Tomado del devocionario El mes de la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo, escrito por el padre Jean-Baptiste Fourault, sacerdote del Oratorio de la Santa Faz y publicado en Tours en 1891; y traducido al Español por la Archicofradía de la Santa Faz y Defensores del santo Nombre de Dios de León (Nicaragua) en 2019.
MEDITACIÓN TRIGÉSIMO DÍA: LA SANTA FAZ EN EL ÚLTIMO DÍA.
Oh, Faz adorable, que aparecerás en los aires con gran poder y majestad, ten piedad de nosotros.
No hay nada tan terrible, y nada tan consolador como la aparición de la Santa Faz al final de los tiempos, con gran poder y majestad. ¡Qué diferente tipo de expresiones contiene! ¡Qué felicidad para el justo contemplarlo! ¡Qué desesperación para el malvado, verlo terrible y airado!
1º PUNTO – LA SANTA FAZ, TERRIBLE PARA EL MALVADO.
Después de la resurrección de los cuerpos, y de la separación de los buenos de los malvados, se mirará aparecer en el aire el estandarte del Juez Soberano, la señal del Hijo del hombre, la Cruz (Tunc parébit signum Fílii hóminis. (Matth. XXIV, 30). Siguiendo la Cruz, Jesucristo aparecerá en su momento, llevado sobre los querubines, rodeado por miles de millones de ángeles que forman su corte. Con una sola mirada lee el libro de las consciencias.
¿Cómo podrá el malvado soportar el ojo del Juez? Mirarán las heridas de sus pies y manos, las cicatrices de sus mejías, las señales de la corona de espinas, que serán como muchas voces acusadoras: «Videbunt in quem transfixérunt» (Mirarán las heridas de aquel a quien ellos traspasaron con sus pecados. San Juan XIX, 37).
«Mirad vuestra obra, dirá el Padre Eterno, después de mis profetas, envié a mi propio Hijo, y lo tratasteis como al último de vuestros esclavos; lo crucificasteis y lo entregasteis a la muerte». Ellos invocarán su misericordia, pero para ellos la hora de la justicia ha caído. Jesucristo hace tiempo tan paciente, tan generoso, lanzará sobre ellos una de aquellas terribles miradas que dijo David: «Miró sobre la tierra y la hizo temblar; tocó las montañas y se hicieron humo» (Salmo CIII, 32), y con su mirada las secará de miedo. Desearán apartar sus ojos, y sepultarse por cuenta propia en los más profundos abismos de la tierra: que los ojos del Soberano Juez, se hará escuchar, y de la boca del Juez saldrán esta terribles palabras: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles» (Matth. XXV, 41)
Oh mi Dios, ¿cuál será mi destino? ¡Dónde está mi fe, dónde está mi razón si no tiemblo ante el pensamiento de este terrible drama, si no me esfuerzo por enmendar mi vida, a fin de no ser encontrado entre el número de los malditos!
2º PUNTO – LA SANTA FAZ, DULCE Y BENEVOLENTE CON EL JUSTO.
Ya la sentencia de los buenos ha sido pronunciada. Jesús mismo se ha inclinado hacia ellos. Los ha reconocido como sus ovejas que han sido separadas y colocadas a su derecha. Oh hermoso día de triunfo, en el que el Justo juez quien ha recibido en depósito las buenas obras, ha venido a dar su paga y a devolver a cada uno lo que le pertenece.
Ellos no tiemblan en presencia de su Faz. ¡Es tan dulce; tan benevolente, tan misericordioso, tan bueno! Sostienen su mirada, están contentos de contemplarlo en su gloria; Él sobre cuyos sufrimientos hicieron hábito de meditar. Sus heridas son como muchos soles que inundan sus almas con gozo y felicidad. Su Faz adorable, resplandeciente de gloria, es el más hermoso de esos soles brillantes.
La boca divina del Salvador de repente se abre, y de ella salen las hermosas palabras que deleitan los oídos de los santos y hacen palpitar sus corazones de gozo: «Venid vosotros, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me diste de comer, sediento y me diste de beber; era forastero y me hospedasteis, enfermo y me visitasteis, estuve en prisión y vinisteis a verme» (Matth. XXV, 34). Y Jesús alzando vuelo hacia la estancia de la gloria eterna, con su Santa Faz invita al justo a seguirlo hacia una eternidad feliz.
¡Oh qué gozo y qué éxtasis inundará las almas de los santos! ¡De ver a Dios! De ahí en adelante sin ningún temor a nunca perderle; de cantar sus alabanzas, sentarse a la mesa del Cordero y compartir la fiesta que Él ha preparado para sus elegidos. Oh, ¡cuán apropiados son estos pensamientos a fin de excitar en nuestros corazones el amor por Jesús pobre, humillado, crucificado, y para inducirnos a contemplar a menudo su Faz desfigurada sobre la tierra, a fin de verle después de la muerte en el cielo, en el esplendor de su gloria y majestad!
Ramillete Espiritual: Vidébimus adorábimus laudábimus. (Veremos a Dios, le adoraremos y cantaremos para siempre sus alabanzas. San Agustín).
LA CAUSA DEL SR. LEÓN PAPIN DUPONT EN ROMA.
Después del cierre de las investigaciones preliminares puestas en marcha por el Ordinario referentes a la reputación de santidad, la vida, las virtudes y milagros atribuidos al sr. Dupont, dos miembros del tribunal eclesiástico instituido en Tours fueron delegados a Roma, para que presentaran al Santo Padre los documentos relacionados con la causa. Estos documentos están conformados por dos cuartillas de volumen, que primero fueron colocados sobre la tumba del Siervo de Dios y delante de la Santa Faz.
Fu el 29 de junio, fiesta de San Pedro, que se concedió el favor de una audiencia a los dos sacerdotes. El Papa los recibió con bondad, se puso al tanto con el objeto de su viaje, y escuchándolos mientras ellos hablaban de la canonización del Sr. Dupont, levantó sus ojos al cielo, y con un acento lleno de gozo, que emocionó los corazones de todos presentes: «El Sr. Dupont, dijo, ¡oh! El Sr. Dupont pronto será Venerable. Yo bendigo su obra, bendigo la Archicofradía de la Santa Faz, su director y a todos sus asociados».
Durante este tiempo, los fieles en Tours, quienes se habían reunido en el oratorio, en la antigua salita, del siervo de Dios, estaban celebrando la fiesta de San Pedro, el Patrón del Archicofradía. ¡Cual no fue su felicidad al escuchar las palabras dichas por el Vicario de Cristo, y al recibir por telégrafo su bendición paternal!
El proceso de la causa fue entonces llevado a la Cancillería, y entregado a Monseñor Ponzy, el sustituto de la Congregación de los Ritos, para aguardar el momento, cuando plazca a Dios ordenar por boca de su Vicario, que se abra el proceso y continúe el trabajo. Se nombrarán comisionados apostólicos para examinar si se han cumplido todas las formalidades al respecto y para interrogar de nuevo a los testigos.
Sólo hasta entonces el sr. Dupont será declarado Venerable.
Se requiere un lapso de diez años, de acuerdo con las reglas ordinarias antes de tomar de nuevo la causa, pero a fin de acortar este período de tiempo, nada es más necesario que la Santa Faz conceda una dispensa. Esperamos que esta dispensa se conceda cuando las oraciones de los amigos de la Santa Faz y el Sr. Dupont hayan ascendido al cielo con bastante fervor para obtener este favor para nosotros.
Mientras tanto, amemos para consolarnos y reanimar nuestras esperanzas trayendo a la mente las palabras del Santo Padre: «El Sr. Dupont pronto será Venerable».
ORACIÓN DEL PAPA PÍO IX
¡Oh, Jesús mío! miradnos con ojos de compasión; volved tu Rostro hacia cada uno de nosotros como lo hiciste con Verónica, no para que te veamos con los ojos corporales, pues no lo merecemos, sino volvedlo hacia nuestros corazones, a fin de que, acordándonos de Ti, podamos siempre sacar de este manantial de pureza el vigor necesario para librar los combates que debemos aún sostener. Amén.
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