Recopilado por el P. Dr. Vicente Alberto Rigoni, Cura Párroco de Santa Ana en Villa del Parque (Buenos Aires), el 12 de Mayo de 1944. Tomado de RADIO CRISTIANDAD.
DÍA DUODÉCIMO
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios os salve, ¡oh gloriosa Santa Ana, cuyo nombre significa la gracia de la que fuiste por Dios llena, gracia que distribuís a vuestros devotos. Nosotros, postrados a vuestros pies, os rogamos que aceptéis estos humildes obsequios con los cuales pretendemos honraros, como a madre de nuestra amantísima Madre y Reina y como abuela de nuestro dulcísimo Redentor Jesús. Y Vos, en señal de que os agradan nuestros homenajes, libradnos del maldito pecado alcanzándonos la gracia de modelar nuestra vida conforme a vuestros ejemplos, y obtenednos luz, fervor y constancia para que con la meditación que vamos a hacer, crezcamos en virtud y seamos más y más gratos al Señor. Amén.
MEDITACIÓN: Causa de la Esterilidad de Santa Ana.
Es propio de Dios sacar sus más ricos tesoros de la esterilidad, para manifestar mejor su poder. El mundo, creado de la nada; la tierra, al principio informe y vacía, y el cielo sin luz, muestran claramente el poder de su palabra. El oro, la plata y los brillantes se producen en terrenos horridos e infecundos, y la rosa nace entre las espinas. Isaac, Sanson, Samuel y el Bautista, luminares de su siglo, nacieron de madre infecunda. He aquí por qué Ana es estéril. De esta humillación suya debía originarse su dignidad ¿Por qué la madre de Dios, pregunta el Damasceno, nació de madre estéril? Porque era necesario que su nacimiento preparara el camino al prodigio de todos los prodigios. Si Ana hubiere sido fecunda no habría dado a luz a la única bendita entre todas las mujeres al océano de gracia, al más bello adorno de la tierra y del cielo. Su hija, tan elevada sobre todas las criaturas, debía de ser hija de la gracia. Y así, surgiendo de padres infecundos, su nacimiento debía atribuirse más que a la naturaleza, a especial bendición de Dios. Retardado el nacimiento de María, explica San Jerónimo se manifiesta mejor que la que nace, no es del sentido, sino de la gracia. Mejor se explica, añade San Ildefonso, que nace limpia de cuerpo y de corazón, sin concupiscencia. Además, en la prolongada esterilidad de Ana, se preparaban todas las virtudes y las gracias que debían nacer con María.
Aprende, ¡oh cristiano!, de Santa Ana, a conformarte con el divino querer; Él te sacó de la nada, cuando le plugo; te hará vivir en la tierra cuando le plazca, y cuando quiera te llamará a su presencia. Si deseas ser feliz, aquí y en la eternidad, reflexiona que eres obra de sus manos y que si te sacó de la nada fue no para que vivieses para ti mismo, sino para su gloria. Busca a El de todo corazón y sin descanso. Si tarda en llegar, espéralo que llegará en el tiempo fijado y te confortará y consolará; aquí te colmará de santificación y de gracia, y en el cielo de alegría y gloria.
Reflexiona, ¡oh cristiano!, que la prosperidad es madrastra de la virtud, y que al contrario, el llanto y los afanes son nutricios de la piedad y guía de la perfección. Las gracias más bellas, los favores más señalados del Cielo son, por lo común, el fruto de las plegarias, de las humillaciones y de los sacrificios. Esto lo vemos en Santa Ana, que sin la esterilidad no habría llegado a la dignidad sublime de la Madre de Dios.
EJEMPLO: ¡Ay de aquel que hace promesas y votos y no los cumple! El Abad Bartolomé Maggiolo descuidó cumplir el voto hecho de entrar en la orden de los capuchinos y fue poseído del demonio; aunque de limitada cultura literaria, hablaba idiomas que nunca había aprendido, e improvisaba elegantes versos.
A pesar de repetidos exorcismos no se libró del maligno espíritu y preguntado el por qué, declaró que dejaría aquel cuerpo “in illa die quæ noctem non habet”. Los sabios, después de haber meditado el caso para darle interpretación, debieron confesar que no sabían explicar el enigma.
Un piadoso Franciscano, conocedor del caso, hizo cuarenta días de riguroso ayuno, de ásperas disciplinas, expuso el Santísimo Sacramento por espacio de tres días, después confortado con la bendición del Sr. Arzobispo de Génova Juan Lercari, el día ocho de septiembre del año 1779 echó del poseído el demonio y el enigma tuvo esta explicación: “El día 8 de septiembre puede decirse día sin noche, porque en tal día Santa Ana nos dio a María, luz esplendorosísima concebida sin mancha de pecado y de culpa”.
OBSEQUIO: Recitar un Ave María a Santa Ana para que disipe de nosotros las tinieblas del pecado.
JACULATORIA: Purísima Santa Ana alcanzadme pureza de entendimiento y de corazón.
ORACIÓN
Dios te salve, ¡oh Santa Ana!, nobilísima planta, que puesta en el jardín de la Iglesia, produjiste a su tiempo la vara de Jesé, de la cual tuvo vida el esperado Salvador del mundo. Yo me alegro con Vos, con Vos agradezco al Altísimo, porque os glorificó, haciéndoos madre de la gran Madre de Dios y constituyéndoos patrona de todas las estériles. ¡Ay!, una mirada, ¡oh gran Santa!, a la miserable esterilidad de mi corazón; encendedlo en el amor de la gloria divina, fecundizadlo en santas y virtuosas obras, a fin de que no tenga que parecer vacío en la presencia divina. Así sea. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que te dignaste conceder a Santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haz, por tu misericordia, que nos ayude junto a Ti la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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