sábado, 27 de marzo de 2021

BREVE “Doléndum profécto”

Dom Prósper Guéranger, el célebre abad de Solesmes y autor de “El Año litúrgico”, “Origen, Significado y Progresos de la Medalla de San Benito” e “Instituciones litúrgicas”, escribió durante las deliberaciones del Concilio Vaticano I el libro “La monarquí­a pontificia”, en respuesta al libro “Del Concilio general y de la Paz religiosa” del obispo Henry Louis Charles Maret, de tendencia neogalicana y anti-infalibilidad. El Papa Pío X redactó el Breve “Doléndum profécto” el 12 de Marzo de 1870, aprobando la obra de dom Gueranger y agradeciéndole el escrito, donde luego de examinar la Sagrada Escritura, la Tradición y la historia, como también la doctrina de los Concilios y los Santos, concluye que toda la evidencia apunta a favor de la doctrina de la infalibilidad pontificia ex cáthedra.
   
Por primera vez, traemos el texto completo de este Breve pontificio en latín (tomado de Acta Sanctæ Sedis V, págs. 532-533) y castellano, que constituye una acusación a los sostenedores de la postura “Reconocer y resistir”, que son en nuestros días lo que los neogalicanos del siglo XIX, los cuales, para conservar la apariencia, proclaman a voz en cuello que son católicos porque reconocen al Papa, pero al mismo tiempo se niegan a acatar sus juicios cuando estos les afectan, acusando a los sedevacantistas de ser “ultramontanos”, título por demás honroso para un Católico que defiende la verdad frente a quienes usurpando una autoridad que no tienen, han introducido contra esta doctrinas y prácticas llamativas y extrañas.
   
BREVE “Doléndum profécto”

LATÍN
Dilécto fílio Próspero Guéranger, e Congregatióne Benedictína Galliárum, Abbáti Solesmensi.
   
PIUS PP IX.
   
Dilécte fili, salútem et Apostólicam Benedictiónem. 
    
Doléndum profécto est, dilécte fili, nonnúllos esse inter Cathólicos, qui hoc nómine gloriántur, vitiátis pénitus imbúti princípiis, ádeo præfrácte istis adhǽrent, ut, non modo plane subjícere nésciant intelléctum advérso hujus Sanctæ Sedis judício, commúni étiam Episcopórum assénsu et commendatióne roboráto: sed imo censéntes, societátis humánæ progréssum et felicitátem illis omníno niti, Ecclésiam inclináre conéntur ad senténtiam suam, séque solum sapére arbitráti, réliquam omnem Catholicórum famíliam áliter sentiéntem ultramontánæ partis nómine designáre non erubéscant.
   
Quam quídem insániam eo compéllunt, ut divínam ipsam Ecclésiæ constitutiónem refíngere aggrediántur et exígere ad recentióres civílis regíminis modos; quo suprémi Rectóris et a Christo præpósiti facílius déprimant auctoritátem, cujus prærogatívas expavéscunt. Quamóbrem perniciósas quásdam doctrínas sǽpius improbátas audácter in medium proferunt, uti indubias aut saltem plane liberas; corradunt e veteribus earum propugnatóribus captiúnculas históricas, mutíla scriptórum testimónia, calúmnias Románis Pontifícibus affíctas, sophísmata quǽvis, eáque ómnia sepósitis omníno sólidis arguméntis quíbus cénties explósa sunt, impudentíssime regérunt; eo spectántes, ut ánimos commóveant, súæque factiónis hómines et imperitórum vulgus advérsus commúnem cœterórum senténtiam incítent.

Quo sane incépto, præter damnum invéctæ perturbatiónis fidélium, et detractárum ad trívia gravissimárum quæstiónum, insipiéntiam audáciæ parem deploráre cógimur. Nam, si fírmiter cum cœ́teris Cathólicis tenérent, œcuménicam sýnodum a Spíritu Sancto regi, solóque ejus afflátu definíre ac proponére quæ credénda sunt, númquam in ánimum inducérent, vel ea definíri posse, uti de fide, quæ reveláta révera non sunt, aut obsint Ecclésiæ; vel humánas artes impediménto esse posse Spíritus Sancti virtúti, quomínus ea, quæ reveláta sunt et Ecclésiæ utília definiántur. Vetítum certe non ducérent, ea qua decet ratióne, propóni Pátribus difficultates, quas huic aut illi definitióni obstáre arbitrántur, ut lucídior e disceptatióne véritas emergéret; at uno hujus acti stúdio, prorsus abstinérent ab ártibus quíbus captári solent in comítiis populi suffrágia, tranquíllique et reveréntes expectárent supérnæ illustratiónis efféctum.

Utilíssimam ígitur óperam Ecclésiæ te impendísse censúimus, qui præcípua ex ejúsmodi scriptis refellénda suscepísti, eórumque simultátem, violéntiam et artes, ea soliditáte demonstrásti, eo nítore, ea sacræ archæologíæ sciéntiæque cópia, ut plúrima páucis compléxus, præstígium omne sapiéntiæ abjudicáveris iis, qui senténtias involvébant sermónibus imperítis; restitútaque veritáte fídei, juris, et históriæ, cujus indóctisque fidélibus consúmeris. Pergrátum ítaque tibi ob oblátum volúmen profitémur ánimum; éxitumque fáustum et amplíssimum ominámur lucubratióni tuæ. Ejus vero áuspicem et patérnæ Nostræ benevoléntiæ pignus Apostólicam Benedictiónem tibi peramánter impertímus.
    
Datum Romæ apud S. Petrum die 12 mártii 1870, Pontificátus Nostri anno XXIV. PIUS PP. IX
    
TRADUCCIÓN
A Nuestro querido hijo Próspero Guéranger, de la Congregación benedictina de Francia, abad de Solesmes.
   
PÍO PAPA IX

Querido hijo, Salud y Bendición Apostólica.

Ciertamente es una cosa lamentable, amado Hijo, que sea posible encontrar incluso entre los Católicos hombres que, mientras se glorían en este nombre, se muestran completamente imbuidos de principios corruptos y se adhieren a ellos con tal terquedad que no pueden someter su mente con docilidad al juicio de la Santa Sede cuando ese juicio se les opone, incluso cuando la opinión común y la recomendación del episcopado lo han corroborado. Y lo que es más, cuando el progreso y la felicidad de la sociedad dependen de estos principios, se esfuerzan por acercar a la Iglesia a su forma de pensar. y creyendo tercamente que sólo ellos son sabios, no se avergüenzan de dar el nombre de “partido ultramontano” a toda la familia católica que piensa lo contrario.
    
Esta locura llega a tal exceso, que intentan ellos rehacer hasta la divina constitución de la Iglesia y adaptarla a las formas modernas de los gobiernos civiles, a fin de abatir más fácilmente la autoridad del Jefe supremo que Cristo le ha encargado y cuyas prerrogativas temen. Uno les ve pues destacar con audacia, como indubitables o por lo menos completamente libres, ciertas doctrinas muchas veces reprobadas, repetir siguiendo a los antiguos defensores de estas mismas doctrinas disputas históricas, pasajes mutilados, calumnias lanzadas contra los Romanos Pontífices y sofismas de toda clase. Ellos  ponen con imprudencia todas estas cosas sobre la mesa, sin tener cuenta alguna de los argumentos por los cuales han sido rechazados cientos de veces. Su fin es agitar los espíritus, y excitar a las gentes de su facción y la plebe ignorante contra el sentimiento comúnmente profesado.
     
Además del mal que hacen al causar problemas entre los fieles y llevando las cuestiones más graves a las discusiones de calle, ellos Nos reducen a deplorar en su conducta una sinrazón igual a su audacia. Si ellos creyesen firmemente, con los otros católicos, que el Concilio ecuménico es gobernado por el Espíritu Santo, que es únicamente por la inspiración de este Espíritu divino que él define y propone lo que debe ser creído, no les hubiera venido jamás al pensamiento que puedan ser definidas cosas no reveladas o dañinas para la Iglesia, y no se imaginarían que las maniobras humanas pueden disminuir la virtud del Espíritu Santo e impedir la definición de las cosas reveladas y útiles a la Iglesia. Ellos no se persuadirían que haya sido impedido proponer a los Padres en la manera conveniente, y en el fin de hacer destacar con más claridad la verdad por la discusión, las dificultades que ellos les habrían opuesto a tal o cual definición. Si ellos se condujeran por este motivo, se abstendrían de todos aquellos artificios con los que se captan los sufragios en las asambleas populares, y esperaran, en la tranquilidad y el respeto, el efecto que debe producir la ilustración suprema.
      
Es porque Nos consideramos que has prestado un muy verdadero servicio a la Iglesia al emprender la refutación de las principales aserciones que se encuentran en los escritos publicados bajo esta influencia; poniendo al descubierto el espíritu de odio, la violencia y el artificio que reina en ellos, has hecho esta obra con tal solides, tal claridad y tal abundancia de argumentos basados en la antigüedad sagrada y en la ciencia eclesiástica que, reuniendo tantas cosas en pocas palabras, has arrasado todo prestigio de sabiduría en todos los que habían desarrollado sus pensamientos bajo discursos desprovistos de razón. Restableciendo la verdad de la fe, del buen derecho y de la historia, has tomado a cargo el interés de los fieles, tanto los que poseen la instrucción como los de aquellos que no la tienen. Nos te expresamos Nuestra gratitud particular por el homenaje que Nos has hecho de este libro, y Nos presagiamos un feliz y muy grande suceso en fruto de tus vigilias. Como augurio de este éxito, y como prenda de Nuestra benevolencia, Nos te concedemos con vivo afecto la Bendición Apostólica.
   
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 12 de Marzo de 1870, año vigesimocuarto de Nuestro Pontificado. PAPA PÍO IX.

2 comentarios:

  1. Sería interesante si nos comentara sobre las siguientes peculiares ceremonias de la Semana Santa que antes se llevaban a cabo:
    -El lavado o lavanda de los altares que se realizaba en las basilicas papales y en alguna que otra iglesia.
    -La Ostensión de la Seña conocida como arrastre de Caudas que antes se celebraba en la Catedral de Sevilla y en algunas catedrales sudamericanas. Solo hoy se hace en la Catedral de Quito.
    -El lavatorio de pies que hacían los reyes de los países catolicos, como España o Inglaterra (antes del anglicanismo).

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    1. Son temas que requieren mucha investigación, por lo que este año no podemos acceder a vuestra petición. Por lo pronto, sólo podremos hablaros del lavado del Altar, que se hace después de la desnudación del mismo.

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