jueves, 20 de junio de 2019

LAUDES DIVINAS EN DESAGRAVIO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

La adoración de la Sagrada Forma (detalle; copia por Vicente López del original pintado por Claudio Coello).
   
Las “Alabanzas Divinas” (Laudes Divínæ) son una serie de aclamaciones en alabanza a Dios, a Jesucristo, al Espíritu Santo, la Santísima Virgen, San José y todos los Ángeles y Santos. Originalmente fueron escritas en 1797 por el sacerdote Luigi Felici SJ (1736-1818) para hacer reparación contra la blasfemia y las malas palabras, mal tan común en la sociedad y que atrae la ira de Dios. Pío VII, el 23 de Mayo de 1801, las aprobó y extendió a toda la Iglesia, enriqueciendo con indulgencias este acto piadoso.
   
A menudo, las Alabanzas Divinas son usadas luego de la Bendición con el Santísimo Sacramento (el Sacerdote comienza y los fieles repiten) antes de ser guardada la Sagrada Hostia en el tabernáculo, pero también pueden decirse después de escuchar, ver, pronunciar o pensar inadvertidamente alguna blasfemia o cualquier palabra malsonante.
  
LATÍN
Benedíctus sit Deus!
Benedíctus Nomen Sanctum ejus!
Benedíctus Jesus Christus, verus Deus et verus homo!
Benedíctum Nomen Jesu!
Benedíctum Cor ejus sacratíssimum!
Benedíctus Sanguis ejus pretiosíssimus!
Benedíctus Jesus in sanctíssimo altáris Sacraménto!
Benedíctus Sanctus Spíritus Paráclitus!
Benedícta excélsa Mater Dei, María sanctíssima!
Benedícta sancta ejus et immaculáta Concéptio!
Benedícta ejus gloriósa Assúmptio!
Benedíctum nomen Maríæ, Vírginis et Matris!
Benedíctum Cor ejus immaculátum!
Benedíctus sanctus Joseph, ejus castíssimus Sponsus!
Benedíctus Deus in Ángelis suis, et in Sanctis suis! Amen.
  
TRADUCCIÓN
¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su Santísimo Nombre!
¡Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre!
¡Bendito sea el Nombre de Jesús!
¡Bendito sea su sacratísimo Corazón!
¡Bendita sea su preciosísima Sangre!
¡Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito!
¡Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima!
¡Bendita sea su santa e inmaculada Concepción!
¡Bendita sea su gloriosa Asunción!
¡Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre!
¡Bendito sea su Inmaculado Corazón!
¡Bendito sea San José, su castísimo Esposo!
¡Bendito sea Dios en sus Ángeles y Santos! Amén.
  
Pío VII, mediante rescripto del 23 de Mayo de 1801, otorga indulgencia de un año cada vez que se rece devotamente y con corazón contrito, indulgencia también aplicable a las Benditas Ánimas. Pío IX, mediante decreto del 8 de Agosto de 1847, concedió Indulgencia Plenaria al mes, con las condiciones de rigor, y aplicable también a las Benditas Ánimas.

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