«Los sufrimientos de la vida presente no son de comparar con la gloria venidera» (Romanos VIII, 18).
San Sabas (en rumano Sava Gotul/Сава Готѹл; en griego Σάββας ο Γότθος) era godo de nacimiento, de la tribu de los tervingios. Como rehusara comer carne inmolada a los ídolos, diciendo que prefería antes morir que ofender a Dios, se lo despojó de sus vestidos, se lo arrastró sobre espinas, se lo torturó cruelmente, y, finalmente, fue arrojado al río Bužau. En medio de los suplicios daba gracias a Dios por haberlo juzgado digno de padecer por su causa. Imitemos su constancia y agradezcamos a Dios en las aflicciones como en la prosperidad. Murió el santo en el año 372, cuatro días después de la Pascua.
MEDITACIÓN SOBRE LA NECESIDAD DE LOS SUFRIMIENTOS
I. La palabra del Salvador: «Renúnciate a ti mismo y lleva tu cruz», no ha sido dicha para los religiosos solamente; se dirige a todos los cristianos en general. La vida cristiana es un trabajo sin descanso, porque hemos de combatir sin cesar nuestros deseos, apartarnos de lo que nos place y hacer lo que nos desagrada. Pero consolémonos: si llevamos nuestra carga con amor, Dios la hará ligera. «Para los que aman a Dios es más fácil cercenar siempre sus apetitos, que para los que aman al mundo contenerlos algunas veces» (San Agustín).
II. Además de la violencia que debemos hacernos a nosotros mismos para mortificar nuestras pasiones, Dios nos enviará pruebas de toda clase. Aceptémoslas, no solamente con resignación, sino con fe y gratitud: es una prueba del amor de Dios hacia nosotros. «¿Cuál es el hijo, dice San Pablo, a quien Dios no corrige? pues el Señor castiga misericordiosamente a los hijos que ama». Así, pues, persevera en la sumisión, prosigue el gran Apóstol; si Dios no te castiga, es porque no te tiene por hijo legítimo, sino por bastardo. «El que no sufre en el exilio no se regocijará en la patria» (San Agustín).
III. San Sabas ve a los ángeles que lo llaman desde la otra orilla del río al que lo van a precipitar, y conjura a sus verdugos a que apresuren su suplicio. En tus pruebas vuelve los ojos al Cielo. «Considera lo que se te ha prometido. Para quien tiene en vista la recompensa, nada hay que no le parezca leve y fácil, y la esperanza del salario suaviza la fatiga del obrero» (San Jerónimo).
El pensamiento del cielo. Orad por los afligidos.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Sabas, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo honramos, nos fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.
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