La semana pasada, Francisco Bergoglio ascendió precipitadamente al asediado Roberto Francisco Prévost Martínez OSA, de 69 años, prefecto del Dicasterio para los Obispos.
El cardenal Prevost está bajo fuego por haber manejado mal los casos de abuso cuando era obispón de Chiclayo (Perú).
Hasta Septiembre de 2023, Bergoglio no le nombró cardenal diácono de Santa Mónica, la capilla (¡!) del Colegio Internacional de los agustinos. Menos de dos años después, lo ascendió al puesto de cardenal-obispo de Albano, que había estado vacante durante casi tres años tras la muerte del también controvertido Ángelo Raffaele Sodano Brignolo.
No hay precedentes de que un cardenal-diácono se convierta en cardenal-obispo sin haber sido antes cardenal-sacerdote, pero el dictador Bergoglio no se siente obligado por ninguna regla, pero le gusta creer que los demás están obligados por las suyas.
¿Qué significa la precipitada promoción de Prévost? El presbítero Santiago Martín FM parece haber adivinado la respuesta. Lo relaciona con otro de los nombramientos de Bergoglio.
El cardenal Giovanni Battista Re Andreoli, de 91 años (¡!), quiso dimitir como decano del Colegio Cardenalicio en Enero, cuando expiró su mandato. Sin embargo, el mismo Bergoglio que había limitado el mandato del Decano de los Cardenales a cinco años, prorrogó el mandato de Re un año más.
El Decano del Colegio Cardenalicio es, entre otras cosas, el encargado de organizar el cónclave y el precónclave. Es elegido por y entre los cardenales-obispos, pero debe ser aprobado por el Papa.
Así que el plan de Bergoglio es fácil de entender. Quiere que Prévost se convierta en el nuevo decano de los cardenales, probablemente porque recuerda que el cardenal Joseph Ratzinger era decano de los cardenales cuando fue elegido Papa en 2005.
Sin embargo, tras el desastroso mandato de Bergoglio, un intento por su parte de designar a un candidato como su sucesor podría ser un beso de la muerte, incluso teniendo en cuenta el nivel vergonzosamente bajo de quienes son actualmente cardenales de la Iglesia romana.
Previo a la prórroga, sonaban como “decanables” los cardenales Leonardo Sandri Righi (actual vicedecano) y Pietro Parolin Miotti (secretario de Estado). Bergoglio no quería que Sandri ocupase el cargo porque cuando Bergoglio era arzobispón de Buenos Aires, Sandri era adjunto del cardenal Sodano en la Secretaría de Estado, y se cuenta que Sandri bloqueaba los candidatos propuestos por Bergoglio para obispones. Además, Sandri era enemigo del monseñor Carlo María Viganò, quien lo señaló de ayudar a Sodano para encubrir los crímenes y doble vida de Marcial Maciel.
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