martes, 16 de marzo de 2021

NOVENA EN HONOR DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO

Novena compuesta por el Bachiller Don Juan de la Carrera, Capellán mayor del Santuario del Señor San Miguel del Milagro, dedicada al Dr. Don Pedro Nogales Dávila, Obispo de Puebla de los Ángeles, quien se dignó concederle cuarenta días de Indulgencia cada vez que se rece; e impresa en México a devoción de la Hermana María Antonia Rosa de San Juan, religiosa del Beaterio de Santa Rosa de la Ciudad de Puebla de los Ángeles, por los herederos de la viuda de Miguel de Rivera Calderón en 1719 con las debidas licencias.
   
ADVERTENCIA
Aunque esta Novena se puede hacer en todo tiempo, pero especialísimamente en Cuaresma, comenzándola a 16 de Marzo, para que se finalice el día antes de la Santísima Encarnación, y con más razón en este tiempo nos debemos ejercitar en la Oración y Mortificación, disponiéndonos a recibir los divinos beneficios a que la Soberana magnificencia de Dios nuestro Señor nos convida.
    
MOTIVOS PARA ESTA NOVENA
Día verdaderamente admirable, por colmado de misteriosos prodigios, el 25 de Marzo, pues en él, como dice Cristiano Adricomio, fue formado el primer hombre Adán, cabeza del linaje humano. En él logró libertad el oprimido pueblo de Israel de la bárbara pesada cadena del egipcio; en él se hizo hombre el segundo Adán CRISTO JESÚS en las Purísimas entrañas de la Soberana Reina MARÍA SANTÍSIMA para quebrantar la más dura esclavitud que lloraban los míseros hijos del primer Adán, y en él con su Pasión dolorosa y afrentosa Muerte el Hombre Dios nos abrió las puertas de la vida. Y así en este día debemos alegrarnos y festejarlo, pues de él parece que es del que dijo David el Salmo 117: Hæc dies quam fecit Dóminus, exsultémus et lætémur in ea. Pues en el mismo salmo expresa que en este día se hizo Dios Hombre para salvarnos: Factus est mihi in salútem, y en él fue muerto y reprobado de los judíos la Cabeza de los Predestinados: Lápidem quem reprováberunt ædificántes, hic factus in caput ánguli. Y en él oyó los clamorosos ecos de la tribulación, no sólo del escogido pueblo esclavituado en Egipto, sinoo de todo el mundo cautivo de la culpa: De tribulatióne invocávi Dóminum, et exaudívit me. Luego parece que con razón es este día el más festivo, y en que deberíamos alegrarnos y aplaudirlo: Hæc dies quam fecit Dóminus, exsultémus et lætémur in ea, pues está tan lleno de prodigiosos misterios.
      
Y no sólo los mencionados por Adricomio, siendo tan sobrexcelentes los que obró la poderosa Diestra del muy alto en este admirable día, pues parece que lo escogió entre todos, para ostentación de sus mayores maravillas, porque como dice Guillermo Durando en su Rationále Divinórum Officiórum, libro séptimo, cap. IX, fueron muchos y muy grandes los prodigios y beneficios con que santificó el Señor a este día, los cuales recopila en los siguientes versos:
Salve, festa dies, quæ vúlnera nostra coërces,
Ángelus est missus, est passus in cruce Christus;
Est Adam factus et eódem témpore lapsus:
Ob méritum décimæ cadit Abel fratris ab ense:
Offert Melchísedech: Ísaac suppónitur aris;
Est decollátus Christi Baptísta beátus,
Petrus eréptus, Jacóbus sub Heróde perémptus,
Córpora Sanctórum cum Christo multa resúrgunt
Latro dulce tamen per Christum súscipit. Amen.
Y si por día festivo y solemne mandó el Señor en el 23 del Levítico santifica el primer día de los Ácimos, cuya celebridad era el día antes del 25 de Marzo: Dies primus erit vobis celebérrimus. Sanctusque omne opus servíle non faciétis in eo, sed offéretis sacrifícium in igne Deo. ¿Con cuánta razón debe ser santificado y celebérrimo un día con tantas santificaciones? Y allí en él será de justicia ofrecer al Señor nuestro Sacrificio. ¿Y cómo lo hemos de ofrecer, sino con el fuego encendido en la fragua de la Oración: In igne, que ya dijo David que en la meditación se enciende el fuego: In meditatióne mea exardéscet ignis?
    
Luego por estas razones, y con estos motivos debemos celebrar, aplaudir y venerar el día de la Santísima Encarnación del Señor, y no de otra manera que encendiendo el fuego en nuestros corazones, a soplos de la meditación, para ofrecerle por víctima nuestra alma adornada de virtudes. Y por eso me resolví a hacer esta Novena, con puntos para meditación, deseando lograr el fin de mis deseos, que es el mismo que tuvo el Señor cuando bajó a la tierra a encarnar en el seno purísimo de MARÍA, como dice al cap. 12 de San Lucas: Ignem veni míttere in terram, et quid volo nisi ut accendátur. Ojalá y en todas las almas se encienda el fuego de la Oración, para que en ninguna se apague el fuego del amor de Dios, y se extinga, sí, el fuego de la culpa, para que nos libremos del fuego del Infierno. Así sea.
     
VIVA JESÚS
EXHORTACIÓN
En Oración estaba la Santísima Virgen MARÍA Nuestra Señora, cuando el Arcángel San Gabriel la anunció el Altísimo Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en sus Purísimas Entrañas, como dice su Cronista la Venerable Abadesa María de Jesús de Ágreda. Porque tan gran bien y tan admirable beneficio nos viniese por medio de la Oración, y así, si queremos conseguir de la Divina piedad beneficios y bienes, instemos en la Oración, y allí lograremos todos los dones que deseamos, y los más necesarios, que son las Virtudes.
    
A este fin se ordenan las Novenas, y por eso en algunas, y en esta se pone por medio para conseguir el fin que solicitamos la Oración, proponiendo algunos puntos que meditar cada día, para más bien disponernos a recibir los Divinos favores. Y aunque en las otras no sea este ejercicio al parecer preciso (que sí lo es) en esta no puede dejar de ser necesario, porque si a la Oración de los Justos se debió el logro de esta dicha, pues al Salmo 17 dice David: In tribulatióne mea invocávi Dóminum, et ad Deum meum clamávi. Y luego añade: inclinávit cœlos, et descéndit. Parece que a un Misterio que se obró por la Oración, es la Oración lo que más le agrada, y mas cuando tenemos para ello a la Señora por Maestra, que nos enseña cuán conveniente es la Oración para la consecución de lo que pedimos, implorando que se humanase el Verbo, cuando descendió a sus Entrañas.
    
Y el mismo Verbo encarnado nos aseguró por San Marcos al cap. 11 que todas las cosas que por medio de la oración pidiéramos, se nos vendrá a las manos: Ómnia quæcúmque orántes pétitis, crédite, quia accípietis. Y aunque la Oración puede ser mental o vocal, pero si la vocal no va junto con la mental, será lo mismo que lo que el Pueblo ingrato hacía, y de lo que se queja el Señor por Isaías al cap. 29: Pópulus iste ore suo, et lábiis suis glorifícat me, cor autem ejus longe est a me. Y así pues la Oración ha de ser mental, aun cuando es vocal, con razón en esta y otras Novenas en que se piden mercedes y favores, se pone por medio la Oración mental, para conseguir lo que deseamos.
     
Pero no todas las Almas tienen Oración mental, y así parece que esta Novena no les servirá a todas, porque las menos son las que se emplean en este ejercicio, y las más las que no lo practican, y así servirá esta Novena a muy pocas, y muchas no se aprovecharán de ella.
    
Y aun las que tienen Oración a veces se hallan en ellas tan secas, a oscuras, tentadas, distraídas, tibias y desganadas, que aun a ellas se les hará pesada esta Novena. Pues con todo, para todas las escribo, y a todos hablo en esta breve exhortación; y en ella a las que no la tienen les facilitaré este Ejercicio, y a las que la tienen con aquellos trabajos, daré remedio y alivio a sus penas, y así atiéndanme todas.
    
Las que no tienen Oración, unas son porque no quieren tenerla, y otras porque no pueden; las que en ellas padecen trabajos, unas los tienen contra su voluntad, y otras porque quieren tenerlos.
     
A las que en la Oración se hallan con oscuridad, sequedad, distracciones, tentaciones, tibiezas y desganas porque quieren (aunque no directamente padecerlos, sino indirecta), dando causa a ellos, les propondré el remedio fácil y factible, pues esto les nace de poco recogimiento, saliendo de su retiro sin causa ni necesidad a paseos y visitas, o de hablar mucho y con poco recato, de guardar menos modestia de la que deben, de meterse en negocios y ocupaciones que no les tocan y son contra su estado, de no mortificar sus pasiones o de vivir descuidadas y olvidadas de la presencia de Dios.
     
A las que padecen aquellos trabajos sin dar causa, las consolaré dándoles alivio en su padecer, pues esto les sucede porque el Señor quiere purificarlas como el oro en el crisol, que no se consume sino que se  afina, y que lo dispone así su providencia para que se humillen conociendo su vileza y lo poco que pueden por sí, y para que pongan más cuidado en la guarda de sus sentidos, y en abstraerse más de criaturas, y desconfiando de sí, confíen en el Señor.
     
A las que no la tienen, porque no pueden por falta de tiempo y sobra de ocupaciones, les daré medio para que entre sus embarazos tenga tiempo y lugar la Oración, pues primero está el negocio de la eternidad que los temporales, y antes que del cuerpo, se ha de cuidar del alma.
    
A las que no la tienen porque no quieren, procuraré mostrarles que aborrecen su bien y que fácilmente pueden conseguirlo, siendo la Oración un ejercicio suave, dulce, provechoso y necesario, y no áspero, amargo, duro e inútil. Y a estas es más difícil de persuadir, y por eso comienzo por ellas, a ver si las convenzo.
    
I
   
Las Almas que no quieren tener Oración no saben el bien que pierden en no tenerla, que si lo conocieran, no fueran tan pródigas de los mayores tesoros. Pues la Oración, como dice San Francisco de Sales, es la escala que vio Jacob, por donde suben nuestras peticiones al Cielo y bajan las misericordias de Dios al suelo. Es, como dice San Agustín, la llave del Empíreo, que hace a todas sus puertas y a todos los cofres de los tesoros de Dios. Es, como enseña San Juan Crisóstomo, alma de nuestras obras, muro de nuestra conciencia, cimiento del edificio espiritual, lastre del navío de la gracia, agua en que viven nuestras potencias como los peces en el estanque, arma para pelear con los enemigos invisibles, y leña con que se enciende el amor de Dios. Así como el cuerpo sin alma se corrompe, y la ciudad sin muros es saqueada, el navío sin lastre fácilmente se trastorna, el cuerpo sin nervios no tiene vigor, el soldado sin armas es vencido, los peces fuera del agua luego mueren, y el fuego no se conserva sin leña; así nuestra alma batida de tanta artillería de tentaciones, oprimida de nuestras malas inclinaciones y cerdada de tantos vicios, si la Oración le falta, muy a peligro está de perecer miserablemente. San Bernardo dice que la Oración es Sacrificio para Dios, música para los Ángeles, convite para los Santos, socorro para los que oran, ungüento para los contritos, remedio para los penitentes, saeta contra los enemigos y escudo para los errados. Y otros muchos Santos dicen muchísimas cosas más de la Oración, aplaudiendo y aconsejando su práctica, y yo quisiera trasladarlas todas para lograr el fin de aficionar las almas a la Oración.
     
Dije que es fácil y suave tenerla, y es fácil probarlo, pues todas las almas que no quieren tener Oración hacen lo mismo que ejecutan las que la tienen. Porque meditar no es otra cosa que discurrir sobre una materia, pensar acerca de un negocio lo que está bien o está mal, pesar con el entendimiento en las balanzas de la razón lo que es conveniente ejecutar o es dañoso hacer, para que la voluntad abrace lo que le está bien y deseche lo que le está mal. Esto es tener Oración, y esto es meditar; ¿y quién hay que sobre sus negocios no discurra, no piense, no pese lo que debe hacer, y no se emplee muy despacio en conocer lo que le está bien o le está mal? Luego todos meditan. ¿Y cuando hacen esto en cosas de poca monta les es difícil y duro el hacerlo? No por cierto. Luego es fácil y suave ejecutarlo en cosa en que va tanto, como la salvación, que monta más que todo.
     
Dije también que es necesario y provechoso este Ejercicio, y esto desempeñará el Docto y Espiritual Padre Don Antonio de Molina, expresando los muchos bienes que se sacan de la Oración, los cuales compendiaré brevísimamente, aunque será disminuirlos el sincoparlos. El primero es que por la Oración se alcanza de Dios cuanto habemos menester. El segundo es que en cuanto podemos aseguramos nuestra salvación, porque la Oración es el medio para llegar a la perfección. El tercero es que conversa un Alma familiarmente con Dios, y amigablemente lo trata. El cuarto, que gusta el Señor de esta conversación, y a ella nos convida. El quinto, que es la meditación camino real para la contemplación, y esta para la unión del Alma con Dios. El sexto, que la Oración es luz que nos da a conocer a Señor, y fuego que nos enciende en su amor, y guía que conduce a gozarlo, pues allí se practican las Virtudes de la Fe, Esperanza y Caridad. El séptimo, que es hacer al hombre Ángel por las virtudes, y de bruto por los vicios y pasiones hacerlo racional. El octavo, que logra al Alma la verdadera devoción, practicando el acto de la virtud de la Religión. El noveno, que agradeciendo al Señor por sus beneficios se dispone para otros nuevos y mayores. El décimo, que allí logra el alma suavidad, dulzura y regalo espiritual, y aunque a veces no perciba estos bienes, pero por último los gusta y se saborea.
    
Dije, pues, que es dulce y suave, y para que me crean los remito a la experiencia: Expértus potes dícere quid sit Jesum dilígere, y a que lean las Vidas de los Santos y Santas, y hallarán en ellas abundantes las consolaciones, los gustos y recreos espirituales; y aunque allí verán muchas cruces y graves penas, y aun cuando están en la oración los miraran cercados de trabajos; pero oigan a David al Salmo 138, que dice que al tamaño de la oscuridad que padecen, son luces que gozan: Sicut tenébræ ejus, ita et lumen ejus. Y así no les parezca vida trabajosa y triste la de aquellas almas que se ejercitan en la Oración, ni se horroricen con solo el nombre: Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus. Y si les parece vida más alegre la de pasatiempos y diversiones mundanas, díganme ¿en cuáles hallan gusto cumplido y recreo verdadero? Y si hablan verdad, dirán que en ninguno, porque todos están llenos de acíbares, de pesares, de remordimientos y de sustos.
    
Y aunque la astucia del enemigo les finge amargura en lo que es tan dulce, como la Oración, y se la hace tan trabajosa, y les pinta dulzura en lo que es tan amargo, como los entretenimientos mundanos, y se los hace tan fáciles: ya que han probado aquellos, gusten un poco de aquella, y verán la verdad, y miren que es mucho el bien que pierden por no querer tener Oración.
     
Y si el no querer tenerla es con desprecio de tan admirable ejercicio, pueden tener un desastrado fin. Pues como se refiere en el Prontuario de Ejemplos, y lo trae Fructus Sanctórum, verbo Oración: Hacían un viaje tres mozos, hallábanse en una propia cama cuando sobrevino una grande tempestad, y el uno de ellos, que estaba en medio, se levantó y se puso de rodillas a tener Oración, los otros dos se quedaron en la cama mofando de él llamándole cobarde, mas cayó un rayo sobre los dos que no habían querido tener Oración, y el que se puso en ella quedó ileso. Vean pues, cuánto les hubiera aprovechado a estos el querer tenerla, y no dejádola por desprecio.
    
II
    
Las Almas que no la tienen porque no pueden, discurro que es porque no hacen todo lo que deben por poder. Pues no tendrán más embarazos que la estorben que tenía David, y a medianoche se levantaba a tener Oración: Média nocte surgébam. Pero ya que hacer esto se contradiga a la facilidad y dulzura que propuse antes, consideren al mismo David, que con todos sus negocios y ocupaciones no le estorbaba el tener entre día siete veces Oración, o sea vocal o mental: Sépties in die laudem dicam tibi. Y no es este ejemplar el único: ahí están San Enrique Emperador, San Fernando Rey de Castilla, San Eduardo Rey de Inglaterra, San Luis Rey de Francia, San Francisco de Borja Virrey de Cataluña, San Elzeario Conde de Ariano, y otros innumerables Señores, que entre la multitud embarazosa de unos dilatadísimos Gobiernos tenían muchas horas de Oración. ¿Y qué diré de tantas Señoras, con familias crecidas? Diré que no se hizo solo para Religiosos y Religiosas este empleo. Vean a Santa Cunegunda y Santa Salomea Vírgenes, Reinas y Casadas ambas; a Santa Delfina Condesa, Casada y Virgen; a las dos Isabeles, una Reina de Portugal y otra Duquesa de Turingia, cargadas de Hijos y de embarazos; y todas estas sin descuidarse de sus obligaciones cuidaban de tener Oración. Y no solo en estos embarazos domésticos se vieron muchas horas en este ejercicio sin estorbo, sino en las mayores ocupaciones, cuales son las de la Tiara Pontificia, vemos a los Gregorios, Leones, Píos e Inocencios gastar largas horas en la Oración. Dejo tantos Obispos y Abades, sin dejar el empleo, ocupándose en la Oración. ¿Y qué diremos, sino que el tenerla les aliviaba de suerte la carga que se les hacía ligera, y sin ella fuera muy pesada? Y lo cierto es que los Prelados que han tenido Oración, han sentido menos el peso de la Prelacía.
     
Veamos ya si los Siervos ocupados en servir a sus amos embaraza el tiempo y lugar al ejercicio de la Oración, y entran aquí todos los que por sus serviles ocupaciones puede llamarse sirvientes; De San Isidro Labrador refiere Alonso de Villegas que era Criado o Mayordomo de un Caballero, y todos los días oía Misa y tenía larga Oración antes de salir al campo, y no hacía falta a su labor. Y un día que fue su Amo a verla, halló que dos Ángeles con dos yuntas de blancos bueyes suplían por Isidro, arando, mientras él estaba orando. San Pascual Baylón, Lego Cocinero, sin faltar a servir a su Comunidad, oía Misa y tenía larga Oración; y un día que fue más la ocupación y no pudo ir a la Iglesia, desde la cocina oyó Misa, abriéndose para ello todas las paredes. Santa Rosa de Santa María servía a sus Padres y Hermanos, y con la labor de sus manos los sustentaba, y tenía ocho horas de Oración todos los días: luego los Señores y Señoras, los Siervos y las Siervas se hallan sin disculpa para dejarla de tener.
     
Y si lo fuere el cansancio de los unos y los otros en sus empleos, sepan que con tener Oración descansarán, y para ello no me crean a mí, sino a JESÚS, a quien es preciso creer. Que a los que están cansados del trabajo les dice que vayan a su Majestad, y descansarán: Veníte ad me omnis qu laborátis et oneráti estis, et ego refíciam vos. Váyanse a la Oración, que eso es ir a Dios, y hallarán alivio, y no es preciso que la vayan a tener de rodillas, si están rendidos.
    
Y si les falta el tiempo, no se les pide que sean horas enteras las que ocupen en este santísimo empleo, que media hora, o un cuarto que les sobre pueden dedicarlo a la Oración; y parece imposible que aun este tiempo les escasee su ocupación. Y si el no haber lugar apto es la disculpa, sepan que en cualquier lugar se puede orar: Daniel en la Leonera, los tres Niños en el horno, Jonás en la ballena, Job en su asqueroso lecho, San Pedro en la cárcel, San Pablo en la mar hicieron Oratorios, porque en todas partes está Dios nuestro Señor: Si ascéndero in Cœlum, tu illic es. si descéndero in infernum ades, decía David, porque si subía al Cielo, allí está Dios, y si bajaba al Infierno, allí lo hallaba, porque todo lo llena su Ser inmenso, y así en todas partes podemos orar, y en todas partes nos oirá Dios, pues en todas partes está.
     
Verdad es que el Señor manda que nos entremos en el rincón de nuestra Celda o Recámara, y cerradas la puertas sin registro y con sosiego, sin ruido y con espacio, oremos. Cum oráberis intra in cubículum tuum, et cláuso óstio ora Patrem tuum, nos dice al cap. 6 de San Mateo. Pero esto se entiende para quitar las exterioridades con que se buscan aplausos, pues hemos de querer ser vistos de Dios y no de las criaturas, y hemos de obrar por parecer bien a su Majestad y no a las gentes. Y cuando se entienda a la letra, como suena, será cuando se puede; que cuando no, todo lugar es Oratorio. Y el Señor mismo, que esto manda, oró en el Monte, oró en el Huerto, oró en el Templo, y oró en todas partes. Y tú, donde pudieres orar, puedes orar; y así en tu misma cama podrás hacerlo cuando más no puedas, pues en las Vidas de los Padres se cuenta de San Postumio Abad que, estando enfermo y no pudiéndose levantar a orar de rodillas, oraba echado en la cama. Y ya se ve que esto se entiende a la gran necesidad, pues no hemos de hablar con Dios con menos respeto que lo hiciéramos con un hombre. Prueba, pues, Alma, a ver si puedes, y verás cómo, con la ayuda del Señor, puedes, pues al que hace lo que está en sí, Dios le ayuda.
    
III
   
A las Almas que están en la Oración secas, tentadas, a oscuras, distraídas, tibias, flojas y desganadas porque no viven recogidas, calladas, mortificadas y empleadas solo en el ministerio de su obligación, les aconsejaré unas diversiones honestas, suaves y provechosas, para que empleando el tiempo en ellas se recojan y aquieten (pues la ociosidad es causa de salir del retiro y de distraerse), y con estar ocupadas lograrán el fin de recogerse con facilidad en la Oración, y estar en ella fervorosas y devotas, y salir de allí aprovechadas y contentas.
    
Lo primero, para desterrar la ociosidad, ocúpense en labores de gusto, que no sean molestas, como es hacer frutas, flores y otras curiosidades, que divierte su ejercicio, y no cansa, y si no las saben, apréndanlas o para el logro del interés, o para el fruto de la devoción, y ocupadas en esto, estarán en su retiro de buena gana, y excusando visitas, pláticas y paseos, se quitarán de peligros y se serenará el interior, y cesarán inquietudes.
    
Lo segundo, para quien sabe leer, es la amable compañía de los buenos libros, y los de Vidas de Santos o Siervos del Señor deleitan el ánimo sin fastidio, pues allí halla cosas gustosas y sabrosas, que a vuelta de la diversión le dejan el provecho; y las que no saben leer, pueden entretenerse y divertirse en aprender.
    
Lo tercero es la compañía de personas espirituales y virtuosas, que estas ayudan y divierten con conversaciones buenas, pero es necesario mucho tiento, no se ocasionen apegos y sea el lobo con piel de cordero, y todo necesita prudencia, y esto más que todo.
     
Lo cuarto, sea una distribución bien ordenada, trenzada de ocupaciones domésticas, devociones y recreaciones, que haciéndose las unas a las otras lugar, ni las ocupaciones cansan, ni las devociones fastidian, ni las recreaciones distraen y se pasa el tiempo bien, y llega el de la Oración, y se aprovecha.
     
Lo quinto y último es lo que debe ser lo primero, que es acostumbrarse a la presencia de Dios, que este ejercicio no es trabajoso, y solo necesita de cuidado, examinándose, si no se puede cada vez que da el reloj, a lo menos al medio día y a la noche, de los descuidos que ha tenido, y traer para esto u despertador, como es Cruz, Medalla o Anillo, para que siempre que lo vea o toque, se acuerde que Dios la mira. Considerándose como un pececillo dentro del anchuroso mar, que a donde quiera que va se halla rodeado de agua, así nosotros estamos dentro de Dios, y como dice Señor San Pablo, en Él vivimos, nos movemos y tenemos ser: In ipso vivímus, movémur et sumus. Y es también admirable modo de tener presente al Señor formando en la imaginación una Figura del Soberano JESÚS, en uno de los Misterios de su Santísima Vida, o en uno de los dolorosos Pasos de su amarguísima Pasión, procurando refrescarla, si se borra u olvida, y con esto vive el alma atenta, cuidadosa, con temor de ofenderle, y con deseo de agradarle, y evita muchas culpas y aun imperfecciones, y logra la quietud necesaria para la Oración.
     
Y juzgo que con estos ejercicios, que ninguno me parece áspero, se hará suave el retiro y encerramiento, fácil el silencio y la mortificación de la vista, y se logrará quietud, sosiego y tranquilidad de espíritu. Pues es fuerza que nos lleven la atención aquellas cosas en que nos ejercitamos, y querer estar en la Oración sin distracciones, estando el ánimo ocupado en cosas contrarias a la Oración, es querer vivir un imposible, porque para ella es preciso que esté el corazón libre de inquietudes, pues estas tiran del corazón, lo arrastran y sacan del sosiego.
     
En uno de los Monasterios que edificó San Benito había un Monje mal sufrido, y al tiempo que los demás perseveraban en el Oficio Divino y Oración, él se salía y andaba vagueando en vanidades, y reprendido le duraba poco la enmienda, porque volvía, de lo cual avisaron a San Benito: fue al Monasterio, y hallóse en la Oración con los Monjes, y estando en ella vio que un mozuelo negro tiraba del Hábito al Monje y lo sacaba de la Oración. Pidió al Señor que lo viesen otros, y violo San Mauro, y habiendo el Santo corregido y amonestado al Monje, dándole una disciplina, se aquietó, lo cual refiere San Gregorio en el libro segundo de sus Diálogos, cap. 4.
    
Y siendo, como es, tanta la inestabilidad del corazón humano, y tan viva y loca nuestra imaginación, con facilidad se distrae si no hay gran cuidado en atarla; y no se puede allí atar si antes anda muy suelta.
    
Hizo San Bernardo un camino con sus Monjes, y en él iba tratando de esta inestabilidad, y dijo: Que en la oración vagueando el interior de unas cosas a otras, nunca para. Oyólo un rústico que se había juntado con ellos y contradíjolo, afirmando de sí que cuando rezaba, nunca se distraía, sino siempre tenía su pensamiento en la Oración, por mucho tiempo que en ella se estuviera. El Santo, para convencerlo de que se engañaba, le dijo: Pues con que digas verdad, yo te daré esta mula en que voy, si dijeres una vez la Oración del Pater noster sin pensar en otra cosa de lo que fueres rezando. Aceptó el partido el rústico de buena gana, y no había llegado a la mitad cuando le vino al pensamiento si le había de dar la mula con la silla, y preguntólo. Y entonces le reconvino el Santo con la experiencia de la verdad que había dicho; y lo mismo se lee en la Vida de San Nicolás Obispo, en lo cual se conoce nuestra miseria; y no hay duda que allí procuraría aquel hombre atar el pensamiento por no perder la promesa, pero le fue difícil, porque antes lo traía suelto: y así, para que en la Oración no se suelte, es preciso atarlo antes, quitando las ocasiones.
    
IV
   
Las otras, que padecen estos trabajos en la Oración sin dar causa, consuélense con que son el crisol en que se afina y se aquilata el oro de la virtud, y si no, vuelvan los ojos a la Mística Doctora Santa Teresa de Jesús, Maestra de Oración, y la verán padeciendo diez y ocho años de sequedades, oscuridades y distracciones, y a Santa Clara de Monte Falco, once. Y para evitar prolijos ejemplares, atenderán, si no a todas las Almas, a las más, padeciendo estos trabajos, pues unas más y otras menos, casi ninguna se ha librado de ellos; porque son el fuego en que el Señor las acendra, humillándolas, fortaleciéndolas y purificándolas de algunos defectos, y allí permite al adversario que las combata con tentaciones, distracciones, desganas, tibiezas y flojedades, para más gloria de Dios, más provecho del Alma y más confusión del enemigo, pues peleando contra él y sus astucias, vencen las almas y venciendo se coronan y el contrario para no ser vencido usa de todas las armas y estratagemas para triunfar.
     
Llegó a la Celda del Gran Macario el demonio, siendo de noche, y llamó diciendo: Levántate, Macario, y vamos a Maitines con los Monjes. Conoció que era el demonio el que llamaba, y díjole: Oh mentiroso enemigo de la Verdad, ¿y qué tienes tú con los Maitines? ¿Ahora sabes, Macario, replicó satanás, que muy de ordinario vamos a Maitines, cuando se juntan Eclesiásticos a decirlos? Ven, y verás lo que pasa. Fue el Santo a la congregación de los Monjes, y le pidió al Señor le mostrase aquello, y vio por el Coro unos negrillos, que discurrían de unas partes a otras, como volando, burlándose de los Monjes: llegaban a uno, y poníanle los dedos en los ojos, y luego daba cabezadas y se dormía. A otro lo tocaban en la boca, y todo era bostezar y desperezarse. Acabados los Maitines tenían Oración mental los Monjes: uno de los negrillos, vistiéndose de mujer, se representaba a los ojos de uno; a otro se mostraba en figura de Albañil, con todos los instrumentos para edificar una ciudad, y todo aquello que se les representaba a la vista eran imaginaciones que tenían en la Oración. Sucedía también llegar con estas musarañas a otros Monjes, los cuales los lanzaban de sí con mucho enojo y furia, e iban los míseros diablos rodeando y descalabrándose. llenos de rabia, y dándose a sí, porque estos con diligencia despedían de sí semejantes imaginaciones. A otros era al contrario, que se les subían sobre las espaldas y hacían allí juegos y regocijos. Viendo esto el Santo Abad Macario, gimió, lloró y dijo con David: Levántate, Señor, y sean confundidos tus enemigos y huyan de tu presencia, porque nuestra alma está llena de ilusiones. Acabada la Oración, examinó Macario a cada Monje en particular, y averiguó haberles sucedido lo que había visto, todo lo cual se refiere en Fructus Sanctórum, sacado de las Vidas de los Padres.
     
Vean, pues, las Almas, la guerra que hace el enemigo a las que tienen Oración, y esfuércense a pelear, y no se acobarden, pues al estar en aquel ejercicio llenas de tentaciones, distracciones, sueño y flojedad, no ha de ser para dejarlo, pues esto es lo que el enemigo quiere y pretende. Prosigan constantes en él, y verán cómo vencen. Clamen a Dios con gran confianza, y procuren doblar el cuidado para no faltar al retiro ni a la mortificación de sentidos, y sin meterse en negocios ajenos cuiden del suyo venciendo sus pasiones, y no se aflijan. Tengan por cierto que el estar en la Oración con sequedad, oscuridad, tentaciones o distracciones contra su voluntad, no es perder el tiempo; antes sí, se gana mucho, pues se merece al doble resistiendo a esas saetas del enemigo, y lo que quiere el Señor es verlas pelear y vencer, pues está presente en todas partes, y así allí está viendo lo que hace, y con esta fe clame a su Majestad por favor, humíllese y confíe, echándose en sus amorosos brazos. Y aunque se vea allí que está tan inútil, no se apure ni persuada a que este ejercicio no se hizo para ella, que a todos les dice el Señor que oren, y en viendo el enemigo a un alma con trabajos en la Oración, la procura persuadir a que la deje y que es tentar a Dios en proseguir, rebata esa sugestión, prosiguiendo confiante y confiada.
    
Y el remedio, o el consuelo, que les daré a las Almas en estos trabajos y tribulaciones, es que oigan al Señor, que por boca de David les dice: Cum ipso sum in tribulatióne, erípiam eum, et glorificábo eum. Estoy (dice) con el atribulado, y lo sacaré de ese trabajo, y lo glorificaré. Y estando atribuladas clamen al Señor por favor, que oye los clamores de los afligidos, y que esperen en su piedad y poder, y los libra de sus trabajos: Clamávit ad me, et ego exáudiam eum: quóniam in me sperávit liberábo eum.
     
No pide más la cortedad de este cuaderno ni mi cortedad puede más, aunque mis crecidos deseos no se contentan con tan poco, y así mucho más aun fuera menos de lo que pide mi buena voluntad. Recibid esta, practicad este Ejercicio, rogando a Dios Nuestro Señor se logre el fin de este corto trabajo.
  
PRÁCTICA DE ESTE EJERCICIO
Siendo el fin de esta Novena el conseguir de Dios Nuestro Señor bienes y dones, y siendo el medio para alcanzarlos la Oración, será conveniente saber usar de los medios para conseguir el fin. Y como el Señor nos haya dicho que pidamos y recibiremos: Pétite, et accipíetis. Muchas veces pedimos y pocas veces alcanzamos lo mismo que impetramos, o porque no sabemos pedir, o porque lo que impetramos no es lo que deberíamos desear: Pétitis, et non accípitis eo, quod male petátis, dice Santiago en su Epístola Canónica al cap. 4.
   
Y así, pues, escribo a todas las almas, y especialmente a aquellas que necesitan de exhortarlas a que tengan Oración, razón será (aunque muy breve) enseñarles cómo han de pedir en la Oración, y lo que han de pedir en ella, para que salgan bien despachadas sus peticiones.
   
Lo primero es cómo han de pedir, esto es, ¿cómo han de tener Oración? Y respondo que al ir a ella han de pensar que van a hablar con Dios y que las oye, porque está su Majestad presente, pues en todas partes está Dios: y así la primera diligencia sea ponerse en su presencia. Puesta allí, postrarse con humildad ante su Divino acatamiento, conociendo que no merece estar delante de tan gran Señor, siendo un vil, despreciable y asqueroso gusanillo. De aquí resulta el dolerse de sus culpas, haciendo el Acto de contrición, o diciendo la Confesión, mirando que Dios, que está allí, es Juez severo. A esto se sigue la composición del lugar, esto es, de hacer de cuenta que se halla presente a aquel paso que quiere meditar, considerando que lo está mirando con los ojos del alma, y figurarlo en su imaginación, del modo que ello es o sería. Como si ha de meditar en la Crucifixión del Señor, hacer de cuenta que se halla en el Monte Calvario, que ve la Cruz y en ella pendiente a JESÚS herido, sediento y desfigurado, derramando su Preciosa Sangre, etc. Y si ha de meditar en el Infierno, hacer caso que se halla en un calabozo oscuro, hediondo, lleno de demonios feísimos, de condenados desesperados que padecen crueles azotes, heridas, dolores, fuego, etc., y que oye gemidos de desesperación, y que nada hay que no sea tormento. Y esta es la composición de lugar. A que se figure la meditación, que es discurrir y pensar en aquel punto, ponderando aquellas cosas y cavando para conocer bien aquellos que quiere meditar; y no ha de parar en solo conocerlo, sino que ha de procurar mover la voluntad a que ame lo bueno y aborrezca lo malo, que abrace lo provechoso y huya de lo daños. Acabado el tiempo de la meditación, sea una hora o sea media, se sigue el pedir al Señor que le conceda aquello que desea, que le dé el bien que ama, o la libre del mal que aborrece. Y después darle gracias por todos los beneficios que le ha hecho, porque la ha sufrido en su presencia, porque la crió con alma racional, capaz de gozarle, porque la trajo a su Iglesia, porque le dio un Ángel de guarda, porque no la ha arrojado al abismo, y por todos los demás beneficios. Y por último, examinar cómo le ha ido en la Oración: si bien, mirar qué afectos buenos ha tenido para conservarlos, qué buenos deseos, para ponerlos en práctica; y si mal, ver si ha tenido la culpa, para enmendarle: y aquí puede hacer su Coloquio con el Señor, y este es en breve el modo de meditar y tener Oración.
  
Y porque en ella, como ya dije, procura el enemigo traer distracciones, tentaciones, sequedades, oscuridades, tibiezas, desganas, o las permite el Señor para nuestro bien, el modo con que se ha de proceder en estas cosas es el siguiente:
  • Si hay distracciones, luego que las advierta, apártelas, y si porfían en venir como moscas necias, porfiar en desecharlas, y si no las advierten, son involuntarias, entonces no está en nuestra mano el apartarlas. Y si en pelear con las distracciones se va todo el tiempo de la Oración, no ha sido tiempo perdido.
  • Si son tentaciones, cuando las advierta, haga los actos contrarios; y las impuras, el mejor modo de vencerlas es despreciarlas y llamar a JESÚS. Y aunque se hagan reacias, no apurarle, que como la voluntad las aborrezca, no hay culpa. Y así, aunque duren todo el tiempo de la Oración, no afligirse, pues ya dijo el Eclesiástico al cap. 2, que el que quiere servir al Señor ha de ser tentado: Fili, accéden ad servitútem Dei, præpára ánimam tuam ad tentatiónem. Y el sentir solo no es consentir, adviertan muy bien esto.
  • Si son sequedades, procurar esforzarse a decir con el mayor afecto que pueda algunas Jaculatorias, que así lo hacía David: Os meum appérui, et attráxi spíritum. Porque la sequedad es verse un alma que nada de aquello que medita le hace fuerza ni la mueve, y está como la tierra sin agua, que no da hierbas, flores ni frutos. Así el Alma se mira sin un afecto: Ánima mea sicut terra sine áqua tibi. Y así pídale al Señor el rocío de su gracia, y dígale muchos amores, mil ternezas, quéjese a su Majestad, y si con eso se moviere, logró el fin, y si no, habiendo hecho de su parte, no se apure, y persuádase a que esta sequedad le conviene, para que se humille y se conozca.
  • Si son oscuridades, que es estar el Alma sin discurrir sobre el punto, y como si estuviera en una noche muy lóbrega, el remedio es pedirle al Señor luz, y ver si acaso tiene la imaginación ocupada con cosas que no son de su estado, obligación y empleo, y échelas fuera. Humíllese y válgase de la oscuridad de la Fe con que se alumbre su entendimiento, creyendo y haciendo Actos de Fe del Misterio que medita, y no cese de meditar, que la Esposa en medio de su noche oscura buscaba a su Esposo, como dice al cap. 3 de su Epitalamio: Per noctes, quǽsivi quem díligi ánima mea. Tenga paciencia y no se acongoje.
  • Si hay tibiezas o desgana, el remedio es la perseverancia: y no le pide el Señor que esté allí sin padecer, sino que aunque padezca se esté allí, antes sí procure alargar algo más la Oración, o ponerse en alguna postura humilde, y no haga caso de las desganas de la sensualidad, y procure que el espíritu venza las tibiezas de la carne.
Y este es, en breve, el modo de pedir en la Oración, el cual aprenderá más bien con la dirección del Padre espiritual.
   
Lo segundo es ¿qué es lo que se ha de pedir en la Oración? Y diga que ante todas cosas, los bienes espirituales, y después los temporales necesarios, como la salud, la vida, la honra, el estado, hacienda, y los demás para servir a Dios y atender a sus obligaciones, y todo aquello que sin ofender a Dios puede tener: esto puede pedir, pero si lo pide para su ofensa, le sucederá lo que refiere San Antonino de Florencia en su segunda parte Historial: Supo una mujer liviana que hacía muchos milagros Santo Tomás Obispo Cantuariense, y porque tenía los ojos pitañosos, fue a su Sepulcro a pedirle unos ojos garzos, y estando puesta en Oración, quedó ciega, y conociendo su culpa, lloró, y arrepentida se contentó con los que tenía, tales cuales; que una vana o inicua petición de esta manera se despacha en la Oración.
  
Y así los bienes temporales necesarios y justos, es justo y necesario; pero no anteponerlos a los espirituales. El Señor nos manda por San Mateo al cap. 6 buscar primero el Reino de Dios, y nos asegura que nos añadirá las cosas temporales: Quǽrite primum Regnum Dei, et hæc ómnia adjiciéntur vobis. Y así los bienes espirituales, que son la Gracia, la Gloria, los Divinos Auxilios, las Virtudes, la buena vida para tener buena muerte, es lo que hemos de pedir. Y por eso el fin principal de esta Novena es pedir al Señor las Virtudes, que como Don suyo de su mano vienen, y así están repartidas en los nueve días siguientes para alcanzar su práctica, por mano de la Purísima Reina. Y lo demás que necesitamos podemos impetrar, pero con tal resignación, si nos conviene, que a veces pedimos lo que nos parece conveniente, y Dios sabe que no lo es. Y de esta suerte se hará la Novena, en esta forma.
  
Con consulta de tu Director comulgarás estos nueve días, o los que él te diere licencia, atendiendo a tu disposición. Harás algunas mortificaciones con su parecer, como es una disciplina, o dos o tres horas de cilicio o ayunos, según tus fuerzas; y si todo lo hicieres, será mejor. Oirás todos los días Misa, pudiendo, y rezarás a la noche el Santísimo Rosario.

NOVENA PARA VENERAR, CELEBRAR Y APLAUDIR EL SACROSANTO MISTERIO DE LA ADORABLE ENCARNACIÓN DEL DIVINO VERBO EN LAS PURÍSIMAS ENTRAÑAS DE NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN MARÍA
    
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
Hincado el cuerpo de rodillas, y humillada el Alma ante el Divino acatamiento, adorando a Dios Trino y Uno, y creyendo que está su Majestad presente, pues en todas partes lo mira nuestra Fe, con todo el fervor y devoción posible hará el Acto de contrición, pesándole de haber ofendido a un Dios tan bueno y tan digno de ser amado, proponiendo con su gracia la enmienda; y si quisiere, hará este:
   
Mi JESÚS, Verbo Encarnado,
Ya eres blanco de mi amor,
Y así tengo gran dolor
De lo poco que te he amado.
Pésame de haber pecado,
Por ser quien eres mi bien;
Y por tu amor es por quien
En un grado muy igual
Siento el que he obrado tan mal,
Y deseo amarte, también.
   
Después tendrá una hora, o media, de meditación en el punto que corresponda al día, pidiéndole al Espíritu Santo que alumbre su entendimiento para que conozca aquella virtud e inflame su voluntad para que la abrase y ame, procurando entre día practicarla, y repita la Jaculatoria en que se le pide al Señor la conceda, y si no se le acordare, diga la que le dictare su afecto, o aprenda esta para todos los días:
Señor, pues bajaste al suelo
A hacerte hombre por mi amor,
Concédeme, mi Señor,
Que yo suba a amarte al Cielo.
  
DÍA PRIMERO – 16 DE MARZO
Medita la Pureza de Nuestra Señora:
  
Lo primero, considera cuán agradable es al Señor la Pureza, pues es el Esposo que se apacienta entre azucenas, y así escogió Madre Virgen y le dio un Esposo Virgen; y de aquí conocerás cuánto ama Dios a esta Virtud.
Lo segundo, considera cuánta sería la Pureza de la Señora, pues enamoró de suerte al Rey de la Gloria, que dejó su Reino y vino a tener gloria en el Regazo de su Madre, pues esta Purísima Virgen era más pura que todos los Angélicos Coros juntos, y fue admiración para ellos la Pureza de su Reina y Señora.
Lo tercero, considera que si quieres agradar a JESÚS y MARÍA, lo harás siendo muy pura, pues cada uno ama a su semejante, y así procura asemejarte en la pureza a JESÚS y a MARÍA, y serás amada de sus Majestades, y para ello huye los riesgos, evita los peligros, estate recogida, mortifica tu carne y dile al Señor:
  
Mi JESÚS, dame Pureza,
Pues es tanta su hermosura,
Que al ver a MARÍA tan pura,
Te enamoró su belleza.
   
Acabada la meditación, rezará nueve Ave Marías, que fue la Salutación con que el Ángel anunció a la Señora el Misterio de la Soberana ENCARNACIÓN del Verbo, con esta Oración:
Purísima Virgen MARÍA, Reina del Cielo y de la tierra, Madre de Dios. Yo venero y ensalzo los nueve meses que tuviste en tus Virginales Entrañas a nuestro Salvador JESÚS, pidiéndote que con el adorno de tus Virtudes enriquezcas a mi Alma para que sea digna morada de tu Hijo Dios, para que viviendo en esta vida en mi corazón por gracia, viva eternamente amando a su Majestad en tu compañía en la Gloria. Amén JESÚS.
  
Este primer día comulga, pues el SANTÍSIMO SACRAMENTO es el Vino que engendra vírgenes, y estate recogida refrescando la memoria de cuán hermosa es esta Virtud, y que para adquirirla y conservarla, es necesario evitar ocasiones de perderla, y domar la carne con asperezas, porque el cuerpo regalado desflaquece el espíritu para que no pueda resistir a las tentaciones. Y si tienes licencia ponte un cilicio, haz hoy disciplina, y come parcamente, o ayuna, si puedes.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO – 17 DE MARZO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Medita el Amor a Dios de la Señora:
Lo primero, considera que a Dios le debemos amor, porque es nuestro Señor, Creador, Conservador, Redentor y Glorificador, y siendo tan infinitamente bueno, hermoso, Sabio, Omnipotente, liberal, etc. Todos estos atributos piden de justicia que amemos a tan gran Señor.
Lo segundo: considera qué tanto lo amaría la Señora, pues ella sola conoció quién era el Señor con más luz que todas las criaturas. Y así, ¡qué inflamada estaría en su amor, cómo le diría mil afectos, y qué fina procuraría agradarle!
Lo tercero, mira cuánto te ama a ti Dios, pues por tu amor se hizo hombre, y si amor con amor se paga, ama tú a Dios; y para amarlo es necesario que no ames con apego a las criaturas, que es muy celoso el amor de Dios, y no deben ser amadas las criaturas con apego, pues todas son miserables, ruines, viles, desagradecidas; y Dios sí. pues solo Él es bueno, Santo y digno de amor. Y dile:
   
Dame, mi JESÚS, tu amor,
Por tu Madre Virgen Pura;
Y no ame yo a la criatura
En ofensa del Creador.
    
Nueve Ave Marías y la Oración a la Santísima Virgen María. Una hora o media de Oración mental, meditando en esta virtud.
    
Si no tuvieres licencia de comulgar este día, y los demás, sacramentalmente, hazlo espiritualmente, pues esto se hace con fervientes deseos de recibir el Cuerpo de CRISTO, disponiéndose para ello con Actos de Fe, Esperanza y Amor de Dios, y haciendo muchos de Contrición, pesándote de no haber amado a un Dios tan bueno; y después recibir al Señor mentalmente, y dale gracias por ello y sabe, Alma, que dentro de ti está Dios. Oye a San Pablo, que dice que somos Templos de Dios, porque Dios mora dentro de nosotros; y si está el Alma en gracia, está allí el Señor, como el Esposo cuando está en la recámara de su Esposa, regalándose con ella; y si está en pecado, está como el Juez cuando tiene en la cárcel al Reo, presente, para sentenciarle.
   
DÍA TERCERO – 18 DE MARZO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Medita la Caridad de la Señora con los hombres:
Lo primero, considero considera lo que Dios ama a las criaturas, pues dice San Juan que tanto amó Dios al mundo que le dio a su Unigénito, y por amor encarnó y se hizo Hombre. Si un Rey se hiciera esclavo por libertar a su esclavo, ¿no fuera prueba de amor?
Lo segundo, mira cómo la Señora nos amó, pues estaba en Oración pidiéndole al Señor que redimiese al mundo cuando la saludó el Ángel; y después de que fue Madre de Dios, viendo lo que Dios amaba a los hombres, ¿cuánto los amaría la Divina Reina?
Lo tercero, procura imitar a JESÚS y MARÍA amando a tus prójimos, haciéndoles bien y no queriendo su mal, perdonando las injurias que te hubieren hecho, y mira que Dios no te amará si tú aborreces a tu prójimo, y así ruega por los que a ti te aborrecen, y pídele a Dios por ellos con caridad, y haz muchos afectos de ella. Y dile:
   
Dame Caridad, Señor,
Que a todos quiero querer,
Mas no les deseo tener
Amor, sino por tu amor.
    
Nueve Ave Marías y la Oración a la Santísima Virgen María. Una hora o media de Oración mental, meditando en esta virtud.
    
Si hoy no comulgas sacramentalmente, hazlo espiritualmente, como queda dicho, y las mortificaciones según tus fuerzas y la licencia que tuvieres para ello, y esto harás todos los días. Y hoy procura hacer alguna limosna espiritual o temporal.
  
DÍA CUARTO – 19 DE MARZO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Medita la Obediencia de la Señora:
Lo primero, considera que por la inobediencia de nuestros padres entró en el mundo la muerte; y así convenía que viniese el Redentor, en forma de Siervo, para darnos la vida, ¿y a quién admira ver al Señor obediente?
Lo segundo, mira cuánta fue la obediencia de la Señora, que dijo que era Esclava la que era Reina, porque es propia virtud de los Esclavos el ser obedientes, y cuánto agradó al Señor la obediencia de la Señora, pues luego que obedeció, encarnó el Verbo Divino en sus Purísimas Entrañas.
Lo tercero, procura imitar a JESÚS y MARÍA en ser obediente, si quieres que MARÍA te tenga por hijo y JESÚS por hermano, pues qué mayor honra ni qué mayor grandeza que lograr por obediente el ser hermano de JESÚS e hijo de MARÍA. Pondéralo bien, y dice:
   
Mi JESÚS, hazme obediente
Para evitar con tu gracia
No caer en la desgracia
Que introdujo la Serpiente.
    
Nueve Ave Marías y la Oración a la Santísima Virgen María. Una hora o media de Oración mental, meditando en esta virtud.
    
Este día, y los siguientes, te digo lo mismo que el antecedente, en lo que mira a las Comuniones y mortificaciones. Y que hagas muchos propósitos de obedecer a las Divinas Leyes y a las de tu estado, pues cumpliendo con ellas agradarás a Dios, y en todos ellos ha habido muchos Santos, y así no tienes disculpa para no serlo tú; y si te parece que en otro estado fueras santa, sabe que en el que tienes puedes serlo.
       
DÍA QUINTO – 20 DE MARZO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Medita la Humildad de la Señora:
Lo primero, considera lo que Dios ama a los humildes, y lo que aborrece a los soberbios: Míralo en los Ángeles, pues a los humildes les dio una eterna Gloria, y a los soberbios echó a un eterno Infierno. Y así dice el Señor se humilló, como dice San Pablo, bajando del Cielo a la tierra a tomar nuestra bajísima naturaleza.
Lo segundo, mira cuánta fue la humildad de la Altísima Reina; y óyeselo a la misma Señora, que después de haber encarnado el Divino Verbo en su Purísimo Seno, dijo en su Cántico que porque vio el Señor la humildad de su Sierva, hizo el brazo Omnipotente cosas grandes en ella.
Lo tercero, procura ser humilde, pues a los humildes da Dios su gracia, y a los soberbios resiste; y si eres humilde, imitarás a JESÚS y MARÍA, y si eres soberbia, tendrías al demonio por dechado. Escoge, pues, de estas dos cosas, y dile al Señor:
    
Mi JESÚS, pues que te agrada
La Humildad, hazme de modo
Humilde, que lo sea en todo,
Conociendo que soy nada.
    
Nueve Ave Marías y la Oración a la Santísima Virgen María. Una hora o media de Oración mental, meditando en esta virtud.
    
Hoy revuelve en tu imaginación «¿Qué fuiste», «¿Qué serás?», y «¿Qué eres?», y verás que fuiste nada, concebida en culpa, nacida en miseria. Serás polvo, pobre y nada. Y eres ahora poco menos que nada, un saco de maldades en el alma y un costal de males en el cuerpo, y así te humillarás.
   
DÍA SEXTO – 21 DE MARZO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Medita la Mansedumbre de la Señora:
Lo primero, considera la mansedumbre del Señor, pues dicen los Profetas que cuando encarnó bajó al suelo como un Cordero, y qué agradable virtud será esta a sus Divinos ojos, pues escogió por Madre a una Señora tan mansa, que la llama su Paloma.
Lo segundo, mira cuán sin hiel es esta Divina Paloma, toda dulzuras y suavidades para con sus hijos, pues aun los más pecadores hallan en la Señora mansedumbre, piedad, favor y consuelo.
Lo tercero, procura ser mansa de corazón, pues JESÚS y MARÍA se pusieron por ejemplares para que los imitemos. Y mira cuán dulce virtud es esta, cuán amable y cuán hermosa, pues aun a los que no tienen mansedumbre les parece bien, pues ¿tú cuántas veces has envidiado a los mansos?; y si quieres serlo, haz de tu parte y dile:
   
Dame, Dios mío, Mansedumbre,
Porque ya deseo imitarte,
Y con ella gusto darte,
Y al demonio pesadumbre.
    
Nueve Ave Marías y la Oración a la Santísima Virgen María. Una hora o media de Oración mental, meditando en esta virtud.
    
Este día procura pacificar tu corazón haciendo propósitos de no enojarte, y ten para ello a la vista alguna Imagen de JESÚS, o Niño o padeciendo, para que al verla, mires su mansedumbre y la imites.
   
DÍA SÉPTIMO – 22 DE MARZO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Medita el Silencio de la Señora:
Lo primero, considera los bienes del silencio, pues de callar jamás resultó mal. Y si Eva no se hubiera puesto a pláticas con la Serpiente, no nos hubiera perdido a todos.
Lo segundo, mira a la Señora, que callada, pues, en todos los Evangelios, no se oye plática larga suya, y muy pocas veces que habló, fueron pocas palabras, y sabiendo la Divina Reina más que todos los Querubines, no despegaba silenciosa sus sapientísimos labios.
Lo tercero, procura imitar a la Señora, y evitarás muchos males a tu Alma, pues de las conversaciones no se saca más que abrojos para el Alma, y aun espinas para el cuerpo; y si te pareciere vida pesada el silencio, es verdad que es pesada, pero sin pesadumbres. Y di al Señor:
  
Pon a mi boca, Señor,
Guarda, y a mis labios puerta,
Para que solo esté abierta
A darte gloria y honor.
    
Nueve Ave Marías y la Oración a la Santísima Virgen María. Una hora o media de Oración mental, meditando en esta virtud.
    
En este día huye pláticas ociosas, acostúmbrate a callar, y hablarás con la voz baja, sin gritos ni ademanes, pero sea huyendo la nota de que callas, y para ello, hoy y siempre, evita las ocasiones.
   
DÍA OCTAVO – 23 DE MARZO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Medita el Retiro de la Señora:
Lo primero, considera que en el retiro es a donde Dios favorece a las Almas, pues a su Esposa le dijo que la llevaría a la soledad, y allí le hablaría al corazón; y así no hay duda que el retiro es cosa agradable al Señor.
Lo segundo, mira cuánto le agradó a la Señora, pues observó tan grande encerramiento, y así cuando el Ángel le anunció la ENCARNACIÓN del Verbo Divino, la halló sola, retirada y encerrada; porque como el bullicio sea tan contrario a la quietud, es preciso para que haya quietud, huir del bullicio.
Lo tercero, procura imitarla, y hallarás a Dios, y con su Majestad, todos los recreos y gozos que no se hallan en las criaturas, pues con ellas no tendremos sino disgustos y amarguras, y si no, consulta a tus experiencias, y verás esta gran verdad. Y di al Señor:
   
Si en la Soledad me miro
Con mi Dios acompañada,
Quiero vivir retirada
Por no llorar su retiro.
    
Nueve Ave Marías y la Oración a la Santísima Virgen María. Una hora o media de Oración mental, meditando en esta virtud.
    
Este día procura estar recogida, sin salir sino a lo preciso, y para que no se te haga pesada la soledad y encerramiento, acompáñate de la presencia de Dios, que está en todo lugar por esencia, presencia y potencia; y así ahí lo hallarás, y a tu Ángel Santo, que no se aparta de ti.
   
DÍA NOVENO – 24 DE MARZO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
Medita la Templanza de la Señora:
Lo primero, considera que la gula ha sido ocasión de innumerables daños, y el primero y causa de todos fue la culpa de nuestros primeros padres, la cual fue comer un solo bocado. ¡Oh, qué desgracia tan grande: que el no mortificarse nuestra madre perdiera al mundo!
Lo segundo, mira la templanza admirable de la Señora, pues solo frutas y algún pececillo era su sustento, porque como vino a reparar el daño de Eva, que provino de comer, convenía que el remedio fuese la abstinencia. Y aunque la Virtud de la Templanza modera nuestras acciones, especialmente se refrena el apetito en comer y beber.
Lo tercero, mira cuánto se agradará el Señor de esta Virtud, pues la observó, y el Evangelio nos refiere que ayunó cuarenta días. Y al Banquete que te convida es el de su Santísimo Cuerpo, y así dile:
   
Señor, tu Cuerpo Sagrado
Quiero que sea mi sustento,
Pues solo este Sacramento
Sustenta con un bocado.
    
Nueve Ave Marías y la Oración a la Santísima Virgen María. Una hora o media de Oración mental, meditando en esta virtud.
    
Hoy ayuna si tienes salud y fuerzas; y si te da licencia tu Director, comulga, y procura disponerte con las Virtudes que has meditado, de suerte que puedas frecuentar mucho las Comuniones, pues si con buena disposición comulgas, buen camino llevas para llegar a la perfección; y deja hoy la fruta, el dulce y sainetes en la comida, que sustentan no al hambre, sino a la gula.
   
DEPRECACIÓN PARA ALCANZAR POR MEDIO DE MARÍA SANTÍSIMA EL AMAR A JESÚS
Sacratísima Virgen MARÍA, Templo de la Santísima TRINIDAD, portadora del fuego del amor Eterno, Administradora de la misericordia, mar pacífico, tierra fructífera. Carro Seráfico del amoroso Divino Incendio, que enclaustraste en tus Castísimas y Purísimas Entrañas; dulcísimo amor mío, a ti recurro, rogándote que a mi corazón y al de todos los Fieles conviertas en este Santísimo Fuego, para que encendidos con llamas de caridad por ti, oh dulcísima Madre del Hijo de Dios, Erario opulentísimo de los Divinos Dones, Arca afluentísima de Celestial suavidad, manantial perenne de dulzuras, nos ejercitemos en obras de piedad y misericordia, en reverencia del Inefable Misterio de la Santísima ENCARNACIÓN, y dedicados todos a venerar tan desmedida fineza, sea nuestra ocupación el consuelo de los miserables, el alivio de los afligidos, la compasión de los atribulados, la dirección de los errados, la luz de los ignorantes; recibamos y socorramos con benignidad a los pobres, abracemos en el seno de la caridad de CRISTO a los Gentiles y a todos los que están fuera del gremio de la Iglesia; levantemos a los caídos, perdonemos y amemos a los enemigos, y roguemos por ellos con Oración ferviente, que a tanto nos obliga tan asombrosa fineza. ¡Oh Madre amantísima de JESÚS! Inclina a mí tus oídos, vuelve a mí tus ojos amorosos, y enséñame a amar a este Señor, que por mi amor en tus Purísimas Entrañas se vistió el grosero sayal de nuestra naturaleza. ¡Ay de mí, que tantas veces olvidado de estos asombrosos beneficios, a mi JESÚS perdí! Loco es quien no le ama, siendo tan poderosos los motivos de amarlo. JESÚS es el Verbo de Dios, el más hermoso de los hombres, sin dejar de ser Dios. Su Divinidad es un piélago sin fondo de perfecciones infinitas, su Humanidad es Fruto de tu vientre preciosísimo, y esto bastaba para obligar a mi amor. Vive en JESÚS un amor ardiente y eterno al hombre, por cuya causa se hizo Hombre, para colocar al hombre entre los hijos de Dios, redimió al hombre a costa de su vida temporal, para dar al hombre vida eterna; padeció tormentos imponderables por librar al hombre de penas eternas; no descansó en este mundo porque el hombre descanse en el Cielo. ¡Oh MARÍA!, pues por ti tiene el hombre a Dios hecho Hombre, enséñame a amarlo, inflama mi corazón hiere mi pecho, llévame, Señora, a JESÚS, por el gozo que tuviste cuando JESÚS como Verbo que procede del corazón del Padre, vino a tu virginal vientre. ¡Oh MARÍA!, no sea yo ingrato con JESÚS. ¡Oh JESÚS!, no sea yo ingrato con MARÍA, agradezca la inefable Caridad de JESÚS y MARÍA; y JESÚS y MARÍA, puestos sobre mi corazón y mis brazos como sello, sea marca para que me reconozcan JESÚS y MARÍA como Esclavo suyo en la Gloria. Amén.
      
+++
  
El fin de la Encarnación del Divino Verbo fue redimir al mundo de la esclavitud del pecado con su Pasión y Muerte de Cruz; y habiéndose obrado aquel Misterio en el mismo día en que se ofreció el cruento Sacrificio del Calvario, no será fuera de propósito poner aquí puntos de Meditación de la Sagrada Muerte y Pasión del Señor, para que si las Almas, movidas de la Exhortación antecedente, quisieren tener Oración, tengan materia para ella, y no se diga que Música in planctu importúna narrátio, pues desde que encarnó el Señor tuvo presente su Pasión, como escribe la Venerable Abadesa María de Jesús de Ágreda.
   
LUNES – LA ORACIÓN DEL HUERTO
Mira, Alma, a JESÚS orando a su Eterno Padre, y que allí con viva representación tuvo presentes todos los tormentos que había de padecer, los cordeles, las bofetadas, las mofas, las salivas, los azotes, las espinas, la Cruz, los clavos y la lanza, y todo esto junto le atormentaba; y mucho más el conocer que todos estos tormentos los habían de olvidar muchísimos Cristianos, pues son pocos los que los meditan y se duelen de la Pasión del Señor, y este conocimiento junto con aquella representación de su padecer lo acongojó y entristeció de suerte que sudó sangre. Medita despacio qué tal sería la congoja que tuvo JESÚS y qué tal sería su pena, teniéndote allí presente mirando tu descuido e ingratitud, míralo tú y duélete de su Pasión.
  
MARTES – LA PRISIÓN DE JESÚS
Medita a tu Señor preso y maniatado con grande aprieto, porque no se fuera de entre sus manos, y así apretaron tanto los cordeles que le reventó sangre de las manos, y mira con qué gritería y algazara lo llevaban por las calles de Jerusalén, y con qué tropel y prisa que a veces lo tiraban al suelo y lo arrastraban. Míralo cómo lo llevan de Tribunal en Tribunal, y en el de Anás considera su rostro abofeteado con una manopla de hierro, en el de Herodes atiéndelo tratado como a loco, y en cada uno lo verás calumniado, afrentado, injuriado y padeciendo por ti, y así despacio recorre estas cosas, para que te duelas de su Pasión y de tus culpas.
   
MIÉRCOLES – LOS AZOTES QUE DIERON AL SEÑOR
Medita a JESÚS, con qué humildad se quitó Él mismo sus vestiduras para que lo azotaran, porque así se lo mandaron aquellos crueles Verdugos, y ya desnudo, y puesto a la vergüenza, mira cómo lo ataron fuertemente a una columna, y empezaron a descargar con rigor azotes con látigos, cadenas, abrojos, y con tanta furia y fuerza que se cansaban los Verdugos, y fueron tantos los que le dieron que pasaron de cinco mil, y con tanta impiedad que llegó tres veces al tránsito de la muerte; contempla todo su Cuerpo herido, despedazado, corriendo arroyos de sangre que inundaban la tierra, de que quedó desmayado y sin aliento: Humíllate al ver a JESÚS azotado, y ten paciencia y sufrimiento en tus trabajos.
   
JUEVES – LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Medita cómo después de los azotes, sentaron a JESÚS sobre una piedra y lo coronaron con un cerco de agudas y duras espinas, que le atravesaban su Divina y tiernísima Cabeza, de donde salían ríos de sangre que le inundaban el Rostro y le cegaban los ojos, y después por mofa le pusieron una caña por cetro y una púrpura rota y sucia por manto, y de esta suerte lo saludaban como a Rey de burlas, y así lo mostró Pilato al pueblo, diciendo ECCE HOMO. Haz de cuenta que te lo muestra a ti, míralo despacio, y oye lo que dijo aquel pueblo ingrato al verlo: ¡Crucifícalo, crucifícalo! No seas tú tan ingrata que lo vuelvas a crucificar con tus culpas.
  
VIERNES – LA CRUZ A CUESTAS
Medita a JESÚS cómo después de coronado de espinas, se la quitaron para ponerle sus vestiduras y se la volvieron a poner, renovándole las heridas, y le cargaron la Cruz pesada sobre sus hombros. Míralo caminar, cayendo y levantando, y cómo lo encontró de esta suerte su afligida Madre: ¡Qué dolor tendrá! Y cuál sería el de JESÚS al verla, e iba tal el Señor que aún las mujeres extrañas lloraban al verlo tan lastimado, viendo su Rostro pálido, escupido, ensangrentado, acardenalado y oscurecido por el polvo, pues una mujer de lástima le limpió el Rostro con sus tocas. Y tú en cada cosa de estas puedes detenerte compasiva, doliéndote de que tus culpas pusieron así a JESÚS.
   
SÁBADO – LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS
Medita cómo habiendo llegado JESÚS al Calvario, le quitaron sus vestiduras con crueldad, renovándole sus Llagas, y para ello le arrancaron la Corona y se la volvieron a poner, y desnudo le mandaron que se tendiera en la Cruz, lo cual obedeció el Señor con humildad, poniendo sus manos para que las clavaran en ella, y habiéndole clavado la una, no alcanzando la otra al taladro, tiraron tan fuertemente del brazo que se lo desencajaron, y después le clavaron los pies con fiereza; y al oír la Señora los golpes de los martillos, considerando el dolor de su Hijo, fue indecible el de su corazón. Y de esta suerte estuvo el Señor tres horas afrentado, dolorido, sediento, desamparado, y por fin murió por ti. Oh, ¡qué pena y qué confusión el ver que huyes de la Cruz!
   
DOMINGO – EL DESCENDIMIENTO DEL SEÑOR DE LA CRUZ
Medita a JESÚS muerto en la Cruz por ti, y mira a su Madre traspasada de dolor y sin tener con qué amortajarlo ni quién lo bajara de la Cruz, ni en dónde sepultarlo. Considera en estas necesidades cómo estaría su tierno corazón, y por último habiéndole bajado del Patíbulo el difunto Cuerpo de JESÚS despedazado y muerto con afrenta, se lo pusieron en sus brazos, y al verlo herido, lo adoró, y con dolor lo dio para que lo pusieran en el Sepulcro. Vete con la Señora a acompañarla y a darle el pésame, y procura que con verdad te pese de ver a Dios Hombre muerto por tus pecados, y así aborrécelos; y agradecida ama a JESÚS.
   
Vive, Alma, agradecida
A quien te ama de tal suerte
Que así se entregó a la muerte
Para darte a ti la vida.
   
Por fin de este cuadernito, quiero poner las palabras de Jeremías, que habiendo profetizado en el capítulo 11 los amargos tormentos que toleró Jesús en su afrentosa Pasión, en el siguiente capítulo se lamenta de que habiendo muerto Dios Hombre, no hay quien piense en su corazón su Pasión, de que resulta que esté la tierra como con sentimiento lloramos: Desolatióne, desoláta est omnis terra, quia nullus est qui recógitet corde (Jeremías, cap. 12, v. 11).
  
Desolada está la tierra
De bondad, pues la malicia
A todo lo bueno vicia
Y a toda Virtud destierra.
  
Y como al vicio hace guerra
La pía meditación;
Estando tu corazón
Sin meditar, nada tienes
Bueno, pues todos los bienes
Se alcanzan por la Oración.

2 comentarios:

  1. Existe alguna indicación de que debe hacer una persona en caso de que accidentalmente por olvido coma carne en los días de abstinencia de carne, algo así como una penitencia especial o amonestación, además de saber si romper con la abstinencia sea un pecado grave.

    ResponderEliminar

Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.