Noticia tomada de ACTUALITÉS FSSPX.
La Iglesia católica quiere aprovechar la nueva situación política creada por la revolución de agosto de 2024 para conseguir que la fiesta de Pascua se convierta en un día feriado en Bangladés. Un objetivo ambicioso, dado que el catolicismo solo representa una minoría simbólica y frágil en esta región del golfo de Bengala.
Si es cierto que la fortuna favorece a los audaces, no sería de extrañar que los católicos de Bangladés ganaran el caso. En un país donde el catolicismo solo representa el 0,3% de los 160 millones de habitantes –es decir, prácticamente nada–, pedir que el domingo de Pascua sea declarado un día feriado requiere una buena dosis de audacia rayana en la osadía.
Pero eso es exactamente lo que acaba de hacer el presidente de la Conferencia Episcopal del país, al enviar –en nombre de todas las confesiones cristianas– una carta a Muhammad Yunus, el hombre que preside actualmente el gobierno provisional que trata de estabilizar un Bangladesh sumido en la incertidumbre desde el derrocamiento de la «Begum [princesa] de Hierro», Seikh Hasina, en agosto de 2024.
«El día en que celebramos el triunfo de Nuestro Señor Jesucristo sobre el pecado y la muerte es una de las celebraciones más significativas del cristianismo», explica Monseñor Bejoy Nicephorus D’Cruze OMI en su carta, difundida por la agencia de noticias Fides.
El prelado lamenta que «este día de vital importancia (no) sea considerado festivo en el país, a pesar de las reiteradas peticiones a los gobiernos anteriores. Como resultado, muchos católicos no pueden asistir a los servicios religiosos ni a la santa misa, desobedeciendo así sus obligaciones religiosas sin poder saciar su sed espiritual».
Por ello, el líder de la Iglesia de Bangladés pide a las autoridades «tener la oportunidad, como las demás religiones de nuestro país, de celebrar esta significativa y solemne fiesta».
«Aunque la población cristiana es reducida, formamos parte integrante del país y contribuimos de forma significativa a las iniciativas de desarrollo a través de nuestros servicios comunitarios, sobre todo en los ámbitos de la educación, la salud, la lucha contra la pobreza y otros programas de desarrollo».
Para la Iglesia católica, la situación parece favorable, ya que, por una parte, el gobierno nombrado ad ínterim –y financiado en parte por la ayuda occidental condicionada a la pacificación del país– intenta dar la imagen de un país protector de las minorías que viven dentro de un islam omnipresente.
Por otra parte, la Iglesia tiene en el país una influencia inversamente proporcional al número de fieles que reclama, aportando una notable contribución en los ámbitos de la salud, la educación y el apoyo a los más desfavorecidos.
«Apreciamos las iniciativas de reforma de su gobierno», concluye D’Cruze, que pide oficialmente al gobierno «que considere declarar festivo el domingo de Pascua para que la comunidad cristiana pueda aprovechar y celebrar sus importantes rituales». La pelota está ahora en la cancha de Muhammad Yunus.
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