Dispuesto por el padre Diego Álvarez de la Paz SJ, reimpreso en Madrid en 1830.
MES EUCARÍSTICO, ESTO ES, PREPARACIONES, ASPIRACIONES Y ACCIÓN DE GRACIAS PARA ANTES Y DESPUÉS DE LA SAGRADA COMUNIÓN
DÍA SEXTO
PREPARACIÓN
I. ¿Quién viene a mí en este Sacramento? Cristo, Padre del futuro siglo, que nos engendró voluntariamente en palabra de verdad: Padre de misericordias, y Dios de toda consolación, que con tierno amor nos ama y llama hijuelos suyos (Isaías 9, 6. Santiago 1, 18; y 2.ª Corintios 1, 3).
II. ¿A quién viene? Al hijo pródigo, que se fue lejos a la región distante del olvido de Dios, y allí disipó su hacienda viviendo, si no lujuriosamente, a lo menos vana e inútilmente (San Lucas 15, 13).
III. ¿A qué viene? A estrechar en sus brazos a este hijo pródigo, que vuelve a Él, y darle ósculo, vestirlo con la estola de su gracia y dones celestiales, reparar sus fuerzas con el convite sustancioso de su Cuerpo y Sangre, y darle posesión de la eterna herencia en su casa de la Gloria (Ibid., v. 20 y ss.).
Aspiración: ¡Oh, cuántos criados abundan de pan en la casa de mi Padre!, y aquí yo perezco de hambre. Me levantaré e iré a mi Padre (San Lucas 15, 17); pues Él solo es el que a los pobres harta de pan (Salmo 131, 15). Sí, Padre mío, el que en su abundancia os dejó, os busca en la necesidad; porque Vos mismo sois el que convidáis, diciendo: venid a Mí todos los que trabajáis y estáis cansados, que Yo os aliviaré (San Mateo 11, 28). Aquí tenéis postrado a vuestros pies al mal hijo que por haber sacudido el yugo suave de vuestra obediencia, vuelve a vuestra presencia cansado de andar los caminos de perdición y las dificultosas sendas de la iniquidad (Sabiduría 5, 7). Mis maldades sobrepujan a mi cabeza, y como carga pesada se han agravado sobre mí. Pero pues todo mi deseo está a tu vista, y los gemidos de mi corazón no te se ocultan, no me desamparéis, no os retiréis de mí, venid pronto en mi ayuda (Salmo 37, v. 5. 10. 22. 23.), aliviadme de la carga de mis culpas, y concededme ese divino Pan, que mata la insaciable hambre de los torpes apetitos, y colma de infinitos bienes a los hambrientos de vuestra gloria. Pequé, Padre mío: tu misericordia no me desampare.
ACCIÓN DE GRACIAS
I. Considera con los ojos de la fe a Jesucristo en medio de tu corazón como a un piadosísimo Padre, que te engendró en la Cruz con indecibles dolores; y a ti, como a un hijo vago, que vuelves a Él después de una larga peregrinación y del más infeliz estado, y que no obstante te recibe con amor entrañable.
II. Ámalo con todo el corazón y con toda el alma, resolviendo firmemente despreciar por su amor la propia vida, la salud del cuerpo, riquezas, honras y gustos; de manera que por estar siempre con Dios, tu Padre, huyas cuanto sea posible del trato con las criaturas.
III. Pide te conceda el don de piedad, para que solicites con mucho celo y propagues con sumo fervor su mayor honra y gloria.
Aspiración: Padre, pequé en presencia del Cielo y de Ti: ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo: hazme como a uno de tus criados (San Lucas 15, 18 y 19). ¡Oh noble conocimiento de la propia iniquidad!, yo te abrazo tal cual eres, pues me restituyes a los brazos de mi Padre. Pequé, Señor, contra Vos, pequé contra Vos, clementísimo Padre mío; pero al fin sois mi Padre (Salmo 8, 27), y no temo verme confundido, como no lo fueron los antiguos que en Ti esperaron (Salmo 21, 4). Mi maldad no ha podido apurar vuestra bondad: misericordioso os dejé, misericordioso os busco, y tan misericordioso os hallo que como al hijo pródigo me entráis en casa, Vos mismo me disponéis el convite, y como verdadero Cordero que sois, muerto por mi amor (Apocalipsis 5, 12), me sentáis a la mesa, para que os coma como manjar. No matáis ahora la ternera como al hijo pródigo cuando volvió a vuestros pies; a Vos mismo os sacrificáis por mi amor. Ahora sí que satisfaré mi hambre con esta vianda del Cielo; harta padecí en vuestra ausencia, cuando como inmundo animal busqué mi sustento entre animales inmundos. No os canséis, Padre mío, de darme este sustento de vida eterna, que sirve al mismo tiempo de prenda segura de la Gloria. Gracias infinitas por tanto como obráis con vuestro ingrato hijo, sin merecerlo.
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