El obispón emérito de San Cristóbal de las Casas (Méjico) Felipe Arizmendi Esquivel, de 84 años, anunció el 13 de Noviembre en la agencia Exaudi que el Dicasterio para la Liturgia del Novus Ordo había “finalmente” aprobó (réctius, reconoció) algunas “adaptaciones litúrgicas” [en realidad, “rito maya”] para el servicio novusordita en los grupos étnicos tseltal, tsotsil, ch’ol, tojolabal y zoque de su antigua diócesis.
Arizmendi es responsable de la doctrina de la fe en la Conferencia del Episcopado Mejicano (CEM), que previamente aprobó el rito, y también parece ser cardenal. San Cristóbal de Las Casas tiene 1,6 millones de católicos y 135 presbíteros.
El prelado escribe que se han aprobado “danzas rituales” en el ofertorio, en la oración de los fieles o en la acción de gracias después de la comunión: «No son folclor, sino movimientos sencillos de toda la asamblea, monótonos, contemplativos, acompañados de música tradicional, y que expresan lo mismo que el rito romano, pero en otra forma cultural», señala.
En este nuevo rito del Novus Ordo, las mujeres (una, dos o tres de ellas) llevan a cabo un «ministerio de portadoras de incienso» «en lugar del sacerdote», que solo impone y bendice el incienso.
Las mujeres entonces inciensan el altar, las imágenes, el evangeliario, los ministros y la asamblea «no con el incensario común, sino con un sahumerio propio de la cultura». «Esto no es una reivindicación feminista, sino algo tradicional en estos pueblos originarios; son ellas quienes inciensan en las oraciones tradicionales», agrega como para tranquilizar.
Una persona laica de «reconocida importancia moral», conocida en algunas regiones como principal o principala (¿incluirá también a los líderes indígenas que –según Arizmendi– mandaron asesinar al presbítero Marcelo Pérez Pérez hace tres semanas?), lidera ciertas partes de la oración comunitaria, bien sea al comienzo del servicio, para introducir a la comunidad a la celebración, nombrar las intenciones y pedir perdón, o en la Oración de los fieles, después de que el presidente ha dado la invocación inicial y concluye con la oración final, o después de la Comunión como acción de gracias, que el presidente concluye con la oración postcomunión.
Arizmendi muestra que ya la fallida y obsoleta Constitución “Sacrosánctum Concílium” del Concilio Vaticano II (4 de Diciembre de 1963) alentó «adaptaciones en la liturgia»:
- «La Iglesia no pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera en la liturgia; por el contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de las distintas razas y pueblos [excepto para los ritos católicos tradicionales de Oriente y Occidente]. Estudia con simpatía y, si puede, conserva íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente vinculado a supersticiones y errores, y aun a veces los acepta en la misma liturgia, con tal de que se pueda armonizar con el verdadero y auténtico espíritu litúrgico. Al revisar los libros litúrgicos, salvada la unidad sustancial del Rito romano, se admitirán variaciones y adaptaciones legítimas a los diversos grupos, regiones, pueblos, especialmente en las misiones, y se tendrá esto en cuenta oportunamente al establecer la estructura de los ritos y las rúbricas» (SC, 37-38).
- «En ciertos lugares y circunstancias, urge una adaptación más profunda de la liturgia, lo cual implica mayores dificultades… Las adaptaciones que se consideren útiles o necesarias, se propondrán a la Sede Apostólica para introducirlas con su consentimiento» (SC, 40).
Él confía «que esta aprobación anime el proceso para promover adaptaciones semejantes en otros grupos indígenas»:
«Para ello, esperamos que los obispos y agentes de pastoral tengan interés en dar valor litúrgico a muchas expresiones católicas de nuestros grupos originarios, y no los vean como simple folclore o reductos de tiempos pasados, ni los desprecien o condenen como sincretismo y paganismo».
Mientras la facción Novus Ordo se entrega a sus fantasías litúrgicas (“Anáfora india”, “Rito zaireño”, “Rito amazónico”, “Misa de la Tierra del Espíritu Santo” –en Australia Occidental–, “liturgias afro”, traducción de la Plegaria Eucarística II en náhuatl, y un largo et cœ́tera), la población local se une a las sectas protestantes (o incluso en el propio San Cristóbal de Las Casas, a los musulmanes).
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