domingo, 10 de noviembre de 2024

BERGOGLIO INCLUYE A SANTO CALDEO EN MARTIROLOGIO ROMANO


Ayer 9 de Noviembre, Francisco Bergoglio recibió a Mar Aba III Rubén (en siríaco ܡܵܪܝ ܐܲܒܵܐ ܪܽܘܒ݂ܶܝܠ ܬܠܝܼܬ݂ܵܝܵܐ; en árabe مار آوا روئيل الثالث), patriarca de la Iglesia Asiria del Oriente. En esta ocasión, Bergoglio incluyó a Isaac de Nínive, un obispo asirio del siglo VII, en el Martirologio Romano.

El encuentro marcó el 30 aniversario de una “Declaración Cristológica Común” con la Iglesia Asiria del Oriente, suscrita por el patriarca Mar Dinja IV Ananías (en siríaco ܡܵܪܝ ܕܸܢܚܵܐ ܪܒ݂ܝܼܥܵܝܵܐ ܚܰܢܰܢܝܳܐ; en árabe مار دنخا الرابع خننيا) y Juan Pablo II Wojtyła.

Isaac de Nínive (en siríaco ܡܳܪܝ ܐܺܝܣܚܳܩ ܕܢܺܝܢܘܳܝ̈ܶܐ/Mar ʾĪsḥāq ḏ-Nīnwē; en árabe إِسْحَاق النينوي/Ishaq an-Naynuwī; en griego Ἰσαὰκ Σῦρος; † 700), fue un teólogo místico y ascético nacido en el actual Catar. Llegó a ser obispo de Nínive (actual Mosul, Irak), pero dimitió poco después para llevar una vida monástica solitaria.
   

Estuvo vinculado a la Iglesia Asiria de Oriente. Este cisma fue consecuencia del rechazo del Concilio de Éfeso (431), que defendía el título mariano de «Theotokos» («portadora de Dios»; en siríaco ܝܶܠܕ݁ܰܬ݂ ܐܰܠܳܗܳܐ/Yoldath Aloho). La Iglesia asiria se adhirió a la herejía nestoriana de que había dos personas en Cristo, una divina y otra humana. Nestorio (que seguía la escuela catequética de Antioquía) prefería el título mariano «Christotokos» («portadora de Cristo»; en siríaco ܝܶܠܕ݁ܰܬ݂ ܡܫܺܝܚܳܐ/Yoldath Mshiha), pues creía que María dio a luz al Jesús humano, no al Logos divino. Aunque por influencia del metropólita Barsauma de Nísibe (quien presidió el Sínodo de Beth Lapar/Gundeshapur del 484) el patriarca Babai II (reinó del 497 hasta el 503) se tendió hacia el nestorianismo con fines políticos (el Imperio Persa estaba en guerra con Constantinopla), el patriarca Mar Aba I adoptó las disposiciones del Concilio de Calcedonia y rechazó el cisma nestoriano en el año 544 y en un concilio del año 612 se adoptó la definición cristológica del abad Mar Babai el Grande (en siriaco ܒܵܒܲܝ ܪܲܒܵܐ/Babai Rabal;†628), visitador monástico y de los dos regentes durante una sede vacante de 19 años tras la muerte del patriarca Gregorio de Seleucia. Mar Babai, en su Libro de la Unión, sostenía que en Cristo hay dos qnome (en siriaco ܩܢܽܘܡܳܐ; «naturaleza»), que no están mezcladas pero están unidas eternamente en una parsopa (en siriaco ܦ݁ܰܪܨܽܘܦ݁ܳܐ; del griego πρόσωπον/prosopón, «persona, carácter, identidad»), correspondiendo estos términos a la ousía e hipóstasis de los griegos (como se ve, los cismas siríacos fueron más por cuestiones lingüísticas que por la doctrina como tal).
   
Mar Isaac fue autor de varios escritos y homilías como “La discriminación de las virtudes”, la homilía 74 que forma parte de la Primera Colección (Escritos místicos), traducida al inglés por el semitólogo, historiador e islamólogo neerlandés Arent Jan Wensinck Vermeer († 1939):
«¿Qué es un corazón misericordioso? Es el incendio del corazón por toda criatura: por los hombres, por las aves, por las bestias, por los demonios y por todo lo que existe. A su recuerdo y a su vista, los ojos [de tal individuo] derraman lágrimas, por la violencia de la misericordia que impulsa a [su] corazón con motivo de la gran compasión. El corazón se derrite y no puede soportar oír o ver un daño o un sufrimiento pequeño de cualquier criatura. Por tal razón, ofrece oraciones con lágrimas en todo tiempo, aun por los seres que no son dotados de razón, por los enemigos de la verdad y por aquellos que le son adversos, para que sean protegidos y reciban misericordia; e incluso por los reptiles, con motivo de su gran misericordia, que en su corazón brota sin medida, como imagen de Dios».
Este texto (que fue citado hace dos años en el folleto “Hacia una espiritualidad para la Sinodalidad” de la Comisión de Espiritualidad-Subgrupo de Espiritualidad para la Sinodalidad del Sínodo sobre la Sinodalidad del Vaticano) muestra que Mar Isaac sostenía la esperanza de que el Infierno estaba vacío, la condenación no era eterna, y que todas las criaturas (incluidos los demonios) serían salvadas. En una palabra, adhería a la apocatastasis, doctrina contraria al Evangelio y que ha sido condenada en cuatro momentos:
  • Sínodo Endemousa (hoy Santo Sínodo) de Constantinopla (año 543), Anatemas al origenismo«Si alguno dice o siente que el castigo de los demonios o de los hombres impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la reintegración de los demonios o de los hombres impíos, sea anatema».
  • Concilio de Constantinopla II (año 553), Condena al Cisma Tricapitolino«Si alguno no anatematiza a […] Orígenes, juntamente con sus impíos escritos, y a todos los demás herejes, condenados por la santa Iglesia Católica y Apostólica y por los cuatro antedichos santos Concilios, y a los que han pensado o piensan como los antedichos herejes y que permanecieron hasta el fin en su impiedad, ese tal sea anatema».
  • Concilio de Letrán IV (año 1215), Profesión de fe para los valdenses: «Y, finalmente, [creemos y confesamos que] Jesucristo unigénito Hijo de Dios, […] ha de venir al fin del mundo, ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y ha de dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos: todos los cuales resucitarán con sus propios cuerpos que ahora llevan, para recibir según sus obras, ora fueren buenas, ora fueren malas; aquéllos, con el diablo, castigo eterno; y éstos, con Cristo, gloria sempiterna».
  • Papa Benedicto XII, Constitución Dogmática “Benedíctus Deus” (29 de Enero de 1336): «Definimos [por autoridad apostólica] además que, según la común ordenación de Dios, las almas de los que salen del mundo con pecado mortal actual, inmediatamente después de su muerte bajan al infierno donde son atormentados con penas infernales».
Pero él postula en otro lugar que el mayor tormento en los condenados es la privación del amor de Dios:
«En cuanto a mí, digo que los que son atormentados en el infierno son atormentados por los golpes del amor. ¿Qué hay más amargo y más violento que los tormentos del amor? Quien siente que ha pecado contra el amor lleva en sí una condena mucho mayor que los castigos más temidos. El dolor que trae al corazón el pecado contra el amor es más desgarrador que cualquier otro tormento.
       
Es absurdo pensar que los pecadores en el infierno sean privados del amor de Dios. El amor es hijo del conocimiento de la verdad, que, según todos, se da sin compartir. Por su mismo poder, el amor actúa de dos maneras. Él atormenta a los pecadores, como sucede aquí que un amigo atormenta a otro amigo. Y se regocija en sí mismo los que han guardado lo que se debe hacer. Éste, en mi opinión, es el tormento del infierno: el arrepentimiento. Pero las almas de los de arriba están en la embriaguez del deleite» [Œuvres spirituelles, 1.ª serie; discurso 84. (Jacques Touraille, traductor). París, Desclée de Brouwer, 1981, pág. 415].
Retornando al presente, el Dicasterio para la Unidad de los Cristianos del Vaticano cree (carta más abajo) que la inclusión de Mar Isaac en el Martirologio Romano prueba «que la santidad no se detuvo con las separaciones y existe más allá de las fronteras confesionales».
  
   
TRADUCCIÓN
DICASTÉRIUM AD CHRISTIANÓRUM UNITÁTEM PROMOVÉNDAM
   
Inclusión de Isaac de Nínive en el Martirologio Romano
   
El sábado 9 de Noviembre de 2024, el Santo Padre Francisco y Su Santidad Mar Aba III, Catholicós Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente, celebraron juntos en el Vaticano el 30.º aniversario de la Declaración Cristológica Común entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria, y el 40.º aniversario de la visita a Roma de un patriarca asirio.
    
La Declaración Cristológica Común, firmada el 11 de Noviembre de 1994 por San Juan Pablo II y el Catholicós Patriarca Mar Dinja IV, puso fin a 1.500 años de controversia cristológica que se remontaba al Concilio de Éfeso (431).
    
Su Santidad Mar Aba III estuvo acompañado por los miembros de la Comisión Conjunta para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria del Este, la cual fue establecida por la misma Declaración y que recientemente ha iniciado una nueva fase de diálogo sobre la liturgia en la vida en la Iglesia.
   
En esta ocasión, el Santo Padre anunció la inclusión en el Martirologio Romano de San Isaac de Nínive, también conocido como Isaac el Sirio, uno de los más venerados Padres de la tradición Siro-Oriental.
   
Isaac de Nínive, un monje y obispo en la segunda mitad del siglo VII, pertenecía a la tradición pre-efesia, esto es, las Iglesias de la tradición Asirio-Caldea. Nacido en el actual Catar, donde él había tenido su primera experiencia monástica, fue ordenado obispo de Nínive, cerca del actual Mosul (Iraq), entre el 676 y el 680, por el Catholicós de Seleucia-Ctesifón, Jorge I. Después de pocos meses como obispo, él pidió regresar a la vida monástica y se retiró al monasterio de Rabán Shabur en Beth Huzaye (en el actual suroeste de Irán). Allí, compuso varias colecciones de discursos ascético-espirituales que le hicieron famoso.
    
A pesar de pertenecer a una Iglesia que ya no estaba en comunión con ninguna otra, porque no había aceptado el Concilio de Éfeso del 431, los escritos de Isaac fueron traducidos a todos los idiomas hablados por los cristianos: griego, árabe, latín, georgiano, eslavo, etíope, rumano y otros. Así, Isaac se convirtió en una importante autoridad espiritual, especialmente en los círculos monásticos de todas las tradiciones, que rápidamente lo veneraron entre los santos y padres.
     
La inclusión de Isaac el Sirio en el Martirologio Romano prueba que la santidad no se detuvo con las separaciones y existe más allá de los límites confesionales. Como declaró el Concilio Vaticano II: «Es justo y saludable reconocer las riquezas de Cristo y las virtudes en la vida de quienes dan testimonio de Cristo y, a veces, hasta el derramamiento de su sangre» (Unitátis Redintegrátio 4). Por su parte, San Juan Pablo II declaró que «La commúnio sanctórum habla con una voz más fuerte que los elementos de división» (Tértio Millénio Adveniénte 37) y que «Si nos ponemos ante Dios, nosotros los cristianos tenemos ya un Martirologio común» (Ut Unum Sint 84).
    
El reciente Sínodo sobre la Sinodalidad también recordó que «el ejemplo de los santos y testigos de la fe de otras Iglesias y Comuniones cristianas es un don que podemos recibir, insertando su memoria en nuestro calendario litúrgico» (Documento Final 122).
    
Es de esperar que la inclusión en el Martirologio Romano de Isaac de Nínive, un testimonio de la preciosa herencia cultural cristiana del Medio Oriente, contribuirá al redescubrimiento de su doctrina y a la unidad de todos los discípulos de Cristo.
     
Por supuesto, este cambio NO AFECTA AL MARTIROLOGIO ROMANO TRADICIONAL observado por los sedevacantistas, que no reconocemos ninguno de los okupas del Vaticano ni su ecumenismo.

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