Traducción del artículo publicado en italiano por INVESTIGATORE BIBBLICO. Textos bíblicos tomados de la versión de Mons. Félix Torres Amat. Se trae porque, ayer 25 de Febrero, fue presentada la Traducción Literaria Ecuménica en el Templo Valdense de Plaza Cavour de Roma, con una conferencia donde intervinieron el cardenal Matteo Maria Zuppi Fumagalli (presidente de la Conferencia Episcopal Italiana) y su antecesor Gualtiero Bassetti Nannini, el obispo fanariota de Italia Dionisio Papavasileiou de Cotieo, la diácono (¿?) metodista Alessandra Trotta, moderadora de la Mesa Valdense, y el hebraísta neerlandés Lénart Jacobus de Regt, colaborador de las Sociedades Bíblicas Unidas.
“ANTES LA CEI 2008, AHORA LA TRADUCCIÓN LITERARIA ECUMÉNICA (TLE): DOS PASOS HACIA LA DESTRUCCIÓN DE LAS ESCRITURAS. ¿POR QUÉ NINGUNO HABLA DEL PELIGRO DE LA NUEVA TRADUCCIÓN BÍBLICA?”
Un lector me ha señalado este artículo (Soplar en las brasas: un Nuevo Testamento ecuménico y literario – Riforma.it). Se trata de una nueva (enésima) traducción literaria “ecuménica” del Nuevo Testamento (TLE), editada por la Sociedad Bíblica Italiana y por la Elledici [Librería de la Doctrina Cristiana, la editorial oficial de los salesianos, N. del T.].
Esta nueva (TLE) plantea numerosos interrogantes, en particular relación a su real necesidad y a los criterios adoptados para su realización. Desde el punto de vista católico, nos debemos preguntar por cuál motivo sea necesaria una enésima traducción, considerando que ya tenemos la Vulgata de San Jerónimo, fidelísima a los textos originales y aprobada por la Iglesia como punto de referencia para la doctrina y la liturgia. El Concilio de Trento (Sesión IV, Decreto sobre la Sagrada Escritura) ha definido la Vulgata como la versión oficial de la Iglesia, declarando que esa debe ser considerada auténtica en todas las disputas, predicaciones y enseñanzas.
Uno de los aspectos más preocupantes de la TLE es la atención declarada a las “cuestiones de género”. ¿Pero cuál es el sentido de esta afirmación? La traducción de la Sagrada Escritura debe tener como único objetivo el de transmitir fielmente el sentido auténtico del texto original, no el de adaptarlo a sensibilidades modernas o ideologías contingentes. Todo atentado de manipular el significado de las palabras sacras en función de agendas culturales y sociales llega a alterar la Palabra de Dios, que debe ser transmitidas en su pureza originaria. “El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no fallarán” (Matteo 24,35).
Además, la metodología adoptada para esta traducción suscita perplejidad. Confiar todo libro a dos traductores de confesiones diferentes y después someterlo a un proceso de revisión pluriconfesional puede llevar a compromisos que desnaturalizan el Texto Sagrado. El Nuevo Testamento es Palabra inspirada, no un texto que negociar entre diversas interpretaciones doctrinales. “Toda Escritura inspirada de Dios es propia para enseñar, para convencer, para corregir a los pecadores, para dirigir a los buenos en la justicia o virtud” (2.ª Timoteo 3,16).
Una cuestión adicional que merece atención es si la Biblia CEI del 2008 [la traducción de la Conferencia Episcopal Italiana, N. del T.] pueda ser considerada un preludio a esta nueva traducción “ecuménica”. Ya en la época de la publicación de la CEI 2008, algunos estudiosos habían expresado el temor que ella representase un paso adelante hacia una erosión de la fidelidad al texto original, privilegiando una puesta más fluida pero menos precisa. La TLE podría ser el siguiente paso en esta direccióne, alejándonos progresivamente de la Palabra de Dios como nos ha sido transmitida por siglos. “No añadáis a las palabras que yo os hablo, ni quitéis nada de ellas: guardad los mandamientos del Señor Dios vuestro” (Deuteronomio 4,2).
No podemos ignorar el hecho que toda traducción de la Biblia tenga profundas consecuencias en la comprensión de la fe y en la doctrina cristiana. Por este motivo, la Iglesia católica ha siempre custodiado con extrema atención la fidelidad de las Escrituras, valiéndose de la guía del Magisterio para garantizar que toda traducción permanezca auténtica y conforme a la Revelación divina. “Antorcha para mis pies es tu palabra, y luz para mis sendas.” (Salmo 119,105).
Finalmente, es oportuno recordar la severa advertencia del Apocalipsis respecto a la alteración del texto sacro: “si alguno añadiere a ellas cualquiera cosa, Dios descargará sobre él las plagas escritas en este libro. Y si alguno quitáre cualquiera cosa de las palabras del libro de esta profecía, Dios le quitará á él del libro de la vida, y de la ciudad santa, y no le dará parte en lo escrito en este libro” (Apocalisse 22,18-19).
No se comprende pues la real necesidad de esta nueva traducción ecuménica, si no como un atentado de crear un texto “neutro” che rischia di annacquare la profondità e la precisione delle Scritture. La Iglesia posee ya las traducciones necesarias para la correcta transmisión de la Palabra de Dios, y es esencial que ella no ceda a presiones ideológicas o tendencias culturales, sino que continúe garantizando una fidelidad absoluta a los Textos Sagrados en su autenticidad.
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