El pasado 28 de Octubre de 2024 falleció en el asilo para discapacitados físicos y mentales San Vicente de Rüdesheim-Aulhausen el obispón emérito de Limburgo (Alemania) Franz Kamphaus, a los 92 años de edad, después de años con la enfermedad de Párkinson.
Franz Kamphaus nació en Lüdinghausen (distrito de Cösfeld, Renania del Norte-Westfalia, Alemania) el 2 de Febrero de 1932, como el quinto hijo de una familia campesina. Un hermano suyo, Hermann Josef (fallecido en 2010) fue sacerdote también. El 21 de Febrero de 1959 fue ordenado sacerdote por el obispo de Münster Michael Keller Vagedes († 1961), y luego trabajó durante cuatro años como capellán en la parroquia Espíritu Santo en Münster y un año como capellán y profesor religioso en la parroquia Asunción de Santa María en Ahaus. Se doctoró en la Universidad de Münster en 1968 con la tesis “De la exégesis a la predicación. Sobre el problema del anuncio de la Pascua, los milagros y los relatos de la infancia [de Jesús]”, y fue director de formación permanente del clero y rector del Seminario diocesano. El 3 de Mayo de 1982, Juan Pablo II Wojtyła lo nombró obispón de Limburgo, siendo “instalado” el 13 de Junio de ese año por el cardenal de Colonia Joseph Höffner Schug († 1987; póstumamente acusado de mal manejo de casos de abuso sexual clerical) y ocupando el cargo hasta el 2 de Febrero de 2007, cuando le fue aceptada su renuncia por edad y se retiró al asilo para discapacitados físicos y mentales San Vicente de Rüdesheim-Aulhausen. El año 2004, recibió el premio Ignatz Bubis Bronspiegel de la ciudad de Fráncfort, cuyo epónimo fue presidente del Consejo Central Judío de Alemania y crítico de la culpabilización eterna de dicho país por los hechos de la guerra.
Con su cruz pectoral hecha de la madera de la puerta del granero de su familia y su boina como elementos distintivos, Kamphaus fue sumamente controversial. Hizo campaña a favor de los refugiados (cedió a una familia de Eritrea el palacio episcopal por un tiempo, y él se mudó al seminario) y abogó por una “República Federal de la Tierra” („Bundesrepublik Erde“) en la que nadie quedaría excluido en lo que respecta a la paz, la libertad y la justicia. Fue el único obispón en Alemania en continuar entregando „Beratungsscheine“, certificados de consejería a las mujeres embarazadas que querían abortar, aun cuando el Vaticano le exigió que no ofreciera tal consejería (en Alemania, el aborto es legal desde 1995, pero para acceder a él debe haber una asesoría previa), por lo que Wojtyła le quitó autoridad sobre los centros de consejería en 2002. Y por otra parte, en 2019 pidió disculpas porque su diócesis no actuó con la debida diligencia y contundencia contra el sacerdote-presbítero laicizado Wolf-Dieter Weiß, acusado de abuso de menores en tres diócesis donde estuvo (Wurzburgo, Limburgo y Bamberg). Ordenado el 21 de Junio de 1966 para la diócesis de Wurzburgo, Weiß recaló veinte años después en Limburgo tras suspenderse un proceso por abuso en la parroquia de Miltenberg, y Kamphaus le asignó servir en la comunidad de Ransbach-Baumbach en Westerwald hasta que fue transferido en 1992 a la archidiócesis de Bamberg.
Hay una anécdota que vincula a Kamphaus con un tal Joseph Ratzinger, quien estaba en ese momento muy lejos de ser el Benedicto XVI tan añorado de los neocones, pero que ciertamente habría hecho de Kamphaus el modernista que todos conocieron. Vamos a citarla nuevamente:
«La noche del 13 de diciembre, hace casi exactamente 50 años [año 1964], un estudiante llamado Franz vagaba por las calles de Münster. No podía dormir. Estaba demasiado agitado por el sermón que había oído en la catedral, a cargo de un joven sacerdote y profesor [Ratzinger], pocos años mayor que él, que había hablado del Adviento y la Navidad de una forma revolucionaria, totalmente nueva. Más aún: la enseñanza tradicional sobre la época de la historia humana que divide la historia en una era de oscuridad y una era de salvación –es decir, el tiempo antes y después del nacimiento de Cristo– ya no podía ser tomada en serio en la actualidad, decía el predicador, un joven teólogo. Después de las guerras mundiales, después de Auschwitz e Hiroshima, ¿quién podría hablar de una “Era de gracia” que habría comenzado hace 2000 años en Belén? No, la línea que separa la oscuridad de la luz, el cautiverio de la Redención, no corta la historia tajantemente, sino que lo hace en nuestras almas. Adviento no tiene lugar en nuestros calendarios, sino en nuestros corazones –o se hunde sin ningún fruto–. Era una idea increíble, y es fácil imaginar que el estudiante hubiera tenido problemas para dormir después de ese sermón y que quisiese permanecer a solas consigo mismo, con el fin de reflexionar sobre todo esto» [MARKUS GÜNTHER, Diaspora Deutschland (Diáspora en Alemania). Frankfurter Allgemeine Zeitung, 28 de Diciembre de 2014 - Traducción inglesa: Church in crisis: Diaspora Germany, The Radical Catholic, 31 de Diciembre de 2014. Traducción española propia].
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