Novena compuesta para la Archicofradía del Inmaculado Corazón de María en México e impresa en 1895, con aprobación eclesiástica.
NOVENA AL
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACION PREPARATORIA
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Criador y Redentor mío amorosísimo, que
por amor a los hombres bajásteis del seno de
vuestro Eterno Padre para haceros hombre y
redimirlos, escogiendo por Madre a la Purísima,
Inmaculada y siempre Virgen María, disponiendo
su Corazón con todo género de perfecciones, a fin de que de la sangre preciosa de tan Santísimo
Corazón se formase esa Humanidad santísima,
en que padecisteis la más afrentosa de
las muertes, para librarnos de la servidumbre
del demonio y del pecado; os amo, Dios mío,
con todas mis fuerzas, sobre todas las cosas, por
esta bondad que para con nosotros habéis mostrado;
y me pesa una y mil veces de haberos
ofendido, por ser Vos quien sois, bondad infinita,
y también me pesa, por que me podéis castigar
en el Infierno. Espero que, por los méritos
de vuestra preciosísima Sangre y por el Corazón
sacratísimo de vuestra divina Madre, me concederéis
la gracia que necesito para hacer bien
esta novena, a fin de amaros y seros fiel hasta
morir. Amén.
DÍA PRIMERO - 13 DE AGOSTO
MEDITACIÓN: DE LA GRANDEZA DEL CORAZÓN DE MARÍA.
Aquel
Corazón es y se llama grande, que está
siempre dispuesto a dispensar favores, y mucho
más imcomparablemente el que, no teniendo
en cuenta la ingratitud, ni cualquiera otra
suerte de mala correspondencia, está igualmente pronto a dispensarlos,
aunque sea a costa de
grandes sacrificios. Semejante grandeza de corazón
es hija legítima de la caridad, la cual extiende
y dilata el corazón para encerrar en él a
todos los hombres, sin distinción de amigos, ni
enemigos, porque se complace igualmente en hacer
bien a todos por amor de Dios y no mide su
caridad y beneficencia por la correspondencia
que halla en las criaturas, sino por la necesidad
y las desgracias de ellas. Tal es puntualmente el
Corazón de nuestra augusta Madre. ¡Qué favores,
qué gracias, qué beneficios ha dispensado
siempre su Corazón a pesar del olvido, de la ingratitud
y mala correspondencia de los hombres!
¿Quién, pues, podrá medir la grandeza y anchura
de su Corazón? Todos somos testigos de ella,
todos la hemos experimentado; porque nadie,
dice San Bernardo, acude debidamente a aquel
Corazón sin ser consolado por él. A todos nos
tiene dentro de sí con maternal afecto, ninguno
está excluido de sus favores; a él debemos las
gracias espirituales que el Señor nos comunica, la paciencia en los
trabajos, el consuelo en las
aflicciones, y el remedio de nuestros males. Y
aun los pecadores, que viven alejados de Dios,
los herejes que le blasfeman y los infieles que le
desconocen, y son, por lo tanto, enemigos de
Jesús y de ella, deben a la grandeza de su Corazón
la vida que tienen, la salud de que disfrutan
y todos los bienes naturales y de fortuna. ¡Oh!
¡Cuán inmensa es la grandeza del Corazón de
María! ¿Queremos experimentarla, recibiendo de él copiosas gracias?
Pensemos en ella, resolvámonos a imitarla, y pidámosle con fervor esta
y las demás gracias que necesitamos. (Hágase
alguna pausa).
ORACIÓN
¡Oh Corazón de María, cuya grandeza testifica
y admira el universo!; comunicádnosla a
nosotros, haciéndonos igualmente grandes de
corazón, alcanzadnos valor, Madre querida, para
olvidar toda suerte de injurias, y ser todo
para todos, a fin de ganarlos para Jesucristo. Para conseguir esta y demás gracias, os saludaremos,
juntamente con los nueves coros angelicales,
con nueve Ave Marías y las salutaciones
siguientes:
SALUTACIONES AL SANTÍSIMO CORAZÓN DE MARÍA, EN UNIÓN CON LOS NUEVE COROS DE LOS ÁNGELES
- Os saludo, Corazón Santísimo de María, con el coro de los Serafines, y os suplico que me alcancéis un corazón verdaderamente grande para amar y servir a Dios, y para hacer bien a todos los hombres. Ave María.
- Os saludo, purísimo Corazón de María, con los Querubines, y os ruego me alcancéis la amabilidad. Ave María.
- Yo os saludo, perfectísimo Corazón de María, con el coro de los Tronos, confiando que me obtendréis la gracia de ser compasivo de corazón. Ave María.
- Os saludo, Corazón amantísimo de María, con el coro de las Dominaciones, suplicando me concedáis el verdadero fervor. Ave María.
- Yo os saludo, Corazón rectísimo de María, con el coro de las Virtudes, esperando me concederéis la limpieza de Corazón. Ave María.
- Yo os saludo, Corazón fidelísimo de María, con el coro de las Potestades, y os ruego que me alcancéis la mansedumbre. Ave María.
- Os saludo, Corazón clementísimo de María, con el coro de los Principados, esperando que me ayudaréis a ser humilde de corazón. Ave María.
- Os saludo, Corazón piadosísimo de María, con el coro de los Arcángeles, confiando que me alcanzaréis fortaleza para cumplir siempre la santa ley de Dios. Ave María.
- Os saludo, Corazón prudentísimo de María, con el coro de los Ángeles, suplicándoos me alcancéis la paciencia y resignación en los trabajos y padecimientos. Ave María y Gloria.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh
Santísimo e Inmaculado Corazón de María, fuente de la Humanidad de
Jesús, adornado de todas las gracias, prerrogativas y excelencias para
ser habitación del mismo Dios! ¡Oh Corazón riquísimo y trono del
Altísimo, desde donde se dispensan todas las gracias al género humano!
¡Oh Corazón preciosísimo, sagrario de la Divinidad y centro del
verdadero amor a Dios y a los hombres! ¡Oh Corazón dulcísimo, víctima
del dolor por las penas de Jesús y por los pecados de los hombres! Aquí
me presento, ¡oh Corazón suavísimo!; con toda confianza me acerco a ese
trono de gracia y de misericordia. ¡Oh Corazón generoso y compasivo de
María, Madre de Jesús y también mía! Sí; aquí me presento, esperando me
concederéis el perdón de mis pecados, la perseverancia final y cuantas
gracias Vos sabéis que necesito para servir a Dios y a Vos con toda
fidelidad y amor. También os pido por la conversión de los pobres
pecadores: compadeceos, Señora, de su triste situación: iluminadlos con
la luz que es vuestro Hijo: concededles la gracia de una verdadera
contrición de sus pecados, y encended en sus pecho una hoguera de
verdadera caridad. Estas y demás gracias que Vos sabéis serme
necesarias, las espero de vuestro maternal cariño con tal confianza que
las reputo ya concedidas; porque Vos no olvidaréis que sois el Refugio
de los pecadores, la salud de los enfermos, la Consoladora de los
afligidos, el Auxilio de los cristianos y la Madre de la divina gracia:
no habréis olvidado que al expirar Jesús, os hizo el encargo de que nos
tomáseis por hijos; por lo mismo, pues, aunque indignos, hijos vuestros
somos, y Vos nuestra Madre, y como a tal os invocaremos; y por ser yo el
más miserable de todos, me juzgo con derecho para desde este valle de
lágrimas saludaros, diciendo: Madre mía, he aquí vuestro hijo; Madre
mía, he aquí vuestro hijo; Madre mía, he aquí vuestro hijo; confío que
mis gemidos conmoverán vuestro compasivo Corazón.
GOZOS
DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Ya que llenáis de favores
A todo el que en Vos confía,
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Ya que sois, Madre divina,
De todos corredentora,
De siglos restauradora,
De salvación rica mina,
Hallen en Vos medicina
Tantos prevaricadores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Del que va errado sois guía,
Áncora del naufragante;
En Vos halla el navegante
Sosiego, puerto, alegría:
Sin Vos, Madre, ¿qué sería
Del mundo, lleno de errores?
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Por el pecador mostrásteis
En el templo tal ternura,
Que por él la espada dura
De Simeón aceptasteis:
Así, Madre, consolásteis
Nuestros llantos y clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Jesús, puesto en agonía,
Rica prenda nos legó,
Pues por Madre nos dejó,
A Vos, ¡oh dulce MARÍA!
Sí, nacimos, Virgen pía,
Mas ¡ay! de vuestros dolores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Cuando su brazo irritado
Levanta el divino Asuero,
Y al pecador con su acero
Va a dejar exterminado,
Tierna Ester, a Vos es dado
Desarmarle en sus rigores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Si Abigaíl la prudente
A Nabal logró el perdón,
También Vos la remisión
Obtendréis del delincuente,
Pues vuestro pecho ferviente
A Dios da tiernos clamores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Acordaos, ¡oh MARÍA!
Que nadie jamás oyó,
Que sin consuelo volvió
Quien su cuita a Vos confía;
Defiéndannos, Madre pía,
De vuestro amor los ardores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Por el dolor vehemente
Que vuestro pecho oprimió,
Cuando el buen Jesús murió,
De amor víctima inocente,
Sienta el mismo impenitente
De su culpa los horrores.
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Los cofrades, que a millones
Junta la ARCHICOFRADÍA
Del CORAZÓN DE MARÍA,
Os hacen mil peticiones,
Demandando conversiones
Siempre más, siempre mayores:
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Herejes, moros, paganos,
Incrédulos y judíos,
Dejando sus desvaríos,
Que vengan a ser cristianos,
¡Qué dicha estar entre hermanos
Y cantar vuestros loores!
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
Vive libre de temores
El que dice cada día:
¡Oh Corazón de María!
Rogad por los pecadores.
℣. Quien me encuentra, encontrará la vida.
℞. Y hallará salvación del Señor.
ORACIÓN
Omnipotente
y sempiterno Dios, que preparaste en el Corazón de Santa María Virgen
una digna habitación para el Espíritu Santo, concédenos propicio que
cuantos celebramos devotamente la festividad de su Inmaculado Corazón,
podamos vivir en conformidad con su sacratísimo corazón. Por Jesucristo
Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 14 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: DE LA AMABILIDAD DEL CORAZÓN DE MARÍA
No
hay cosa más atractiva ni más eficaz para ganar a los hombres que la
amabilidad de
corazón. ¡Con qué confianza se habla y se acude a un corazón amable! De
aquí puede inferirse la que debe inspirar a todos el Corazón de
María. Ella, por lo mismo que no heredó la culpa de origen, y porque
estaba llena de gracia, dominaba perfectísimamente todas las pasiones;
ni la parte irascible, ni la concupiscible la alteraban en lo más
mínimo; ninguna vicisitud ni
contrariedad la perturbaba; su tranquilidad de
ánimo era siempre la misma. Afable siempre
con todos, brillaba en su rostro tal mezcla de
majestad y dulzura, de gravedad y cariño, que
su trato era en gran manera deseable y deleitoso, por lo cual el
Espíritu Santo en el libro de
los Cantares la invita a que hable por lo mucho
que la dulzura de su voz le recrea. "Suene, le
dice, tu voz en mis oídos, porque tu voz es dulce. Con la sonrisa en los
labios, respirando ternura, suavidad y amor, nos está diciendo la
Virgen, que acudamos a su Corazón, que le confiemos nuestras penas y
dolores, porque él con su
maravillosa dulcedumbre derramará bálsamo eficaz sobre nuestras llagas e
inefable consuelo sobre nuestros pechos apesarados. Pero también
nosotros debemos ser amables, porque la ley de
la caridad nos lo prescribe. Mas, ¿cómo lo conseguiremos? Trabajando en
vencer nuestras pasiones y en sujetar nuestra parte inferior a la
superior, con lo cual nacerá en nosotros la calma y tranquilidad de
ánimo, que son disposiciones para tratar con afabilidad a los prójimos, y
conservar con ellos la caridad, ganando sus corazones para Dios Veamos,
pues, qué propósitos hemos de hacer para dicho fin y pidamos la
gracia que necesitamos. (Hágase en silencio).
ORACIÓN
¡Oh María! ¡Oh Madre nuestra! Vos tenéis un Corazón amabilísimo, porque dominásteis con toda perfección las pasiones: alcanzadnos fortaleza para sobreponernos á ellas, y para recordar y guardar siempre la ley de la caridad, con la cual seremos también amables. Y para conseguir esta y demás gracias os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
¡Oh María! ¡Oh Madre nuestra! Vos tenéis un Corazón amabilísimo, porque dominásteis con toda perfección las pasiones: alcanzadnos fortaleza para sobreponernos á ellas, y para recordar y guardar siempre la ley de la caridad, con la cual seremos también amables. Y para conseguir esta y demás gracias os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO - 15 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: DE LA COMPASIÓN DEL CORAZÓN DE MARÍA
La
compasión consiste en el sentimiento de las miserias y desgracias
ajenas, doliéndose de ellas como si fueran propias; de donde nace la
beneficencia, porque ella nos mueve a remediar, en cuanto podemos, las
miserias de nuestros hermanos. La compasión es hija de la caridad, y a
proporción que ésta crece, es también aquella más intensa, por donde se
ve que, según la grandeza y excelencia de la caridad, así será la
grandeza y excelencia de la compasión. Después del de Jesús, no hay
corazón tan encendido en la caridad como el de María; porque ninguno,
después que aquél, amó tanto a Dios y trabajó más por la salvación de
los hombres. Es, por tanto, un Corazón altamente compasivo. Es además
Madre, y Madre la más conocedora de las miserias y penalidades de sus
hijos, que somos nosotros. ¿Cuál será, pues, el grado de su compasión?
¡Ah! Que lo digan Santa Isabel y el Bautista, que lo digan los esposos
de Caná, que lo digan tantos desgraciados, a quiénes arrancó del borde
del abismo, que lo digan.....,: todos los hombres deben decir en alta
voz que el Corazón de María es en extremo compasivo. Los cielos y la
tierra son testigos de su tierna compasión; aquellos porque merced a
ella resplandecen ahora entre los santos los que de otra suerte hubieran
sido contados en el número de los réprobos, y ésta porque los
maravillosos efectos de la maternal compasión del Corazón de María están
inmortalizados en la infinidad de monumentos levantados por el
reconocimiento universal. También nosotros debemos ser compasivos de
corazón, puesto que quien no compadece no tiene caridad. Hagamos, pues,
firmes propósitos, y pidamos con fervor la gracia que para cumplirlos
necesitamos y asimismo las demás. (Breve silencio).
ORACIÓN
¡Madre llena de compasión, hacednos compasivos! Vuestro Corazón no puede ver sin conmoverse el dolor y la miseria: encended el nuestro en la más ardiente caridad, que nos mueva a remediar las necesidades espirituales y temporales, propias y de nuestros prójimos, a fin de conseguir esta y demás gracias, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
¡Madre llena de compasión, hacednos compasivos! Vuestro Corazón no puede ver sin conmoverse el dolor y la miseria: encended el nuestro en la más ardiente caridad, que nos mueva a remediar las necesidades espirituales y temporales, propias y de nuestros prójimos, a fin de conseguir esta y demás gracias, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO - 16 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: DEL FERVOR DEL CORAZÓN DE MARÍA
Consideremos
cuán encendido fue el fervor del Corazón de María. El fervor es la
misma llama de la caridad, es el hervor y agitación de ese divino fuego,
que arde en el alma, el cual está como inquieto, y deseoso de romper
los diques del pecho para manifestarse en las obras. El Corazón de María
era un volcán de amor, porque en él se juntaban todos los títulos que
una criatura puede tener para amar a Dios, el título de hija predilecta
del Eterno Padre, de Madre tiernísima y natural del Divino Hijo, y de
Esposa, única y escogida entre millares por el Espíritu Santo. Y como el
Corazón de María estaba tan bien acomplexionado y con maravillosa
templanza y delicadeza de afectos, los predichos títulos de amor
levantaban en él inmensas y bullidoras llamas, que le inflamaban el
pecho, el semblante y todo el cuerpo virginal, porque no cabían dentro
de él y anhelaban por manifestarse en excelentes obras del divino
servicio. ¡Cuán grande, pues, era su fervor! ¡Ah! Bien se dejó conocer
por los efectos. El corazón fervoroso no conoce tardanza en sus actos.
Ella no perdió ni un momento; conocida la voluntad de Dios, la cumplió
al instante, sin que la arredrasen ni el rigor de la estación, ni lo
intempestivo de la hora, ni las distancias, ni todos los sacrificios y
peligros. ¡Qué Corazón tan fervoroso! Y nuestro corazón, ¿cómo anda en
el divino servicio? ¿Anda tibio o fervoroso? ¡Ah! ¡Cuán diferente del de
nuestra Madre! ¡Cuánto empereza en las obras santas! Meditemos el
fervor del Corazón de María y resolvámonos a imitarla. (Pausa).
ORACIÓN
¡Amabilísima Madre! Vos obrásteis siempre con el mayor fervor; y Vos conocéis mi flojedad, pereza y apatía, con las cuales no puedo agradar a Dios, a quien produce náuseas la tibieza Yo acudo, Madre mía, a Vos, para que me saquéis de tan miserable estado. Así como comunicásteis vuestro fervor a Isabel y a Juan, dispensadme la misma gracia, mientras que para conseguirla os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
¡Amabilísima Madre! Vos obrásteis siempre con el mayor fervor; y Vos conocéis mi flojedad, pereza y apatía, con las cuales no puedo agradar a Dios, a quien produce náuseas la tibieza Yo acudo, Madre mía, a Vos, para que me saquéis de tan miserable estado. Así como comunicásteis vuestro fervor a Isabel y a Juan, dispensadme la misma gracia, mientras que para conseguirla os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO - 17 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: DE LA PUREZA DEL CORAZÓN DE MARÍA
Dichosos
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios, dice el mismo
Jesucristo. La limpieza de corazón consiste en carecer de pecado y
unirse a Dios, fuente de toda santidad y pureza. Los limpios de corazón
son templo y habitación del Espíritu Santo. La Santísima Virgen mereció
la inefable dicha de concebir y tener en su seno al Hijo de Dios, porque
tuvo el Corazón sin mancha. Todos los hombres han sido alguna vez
manchados con el pecado, porque todos ellos nacen llevando en su alma el
pecado original, y además, porque aun los mayores santos no se vieron
del todo libres en este mundo de pecados veniales, a causa de lo muy
debilitada que quedó nuestra naturaleza por el pecado del primer hombre.
Solo el Corazón de María entre los descendientes de Adán fue por
especialísimo privilegio preservado de toda mancha de pecado e
imperfección, por lo cual en él más que en ninguna otra criatura se
complació el divino Esposo, morando en él de asiento, como en su templo y
casa de recreación. Y si a todos es admirable y atractiva la persona en
quien resplandece la pureza, María debe ser mucho más hermosa,
agradable y atractiva por la perfectísima limpieza de su Corazón.
¿Queremos nosotros agradar y ver a Dios? Seamos limpios de corazón. Mas
esto no lo consigueremos si no moderamos y sujetamos sus afectos, si no
mortificamos nuestros sentidos y malas inclinaciones. Hagamos, por
tanto, firmes propósitos, y pidamos las gracias convenientes. (En silencio).
ORACIÓN
¡Santísima Madre mía! Vos, incomparablemente más que ninguna otra criatura, fuisteis limpia de Corazón; Vos resplandecéis más en pureza que todos los justos y Ángeles; Vos por la hermosura de vuestro Corazón enamorásteis al Altísimo y lo atrajisteis a vuestro seno. Alcanzadnos, Señora, esa pureza de corazón; rogad por nosotros para que sepamos vencer nuestras malas inclinaciones y vivir con el candor con que Vos fuisteis adornada, a fin de que podamos ver a Dios y morar con Él eternamente. Para conseguirlo os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
¡Santísima Madre mía! Vos, incomparablemente más que ninguna otra criatura, fuisteis limpia de Corazón; Vos resplandecéis más en pureza que todos los justos y Ángeles; Vos por la hermosura de vuestro Corazón enamorásteis al Altísimo y lo atrajisteis a vuestro seno. Alcanzadnos, Señora, esa pureza de corazón; rogad por nosotros para que sepamos vencer nuestras malas inclinaciones y vivir con el candor con que Vos fuisteis adornada, a fin de que podamos ver a Dios y morar con Él eternamente. Para conseguirlo os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO - 18 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: DE LA MANSEDUMBRE DEL CORAZÓN DE MARÍA
Ponderemos
la mansedumbre del Corazón de María. Ella fue tan grande y tan visible,
que pudo decir como Jesucristo su Hijo: Aprended, de mí que soy mansa
de Corazón. ¡Cuán bien manifestó esta virtud en todos los actos de su
vida! Como mansísima Cordera asistió al pie de la Cruz, y aunque veía
cuán mal parado había dejado a su benditísimo Hijo la crueldad de los
hombres, no los maldecía, y aunque oía sus blasfemias, no murmuraba, y
aunque a sus ojos injuriaban a Cristo y le traspasaban a ella el Corazón
de pena y de dolor, no se quejaba, ni les daba señales de desagrado,
antes los compadecía en su alma y tenía piedad de ellos, y rogaba al
Padre Eterno, a imitación de su Hijo, que los perdonase. El Corazón de
María, por su gran mansedumbre, ganó siempre el afecto y la veneración
de los hombres; y su oración agradó siempre a Dios, porque la de los
mansos le fue siempre grata. Si nosotros queremos dar gusto a Dios, si
deseamos que nuestros ruegos sean oídos, si, en fin, pretendemos ganar
el afecto y la atención de los demás, es necesario que seamos mansos.
Mas nunca lo seremos si no reprimimos nuestros movimientos de ira, si no
evitamos el mal humor y la melancolía, si no disimulamos las palabras
que pudieran herir nuestro amor propio y si no guardamos silencio en las
injurias que se nos hagan, guardando la serenidad del semblante, y no
permitiendo que la lengua prorrumpa en palabras injuriosas, ásperas o
altivas. ¿Y es esto lo que hacemos? Meditémoslo, propongámonos
enmendarnos y pidamos gracia. (Hágase pausa).
ORACIÓN
¡Virgen soberana, Reina y Madre llena de mansedumbre! Vuestro Corazón mansísimo reprende al nuestro tan inmortificado: queremos imitaros; desde hoy nos proponemos reprimir los movimientos de la ira y practicar la mansedumbre: alcanzadnos, Señora, la gracia que para esto necesitamos. Para merecerla os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
¡Virgen soberana, Reina y Madre llena de mansedumbre! Vuestro Corazón mansísimo reprende al nuestro tan inmortificado: queremos imitaros; desde hoy nos proponemos reprimir los movimientos de la ira y practicar la mansedumbre: alcanzadnos, Señora, la gracia que para esto necesitamos. Para merecerla os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 19 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: DE LA HUMILDAD DEL CORAZÓN DE MARÍA
Consideremos
la profunda humildad del santísimo Corazón de nuestra Madre. Dios, que
es infinitamente justo, exalta a los humildes según su grado de
humildad; porque está escrito que Dios enzalza a los humildes y abate a
los soberbios. A la Virgen sin mancilla ensalzó el Señor muchísimo más
que á todas las demás criaturas; puesto que la sublimó a la dignidad
casi infinita de Madre del mismo Dios. ¿Cuál sería, pues, su humildad de
Corazón? ¡Qué cimientos tan profundos de humildad habría hechado para
levantar el edificio de su dignidad a tan encumbrada altura! El humilde
de corazón se conoce a sí mismo, se pospone a los demás y desea ocupar
el lugar postrero. Esto practicó esmeradamente María: no obstante ser ya
verdadera Madre de Dios, y por lo mismo Señora y Reina de los cielos y
tierra, se reconoce bajísima, y se da el nombre de esclava: el lugar que
quiso ocupar mientras vivía, el oficio que ejerció toda su conducta dan
bien a conocer su profundísima humildad de Corazón. Tal fue María; mas
nosotros, ¿qué somos? ¡Ah! ¡Cuán diferentes! Siendo ignorantes queremos
la nota de sabios; siendo pecadores y estando llenos de faltas,
pretendemos pasar por justos y perfectos: y ¿qué haremos en lo sucesivo?
Hagamos firmes propósitos de imitar a nuestra Madre y pidamos la
gracia. (Reflexiónese un poco).
ORACIÓN
¡Oh Virgen humildísima! Vos sois Señora, y os llamáis esclava; Vos sois elegida para el lugar más distinguido, y pretendéis el ultimo: Vos conocéis el mérito de la humildad y por eso la arraigáis en vuestro Corazón y la practicáis constantemente: alcánzadme esos sentimientos de humildad de que Vos estáis animada; haced que os imite en esa humildad de corazón de que me díiis tan brillantes ejemplos. Para conseguirlo, Señora, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
¡Oh Virgen humildísima! Vos sois Señora, y os llamáis esclava; Vos sois elegida para el lugar más distinguido, y pretendéis el ultimo: Vos conocéis el mérito de la humildad y por eso la arraigáis en vuestro Corazón y la practicáis constantemente: alcánzadme esos sentimientos de humildad de que Vos estáis animada; haced que os imite en esa humildad de corazón de que me díiis tan brillantes ejemplos. Para conseguirlo, Señora, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO - 20 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: DE LA FORTALEZA DEL CORAZÓN DE MARÍA
Consideremos
que María fue la verdadera mujer fuerte. ¡Qué Corazón tan firme el de
esta Señora! El celo de la gloria del Señor que lo animaba lo vigorizó
para las más arduas empresas. La confianza ilimitada que tenía en Dios
hízolo impávido y hasta terrible para aplastar la cabeza de la infernal
serpiente y acabar con todas las herejías; y su encendido amor a Dios le
dio fuerzas para superar los mayores sacrificios. Contempladla un
instante en el Calvario, en el sacrificio más sensible y doloroso que
presenció el universo. Su Hijo moribundo está pendiente de la cruz de
tres durísimos clavos, con la cabeza coronada de espinas, los ojos
hundidos por la gran flaqueza, el semblante pálido y afeado con la
sangre cuajada que las espinas hicieron brotar de sus sienes, la
garganta seca y atormentada por la abrasadora sed, vertiendo sangre por
las llagas de los pies y de las manos, y todo su cuerpo en tan triste y
dolorosa figura, que causa compasión hasta a las criaturas insensibles,
las cuales no pudiendo sufrir tan cruel espectáculo dan cada una a su
manera señales de dolor: el sol se obscurece, la tierra tiembla, las
piedras se parten, ábrense los sepulcros y la naturaleza entera vístese
de luto y da muestras de pesar y sentimiento. Solo María permanece en
pie junto a la Cruz, con el Corazón traspasado de dolor e inundado por
mar de amargura, pero con tan divina fortaleza, que ni sus rodillas
tiemblan, ni el Corazón desmaya, ni las gigantescas olas de tan gran
tribulación perturban la paz y tranquilidad de la parte superior de su
alma. ¡Qué fortaleza! ¿La tenemos nosotros? ¡Ah! ¡Cuán diferente es
nuestro corazón del suyo! El afecto desordenado a la vida, a la salud, a
los mezquinos intereses, un simple respeto humano, un qué dirán,
ocasionan con frecuencia la omisión de los deberes más graves y la
comisión de pecados del todo inexcusables. ¿No es esta la conducta de
muchos cristianos? ¡Ah! Confundámonos, hagamos firmes propósitos de la
enmienda y pidamos gracias para cumplirlos. (Deténgase un poco).
ORACIÓN
¡Madre mía amabilísima! Vos conocéis bien mi cobardía y debilidad, que por desgracia me han acompañado casi siempre; por el admirable valor que tanto os distinguió, os ruego que infundáis en mi corazón la fortaleza necesaria para confesar la fe, para guardar la santa Ley de Dios, y para prescindir de todo respeto humano en la práctica de las virtudes. Para conseguir esta y demás gracias, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
¡Madre mía amabilísima! Vos conocéis bien mi cobardía y debilidad, que por desgracia me han acompañado casi siempre; por el admirable valor que tanto os distinguió, os ruego que infundáis en mi corazón la fortaleza necesaria para confesar la fe, para guardar la santa Ley de Dios, y para prescindir de todo respeto humano en la práctica de las virtudes. Para conseguir esta y demás gracias, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO - 21 DE AGOSTO
Por la señal...
Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: DE LA AMABILIDAD DEL CORAZÓN DE MARÍA
Ponderemos
la admirable paciencia del Corazón de María. Para conocerla, deberíamos
cononocer sus padecimientos. Mas, ¿cuáles son estos? ¡Ah! Fueron
tantos, tan duraderos y tan vehementes, que no hay lengua que los pueda
explicar, ni entendimiento capaz de comprenderlos. La Madre de Dios,
dice Cornelio Alápide, padeció en su alma lo que Jesucristo en su
cuerpo. El dolor que se siente por otro está en proporción del amor;
como el amor de María a su Hijo fué intensísimo y mayor que el de todos
los santos y mártires, se sigue que sus padecimientos fueron mayores que
los de todos éstos. Mas en medio de ellos, y no obstante la duración de
los mismos, que fue la de toda su vida, nunca salió de sus labios la
más pequeña queja, nunca se la vió perturbada, malhumorada, ni
intratable; a pesar de la agudeza de sus dolores, capaces cada uno de
quitarle la vida en cada momento, siempre estuvo con la mayor serenidad,
resignación y conformidad. ¡Qué Corazón tan paciente! ¡Ojalá fuésemos
sus imitadores en tan importante virtud! Desgraciadamente obramos al
contrario. Un pequeño revés, un dolor ligero, una palabra picante, un
desaire cualquiera, inquieta nuestro corazón y nos hace prorrumpir en
queja, nos hace perder la paciencia. No obremos más así: la conducta de
María sea la norma de la nuestra; hagamos a este fin los propósitos
convenientes y pidamos la gracia necesaria para cumplirlos. (Pausa).
ORACIÓN
¡Madre pacientísima! Por la multitud y vehemencia de vuestros dolores, os suplicamos nos alcancéis la paciencia y resignación que necesitamos para sufrir con mérito las amarguras y penalidades que nos afligen. Señora, la paciencia nos es necesaria para alcanzar la repromisión. Vos nos disteis el ejemplo más admirable de ella, interceded por nosotros para que sepamos imitaros, mientras que, para conseguirla, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
¡Madre pacientísima! Por la multitud y vehemencia de vuestros dolores, os suplicamos nos alcancéis la paciencia y resignación que necesitamos para sufrir con mérito las amarguras y penalidades que nos afligen. Señora, la paciencia nos es necesaria para alcanzar la repromisión. Vos nos disteis el ejemplo más admirable de ella, interceded por nosotros para que sepamos imitaros, mientras que, para conseguirla, os saludaremos, juntamente con los nueves coros angelicales, con nueve Ave Marías y las salutaciones siguientes:
Las nueve Ave Marías con sus respectivas salutaciones, la Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
ACTO DE CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
¡Oh Corazón Santísimo de María, Corazón Inmaculado de mi dulcísima Madre! ¡Oh Corazón amorosísimo, inflamado de la más viva caridad! ¡Oh Corazón preciosísimo, digno de toda la veneración de los Ángeles y de los hombres; dulce objeto de nuestro amor, y también de nuestra dulcísima esperanza! Aceptad, ¡oh santísima Madre mía!, la ofrenda que os hago de mi corazón; dignáos recibirle en vuestras manos purísimas; ofrecedlo a vuestro divino Hijo Jesús, y suplicarle lo purifique de las culpas que lo afean, y de las imperfecciones que lo hacen desagradable a sus divinos ojos. Haced, ¡oh purísima Virgen María!, que mi corazón sea una víctima agradable a vuestro santísimo Hijo y a Vos todos los días de mi vida, para que, siendo ahora un tanto semejante al vuestro, tenga después la dicha de unirse con Vos en la gloria, para dar a Jesús rendidas gracias por sus beneficios, amarle sin cesar, y cantar sus inefables misericordias por toda la eternidad. Amén.
¡Oh Corazón Santísimo de María, Corazón Inmaculado de mi dulcísima Madre! ¡Oh Corazón amorosísimo, inflamado de la más viva caridad! ¡Oh Corazón preciosísimo, digno de toda la veneración de los Ángeles y de los hombres; dulce objeto de nuestro amor, y también de nuestra dulcísima esperanza! Aceptad, ¡oh santísima Madre mía!, la ofrenda que os hago de mi corazón; dignáos recibirle en vuestras manos purísimas; ofrecedlo a vuestro divino Hijo Jesús, y suplicarle lo purifique de las culpas que lo afean, y de las imperfecciones que lo hacen desagradable a sus divinos ojos. Haced, ¡oh purísima Virgen María!, que mi corazón sea una víctima agradable a vuestro santísimo Hijo y a Vos todos los días de mi vida, para que, siendo ahora un tanto semejante al vuestro, tenga después la dicha de unirse con Vos en la gloria, para dar a Jesús rendidas gracias por sus beneficios, amarle sin cesar, y cantar sus inefables misericordias por toda la eternidad. Amén.
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