Novena compuesta por el Padre Fray José Rius OFM en 1818 para las monjas clarisas de Tarragona, e impresa en Barcelona por Francisco Ifern y Oriol ese mismo año, con aprobación eclesiástica.
ADVERTENCIA
Sale a la luz este Novenario a impulsos de la
devoción ardiente que profesan a este Santo
Arcángel Rafael las religiosas del ejemplarísimo
Monasterio de Clarisas de la muy ilustre ciudad de
Tarragona.
No es en vano esta dulce pasión con que
miran a tan sublime Espíritu.
Nadie debe extrañar la extraordinaria afición que
aquellas Religiosas han cobrado a tan singular
bienhechor, por las extraordinarias gracias favores
de él recibidos, y que, no contentas con el
formulario que usaban antes para sus novenas, me
hayan solicitado para la ordenación del presente.
No poco obligado yo también a este Arcángel de la
salud y de la providencia, he aceptado con gusto
ente encargo, con la idea de que todo el mundo
conozca la sublimidad, beneficencia y mérito de
aquel excelso Príncipe, y se proporcione con esto
toda suerte de gracias y mercedes.
Así será, sin
duda, si se hace este novenario con espíritu
humilde, devoto y confiado, especialmente si en
uno de sus días se procura recibir los santos
Sacramentos y ejercitarse en actos de virtud,
mayormente de caridad y oración, de las que Rafael
es especialísimo amigo y protector.
NOVENA DEL GLORIOSO PRÍNCIPE Y ARCÁNGEL SAN RAFAEL, MÉDICO Y MEDICINA DE LOS DOLIENTES, GUÍA Y DEFENSOR DE LOS CAMINANTES, ABOGADO Y PROTECTOR DE LOS PRETENDIENTES, CONSUELO Y ALIVIO DE LOS AFLIGIDOS.
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN - PARA TODOS LOS DÍAS
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso Criador, mi dulce Padre y mi piadosísimo Redentor: aquí tenéis postrado a vuestros pies a este hijo pródigo, que tantas veces ha malogrado el patrimonio de vuestra gracia con enormes pecados. La confusión cubre mi rostro, Dios mío, y apenas me atrevo a levantar mis ojos para miraros, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas, ¿a quién iré, bien mío, sino al que me dio el ser y derramó por mí toda su Sangre? «Sí: me levantaré y me iré al Padre», os digo como aquel pródigo. A Vos, pues, vengo, cierto que me esperáis con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi cuello. Si para esto queréis también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y daros con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dad Vos, Señor, firmeza a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea por las virtudes un Ángel puro, semejante a vuestro querido Arcángel San Rafael.
A Vos, pues, me dirijo, Príncipe gloriosísimo y Ángel de la salud Rafael, para que a la vista de vuestras virtudes y excelencias salga con vuestra protección del abismo de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta novena, y que espero de aquella vuestra gran clemencia y fondo de caridad, que forma vuestro carácter. Amén.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, mi poderoso Criador, mi dulce Padre y mi piadosísimo Redentor: aquí tenéis postrado a vuestros pies a este hijo pródigo, que tantas veces ha malogrado el patrimonio de vuestra gracia con enormes pecados. La confusión cubre mi rostro, Dios mío, y apenas me atrevo a levantar mis ojos para miraros, aterrado con el asombroso número de mis pecados. Mas, ¿a quién iré, bien mío, sino al que me dio el ser y derramó por mí toda su Sangre? «Sí: me levantaré y me iré al Padre», os digo como aquel pródigo. A Vos, pues, vengo, cierto que me esperáis con los brazos abiertos para abrazarme y regar con dulces lágrimas mi cuello. Si para esto queréis también mi llanto, de sangre viva quisiera yo formarlo, y daros con esto un testimonio de mi verdadero arrepentimiento. Dad Vos, Señor, firmeza a mis buenos propósitos, para que, dejando ya de ser demonio por los vicios, sea por las virtudes un Ángel puro, semejante a vuestro querido Arcángel San Rafael.
A Vos, pues, me dirijo, Príncipe gloriosísimo y Ángel de la salud Rafael, para que a la vista de vuestras virtudes y excelencias salga con vuestra protección del abismo de mis vicios y miserias, y merezca con esto el favor que solicito en esta novena, y que espero de aquella vuestra gran clemencia y fondo de caridad, que forma vuestro carácter. Amén.
DÍA PRIMERO - 15 DE OCTUBRE
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, GRAN PRIVADO DEL REY SUPREMO
Para formar el debido concepto de la privanza y especial predilección, con que honra a San Rafael el Rey Supremo, basta considerar la alta cumbre de honor a que le ha elevado. Mas ¡oh, qué altura de honor tan asombrosa!
El menor de los Ángeles ocupa ya un trono incomparablemente más excelso y brillante, que el mayor de los monarcas de la tierra: ¿cuál, pues, será la elevación de un Espíritu que se eleva sobre millares de millones de Ángeles, por ser uno de los siete supremos Magistrados, que honran y decoran el celestial imperio?
Él mismo reveló por su propia boca a los dos Tobías esta tan sublime preeminencia, cuando les dijo: «Yo soy el Ángel Rafael, uno de los siete que estamos delante del Señor, esto es, uno de los siete más allegados a su Augusto Solio, prontos a desempeñar las comisiones con que nos honra como a sus más íntimos privados».
Y de aquí es que, del incalculable número de Ángeles que (como dice Santo Tomas con el Areopagita) es mucho más crecido que el número de todos los otros seres justos, sólo de San Rafael y de otros dos espíritus angélicos ha querido Dios dar cierta e individual noticia a los mortales; que por esto, sólo de estos tres celebra en particular su fiesta la Iglesia. ¡Oh excelencia de San Rafael, verdaderamente admirable!
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
¡Qué grande os hizo, sublime San Rafael la poderosa diestra del Altísimo! ¡Ay! Yo quiero levantar la vista al refulgente solio de vuestra gloria; y los vivos rayos de brillante luz que os rodean, deslumbran y obligan a cerrar mis endebles ojos.
Vos sois uno de aquellos siete supremos senadores que forman al Rey inmortal e invisible su más secreto gabinete, y que, a la manera de inextinguibles antorchas, arden y brillan sobre los siete candeleros de oro, que vio San Juan en el Apocalipsis delante del Cordero de Dios.
A vos dirige con dulce Majestad sus cariñosos ojos el Rey de la gloria, haciéndoos con los reverberos de su luz eterna e increada un fidelísimo espejo de su hermosura.
A vos confía aquellos profundos arcanos que no es lícito hablar al hombre, y como a su apreciado valido os concede todas las gracias con que, como Ángel de la caridad, queréis socorrer a los afligidos mortales.
Ya que tan grande sois, y tanto priváis con el Rey de Reyes, sacadme de mi pequeñez y miseria y alcanzadme de su Divina Majestad, que se eleve mi espíritu a las cosas celestiales y eternas, en cuya comparación todas las grandezas y pompas de este mundo no son más que vanidad y aflicción del espíritu.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Excelentísimo Príncipe del Empíreo San Rafael, Ministro del gran Rey, celador de su honra, protector de la castidad, patrono de la limosna y oración, conductor de los caminantes, libertador en los peligros, auxilio cierto en las necesidades, iluminador de los ciegos, y médico universal de todas las enfermedades, a vos clamo, y a la sombra de vuestro patrocinio acudo, para que os dignéis sostenerme en todos mis peligros, consolarme en todas mis tristezas, dirigirme en todos mis apuros y remediarme en todas mis necesidades.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amén.
Vos reunís todas las prerrogativas de los nueve coros angélicos; tenéis la pureza y el candor de los demás Ángeles; sois Embajador de las cosas grandes, como los Arcángeles; sobre Vos descansa Dios como en los Tronos; con las Dominaciones señoreáis los ánimos; con los Principados veláis sobre Reyes y reinos; enfrenáis los demonios con las Potestades; obráis estupendos milagros como las Virtudes; en Vos, finalmente, se ven brillar las luces de los Querubines y arder las amorosas llamas de los espíritus Seráficos.
Ya, pues, que residen en Vos tanta grandeza, poder y gloria, usad de vuestra generosa beneficencia con esta inútil criatura, que aunque frágil, al fin os ama con dulce pasión, para que sea feliz en tiempo y eternidad. Amén.
Pedir la gracia que se desea recibir.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Oh soberana Reina de los cielos y Señora de todos los nueve coros, María Santísima, digna Madre de mi Señor Jesucristo, templo vivo de la Divinidad, depósito de los tesoros de su gracia, principio de nuestro remedio, restauradora de la universal ruina del linaje humano, nuevo gozo de los santos, gloria de las obras del Altísimo y único instrumento de su omnipotencia: confiésote por Madre dulcísima de misericordia, refugio de los miserables, amparo de los pobres, consuelo de los afligidos, y todo lo que en ti, por ti y de ti confiesan los espíritus angélicos y los santos, todo lo confieso, y lo que en ti y por ti alaban a la Divinidad y la glorifican todo lo alabo y glorifico, y por todo te bendigo, magnifico, confieso y creo. Y pues el poder divino convida a todos los pobres desvalidos, ignorantes, pecadores, grandes, pequeños, enfermos, flacos y a todos los hijos de Adán, de cualesquier estados, condiciones y sexos, prelados y príncipes e inferiores, para que vengan por su remedio a su infinita y liberal providencia, por la intercesión de la que dio carne humana al Verbo, porque sola Ella es poderosa para solicitar nuestro remedio y alcanzarle: por tanto, sagrada Reina de todas las jerarquías, os pido y suplico en nombre de todas ellas nos alcancéis de vuestro querido Hijo la exaltación de su santo Nombre en todas las partes del mundo, la salud espiritual de todas las almas, la extirpación de las herejías, la ruina del soberbio príncipe de las tinieblas; la universal extensión de la santa Iglesia y la paz y concordia entre los príncipes cristianos, para que todos eternamente alabemos al santo Nombre de Jesucristo, a quien sea gloria por infinitos siglos de los siglos. Amén.
GOZOS EN HONOR A SAN RAFAEL ARCÁNGEL
De Dios íntimo Privado
Y su Ministro escogido:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud, invocado!
Tú eres en Naturaleza
Un puro espíritu, y tal,
Que en
la Corte Celestial
Descuella tu grande Alteza;
Al sol
vences en belleza,
Del eterno Sol bañado:
¡Rafael,
de Dios querido,
Dad la salud, invocado!
En aquella antigua lid,
En que el valiente Miguel
Ajó al soberbio Luzbel,
Fuisteis invencible adalid.
Tropas del abismo, huid,
Pues ambos os han
hollado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud,
invocado!
De los siete más vecinos
Al trono augusto de Dios
Por uno os cuentan a vos
Los oráculos divinos.
Nuestros discursos mezquinos
Vencen tan noble
dictado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud,
invocado!
Principado en dignidad,
En las luces Querubín,
En
las llamas Serafín,
Y trono en la majestad;
Reúnes la
autoridad
Del Angélico Senado:
¡Rafael, de Dios
querido,
Dad la salud, invocado!
Aunque tan grande en el Cielo
Del hombre no os
desdeñáis,
De allá a la tierra bajáis
Para su guía y
consuelo.
De Dios tomando el modelo
A nadie os
negáis, llamado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Por vos Tobías el mozo
Libre de un susto mortal
Halló bienes sin igual,
Halló mujer, halló gozo.
Por
vos llena de alborozo
A Raguel su suegro amado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud, invocado!
Sara, antes entristecida
Con siete maridos muertos
(Por ti echado a los desiertos
Asmodeo), vuelve a
vida,
Y a un santo marido unida
Prole feliz le has logrado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud,
invocado!
Tú de Gabelo el dinero
Para Tobías cobraste;
Tú
siempre caudal hallaste
Al que te ama con esmero.
Siempre en ti un fiel tesorero
Halla el bien
intencionado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la
salud, invocado!
Tú a Tobías el mayor,
Ya de muchos años ciego,
Con hiel de un pez diste luego
De la vista el
resplandor.
Loa el anciano al Señor
Y ve al hijo
suspirado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud,
invocado!
Tú ofreces en copa de oro
Al gran Rey de la alta
Sión
La limosna, la oración
Y del pecho humilde el
lloro.
La piedad es tu decoro
Y hacer bien al
angustiado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud, invocado!
Ángel de salud te llama
La Iglesia, la cual opina
Que
el Ángel de la Piscina
Eres tú: y quien a ti clama
De
tu caridad la llama
Presto siente remediado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud, invocado!
Ya tu nombre mismo expresa
Que eres de Dios
medicina;
De socorro rica mina
Todo el mundo te
confiesa.
¡Feliz el que te profesa
Un amor fiel y alentado!
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud,
invocado!
No es Córdoba solamente
La que, por ti apadrinada,
Se vio pronto libertada
De un contagio pestilente:
A
cualquiera edad y gente
La salud has alcanzado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud, invocado!
Pues siempre das grato oído
Al que te llama
confiado:
¡Rafael, de Dios querido,
Dad la salud,
invocado!
Antífona: Príncipe gloriosísimo San Rafael Arcángel, acuérdate de nosotros, y aquí y en todo lugar ruega siempre por nosotros ante el Hijo de Dios.
℣. Estaba junto al altar del templo el Ángel.
℟. Teniendo en su mano un incensario de oro.
℟. Teniendo en su mano un incensario de oro.
ORACIÓN
Oh Dios que has dado a Tobías tu siervo al bienaventurado Arcángel San Rafael como compañero para el viaje, concédenos la gracia, a quienes también somos tus siervos, que también podamos ser protegidos por su vigilancia y fortificados por su ayuda. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oh Dios que has dado a Tobías tu siervo al bienaventurado Arcángel San Rafael como compañero para el viaje, concédenos la gracia, a quienes también somos tus siervos, que también podamos ser protegidos por su vigilancia y fortificados por su ayuda. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 16 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, CELADOR DE LA HONRA DE DIOS
El alto grado de gloria al que elevó el Todopoderoso a Rafael, es una prueba cierta del ardiente celo con que en el día primero del mundo defendió la honra del Altísimo, inicuamente ajada por el príncipe de la soberbia Lucifer, cuando con impotente orgullo quiso este fijar su trono sobre el Monte del Testamento, elevarse sobre los astros del cielo y arrogarse la gloria del Altísimo.
Él fue entonces uno de los más valientes campeones, que al lado del grande Miguel sostuvo los derechos del Sumo de los Reyes, y con el rayo de la verdad, vibrado por su fulminante boca, lanzó a los abismos aquel dragón horrible y todos sus secuaces.
Este celo de la divina gloria es el resorte que da impulso a todas sus acciones; y aun, en los continuos actos de bondad y misericordia con que socorre a los hombres, lejos de buscar su propia gloria, no se propone otro objeto sino que los favorecidos bendigan, alaben y glorifiquen al Señor.
Esta es la única recompensa que exigió por los imponderables beneficios que había dispensado a los dos Tobías. «Bendecid, les dijo, al Dios del Cielo y publicad su gloria delante de todos los vivientes, por haber usado para con vosotros de su misericordia».
Él fue entonces uno de los más valientes campeones, que al lado del grande Miguel sostuvo los derechos del Sumo de los Reyes, y con el rayo de la verdad, vibrado por su fulminante boca, lanzó a los abismos aquel dragón horrible y todos sus secuaces.
Este celo de la divina gloria es el resorte que da impulso a todas sus acciones; y aun, en los continuos actos de bondad y misericordia con que socorre a los hombres, lejos de buscar su propia gloria, no se propone otro objeto sino que los favorecidos bendigan, alaben y glorifiquen al Señor.
Esta es la única recompensa que exigió por los imponderables beneficios que había dispensado a los dos Tobías. «Bendecid, les dijo, al Dios del Cielo y publicad su gloria delante de todos los vivientes, por haber usado para con vosotros de su misericordia».
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
¡Cuán feliz sería yo, celosísimo Rafael, si llegase a imitaros en el celo de la honra de Dios! Vuestra angelical esencia es un volcán de amor divino, y este fuego de amor es el que levanta allí la llama de vuestro celo. Quien ama, olvida sus propios intereses, ni conoce más anhelo que los que se dirigen a provecho y gloria del amado. Vos que tanto ardéis en incendios de amor seráfico, sólo respiráis llamas de inflamado celo por la gloria de vuestro amado Dios.
Mas yo, ¿qué celo puedo tener de esta honra, cuando mi corazón para con Dios vence en frialdad y dureza al insensible mármol? Todo concentrado dentro de mí solo, vengo a ser el ídolo de mí mismo, en cuyas solas aras quemo todos mis inciensos. Mis pensamientos, mis afectos, mis obras sólo se dirigen a contemporizar mi amor propio, procurando de mil maneras la satisfacción de todas mis inclinaciones y antojos, aunque para esto sea preciso ofender e insultar a mi Criador, violando su ley en su presencia. No sé mirar la más leve injuria que se me haga, sin amotinarse luego mis pasiones; y miro con indiferencia y sin dolor las innumerables ofensas que se hacen sin cesar al Dios de la Majestad y de la gloria.
¡Qué contraste, ardiente Rafael, entre mi frialdad y vuestro celo! Curadme, oh médico celestial, de enfermedad tan oprobiosa.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
Pedir la gracia que se desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA TERCERO - 17 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, PROTECTOR DE LA PUREZA
Aunque la pureza sea blasón común de todos los Ángeles, por ser puros espíritus y carecer, por lo mismo, de esta grosera y corruptible masa de carne que agrava a nuestra triste alma; sin embargo ella pertenece y distingue de un modo especial al purísimo Rafael, por cuyo motivo es considerado por especial protector de la castidad. Él es quien ata, sujeta y confina al infernal Asmodeo, que es el porta-estandarte de la lujuria.
Efectivamente, leemos en la Sagrada Escritura que el libró a Sara, hija de Raguel y Ana, de la obsesión de aquel inmundo demonio, que le había ya muerto siete maridos, en quienes había atizado antes el hediondo fuego de la lujuria. Pero la protección del grande Rafael escudó al joven Tobías, y lejos de permitir a aquel impuro espíritu que le asestase sus tiros como a los demás maridos de Sara: «le atrapó, dice la Escritura, y le amarró en el desierto del alto Egipto».
Así es que este angélico protector de la pureza quita las fuerzas al demonio tentador y corona de triunfos a los que reclaman su auxilio en las arduas y siempre temibles batallas, con que pretenden los demonios conquistar el preciosísimo tesoro de una virtud tan bella, como fácil de perderse.
Efectivamente, leemos en la Sagrada Escritura que el libró a Sara, hija de Raguel y Ana, de la obsesión de aquel inmundo demonio, que le había ya muerto siete maridos, en quienes había atizado antes el hediondo fuego de la lujuria. Pero la protección del grande Rafael escudó al joven Tobías, y lejos de permitir a aquel impuro espíritu que le asestase sus tiros como a los demás maridos de Sara: «le atrapó, dice la Escritura, y le amarró en el desierto del alto Egipto».
Así es que este angélico protector de la pureza quita las fuerzas al demonio tentador y corona de triunfos a los que reclaman su auxilio en las arduas y siempre temibles batallas, con que pretenden los demonios conquistar el preciosísimo tesoro de una virtud tan bella, como fácil de perderse.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Purísimo Rafael, ¡oh, cuán enamorado os contemplo de la fragantísima azucena de la pureza! ¡Con qué ahínco, y con cuán sabias y oportunas instrucciones procurasteis a inspirarla a vuestro querido Tobías, pintándole la brutal condición de aquellos infelices que a la manera del caballo y el mulo corren precipitados a disfrutar unos placeres, que gustados acarrean la muerte!
Ángel de la pureza, interesaos también en mi ayuda, sostenedme en mis choques y esgrimid la espada de vuestra irresistible virtud contra los infernales enemigos, que con incesantes y porfiados ataques pretenden abrir brecha en mi corazón, para hurtarme aquella preciosa joya que forman las delicias del Hijo de la Virgen.
Mirad que son muchos y muy temibles los enemigos que se han aliado con cruel mancomún contra de mí: el mundo, con mil aparatos lisonjeros, mi propia carne, con sensaciones tan halagüeñas como traidoras, todo el Infierno, con innumerables artimañas; todo, Santo mío, conspira a triunfar de mi constancia en ser puro.
¿Qué haré, triste de mí, que no soy sino imbecilidad y flaqueza, sino sucumbir y perderme? Preciso me será una mano tan robusta como la vuestra, para sacarme airoso y triunfante. Esta mano, pues, pido, esta deseo y su favor espero.
Ángel de la pureza, interesaos también en mi ayuda, sostenedme en mis choques y esgrimid la espada de vuestra irresistible virtud contra los infernales enemigos, que con incesantes y porfiados ataques pretenden abrir brecha en mi corazón, para hurtarme aquella preciosa joya que forman las delicias del Hijo de la Virgen.
Mirad que son muchos y muy temibles los enemigos que se han aliado con cruel mancomún contra de mí: el mundo, con mil aparatos lisonjeros, mi propia carne, con sensaciones tan halagüeñas como traidoras, todo el Infierno, con innumerables artimañas; todo, Santo mío, conspira a triunfar de mi constancia en ser puro.
¿Qué haré, triste de mí, que no soy sino imbecilidad y flaqueza, sino sucumbir y perderme? Preciso me será una mano tan robusta como la vuestra, para sacarme airoso y triunfante. Esta mano, pues, pido, esta deseo y su favor espero.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
Pedir la gracia que se desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA CUARTO - 18 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, AMIGO DE LAS OBRAS DE MISERICORDIA
Otro de los timbres que más ilustran y engrandecen a Rafael, es aquel vivo empeño que atender y recompensar las obras de misericordia, con que los hombres se socorren unos a otros. y especialmente la limosna. Su genio tierno, benéfico y bondadoso le hace mirar con fino cariño a cuantos congenian con Él en la piedad y misericordia.
Aquel héroe de la caridad para con los vivos y difuntos, el anciano Tobías, ¿qué beneficios no recibió de la mano de este generosísimo Príncipe? Cuando él distribuía con franca mano su pan a los pobres; cuando interrumpía su comida y se desprendía del descanso del sueño nocturno para dar sepultura a los muertos; cuando, en fin, desplegaba de mil modos su caritativo pecho en beneficio de sus concautivos hermanos, Rafael vigilaba solícito atendiendo con dulce complacencia estos actos de misericordia, presentándolos en copa de oro ante el acatamiento del Dios de las misericordias.
¿De qué bienes enseguida no colmó su persona, su casa y su familia? Vista, riquezas, consuelo, larga vida, toda clase de prosperidades fueron la recompensa, que con su benigna aparición le negoció. Tanto como éste, ama San Rafael la misericordia.
Aquel héroe de la caridad para con los vivos y difuntos, el anciano Tobías, ¿qué beneficios no recibió de la mano de este generosísimo Príncipe? Cuando él distribuía con franca mano su pan a los pobres; cuando interrumpía su comida y se desprendía del descanso del sueño nocturno para dar sepultura a los muertos; cuando, en fin, desplegaba de mil modos su caritativo pecho en beneficio de sus concautivos hermanos, Rafael vigilaba solícito atendiendo con dulce complacencia estos actos de misericordia, presentándolos en copa de oro ante el acatamiento del Dios de las misericordias.
¿De qué bienes enseguida no colmó su persona, su casa y su familia? Vista, riquezas, consuelo, larga vida, toda clase de prosperidades fueron la recompensa, que con su benigna aparición le negoció. Tanto como éste, ama San Rafael la misericordia.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Misericordioso San Rafael, yo no sé ver en Vos sino la más cabal y exacta imagen del Padre de las misericordias y Dios de toda consolación. A imitación suya no contento con favorecer Vos a vuestros queridos hombres, formáis, un empeño de que ellos se favorezcan recíprocamente.
Mientras que Vos estabais acumulando mil importantes beneficios sobre las dos casas de Raguel y Tobías, inculcabas con estilo enérgico el ejercicio de la limosna y demás actos de beneficencia. «Mejor es, decíais, la limosna que almacenar tesoros de oro. Ella es la que preserva de la muerte; ella la que limpia los pecados, y el más seguro garante de la misericordia de Dios y de la vida eterna».
¡Ay de mí!, que tengo un corazón tan de piedra para con mis hermanos. Todo miel y regalo para conmigo, reservo la hiel y los ajenjos para los otros; y antes de arrostrar la menor incomodidad, sufriré que perezca de hambre un infeliz.
¿Cómo podréis Vos mirarme con buen ojo? No, no es vuestra protección para los insensibles y crueles. Rogad pues a Dios, mi amado Arcángel, que sensibilice mi corazón, para que a ejemplo vuestro me haga todo para todos, ejercitándome en adelante en todas las obras de misericordia. Esta es la merced que hoy os pido.
Mientras que Vos estabais acumulando mil importantes beneficios sobre las dos casas de Raguel y Tobías, inculcabas con estilo enérgico el ejercicio de la limosna y demás actos de beneficencia. «Mejor es, decíais, la limosna que almacenar tesoros de oro. Ella es la que preserva de la muerte; ella la que limpia los pecados, y el más seguro garante de la misericordia de Dios y de la vida eterna».
¡Ay de mí!, que tengo un corazón tan de piedra para con mis hermanos. Todo miel y regalo para conmigo, reservo la hiel y los ajenjos para los otros; y antes de arrostrar la menor incomodidad, sufriré que perezca de hambre un infeliz.
¿Cómo podréis Vos mirarme con buen ojo? No, no es vuestra protección para los insensibles y crueles. Rogad pues a Dios, mi amado Arcángel, que sensibilice mi corazón, para que a ejemplo vuestro me haga todo para todos, ejercitándome en adelante en todas las obras de misericordia. Esta es la merced que hoy os pido.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
Pedir la gracia que se desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA QUINTO - 19 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, ABOGADO DE LA ORACIÓN
Es increíble la complacencia, que perciben los Santos Ángeles en las oraciones que dirigen los hombres al Omnipotente. Por eso se nos describen en el Apocalipsis con copas de oro en sus manos llenas de aromáticos olores, que, como allí mismo se dice, son las oraciones de los Santos, que ellos presentan como fragantes timiama ante el inaccesible Altar de la tremenda y centelleante Divinidad.
Pero además de este amoroso anhelo, con que todas las inteligencias angélicas generalmente miran y protegen la oración, tenemos datos particulares del especial interés que toma en ella el gran San Rafael. Desde los altos cielos parece está continuamente atalayando para ver y descubrir los hombres de oración y ofrecerla al Altísimo en favor de ellos.
Pero además de este amoroso anhelo, con que todas las inteligencias angélicas generalmente miran y protegen la oración, tenemos datos particulares del especial interés que toma en ella el gran San Rafael. Desde los altos cielos parece está continuamente atalayando para ver y descubrir los hombres de oración y ofrecerla al Altísimo en favor de ellos.
«Cuando tú orabas con tierno llanto, yo fui quien ofrecía a Dios tu oración». Así amorosamente lo manifestó a Tobías. Y no hay duda que hará lo mismo con cuantos se dediquen con esmero a la oración, especialmente si invocan su auxilio con fervor y alentada confianza; que por esto lo considera la Iglesia estar de pie con el incensario en la mano delante del ara del Templo, como que está siempre en actitud de ofrecer a Dios el oloroso perfume de nuestras oraciones.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Ya que sois, excelso Príncipe Rafael, el abogado y promotor de la oración, alcanzadme de Dios el espíritu de esta virtud elevadora, que transforma los hombres en Serafines. Ella es la que corre la cortina a los sublimes espectáculos de la eternidad, entabla una amistosa correspondencia entre Dios y el hombre, da al alma alas de paloma, con que se traslada en un momento desde el abismo de la nada hasta el refulgente solio de la divinidad, enerva la fuerza tirana de las pasiones, corrige los vicios, da vida a las virtudes, hace llover del cielo muy salubres destellos en toda suerte de favores; ella, en fin, enciende en el alma aquella dulce y vehemente llama, que limpiándola de toda escoria de terrenos afectos, la eleva a los místicos óculos y abrazos del Dios del amor puro, hasta unirla y hacerla un mismo espíritu con Él.
Ella, pues, formará en adelante mis delicias, dedicando a su ejercicio tantas horas como hasta aquí se me ha llevado la ociosidad y unas tareas vanas y aun perjudiciales.
Estos son mis propósitos. Vos que sois el amigo de la oración, suplicad al Señor, que me dé la gracia de saber ponerlos en obra. Así lo espero de vuestra generosa condición.
Ella, pues, formará en adelante mis delicias, dedicando a su ejercicio tantas horas como hasta aquí se me ha llevado la ociosidad y unas tareas vanas y aun perjudiciales.
Estos son mis propósitos. Vos que sois el amigo de la oración, suplicad al Señor, que me dé la gracia de saber ponerlos en obra. Así lo espero de vuestra generosa condición.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
Pedir la gracia que se desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SEXTO - 20 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, CONDUCTOR DE LOS CAMINANTES
Pasma verdaderamente la cariñosa solicitud que manifestó el gran San Rafael en ofrecerse por compañero de Tobías, y seguirle en todos los puntos de su famoso viaje y peregrinación.
Disimulando la alta dignidad de su carácter y transformado en un joven viajero con el nombre de Azarías para hacerse más franco y familiar, ¿qué dulzura no usa en su trato?, ¿de qué riesgos no le preserva?, ¿qué bienes no le alcanza?, ¿y qué saludables preceptos y máximas no le inspira?
De esta manera, mientras es su guía y conductor por los caminos de la tierra, es al mismo tiempo un sabio Mentor, que le ilustra e instruye, enseñándole el verdadero camino que lleva a la eterna vida. Y verdaderamente, como dice San Gregorio, «mientras vivimos en el mundo estamos como en camino, con que nos dirigimos a la Patria; que por esto somos llamados viadores».
¡Dichoso y afortunado el hombre que, desviándose del camino de la iniquidad y perdición, elige aquel que guía a la morada feliz de los bienaventurados! ¡Y mil veces también dichoso el que logra para esto un conductor tan diestro y artificioso como San Rafael! Seguro podrá estar con tan buen compañero de no tropezar en los continuos obstáculos que se atraviesan por este camino, y llegar prósperamente al fin de tan crítica e interesante jornada.
Disimulando la alta dignidad de su carácter y transformado en un joven viajero con el nombre de Azarías para hacerse más franco y familiar, ¿qué dulzura no usa en su trato?, ¿de qué riesgos no le preserva?, ¿qué bienes no le alcanza?, ¿y qué saludables preceptos y máximas no le inspira?
De esta manera, mientras es su guía y conductor por los caminos de la tierra, es al mismo tiempo un sabio Mentor, que le ilustra e instruye, enseñándole el verdadero camino que lleva a la eterna vida. Y verdaderamente, como dice San Gregorio, «mientras vivimos en el mundo estamos como en camino, con que nos dirigimos a la Patria; que por esto somos llamados viadores».
¡Dichoso y afortunado el hombre que, desviándose del camino de la iniquidad y perdición, elige aquel que guía a la morada feliz de los bienaventurados! ¡Y mil veces también dichoso el que logra para esto un conductor tan diestro y artificioso como San Rafael! Seguro podrá estar con tan buen compañero de no tropezar en los continuos obstáculos que se atraviesan por este camino, y llegar prósperamente al fin de tan crítica e interesante jornada.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
A Vos invoco, dulcísimo San Rafael, mientras que voy viajando por la peligrosa carrera de esta frágil y deleznable vida. Más tímido e inexperto que el mozo Tobías, preciso será que os dignéis asirme de la mano, para que no dé en algún horrible precipicio.
Por todos los puntos de este camino hay ladrones y asesinos, que están continuamente asechando, para hurtarme el oro de las virtudes y hasta la vestidura de la gracia, y quitarme con esto la vida del alma, que es la única verdadera vida.
Se hallan con frecuencia caminos espaciosos y amenos, cubiertos de flores y de varios hechizos a que se nos llama con mil lisonjeros atractivos de honras, riquezas y placeres. De otra parte se presentan lugares desiertos, montes escabrosos y ardientes arenales, que ponen miedo y horror de solo verlos.
Por todos los puntos de este camino hay ladrones y asesinos, que están continuamente asechando, para hurtarme el oro de las virtudes y hasta la vestidura de la gracia, y quitarme con esto la vida del alma, que es la única verdadera vida.
Se hallan con frecuencia caminos espaciosos y amenos, cubiertos de flores y de varios hechizos a que se nos llama con mil lisonjeros atractivos de honras, riquezas y placeres. De otra parte se presentan lugares desiertos, montes escabrosos y ardientes arenales, que ponen miedo y horror de solo verlos.
¡Cuán fácil es atendida nuestra innata propensión a lo agradable, andarse por los caminos deliciosos, y volver las espaldas a los arduos! Y sin embargo estos son, en boca de la Verdad Eterna, los que guían a la vida, mientras que aquellos tienen por remate la muerte en la sombría región del llanto sempiterno.
Tenedme, pues, siempre de la mano, Santo Ángel conductor, y obligadme, aunque me cueste la vida, a seguir siempre los que tienen por término la eterna vida.
Tenedme, pues, siempre de la mano, Santo Ángel conductor, y obligadme, aunque me cueste la vida, a seguir siempre los que tienen por término la eterna vida.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
Pedir la gracia que se desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 21 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, LIBERTADOR EN LOS PELIGROS
De ningún otro de los espíritus angélicos refiere la Sagrada Escritura tantas particularidades y pormenores, como de San Rafael. La historia de Tobías no parece también sino la historia de este bondadosísimo Arcángel. Allí pues se descubre su sabiduría y prontitud en librar de los peligros al hijo de aquel héroe.
Un pez descomunal sale del fondo del rio Tigris, y va con furia a tragar a Tobías mozo, mientras que este quería lavarse los pies. Asustado y atónito el joven grita con alta voz al Arcángel: − «Señor, mirad que me acomete». − «No te asustes, le responde; antes bien agárralo por la agalla, y échalo en la tierra». Así lo hizo impávido; y lo que al principio causó susto y sobresalto, fue después origen de imponderables ventajas.
Con no menos prevención libró al mismo, y a su esposa Sara, del inminente riesgo de la crueldad del demonio, enseñándoles el medio con que precaverse de su furor, y hacerse invulnerables a sus tiros.
Y si pudiésemos abrir aquí los anales de la Iglesia, ¿no hallaríamos innumerables testigos del pronto auxilio que experimentaron, invocando a San Rafael en sus peligros?
Acudamos, pues, a él con viva fe y será nuestro fiel libertador de cuantos males pueden amenazarnos.
Un pez descomunal sale del fondo del rio Tigris, y va con furia a tragar a Tobías mozo, mientras que este quería lavarse los pies. Asustado y atónito el joven grita con alta voz al Arcángel: − «Señor, mirad que me acomete». − «No te asustes, le responde; antes bien agárralo por la agalla, y échalo en la tierra». Así lo hizo impávido; y lo que al principio causó susto y sobresalto, fue después origen de imponderables ventajas.
Con no menos prevención libró al mismo, y a su esposa Sara, del inminente riesgo de la crueldad del demonio, enseñándoles el medio con que precaverse de su furor, y hacerse invulnerables a sus tiros.
Y si pudiésemos abrir aquí los anales de la Iglesia, ¿no hallaríamos innumerables testigos del pronto auxilio que experimentaron, invocando a San Rafael en sus peligros?
Acudamos, pues, a él con viva fe y será nuestro fiel libertador de cuantos males pueden amenazarnos.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Con tantas voces quisiera aquí llamaros, mi amado San Rafael, cuántos son los innumerables peligros que me rodean. Peligros de salud, peligros de la fama, peligros de los bienes de fortuna, peligros en la soledad, peligros en las concurrencias y falsos hermanos, peligros en el mar, peligros en la tierra, peligros de cuerpo y, lo que es más sensible y aún más frecuente, peligros del espíritu.
¡Oh con cuánta propiedad mostró Dios al gran San Antonio Abad este mundo como un campo vastísimo, todo sembrado de lazos y peligros! ¿Qué vigilancia no se necesita para poner el pie en punto seguro? ¿Qué astucia y valor, para no ser presa de nuestro adversario el diablo, que como león bravo da con feroz rugido mil vueltas a nuestro rededor para devorarnos? ¿Qué superioridad de espíritu, para no sucumbir a la fuerza dominante de unas costumbres perversas, que tanto se han generalizado en nuestros días con dispendio de la divina Ley?
Casi cuanto vemos, cuanto oímos, cuanto gustamos, cuanto, en fin, está cerca de nosotros, compromete nuestra seguridad, y pone en contingencia nuestra salvación.
Vos, pues, que tanto os distinguís en preservar de los peligros a los que os invocan, sedme presente en mis apuros, protegedme, cubridme, salvadme y no me desamparéis hasta ponerme en la excelsa región de la imperturbable seguridad.
¡Oh con cuánta propiedad mostró Dios al gran San Antonio Abad este mundo como un campo vastísimo, todo sembrado de lazos y peligros! ¿Qué vigilancia no se necesita para poner el pie en punto seguro? ¿Qué astucia y valor, para no ser presa de nuestro adversario el diablo, que como león bravo da con feroz rugido mil vueltas a nuestro rededor para devorarnos? ¿Qué superioridad de espíritu, para no sucumbir a la fuerza dominante de unas costumbres perversas, que tanto se han generalizado en nuestros días con dispendio de la divina Ley?
Casi cuanto vemos, cuanto oímos, cuanto gustamos, cuanto, en fin, está cerca de nosotros, compromete nuestra seguridad, y pone en contingencia nuestra salvación.
Vos, pues, que tanto os distinguís en preservar de los peligros a los que os invocan, sedme presente en mis apuros, protegedme, cubridme, salvadme y no me desamparéis hasta ponerme en la excelsa región de la imperturbable seguridad.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
Pedir la gracia que se desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO - 22 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, AUXILIO CIERTO EN LAS NECESIDADES
También mueve los deseos solícitos de San Rafael los socorros materiales que necesitamos para pasar esta miserable vida, si lo que pedimos no es para prodigarlo a la satisfacción de nuestras desordenadas pasiones, sino para el decente sustento, socorro de los pobres y mayor gloria de Dios, entonces, con más liberalidad atiende a nuestro auxilio.
Testigo de esta verdad será en todos los siglos la casa de Tobías, para quien no sólo fue Él mismo en persona a cobrar la considerable suma de diez talentos de plata, que le adeudaba el buen Gabelo vecino de la ciudad de Ragés en Media; más aún enriqueció su casa con la mitad del opulento patrimonio de Raguel, y aún con todo el patrimonio entero, seguida la muerte de este virtuoso varón.
Esta misma generosa providencia mostraría a los necesitados, si con los fines arriba indicados, depositasen en Él toda su confianza, como lo han experimentado diferentes, recurriendo a este tesoro del gran Rey con viva fe e inflamada devoción.
Enciéndase, pues, en nuestro pecho la viva llama de nuestro afecto y confianza; y desde luego nos inundarán las efusiones de generosidad y bizarría, con que este Arcángel de la conmiseración nos auxiliará en todas nuestras necesidades.
Testigo de esta verdad será en todos los siglos la casa de Tobías, para quien no sólo fue Él mismo en persona a cobrar la considerable suma de diez talentos de plata, que le adeudaba el buen Gabelo vecino de la ciudad de Ragés en Media; más aún enriqueció su casa con la mitad del opulento patrimonio de Raguel, y aún con todo el patrimonio entero, seguida la muerte de este virtuoso varón.
Esta misma generosa providencia mostraría a los necesitados, si con los fines arriba indicados, depositasen en Él toda su confianza, como lo han experimentado diferentes, recurriendo a este tesoro del gran Rey con viva fe e inflamada devoción.
Enciéndase, pues, en nuestro pecho la viva llama de nuestro afecto y confianza; y desde luego nos inundarán las efusiones de generosidad y bizarría, con que este Arcángel de la conmiseración nos auxiliará en todas nuestras necesidades.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Benéfico y próvido San Rafael, pues que tantas pruebas de socorro habéis dado en todo tiempo, a vuestra providencia me asilo para que me alcancéis todo cuanto me sea menester para pasar en tranquila paz y decencia esta breve y fugitiva vida.
No pretendo montañas de oro para fijar sobre su cumbre un trono a mi soberbia, sino precisamente aquello que Vos, ilustrado con los rayos de la eterna luz, sabéis que me conviene para mi manutención y otros fines de la Divina gloria.
Pero los bienes, de que con más ahínco os suplico me proveáis, son los bienes del alma en cuya comparación, según expresión del Sabio, la plata no es más que lodo, el oro sino despreciable arena, y todas las riquezas no merecen otro nombre que el de nada.
¿De qué me serviría, que montes de oro precediesen mi carro triunfal, como al de Pompeyo; si en remate quedase privado para siempre de las verdaderas riquezas, de que hace magnifica ostentación el Rey inmortal de los siglos, en aquel brillante Reino, que mide su duración con la eternidad?
¿Seré tan loco como Esaú, que por un puñado de legumbres me venda tan rico patrimonio? No, no, Santo mío. Lo que primero pido es el Reino de Dios y su justicia; y lo demás sólo por añadidura. Esto espero de Vos.
No pretendo montañas de oro para fijar sobre su cumbre un trono a mi soberbia, sino precisamente aquello que Vos, ilustrado con los rayos de la eterna luz, sabéis que me conviene para mi manutención y otros fines de la Divina gloria.
Pero los bienes, de que con más ahínco os suplico me proveáis, son los bienes del alma en cuya comparación, según expresión del Sabio, la plata no es más que lodo, el oro sino despreciable arena, y todas las riquezas no merecen otro nombre que el de nada.
¿De qué me serviría, que montes de oro precediesen mi carro triunfal, como al de Pompeyo; si en remate quedase privado para siempre de las verdaderas riquezas, de que hace magnifica ostentación el Rey inmortal de los siglos, en aquel brillante Reino, que mide su duración con la eternidad?
¿Seré tan loco como Esaú, que por un puñado de legumbres me venda tan rico patrimonio? No, no, Santo mío. Lo que primero pido es el Reino de Dios y su justicia; y lo demás sólo por añadidura. Esto espero de Vos.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
Pedir la gracia que se desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA NOVENO - 23 DE OCTUBRE
Por la Señal...
Por la Señal...
Acto de contrición.
CONSIDERACIÓN: SAN RAFAEL, MÉDICO DE NUESTRA SALUD
Si bien en todo género de urgencias se ha mostrado siempre San Rafael un dulce amigo de los hombres; pero lo que más peculiarmente le distingue y caracteriza, es el oficioso anhelo con que se interesa en curar nuestras enfermedades.
Su nombre es ya su más completo elogio; pues Rafael significa «Medicina de Dios». ¿Qué enfermedad habrá tan renitente, que no ceda a tal medicina y a tal medico? Cede en efecto la ceguera de Tobías; cede la obsesión de Sara; cede la devorante melancolía de Ana y Raguel; toda aflicción en fin, toda dolencia cede.
Persuadida la Iglesia Santa de esta verdad consoladora, invoca en las enfermedades de sus hijos a este Ángel de la Piscina, como al único instrumento de que se vale Dios en todas las curaciones milagrosas, como dicen los Santos Padres Gregorio y Agustín.
La ciudad de Córdoba con sólo acudir a este Medico celestial, y colocar su imagen en el pináculo de su catedral, vio cesar repentinamente una peste asoladora, que iba acabando con todos sus vecinos, sembrando por todo el llanto, el luto y la orfandad.
¿Qué beneficios no recibió de Él, aquel inmortal héroe de la caridad con los enfermos San Juan de Dios, hasta verle con hábito de su orden servir y curar a aquellos, y tenerle por su agonizante en la última hora de su vida? Acudamos pues a Él con viva fe, y sanará nuestras enfermedades.
Su nombre es ya su más completo elogio; pues Rafael significa «Medicina de Dios». ¿Qué enfermedad habrá tan renitente, que no ceda a tal medicina y a tal medico? Cede en efecto la ceguera de Tobías; cede la obsesión de Sara; cede la devorante melancolía de Ana y Raguel; toda aflicción en fin, toda dolencia cede.
Persuadida la Iglesia Santa de esta verdad consoladora, invoca en las enfermedades de sus hijos a este Ángel de la Piscina, como al único instrumento de que se vale Dios en todas las curaciones milagrosas, como dicen los Santos Padres Gregorio y Agustín.
La ciudad de Córdoba con sólo acudir a este Medico celestial, y colocar su imagen en el pináculo de su catedral, vio cesar repentinamente una peste asoladora, que iba acabando con todos sus vecinos, sembrando por todo el llanto, el luto y la orfandad.
¿Qué beneficios no recibió de Él, aquel inmortal héroe de la caridad con los enfermos San Juan de Dios, hasta verle con hábito de su orden servir y curar a aquellos, y tenerle por su agonizante en la última hora de su vida? Acudamos pues a Él con viva fe, y sanará nuestras enfermedades.
Medítese un poco y pídase el favor que se desee alcanzar.
COLOQUIO
Sapientísimo Médico del Cielo y piadoso Príncipe San Rafael, ¡qué tiernos que son vuestros afectos, y cuán fino y dulce vuestro amor, pues tanto interés tomáis en consolar y aliviar a los afligidos dolientes, que yacen sobre el lecho de su dolor!
Ya pues que tan tierno sois, y tan piadoso, a Vos pido y de Vos espero la salud de cuerpo, para poder trabajar continuamente a gloria del Criador y bien de sus hechuras. Pero ante todo os suplico miréis con ojo compasivo las innumerables enfermedades de que adolece mi alma. ¡Oh qué campo tan ancho ofrecen estas a vuestra compasión y humanidad!
La hinchazón de la soberbia me tiene todo entumecido, la comezón de la codicia me irrita; la maligna calentura de la lujuria me enciende, la inflamatoria ira me agita; la sedienta gula me embrutece, el tétrico humor de la envidia me tiene pálido y afilado, y la gota de la pereza me tiene del todo paralizado.
Tantos, tan graves, y tan inveterados males sólo la medicina de Dios podrá curarlos. Vos pues, a quien honra el Todopoderoso con tan interesante dictado, enterneceos sobre tan horroroso cúmulo de males, curando las dolencias de aquellos vicios capitales con los medicamentos de las virtudes opuestas.
Este es el fruto especial que deseo alcanzar por vuestra mediación en esta Novena; pues él sólo me asegura la salud eterna de la gloria.
Ya pues que tan tierno sois, y tan piadoso, a Vos pido y de Vos espero la salud de cuerpo, para poder trabajar continuamente a gloria del Criador y bien de sus hechuras. Pero ante todo os suplico miréis con ojo compasivo las innumerables enfermedades de que adolece mi alma. ¡Oh qué campo tan ancho ofrecen estas a vuestra compasión y humanidad!
La hinchazón de la soberbia me tiene todo entumecido, la comezón de la codicia me irrita; la maligna calentura de la lujuria me enciende, la inflamatoria ira me agita; la sedienta gula me embrutece, el tétrico humor de la envidia me tiene pálido y afilado, y la gota de la pereza me tiene del todo paralizado.
Tantos, tan graves, y tan inveterados males sólo la medicina de Dios podrá curarlos. Vos pues, a quien honra el Todopoderoso con tan interesante dictado, enterneceos sobre tan horroroso cúmulo de males, curando las dolencias de aquellos vicios capitales con los medicamentos de las virtudes opuestas.
Este es el fruto especial que deseo alcanzar por vuestra mediación en esta Novena; pues él sólo me asegura la salud eterna de la gloria.
Y para más obligaros, unido mi espíritu con las tres Jerarquías de los Ángeles, saludo a la Sacrosanta e individua Trinidad con tres Padre Nuestro, tres Ave María y un Gloria Patri.
Pedir la gracia que se desea recibir. Las Oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
Me gusta la paguina y toda las novenas de los Arcangeles. Dios les bendiga.
ResponderEliminarEstimado don Jorge, quería consultarle donde puedo encontrar un devocionario donde aparezca en latín y español alguna letanía a San Rafael Arcángel. Gracias
ResponderEliminarDon Pepe, hasta donde sabemos y hemos buscado, no conocemos si existe alguna letanía en honor a San Rafael Arcángel.
EliminarEncontré una en el devocionario del Reverendo Padre Pinazo, sacerdote religioso de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en su Devocionario de 1959. Pero desde luego no estaba en latín. Pues desde luego si usted no tiene constancia, lo más probable que no exista. Muchísimas gracias y aprovecho para felicitarle la Pascua, ¡feliz Pascua de Resurrección!
Eliminar