Dispuesto por el padre Diego Álvarez de la Paz SJ, reimpreso en Madrid en 1830.
MES EUCARÍSTICO, ESTO ES, PREPARACIONES, ASPIRACIONES Y ACCIÓN DE GRACIAS PARA ANTES Y DESPUÉS DE LA SAGRADA COMUNIÓN
DÍA OCTAVO
PREPARACIÓN
I. ¿Quién viene a mí en este Sacramento? Cristo, Sol de justicia; luz verdadera, que alumbra a todo hombre venido a este mundo (Malach. 4, 2; Hebr. 1, 3; Joann. 1, 9).
II. ¿A quién viene? Al hombre ciego, que anda en tinieblas, que vive en la región de las sombras de muerte, y que se duele porque no puede ver la luz del Cielo (Isa. 9, 2; Tobías 5, 12).
III. ¿A qué viene? A señalarlo con la luz de su semblante, alumbrarlo con la claridad de su doctrina y ejemplo, con una lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que llegue a lucir el día de la eternidad, y el lucero de gloria nazca en su corazón (Ps. 4, 7; 2.ª Petr. 1, 19).
Aspiración: Levántate, ven a ser alumbrada, Jerusalén, porque es llegada tu luz: en ti nacerá el Señor, y su gloria en ti se verá (Isa. 60, 1). ¡Oh luz divina!, que con un milagro continuo habitas entre la blanca nieve de la Hostia consagrada; Tú, que siendo esplendor de la gloria, y figura de la sustancia del Padre (Hebr. 1, 3), te pusiste a nivel con la criatura, para que el infinito resplandor de tu Majestad no la impidiese llegar a Ti, ilustra mi entendimiento con tu claridad, para que mejor conozca el soberano don que en este Sacramento voy a recibir. Hasta el presente día huí de Vos, porque el que obra mal aborrece la luz (Joann. 3, 20), temeroso de que sus malas obras sean vistas y condenadas. Pero ¿qué ganancia conseguía con vivir voluntario entre mil tinieblas? Vos sois una luz, que alumbrará en el postrero día los senos mismos de las tinieblas, y manifestará los consejos del corazón (1.ª Cor. 4, 5); ¿pues qué hacía yo, Dios mío, con impedir la entrada de vuestra luz a mi corazón, sino aumentar para el día del juicio los motivos de mi confusión? Yo a mí mismo me engañaba. Dichosa luz que me das a conocer mi error. No me desampares, pues me llego a Ti. Ven a mi interior, y la oscura noche en que he vivido será alumbrada como el día claro (Ps. 138, 12). Alumbrad, Señor, mi ceguedad, porque Vos solo sois el que da luz a los ciegos (Ps. 145, 8). Tu misericordia, Padre mío, no me desampare.
ACCIÓN DE GRACIAS
I. Considera, alma mía, a Jesucristo en medio de tu corazón como blancura brillante de luz eterna, alumbrando los propios senos de las tinieblas, y a ti como al otro ciego que mandó Jesús traer a su presencia, el cual decía: Señor, yo quiero ver (Sap. 7, 16; 1.ª Cor. 4, 5; Luc. 18, 41).
II. Ámalo más que a tus ojos, y sobre todo cuanto es deleitable a la vista; de manera que resuelvas firmemente apartar tus ojos para nunca ver vanidad alguna (Ps. 118, 37).
III. Pide te conceda el don escogido de fe, para que veas lo que debes obrar, y te animes a obrar lo que vieres convenir (Sap. 3, 14)
Aspiración: Porque Tú, ¡oh Señor!, das luz á mi entendimiento, Te ruego, Dios mío, alumbres mis tinieblas (Ps. 17, 9). ¡Oh Oriente, candor de luz eterna, espejo sin mancilla de la Majestad de Dios, e imagen de su bondad (Sap. 7, 26)! Pues Os habéis dignado venir a mí, enviad vuestra luz y verdad de fe, para que asistido mi espíritu de ambas vuele a tu santo monte, y a los tabernáculos de tu gloria (Ps. 42, 3). Alentad este corazón, que humilde os adora, y esta alma, que con vivas ansias os suspira: ¡cuando llegaré a la visión clara del Señor (Ps. 41, 3)! Avivad estos deseos de unirme a Vos. Consumid ya de una vez las tinieblas que nacen de este corazón e impiden los divinos rayos que enviáis para alumbrarle, y calentarle en vuestro amor. Dadme, luz mía, un cabal conocimiento de lo que merecéis ser servido, de lo que es justo seáis adorado, amado y obedecido. Nunca os apartéis de mí, para que conociendo yo lo que debo obrar, no me separe un punto de Vos. Gracias infinitas os doy por tanta luz como me dais para conocer a Vos, y conocerme a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.