Respecto
a la tan manoseada obediencia, erigida en nueva y cuarta virtud
teologal, ¿qué legítima autoridad hay hoy en pie y firme, que no haya
sucumbido, a la que podamos y debamos obedecer? Ninguna por cierto.
Seríamos
ciegos si no viésemos como al presente, el enemigo ya no está solo en
la Iglesia ocupada si no en el interior mismo de la obra de la
Tradición.
«Nosotros tenemos (hoy) que desobedecer
permanentemente para mantener la obediencia a Dios y no a estos truhanes
usurpadores que han convertido la Iglesia de Cristo en la Iglesia del
Anticristo».
(P. Méramo, Domínica 22 después de Pentecostés. 2018). Y
en otro lugar, «la obediencia ha de estar subordinada a la verdad, al
bien y a la justicia. Si no, no obliga».
Nada nuevo dice el
páter, ya que nos recuerda San Bernardo de Claraval y toda una pléyade
de eminentes teólogos católicos con toda la Iglesia que «el que, por
obediencia, se somete al mal, está adherido a la rebelión contra Dios y
no a la sumisión».
El Señor nos exhorta hoy a poner solo en Dios y
su unigénito nuestras esperanzas de triunfo y restauración, que no
podrán fallar.
- «Beátus vir qui pósuit in Dómino spem suam». (Ps. 39, 5)
- «Mélior est confídere ad Dóminum, quam confídere in princípibus». (Ps.118, 9)
- «Nólite confídere in princípibus, in fíliis hóminum, in quibus non est salus». (Ps.145, 3)
Alejemos
de nosotros la tibieza afeminada de los que rehuyen la esjatología y
combatamos el odio satánico anti apocalíptico, no permitiendo que nos
quiten nuestra bienaventurada esperanza.
«Toda la Sagrada
Escritura está llena de testimonios que a cada paso se ofrecerán a los
Párrocos no solamente para confirmar esta Venida, sino también para
ponerla bien patente a la consideración de los fieles, para que…deseemos
nosotros con vehementísimo anhelo el otro día del Señor, esperando el
premio eterno y la gloriosa Venida» (Catecismo Romano de Trento, pág.
148)
Un profundo conocimiento y un constante anhelar el segundo
Advenimiento o Parusía de Nuestro Señor, debe ser la disposición
habitual y necesaria de un buen cristiano; porque «basta abrir un poco
el Evangelio, para reconocer enseguida que la Parusía es verdaderamente
el Alfa y Omega, el comienzo y el fin, la primera y la última palabra de
la predicación de Jesús; que ella es la llave, el desenvolvimiento, la
explicación, la razón de ser, la sanción, que es, en fin, el
acontecimiento supremo al cual se refiere todo lo demás, y sin el cual
todo lo demás se derrumba y desaparece» (Card. Billot S.J. "La Parusía",
pág. 10).
Pidámosle a Nuestra Señora del Apocalipsis y a su
Inmaculado Corazón que se digne adelantar la Parusía de Nuestro Señor
que traerá toda Restauración. Amén.
«Expécta Dóminum, esto fortis, et roborétur cor tuum, et expécta Dóminum». (Ps. 26)
APOLOGÍA DE LA SANTA SOLEDAD Y DE LA DESOBEDIENCIA FIRME AL ANTICRISTO Y SUS COLABORADORES, TÁCITOS O EXPRESOS
«María óptimam partem elégit, quæ non auferétur ab ea». (Lc. 10)
«Propter hoc ecce ego lactábo eam, et ducam eam in solitúdinem, et lóquar ad cor ejus». (Os. 2. 16) «Le llevó a la soledad, y allí le habló al corazón».
Hoy vemos como, no por gusto, sino por las circunstancias adversas para la Santa Fe, nos vemos empujados a la Santa Soledad (que es el séptimo Dolor de Ntra. Sra.), a la quietud y la contemplación, en detrimento del apostolado activo. Mas antaño había sido considerada, por cierto, meritoria en grado sumo.
Dice el angélico Sto. Tomás:
Digamos pues como Santa Teresa de Jesús:
Y en otro lugar:
«Un tesoro sólo está seguro cuando está escondido; descubrirlo equivale a exponerlo a la codicia del primero que venga y a perderlo; igualmente, la virtud sólo está segura cuando permanece secreta, y quien la ostenta la verá disiparse como el humo». Арорhthеgmаtа Маtrum (Sinclética de Alejandría).
Y esto es hoy evidente en estos tiempos postreros y apocalípticos que nos han tocado vivir. Y así dice San Luis María Grignon de Montfort en su Oración abrasada:
Esto es evidente como dice El Card. Pie «la Iglesia (la verdadera, no la neo iglesia), siempre visible, se verá (y esto es hoy ya una realidad) reducida cada vez más a proporciones simplemente INDIVIDUALES y domésticas».
Dice también muy a la sazón el P. Castellani en Cristo, ¿vuelve o no vuelve? c. 6:
Esta huida al desierto es hoy absolutamente imprescindible para la Tradición y sus huestes, estén estás combatiendo en en el ámbito netamente religioso o el netamente político, si es que alguien osase separarlos. Huyamos de este mundo corrompido por el pecado y el misterio de iniquidad, «los tiempos son malos» nos dice San Pablo, recibamos el Espíritu de Dios en la soledad y así aguardemos mejor la venida de Cristo Rey que no puede ya tardar mucho más ante el aciago panorama presente.