El día 19 de Octubre, la cantante irlandesa Sinéad O’Connor publicó vía Twitter que, en ceremonia presidida por el teólogo suní Umar Al-Qadri (fundador del Centro Cultural Islámico de Irlanda Al-Mustafá) en Dublín se convirtió al Islam, cambiándose el nombre a Shuhada’ Davitt, luego de cambiárselo a Magda Davitt el año anterior:
«Esto es para anunciar que estoy orgullosa por haberme convertido en musulmana. Esta es la natual conclusión de cualquier viaje teológico inteligente. Todo estudio de la escritura lleva al islam, lo que hace redundante todas las escrituras. Me daré un nuevo nombre: Será Shuhada’».
O’Connor/Davitt
es una cantante irlandesa de música rock nacida y criada en la iglesia
conciliar, que cobró fama mundial cuando en una presentación en vivo del
programa de la NBC Saturday Night Live del 5 de Octubre de 1992 rasgó
una fotografía de Karol Wojtyla Katzorowsky/JP2 al grito de «Maldad», y
arrojó los pedazos a la cámara diciendo: «Luchad contra el verdadero
enemigo», en lo que ella denominó un acto de protesta contra el récord de
abuso sexual por parte de los clérigos (acción que incluso Madonna
reprochó como ofensa a los sentimientos religiosos), y porque el 27 de en Abril de 1999 en una habitación de hotel Lourdes fue ordenada presbítera
por el obispo herético Michael Patrick O’Connor Cox (consagrado en 1978
por Ciarán Broadbery, quien a su vez fue consagrado obispo por Clemente
Domínguez Gómez –futuro Gregorio XVII OCSFAJMJ, primer papa de la
Iglesia Católica Palmariana–), fundador de la Iglesia Católica
Apostólica y Ortodoxa Irlandesa.
Como
persona, Sinéad O’Connor ha pasado por tantas fases vitales que sería
muy prolijo enumerarlas todas: abandonó a su madre Johanna Marie O’Grady (que la
maltrataba) para vivir en el hogar reconstruido de su padre John Oliver “Seán” y su
nueva esposa, la divorciada Viola Margaret Suiter (de soltera Cook), fue recluida en un “Asilo de la Magdalena”, se casó cuatro
veces y tuvo cuatro hijos en tres de esas relaciones (uno de ellos
extramatrimonial), se declaró lesbiana en el año 2000, sufre de
depresión y ha tenido tendencias suicidas. Pero si todas sus elecciones
religiosas hasta la fecha tenían un punto frívolo o, cuanto menos,
inofensivo, al transformarse en Shuhada Davitt ha entrado en una fe
cuyos fieles se toman con extraordinaria seriedad, y en la que no es
probable que sus correligionarios reaccionen con un encogimiento de
hombros a una nueva ‘salida’ de la neófita que afecte a su fe (como los
conciliares): No señor, tanto el Corán (suras 2:108 y 217, 3:90, 4:91 y
137, 9:11-12 y 66, 16:106 y 88:23-24 entre otras) como los Hadit y la
ley sharia, castigan la apostasía del Islam (en árabe
اِرْتِدَاد/irtidād, ‘volver atrás’) con la muerte. Y la apostasía no
solamente implica cambiar de religión, dudar de los principios de la fe
islámica también es considerado apostasía (y en Arabia de Saúd, terrorismo).
El
Islam crece, no solo vegetativamente –por la entrada de inmigrantes y
por la saludable fertilidad de sus adherentes–, sino también por
conversiones de quienes tienen por herencia las raíces cristianas. Y en
buena medida se explica porque el Islam da toda la impresión de creer en
sí mismo, de transmitir certezas, lo que cada vez se puede decir menos
de la Iglesia institucional, sobre todo en su proyección pública.
Estas
líneas son para reflexionar sobre un fenómeno más amplio, que
afecta a todas las sociedades occidentales y que la Iglesia Conciliar
agrava con su bien ‘actualización’ y con su ‘apertura al
mundo’, que no es sino una servil rendición a lo que el mundo considera
valioso, unida a un escamoteo sangrante de todas las doctrinas que
puedan parecer difíciles, que recuerden al cristiano que “la vida del
hombre sobre la tierra es milicia”, que lo único importante es que las
almas se salven, y que el camino único de la salvación es la Cruz.
La
teoría es que esto vendrá después, pero que primero hay que atraer a
los jóvenes, especialmente, con aquello que les gusta. Y esa teoría se
está mostrando previsiblemente desastrosa. Digámoslo una vez más: una fe
que te dice que eres estupendo tal como estás y que aplaude todo lo que
haces es redundante y no atrae a nadie.
La
Iglesia que pelotillea a la juventud –como hemos visto en algunos casos
ruborizantes durante este sínodo y en las Jornadas Mundiales de la Juventud– será siempre rechazada por quien
necesita certezas y que les digan las verdades más duras y el mensaje
menos abierto a las componendas. El mensaje no puede ser “hakuna
matata” (en suajili: no hay problema), porque sí lo hay, y gravísimo: esta vida es el
escenario de una lucha no ya a vida o muerte, sino a vida o muerte
eternas.
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