Isaías es el primero de los cuatro Profetas que se llaman mayores. Fue hijo de Amós, de la familia real de David. Profetizó en los reinados de Ozías, Joatán, Acaz y Ezequías, cerca de ochocientos años antes de Cristo; o, según la cronología más probable, desde el año 785 hasta el 721 antes de Jesucristo. Es constante tradición de los judíos ñ, apoyada por San Jerónimo, San Agustín y muchos Padres antiguos, que el impío rey Manasés, su pariente y cuñado, que sucedió a Ezequías, le quitó la vida haciéndole aserrar por medio del cuerpo, siendo ya Isaías de edad de cien años.
El principal objeto de sus profecías es el echar en rostro a los habitantes del reino de Judá y Jerusalén sus infidelidades, anunciarles el castigo de Dios que les vendría, primero por el ejercito de los asirios en el reinado de Senaquerib, y después por el de los caldeos en el reinado de Nabucodonosor. Les profetiza que este rey se los llevará cautivos y destruirá a Jerusalén y su Templo. Les predice que después, en el reinado de Ciro (que nombra expresamente), volverán a su patria: que será reedificada Jerusalén y el Templo; y que las dos casas o reinos de Israel y de Judá volverán a formar un solo pueblo.
Pero entre estas profecías hay algunas que no pueden aplicarse a los sucesos que acontecieron después de la vuelta del cautiverio, y es preciso entenderlas de la venida de Jesucristo y del establecimiento de su Iglesia, y de lo que había de suceder en ella. Isaías habla tan clara y puntualmente de Jesucristo y de su Iglesia, que más parece Evangelista que Profeta, como dice San Jerónimo. Así es que el mismo divino Salvador se aplicó a Sí mismo muchas profecías de Isaías, y vemos que los Evangelistas y Apóstoles citan varias veces el cumplimiento de ellas en Jesucristo, Es muy admirable el anuncio de que el Mesías nacería de una Virgen (cap. VII, v 14); y lo que dice en el cap. LIII sobre la pasión de Jesús.
Isaías es tenido por el Profeta más elocuente: su lenguaje es conforme a la nobleza de la regia estirpe de que descendía: grande y elevado, y de fuertes y vivas expresiones. Grocio le compara a Demóstenes tanto en la pureza como en la vehemencia del estilo. No hay Profeta citado con más frecuencia en los libros del Nuevo Testamento.
Mons. FÉLIX TORRES AMAT, Advertencia sobre la Profecía de Isaías.
ORACIÓN
Oh Señor Jesucristo, Rey de los profetas, que por boca de San Isaías Profeta anunciaste tu encarnación, vida, muerte y gloria, concédenos por su intercesión que nosotros tus siervos lleguemos, por estos sagrados misterios, al gozo sempiterno. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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