esfinge, por La Francia antimasónica,
y Charles Nicoullaud con Gustave Bord, por la R.I.S.S., relativa a la
cuestión misteriosa de los Superiores Desconocidos, de quienes Bord
negaba la existencia como simples hombres de carne y hueso. Los Cuadernos Romanos,
órgano de la Agencia internacional Roma, de Mons. Umberto Benigni,
respondieron (14 y 28 de septiembre de 1913) que el juicio de Bord era
un poco apresurado, y que no había presentado ningún argumento
probatorio contra el poder central oculto humano de la secta. Quizás,
añadían los Cuadernos Romanos, consistan incluso en una alianza
constante entre los jefes para dirigir la masa de las diferentes sectas,
de las cuales la más conocida y extendida es la Masonería. Charles
Nicollaud respondió en la R.I.S.S. del 20 de octubre de 1913, que si el
redactor de los Cuadernos Romanos entendía designar como jefes a
hombres ordinarios de carne y hueso, se equivocaba. Los Superiores
Desconocidos, para los verdaderos iniciados, existen, pero viven en los
astros (son ángeles caídos o satélites de Satán; es decir, hombres que
han vendido cuerpo y alma al diablo, y que son por eso su instrumento
privilegiado). De allí que, por medio de la magia, ellos dirijan a los
jefes de las sectas, constituyendo una especie de alianza continua entre
los jefes humanos de las diferentes sectas. En cambio, para Gustave
Bord, como existía una rivalidad entre los diversos ritos masónicos, no
había ningún poder humano central (lo no excluye una dirección
preternatural). En este punto, Guénon, alias la Esfinge, baja a la arena
y sostiene que Nicoullaud y Bord eran dos antimasones ignorantes, y
ataca la tesis de la “mística” diabólica como raíz de la Masonería.
Guénon rehabilita a los Superiores Desconocidos, como los inspiradores y
guardianes de la iniciación y de la Tradición esotérica. En 1914, Bord
responde desde las páginas de la R.I.S.S. que los antimasones están
divididos en dos campos: aquellos que creen en el poder central de la
Francmasonería, representado por jefes de carne y hueso llamados
Superiores Desconocidos o miembros de las logias ocultas; y aquellos que
creen que la Francmasonería es conducida por una idea nefasta, y que
los Superiores Desconocidos son el diablo o sus agentes. Él se inclina
hacia estos últimos. Bord añade que jamás se ha hallado rastros de
directores supremos humanos conocidos de toda la Francmasonería; más
aún, pudo constatar la existencia de lo contrario: obediencias masónicas
en lucha entre sí, fundadas por personas conocidas. Guénon responde que
esta cuestión no ha podido ser resuelta por los historiadores, que
pretenden basarse únicamente en hechos positivos, probados con
documentos escritos, que los Superiores Desconocidos han dejado rasgos
muy precisos de su acción en circunstancias similares. Ellos serían
libres de esta vida, exentos de toda limitación exterior, establecidos
en un estado fuera de todo condicionamiento y absoluto, en contacto
directo con el Principio fundamental del universo. Seres de carne y
hueso que habrían alcanzado las más altas cimas de realización
espiritual; dotados, según la tradición de extremo oriente, ¡de
longevidad, posteridad, un gran saber y una perfecta soledad! Los
Superiores Desconocidos son los verdaderos amos del mundo, y no los
pobres hombres.
En
resumen, mientras Nicoullaud ve una influencia preternatural y
diabólica en la Masonería; Guénon en cambio ve la acción de un Principio
trascendental que concurre a la plena realización espiritual. Para
Nicollaud, Satán resume el Poder oculto sectario; mientras que Guénon,
mediante la teoría de los “estados múltiples del ser” (una especie de
intermediarios astrales, de derivación cabalista) complica todo,
relativizando la noción de individuo, y sobre todo las categorías de
bien y mal, suministrando una máscara al diablo [21].
Frente a esta enorme masa de argumentos, el pobre lector de La Francia antimasónica
no sabía más a quien dar crédito... La Esfinge había obtenido su
resultado, había embrollado las cosas, sembrado la cizaña entre los
antimasones (sirviéndose incluso de los Cuadernos Romanos, tratando de oponerlos a la R.I.S.S.); en resumen había hecho obra de despiste.
GUÉNON Y EL INSTITUTO CATÓLICO DE PARÍS
En
1915, Guénon obtiene la licenciatura en letras por La Sorbona, y
durante el otoño se inscribe, con su amigo íntimo Pierre Germain
(afiliado también a la iglesia gnóstica), en el curso de filosofía de
las ciencias del profesor Milhaud. Allí, como ya se dijo, conoce a una
joven tomista de diecinueve años, formada por el Padre Sertillanges y
por Maritain, Noële Maurice Denis (más tarde, Boulet); quien introdujo a
Guénon ante Maritain, en 1916. Durante el verano, su amigo Germain, que
había recuperado la Fe en Lourdes, informa a Noële Maurice Denis del
pasado de Guénon y le facilita la colección completa de La Gnosis.
N. Maurice Denis, si bien no participa de las ideas de Guénon, admira
su claridad para exponer y la seriedad de su pensamiento. El hecho que
él haya sido consagrado obispo gnóstico a los veintitrés años no la
sorprende; ella lo atribuye solamente, ¡a un error de la juventud! La
joven tomista ignora, como también Germain, la “confirmación” masónica
de Guénon en la Gran Logia de Francia, y su iniciación en el Sufismo en
1912. Ella sabe que Guénon no utiliza más el opio y el hachís como ayuda
para la... “contemplación”, ¡y eso le parece suficiente!
En diciembre de 1916, Noële Maurice Denis intenta hacer publicar en la Revista de filosofía
la tesis de Guénon. El Padre Peillaube, director de la revista, se
muestra favorable, pero Maritain se opone; lo conocía hacía seis meses y
había comprendido cuál era su orientación filosófica. Nada de esto
desalentó en modo alguno a la joven e ingenua Maurice Denis
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LAS DOCTRINAS HINDÚES
En junio de 1920, Guénon termina la redacción de la Introducción General al Estudio de las las Doctrinas Hindúes,
y se pone en búsqueda de un editor; para este efecto, se pone en
contacto con el judío Levy-Brühl, y luego lleva el manuscrito a Marcel
Riviére, que acepta publicarlo. En febrero de 1912, Noële Maurice Denis
publica un artículo sobre la naturaleza de la Mística; mientras en una
carta del 27 de marzo, Guénon reafirma su posición según la cual la
“metafísica” es algo más sobrenatural que la mística. N. Maurice Denis
atribuye la posición guénoniana a una ignorancia substancial de la
doctrina católica, a pesar de la educación religiosa que Guénón había
recibido, minimizando una vez más el alcance de su error. Como Henry de
Lubac también sostendrá más tarde [22], la posición de Guénon no era
atribuible a la simple ignorancia del Cristianismo, sino más bien a una
hostilidad hacia el Evangelio y al espíritu cristiano. Noële Maurice
Denis responde a la carta del 27 de marzo en dos artículos aparecidos en
la Revista universal (el 15 de julio de 1921), bajo el título Las Doctrinas Hindúes;
Maritain toma parte, ya que deseaba que la autora sostuviera que la
“metafísica” guénoniana es radicalmente inconciliable con la Fe
Católica. Él mismo incluso escribió la última frase de la conclusión del
primer artículo de N. Denis: «R. Guénon quisiera que el Occidente
decadente vaya a pedir al Oriente lecciones de metafísica y de
intelectualidad. Es exactamente al revés, es en su propia tradición y en
la religión de Cristo, que el Occidente hallará la fuerza para
reformarse...» [23]. «Si Guénon, a pesar de todas sus críticas conserva
por Grecia una cierta estima, por el contrario, Roma no le inspira sino
desprecio» [24]. La reacción de Guénon, en conformidad con su carácter,
fue de una gran irritación.
Pero
tratemos de analizar el contenido del artículo de Guénon. La
“metafísica” hindú es para él un Gnosticismo perfecto y absoluto, ya que
termina en el Panteísmo (incluso si Guénon no cita jamás la palabra
Gnosis, emplea sin embargo el término sánscrito jñāna (ज्ञान), que es el
equivalente, y prefiere usar el término “metafísica” que
“guénonianamente” significa “conocimiento” o... Gnosis). Para Guénon, la
moral está excluida de la filosofía, mientras que para la metafísica
aristotélica la moral natural o filosófica existe, y es de ella que
deriva la ética. Además, la contemplación se puede lograr con técnicas
humanas sin el auxilio de la Gracia (cosa que para un cristiano es
inadmisible); en fin, la Religión es una tendencia “sentimental” o
“devocionismo” con la cual se relaciona la moral, mientras que para la
teología católica la Religión no es una pura emoción de la sensibilidad,
sino una disposición de la voluntad y de la inteligencia por la cual el
hombre conoce que existe un primer Principio, se inclina a amarlo y a
rendirle el culto que le debe por causa de su excelencia. En el otoño de
1922, Guénon había perdido toda esperanza de iniciar a su joven amiga,
ya que la juzgaba incapaz de recibir la filosofía eterna fuera de la
forma específicamente cristiana.
COLABORACIÓN DE GUÉNON EN LA REVISTA REGNABIT
En 1925 (agosto-septiembre), Guénon publica un artículo titulado El Sagrado Corazón y la leyenda del Santo Grial, aparecido en la revista Regnabit,
con el fin de mostrar el perfecto acuerdo de la Tradición católica con
las otras formas de la Tradición universal; es decir, la unidad
trascendente y fundamental de todas las religiones sobre la base
homogénea de la Tradición primitiva. En 1925-26, en tres artículos
sucesivos, formula la hipótesis de que los documentos masónicos
anteriores a 1717 (destruidos por James Anderson y Jean Théophile
Désaguliers), contenían la fórmula de fidelidad a Dios, a la Iglesia y
al Rey, e invita por esta razón a los lectores de Regnabit a ver
el origen católico de la Masonería originaria (!), y a combatir las
tendencias de la Masonería actual, religiosa pero filo-protestante en
los países anglófonos, y decididamente antirreligiosa en los países
latinos. La hostilidad de ciertos medios neo-escolásticos en 1927,
impide que Guénon continúe escribiendo en la revista Regnabit.
EL REY DEL MUNDO
En el mismo momento en que Regnabit publica su último artículo, Guénon escribe Cristo, sacerdote y rey, en la revista Cristo Rey (mayo-junio de 1927), y El rey del mundo,
donde «desarrolla el tema inspirándose en la teoría de los “estados
múltiples del ser”, emparentada con la teoría cabalística de los
“intermediarios celestes”» [25]. Guénon presenta allí su versión del
misterioso centro iniciático “Agartha”, centro del mundo a la vez real y
simbólico, subterráneo e invisible, donde domina el “rey del mundo”. La
teología católica ve en el “rey del mundo” guénoniano al “príncipe de
este mundo”, del cual nos habla el Evangelio, y que no es otro que el
diablo.
LA CRISIS DEL MUNDO MODERNO
En 1927, Guénon publica La crisis del mundo moderno,
en donde retoma el proceso de la civilización occidental y reitera el
llamado por la constitución de una “élite tradicional” sensibilizada por
la verdadera intelectualidad siempre conservada en Oriente, el único
que podrá restituir al Occidente su tradición específica, una especie de
“Cristianismo” revisado y corregido. El error y la decadencia han
comenzado en Occidente, y precisamente por eso, está obligado a
regenerarse en la fuente de las doctrinas “metafísicas” orientales.
AUTORIDAD ESPIRITUAL Y PODER TEMPORAL
En
este libro Guénon afirma, en parte con razón (el error absoluto no
existe), que la Autoridad espiritual (o sacerdotal) es superior a la
Autoridad temporal (o real). Pero en toda la Tradición católica se
considera a Jesucristo como Señor del Universo, mientras que Guénon «no
ha tenido nunca en cuenta la concepción medieval que hace del Papa,
Vicario de Cristo, el titular del poder temporal de manera directa o
indirecta» [26]. Pío XI, en la Encíclica Quas Primas, afirma que
solamente existe esperanza de paz durable, si los individuos y las
Naciones reconocen la Realeza social de Jesucristo. Solo Él, en cuanto
verdadero Dios y verdadero hombre, es nuestro supremo Rey y Señor, tanto
en las cosas espirituales como en las temporales; sin embargo, no quiso
ejercer el poder en estas últimas, dejándolo a la autoridad temporal,
mientras que sí ejerció el poder espiritual. Después de la Ascensión,
dejó en la tierra un Vicario que hiciera sus veces, el Papa, que tiene
el poder en las cosas espirituales, y lo ejerce; mientras que en las
cosas temporales, como Cristo, no quiere ejercerlo (salvo en ciertos
casos y lugares particulares), y lo deja a la Autoridad temporal. Este
último derecho debe ejercerlo por el bien común, y de manera subordinada
a la obtención del fin último sobrenatural del hombre. En caso de que
la Autoridad temporal abuse de su poder, el Papa puede intervenir para
llamarla al orden, y si no se corrige, la puede destituir. Pero esta no
es en absoluto la concepción de Guénon. «Para la Iglesia Católica, el
Rey del mundo es siempre y únicamente Cristo. (...) Así pues, estamos
muy lejos de la concepción de Guénon que reconoce en el Rey del mundo a
quien encarna al legislador primordial, y es el depositario de la
Tradición primordial. Guénon reduce a él, por una filiación simbólica,
la ortodoxia tradicional del Catolicismo, y ve más bien en él una
tradición legítima, pero siempre una entre los numerosos resultados de
la tradición primordial siempre viviente. (...) Las visiones de Guénon y
de la Iglesia Católica sobre el rey del mundo son netamente opuestas»
[27]. En resumen, para Guénon, la Autoridad espiritual es Satán,
superior a los reyes temporales. Para la Iglesia Católica, la autoridad
espiritual es Cristo y Su Vicario en la tierra, el Romano Pontífice.
El libro de Guénon Autoridad espiritual y poder temporal, debe pues considerarse a la luz de lo que acabamos de decir sobre el rey del mundo y sus Superiores Desconocidos.
LA TRIPLE PRUEBA DE 1929, VIAJE PARA EL CAIRO Y MUERTE
En enero de 1928, su esposa muere de meningitis, y nueve meses después, su tía, la Señora Duru, que vivía con ellos. Guénon queda solo con su sobrina de catorce años, Françoise Bélile, cuya madre, viuda y con muchos niños a cargo, sin embargo reclama la vuelta a la casa. «El profundo apego a su sobrina, y la imposibilidad en que Guénon se hallaba para asumir solo su vida material, producirán en su casa las más vivas reacciones» [28]. En 1928, atraviesa una serie de pruebas que lo sacuden; hace, por medio de sus amigos, un pedido de matrimonio, el cual no es aceptado, y tras este rechazo, inicia una relación con la Señora Dina, de soltera, María W. Shillito, hija del rey de los ferrocarriles canadienses y viuda del riquísimo Hassan Farid Dina, ingeniero egipcio, que tenía un cierto interés por las cuestiones ocultas. Admiradora entusiasta de Guénon, ella le ofrece poner su fortuna al servicio de la causa del esoterismo “tradicional”.
ENTRE LAS PIRÁMIDES Y LA MECA
El
5 de marzo de 1930, Guénon viaja para El Cairo con la Señora Dina, pero
solo tres meses después su mecenas vuelve a Francia, y poco después se
casa con el ocultista Ernest Britt, miembro de un grupo que le es
hostil. En Egipto, Guénon, que ya desde 1912 se hace llamar por los
iniciados, Sheik Abd al-Wâhid Yahyâ, lleva una vida modesta y discreta, e
incluso se pasa exotéricamente al Islam. Su conversión está relacionada
con una intención secreta, de la cual nunca dejó trazo escrito; por
otra parte, dando una gran importancia a los ritos de la “tradición”
exotérica, respetará siempre escrupulosamente su exoterismo islámico. Su
apostasía se explica más bien por una razón de conveniencia espiritual,
que como una verdadera conversión; ya que para él todas las formas
tradicionales son equivalentes. El Islam le parecía como una bisagra
entre Oriente y Occidente; tiene el mérito de parecer (superficialmente)
conciliable con el Cristianismo, ya que respeta a Jesucristo como un
profeta (pero niega Su Divinidad). Esta es la razón por la cual un
guénoniano puede volverse musulmán y pretender permanecer cristiano.
Para Guénon, el Islam en el siglo XX habría debido cumplir la función
que la Masonería había desempeñado en el siglo XVIII: ser el refugio de
los cristianos que se querían sustraer a la disciplina jerárquica de la
Iglesia, aunque manteniendo algún lazo con un vago (y falso) misticismo y
con una “tradición” impura y “primordial”.
Durante
este tiempo, Guénon estudia la lengua árabe y, a partir de 1931,
publica una serie de artículos en árabe y frecuenta las reuniones del
Sheik Salâma Radi. En julio de 1934, se casa con la joven Fatma Hanem
Ibrahim, que le dará cuatro hijos; el último nacerá en 1951, después de
su muerte. En 1939, «un riquísimo judío inglés, pasado al Islam y
admirador suyo, le ofreció una quinta burguesmente amueblada» [29]. El 7
de enero de 1951, a pesar de los cuidados prodigados por su amigo
judío, el doctor Katz, muere, pronunciando dos veces el nombre de Alá.
¿SE PUEDE SER GUÉNONIANO Y CATÓLICO? [30]
Guénon
ejerce una influencia innegable, y desgraciadamente a veces muy
profunda, incluso en los medios ligados a la Tradición católica [31]. A
lo largo del artículo se ha visto que la cuestión ya se presentaba
durante su vida, ya que colaboró en revistas católicas y monárquicas, de
tendencia antimasónica y tradicional. Sin embargo, fue muy pronta la
reacción de los católicos integristas (la R.I.S.S.), que obligaron a
Guénon a batirse en retirada para Egipto (no sin antes haber causado
bastante daño). Hoy, muchos guénonianos, como lo admite igualmente la
revista Le sel de la terre de los Dominicos de Avrillé, están
infiltrados en los medios de la Fraternidad San Pío X de Monseñor
Lefebvre [32]; y en un próximo artículo abordaré este tema, que pude
comprobar personalmente.
Sin
embargo, existe una radical inconciliabilidad entre el guénonismo (y
toda forma de esoterismo en general), y el Catolicismo; esto se debe a
que Guénon se presenta como un autor “espiritual”, portador de una
sabiduría oriental superior, ¡incluso a la de la Iglesia católica! Él
desprecia la idea de salvación o de condenación eterna, propia del
Catolicismo, y se hace el campeón de una Gnosis o “metafísica”, que
conduce a la identificación suprema con el Absoluto indefinido (¡observe
el lector cómo los iniciados deben esconder con grandes palabras, como
detrás de una cortina de humo, la nulidad de su espiritualidad!).
LA NATURALEZA DE LA ESPIRITUALIDAD GUÉNONIANA
Para
ver más de cerca en qué consiste la espiritualidad guénoniana, me fundo
en el interesante artículo de Antoine de Motreff, un ex-guénoniano
convertido al Catolicismo [33]; según el cual la vía espiritual
propuesta por Guénon, comprende tres condiciones que forman como tres
etapas. Para Guénon: «la iniciación implica tres condiciones de modo
sucesivo…: 1º) la calificación, constituida por ciertas posibilidades
inherentes a la naturaleza propia del individuo, y que son la materia
prima sobre la cual deberá efectuarse el trabajo iniciático; 2º) la
transmisión, por medio del vínculo con una organización tradicional, de
una influencia espiritual que da al ser la “iluminación”, que le
permitirá ordenar y desarrollar las posibilidades que hay en él; 3º) el
trabajo interior, por el cual, con la ayuda de “colaboradores” o
“soportes” exteriores..., el desarrollo será realizado gradualmente,
haciendo pasar al ser... para conducirlo al objetivo final de la
“Liberación”, o de la “Identidad Suprema”» [34]. En resumen, en la
primera etapa hay una diferencia profunda entre la Mística cristiana,
que es pasiva, y la Iniciación, que es activa; y en la segunda, que es
la más importante, se recibe la influencia espiritual durante la
iniciación. Podría suceder que las organizaciones iniciáticas, a causa
de una decadencia, no puedan conferir sino una iniciación virtual; no
obstante, ellas continuarán siendo el sostén de esta influencia
espiritual, y el trabajo iniciático siempre podrá realizarse. Lo
importante es que la cadena no se interrumpa. En la Iniciación existe
también la transmisión de una enseñanza, pero la transmisión de la
influencia espiritual permanece como el elemento principal. En tercer
lugar, viene la iniciación efectiva, y para llegar a ella es necesaria
la meditación de los símbolos. Otro medio para progresar hacia la
iniciación efectiva es el encantamiento, algo bien distinto de la
oración; en efecto, ella «no es una petición, e incluso no supone la
existencia de ninguna cosa exterior... es una aspiración del ser hacia
lo Universal, a fin de obtener... una iluminación interior... La meta
final a conseguir es siempre la realización en sí del “Hombre
Universal”» [35].
«Uno
de los fines reconocidos por René Guénon, es permitir a los
francmasones (que transmiten todavía la iniciación virtual) llegar a la
iniciación efectiva» [36].
NECESIDAD DE ESTAR LIGADO A UNA ORGANIZACIÓN INICIÁTICA
«La
iniciación propiamente dicha consiste esencialmente en la transmisión
de una influencia espiritual, transmisión que no puede efectuarse sino
por medio de una organización tradicional regular, de tal manera que no
se podría hablar de iniciación fuera del vínculo con una tal
organización» [37]. Pero, ¿cuales son las organizaciones iniciáticas
todavía válidas hoy en Europa? Según Guénon, quedan dos: la
francmasonería y “le compagnonnage” (el compañerazgo): «De todas las
organizaciones con pretensiones iniciáticas que están extendidas
actualmente por el mundo occidental, no hay más que dos que... pueden
reivindicar un origen tradicional auténtico y una transmisión iniciática
real; estas dos organizaciones... no fueron primitivamente más que una
sola, y son “le Compagnonnage” y la Masonería» [38]. Por medio de la
cadena iniciática, el iniciado recibe una influencia espiritual, cuyo
origen “no es humano”. «El individuo que confiere la iniciación... es
únicamente un eslabón de la “cadena”, cuyo punto de partida está fuera y
más allá de la humanidad» [39]. La influencia espiritual no tiene nada
de mágico, en la medida en que, para Guénon, la iniciación se realiza en
un nivel espiritual superior al de la magia, que por el contrario se
realiza al nivel animal o psíquico. Es por eso, que Guénon desprecia a
aquellos que buscan poderes mágicos, defecto de los occidentales
demasiado apegados a los fenómenos. La magia nos deja en el estado
individual, mientras que la iniciación nos hace pasar de la
individualidad a lo Universal. Pero el iniciado debe tomar conciencia
poco a poco de esta influencia espiritual, y en esto la vía iniciática
es diferente de la vía religiosa: «En el dominio exotérico, no hay
ningún inconveniente en que esta influencia recibida no sea jamás
percibida conscientemente..., puesto que no se trata aquí de obtener un
desarrollo espiritual efectivo; en cambio, debería ser completamente de
otro modo cuando se trata de la iniciación, y, a causa del trabajo
interior realizado por el iniciado, los efectos de esta influencia
deberían ser sentidos ulteriormente, lo cual constituye el pasaje a la
iniciación efectiva» [40].
La
Religión, para Guénon, apunta a asegurarnos la Salvación eterna, y
entonces nos mantiene en el estado individual humano; mientras que la
iniciación es absolutamente superior, ya que tiende a hacernos alcanzar
la Identidad Suprema con el Absoluto inconmensurable, o Realización, lo
cual supone la superación del estado individual y la toma de posesión de
estados superiores al humano. Y no se trata solamente de entrar en
comunicación con estos estados superiores, sino directamente de tomar
posesión de ellos [41]. Así, incluso la unión transformante de la tercer
vía de perfección (la Mística), es inferior a la Liberación, que es la
meta de la iniciación [42]. Por eso, la finalidad de la vía esotérica es
bien superior a la de la vía religiosa o exotérica, y el Paraíso
cristiano aparece, para el iniciado, como demasiado estrecho, casi como
una prisión [43].
NO ES POSIBLE SEGUIR LA VÍA INICIÁTICA SIN RELACIONARSE CON UN EXOTERISMO
«Este
punto es muy importante, y es a menudo poco conocido. Para René Guénon,
no es cuestión de mantenerse pura y simplemente en la vía iniciática.
Es necesario practicar al mismo tiempo un exoterismo, lo que se
traducirá... en una práctica religiosa. Guénon mismo practicó, en los
últimos años de su vida, la religión musulmana» [44]. En efecto, afirma:
«Es admisible que un exoterista ignore el esoterisno... pero, en
cambio, no lo es, que alguien con pretensiones de esoterismo, se permita
ignorar el exoterismo, pues “lo más” debe forzosamente comprender “lo
menos”» [45]. Es por eso, que los guénonianos se infiltran incluso en
medios católicos tradicionalistas.
LA INFLUENCIA ESPIRITUAL NO ES UNA GRACIA GRATUITA QUE VIENE DE DIOS
Si
la influencia espiritual no es una gracia que viene de Dios, o bien es
producto de la auto-sugestión, o bien es una influencia que viene de un
ángel. En efecto, por encima del hombre no hay más que Dios o los
Ángeles. «La primera solución es siempre posible, en teoría, y, en
efecto, se puede pensar que muchos de los que se someten a la ceremonia
de la iniciación, no reciben absolutamente nada. Pero, de todos modos,
es mucho más probable que,... el receptor reciba efectivamente una
“influencia espiritual de origen no humano”. Este es el parecer de los
mejores estudiosos de la francmasonería, como Charles Nicoullaud, autor
de La iniciación masónica (Perrin, París, 1931), prologado por
Mons. Jouin: “Estos hechos extraordinarios [la presencia sentida de
Satán] son el triste privilegio de algunos. Y estos son los superiores
desconocidos, como se decía en el siglo XVIII, de la secta. Agentes
directos de Satán, permanecen sus instrumentos, y es por ellos que él
penetra e influye sus voluntades malvadas y destructoras en el seno de
las sociedades secretas. Son los sacerdotes de la Contra-Iglesia. La
Iglesia de Jesucristo tiene sus Santos; Satán... el mono de Dios, tiene
sus iniciados” (pág. 145)... Se objetará que esta influencia espiritual
podría provenir de un ángel bueno... Pero los ángeles buenos son los
ministros de Dios... Si obran sobre los hombres, es para conducirlos a
Nuestro Señor y a Su Iglesia. Ahora bien, la lucha contra la Iglesia es
una constante de la francmasonería... y el caso de Guénon nos muestra
que la iniciación, lejos de conducirle a conocer mejor a la Santísima
Trinidad, a Nuestro Señor Jesucristo y Su Iglesia, lo condujo a una
especie de pesadez intelectual a su respecto [y a la apostasía, N.del A.]» [46].
LA CAUSA DE LA APOSTASÍA DE GUÉNON
Santo
Tomás enseña que «La infidelidad tiene origen en el orgullo» [47]; es
el más grave de los pecados después del odio de Dios. La verdadera razón
de una elección errónea respecto al último fin, debe pues buscarse en
las malas obras, en la vida, en el acto de la voluntad que puede ser
incluso solamente interior; por ejemplo, el orgullo intelectual. Las
malas obras no son únicamente la inmoralidad grosera, sino también la
inmoralidad sutil: la exaltación del propio “Yo”, la búsqueda de la
gloria humana y del honor del mundo. Como el ladrón huye de la luz y ama
las tinieblas para poder actuar sin ser perturbado; así el orgulloso
odia la luz, la doctrina pública, y ama las tinieblas, la doctrina y la
práctica esotérica. Las tinieblas sirven para cubrir su doctrina
infernal y su conducta perversa; odia la luz, ¡ya que desenmascara su
perversidad interior oculta! Se puede pues concluir que la mala vida es
la causa de toda incredulidad, y sobre todo de la de los heresiarcas y
de los “grandes iniciados”; como ciertamente fue René Guénon. Así como
el diablo se volvió ángel caído por su mala voluntad (con la cual
prefirió dirigirse él mismo, aunque condenándose, a someterse a la
Voluntad de Dios que le pedía un acto de obediencia y de humildad); de
la misma manera, el “gran iniciado” prefirió rechazar la doctrina
pública de Jesús, para poder complacerse en su oscura y confusa
“tradición primordial común que se pierde en la noche de los
tiempos...”, ¡y que gratifica tanto su orgullo, que puede ser llamado
Maestro! Pero Jesús nos advirtió: «No queráis ser llamados maestros;
pues uno solo es vuestro Maestro... vuestro Padre, que está en los
Cielos» (Mat. XXIII, 8-9).
¿EL DEMONIO PUEDE INFLUIR AL HOMBRE?
Según
Santo Tomás y los teólogos católicos, el demonio no puede obrar
directamente sobre la inteligencia y la voluntad del hombre, sino
solamente sobre los sentidos exteriores e interiores (memoria e
imaginación) y, por medio de los sentidos, puede buscar influir
indirectamente la inteligencia y la voluntad [48]. La ceremonia de
iniciación podría muy bien ser el punto de partida de esta acción
diabólica. «Dios ha dejado al demonio cierta libertad de acción en estas
ceremonias, a causa de su carácter supersticioso; hay una invocación al
menos implícita al demonio cada vez que se espera un efecto espiritual
de una causa que en sí no puede producirla... Estas ceremonias no
obrarían más que en la medida en que Dios lo permite, como castigo del
pecado de superstición. (...) El hecho de vincularse a una organización
iniciática regular, hace al pecado de superstición aún más
característico... Pero nada impide al demonio obrar también en ausencia
de esta cadena [iniciática, N. del A.]... la iniciación, proporciona un “ambiente” favorable a la actividad del demonio» [49].
Concluimos
este artículo con la palabra de Antoine de Motreff, que explica bien
estos peligros: «El análisis que René Guénon hace de la iniciación es en
parte exacto; la iniciación puede muy bien conferir una influencia
espiritual de origen no humano, pues constituye un pacto (al menos
implícito) con el demonio. Esta influencia se ejerce sobre la
imaginación... Hay pues una especie de iluminación demoníaca... que
puede permitir al iniciado conocer ciertas cosas, que no podría conocer
naturalmente. Sin embargo, este conocimiento tendrá por efecto alejar de
Dios, de Nuestro Señor Jesucristo y de Su Iglesia... Desde el punto de
vista moral, una tal iniciación constituye un pecado mortal contra la
virtud de religión» [50].
Padre CURZIO NITOGLIA - Traducción del Padre HÉCTOR LÁZARO ROMERO. Revista SODALITIUM, nº 47.
NOTAS
[1] J.A. CUTTAT, en Anuario del E.P.H.E. (5ta. Sección: Ciencias religiosas), 1958-l959, pág. 68.
[2] M.F. JAMES, Esoterismo y Cristianismo en torno a René Guénon,
Nuevas Ediciones Latinas, París, 1981, pág. 17. En el presente artículo
me baso substancialmente en el excelente libro de Mme. James (al cual
envío al lector deseoso de profundizar en el tema), y lo he completado
con otros diversos estudios y la lectura de las principales obras de
Guénon.
[3]
La relación que unió a Guénon con una pensadora judía, que se intenta
presentar como muy cerca de la conversión al Catolicismo, Simone Weil,
es sintomática. En realidad, en su pensamiento se encuentran muchos
elementos de la Cábala impura y del sistema talmúdico. «Ella
probablemente no conoció a Guénon, a quien jamás hace referencia, pero
algunas de sus notas, reflexiones y meditaciones se relacionan
singularmente con el pensamiento de Guénon; y un libro como “Carta a un
religioso”, prueba que la joven filósofa consideraba al menos como
probables muchas cosas que Guénon consideraba como ciertas» (P. Sérant, René Guénon. Vida y obra de un iniciado,
Convivio, Firenze 1998, pág. 29). El religioso que respondió a la carta
de S. Weil fue el Padre Guérard des Lauriers O.P., quien escribió que,
dadas las afirmaciones de S. Weil, ¡no podría administrársele ni el
Bautismo ni la absolución!
[4] M.F. James, op. cit., pág. 29.
[5] P. CHACORNAC, La vida simple de René Guénon, ed. tradicionales, París, 1958, pág. 24.
[6] M.F. James, op. cit., págs. 44-45.
[7] Ibid., pág. 46.
[8] Ibid., pág. 100.
[9] Cf. A. BAGGIO, René Guénon y el Cristianismo, en «Nuova Realtá», 1987, pág. 39.
[10] N. MAURICE-DENIS BOULET, El esoterista René Guénon, en “La Pensée Catholique”, 77, 1962, pág. 23.
[11] M.F. JAMES, Esoterismo, Ocultismo, Francmasonería y Cristianismo en los siglos XIX y XX, Nuevas Ediciones Latinas, París, 1981, págs.156-157.
[12] Ibid., pág. 158.
[13] Cf. SAUVETRE, Un buen servidor de la Iglesia, Monseñor Jouin, Casterman, París, 1936
[14] Ibid.
[15] E. JOUIN, Los fieles de la Contra-Iglesia: judíos y masones, pág. 139.
[16] Juan VIII, 32.
[17]
Hacia fines del siglo XIX, durante el pontificado de León XIII, un
cierto Léo Taxil salió de la Francmasonería y reveló los ritos secretos y
las ceremonias satánicas, en un libro que hizo mucho ruido y fue a
menudo citado en los medios católicos antimasónicos. Pero, o porque
había efectivamente mentido, o a causa de amenazas recibidas, Léo Taxil
se retracta de todo, cayendo así el descrédito sobre los medios
católicos que le habían creído. Sin embargo, hay que añadir que autores
serios, como Mons. Antonino Romeo y el Profesor Giovanni Vannoni,
afirman que Taxil se había convertido realmente, pero que a causa de
amenazas de muerte de parte de los francmasones, debió retractarse de
sus revelaciones; el caso Taxil todavía se presta a la discusión.
[18] M.F. JAMES, Esoterismo y Cristianismo, pág. 127.
[19] P. SERANT, René Guénon. Vida y obra de un gran iniciado, Convivio, Firenze, 1990, pág. 14.
[20] Ibid., pág. 198.
[21] Para las referencias de los artículos citados, cf. M.J. James, op. cit., 132-162
[22] Carta de H. de Lubac a N. Maurice-Denis Boulet, 31 dic. 1962. Inédito.
[23] N. MAURICE-DENIS, “Las Doctrinas Hindúes”, La Revista universal, 15 de julio de 1921, pág. 246.
[24] P. SERANT, René Guénon. Vida y obra de un gran iniciado, Convivio, Firenze, 1990, pág. 100.
[25] M.F. JAMES, op. cit., pág. 277.
[26] P. DI VONA, Evola, Guénon, De Giorgio, SeaR, Borzano (RE) 1993, pág. 191.
[27] Ibid., págs. 195-196.
[28] M.F. JAMES, Esoterismo y Cristianismo, pág. 295.
[29] Ibid., pág. 303.
[30] L. MEROZ, René Guénon o la sabiduría iniciática, Plon, 1962.
[31] E. VATRE, La derecha del Padre. Informe sobre la Tradición católica hoy, Guy Trédaniel, 1994.
[32] Le sel de la terre, nº 13, verano 1995, págs. 34-35.
[33] ANTOINE DE MOTREFF, ¿Quién inspiró a René Guénon?, en Le sel de la terre, nº 13, verano 1995, págs. 33-64.
[34] R. GUÉNON, Ideas sobre la iniciación, Villain y Belhomme - ed. tradicionales, París, 1973, pág. 34.
[35] Ibid., pág. 169.
[36] A. DE MOTREFF, op. cit., pág. 42.
[37] R. Guénon, op. cit., pág. 53.
[38] Ibid., pág. 41.
[39] Ibid., pág. 58.
[40] R. Guénon, Iniciación y rea1ización espiritual, Villain y Belhomme - ed. tradicionales, París, 1974, págs. 48-49.
[41] Cf. Ideas sobre la iniciación, págs. 27-28.
[42] Cf. Iniciación y realización espiritual, págs. 81-82.
[43] Ibid., págs. 78-79.
[44] A. DE MOTREFF, op. cit., pág. 48.
[45] Cf. Iniciación y realización espiritual, pág. 71.
[46] A. DE MOTREFF, op. cit., págs. 55-58.
[47] Suma Teológica, II-IIæ, q. 10, a. 1, ad 3um.
[48] Suma Teológica, II-IIæ, q. 10, a. 3, in corpore; II-IIæ, q. 96, a. 1; II-IIæ, q. 97, a. 1; I, q. 114; II-IIæ, q. 165, a. 1.
[49] A. DE MOTREFF, op. cit., pág. 61.
[50] Ibid., pág. 63.
Un tema apasionante el tratado en este artículo. Si hay algo transversal eso es la Masonería. O dicho de otra forma: la judeo-masonería es camaleónica y se infiltra en todos los medios. Es evidente su peso en el modernismo eclesial, pero tal vez no es evidente su importantísima infiltración en las corriente tradicionales. Y al respecto cosas como que el indio Rama Coomaraswamy, discípulo de Guenon, haya sido profesor en un seminario de la FSSPX es altamente significativo.
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