viernes, 5 de marzo de 2021

MIENTRAS AL-AZHAR PREDICA LA TOLERANCIA, EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO ES LEY EN EL EGIPTO PROFUNDO

Mientras el mundo occidental aplaude el discurso de tolerancia religiosa enarbolado por el imam de la mezquita al-Azhar y rector de la universidad del mismo nombre Ahmed el Tayeb (cosignatario con Francisco Bergoglio del Documento de Abu Dabi, inspirador del Día de la Fraternidad Humana proclamado por la ONU el año pasado), el ambiente por casa en Egipto es diametralmente opuesto: cada viernes, en los servicios de oración islámica cuyas voces amplificadas resuenan en todas las calles, se escuchan oraciones contra cristianos y judíos, con cierta frecuencia hay ataques con bombas contra iglesias y agresiones hacia personas individuales bajo presuntas acusaciones de infringir la ley sharia.
   
Un ejemplo de esto ocurrió el viernes 20 de Mayo de 2016 en Al Karm ash Sharqī, una aldea cercana a la ciudad de Abu Qarqas en Menia, sita en el Alto Egipto. Como es habitual en muchas poblaciones egipcias, cristianos y musulmanes conviven en un mismo vecindario rodeados por la pobreza (Menia es una de las gobernaciones –provincias– más pobres de Egipto) y la ignorancia, el terreno perfecto para la proliferación del fundamentalismo islámico salafí (movimiento reformista islámico ultraconservador al que adscriben la Hermandad Musulmana, Al Qaeda y el Dáesh). Sucedió que había circulado el rumor de una relación entre un hombre cristiano y una mujer musulmana (prohibido por la ley islámica), y un grupo de casi 300 personas armadas con pistolas y cuchillos rodearon la casa del presunto ofensor, de nombre Ashraf Attiya, para arrestarlo. En la asonada, la turba golpeó a su padre y a su madre Souad Thabet la desnudaron y la hicieron caminar así por las calles de la aldea mientras la golpeaban y gritaban “Allahu akbar” como celebrando una conquista militar, desterraron a la familia y quemaron la casa.
   
Souad Thabet y su hijo Ashraf
   
En Egipto, cuando hay una agresión de esta clase, un funcionario regional presiona a la víctima para que concurra a un tribunal de “arbitraje” para que perdone a sus agresores y no presente acusaciones ante la justicia estatal, y el liderato musulmán de al-Azhar presenta un comunicado instando a la “reconciliación” para evitar “el escalamiento del conflicto” (cuando en realidad es un acto unilateral) y envía un representante a la audiencia. Posteriormente la víctima es exiliada y sus bienes son repartidos entre los agresores, y la narrativa la presenta como culpable. Esta costumbre es de origen beduino, y fue adoptada por el islam.
   
Pues bien, la señora Souad Thabet se negó a seguir ese camino (más al saberse por la mujer musulmana involucrada en el escándalo que el rumor fue inventado por el esposo de esta para repudiarla y rescindir de una sociedad comercial sin pagarle alimentos ni cumplir las obligaciones financieras) y prefirió llevar el caso ante la justicia, apoyada por el obispo Anba Macario El Baramoussy, ordinario copto de la ciudad de Menia y Abu Qarqas. Desde 2013, Macario ha denunciado a nivel nacional e internacional los ataques a los cristianos coptos y la impunidad que se presenta ante estos casos.
  
Anba Macario, obispo copto de Menia y Abu Qarqas
  
Aun con las amenazas del alcalde local que llevar el caso de la señora Souad a la justicia exacerbaría la violencia, la denuncia fue presentada y en Enero de 2020, el tribunal penal de Menia sentenció in abséntia a tres de los atacantes (un padre de familia y sus dos hijos) a 10 años de prisión, pero tras presentarse ellos ante el tribunal, se ordenó una segunda vista que concluyó el 18 de Diciembre desestimando todos los cargos. Hamada Al-Sawi, representante del Ministerio Público, ordenó que se revisara el veredicto, decisión que fue elogiada por Maya Morsy, directora del Consejo Nacional para las Mujeres, al tiempo que ofreció su ayuda y asesoría a la señora Thabet (cuyo caso fue tendencia en las redes sociales con el numeral #سيدة_الكرم “La señora Al Karm”) lo que necesitara.
   
Mientras el caso era visto en el tribunal, el presidente egipcio Abdelfatah el Sisi se encontraba en Francia visitando a su homólogo Emmanuel Macron Noguès. Ante la pregunta de un periodista sobre su opinión ante la religión y los problemas sociales (aludiendo a la revista satírica Charlie Hebdo y sus caricaturas contra Mahoma, y el juicio en Egipto contra los autores de la masacre de 2015), Macron dijo:
«Nosotros consideramos que los valores humanos son los más importante de todos, superiores a cualquier otra cosa. Eso es lo que trajo la filosofía de la Ilustración y el fundamento de la universalización de los derechos humanos. Toda persona tiene el derecho de elegir la religión en que quiera creer… El tema religioso no debería relacionarse al tema político». 
A lo cual respondió el homólogo egipcio:
«El rango de los valores religiosos es mucho más alto que los valores humanos, es el derecho de una persona en abrazar lo que quiere y rechazar lo que rechaza, pero es importante, mientras expresamos nuestra opinión, que no violemos los valores religiosos, porque los valores religiosos son mucho más altos que los valores humanos.
   
Los valores humanos son valores que hemos hecho y somos capaces de desarrollar o manejar. Pero los valores religiosos, si admitimos que son revelados por el gran creador, Dios Todopoderoso, son sagrados y están sobre todos los valores».
Abdelfateh el Sisi y Emmanuel Macron en la rueda de prensa conjunta en el Elíseo (6 de Diciembre de 2020)

En tal sentido, El Sisi (que es musulmán suní, pero propugna por modernizar la religión islámica y tiene gran estima entre los coptos porque les ha reconocido derechos y ha sido el primer presidente egipcio en visitar una catedral y asistir a la liturgia) ha enrostrado a Macron (y a todo Occidente) el secularismo que permite la ofensa a las creencias religiosas so color de libertad. Pero, ocurre que los musulmanes, en los países donde son mayoría, imponen sus valores en la sociedad, y ese derecho de «abrazar lo que quiere y rechazar lo que rechaza» solo se puede ejercer mientras se esté dentro de la creencia aprobada, mientras que los no musulmanes no pueden ejercerlo si con ello se violan los valores religiosos de los musulmanes. Menos si es una sociedad como la egipcia, que ve con malos ojos cualquier atisbo de reforma o modernidad (urgió a los clérigos musulmanes a distanciarse del terrorismo, recalcando que Egipto es víctima de ese flagelo; en 2015, ordenó remover de los currículos escolares contenidos relacionados con Ubqa ibn Nafi –que conquistó el norte de África para los musulmanes– y Saladino –fundador de la dinastía ayubí y sultán de Egipto y Siria– que exaltaban el odio y la violencia, y en 2018 propuso acabar con el divorcio verbal –lo que fue rechazado por un consejo de estudiosos de Al Azhar–).

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