En el nombre de Dios Todopoderoso, digo: que aunque he sido ingrato a los beneficios de Dios, soy cristiano por su divina gracia, de lo que me precio y glorío, por lo cual creo y confieso todo aquello que cree, confiesa y propone nuestra Madre la Iglesia: y para más claridad, gusto mío y pesar del demonio, digo y expreso que creo en el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Asimismo creo (y agradezco por la utilidad que logro) el misterio amoroso de la Encarnación del Verbo; creo el admirabilísimo misterio de la Eucaristía; creo que es Dios remunerador, que premia a los buenos y castiga a los malos; creo que hay gloria, la cual espero gozar, confiado en la misericordia de Dios, para toda la eternidad; creo que hay infierno, cuya duración es infinita, al cual van los que mueren en pecado mortal. Finalmente, la profesión que hice, o en mi nombre fue hecha el día de mi bautismo, en donde renuncié a Satanás, a todas sus obras y pompas, reitero ahora, una y muchas veces; y en fe y creencia de todos los artículos y demás misterios de fe que enseña la Santa Madre Iglesia Católica, Romana, que predicaron los Apóstoles, y en los Concilios confirmaron los Padres, he vivido, vivo y viviré, y quiero morir; y si en algún tiempo, por sugestión del demonio, o astucia suya, o flaqueza mía, o por violencia de una calentura, dijere, presumiere o imaginare algo contrario a lo protestado, desde luego lo anulo, lo detesto y doy por inválido. Y siendo, como es, ésta mi última voluntad e intención irrevocable, la confirmo en presencia de Dios, a quien pongo por testigo, y a la siempre Virgen María, y a todos los ángeles, santos y bienaventurados; y me pesa en el alma, y de todo mi corazón, de haber ofendido a Dios, por ser quien es, y a quien, porque le amo sobre todas las cosas, propongo no ofenderle más, y con su divina gracia confesar mis pecados, cumplir la penitencia que me fuere impuesta, y confío en su bondad infinita me los ha de perdonar. Amén.
Tomado de la Novena a Nuestra Señora de la Luz dispuesta por el P. Maestro Fray Antonio Claudio de
Villegas OP, reproducida en el Devocionario dedicado a Nuestra Madre Santísima de la Luz compilado por el Padre Gabino Chávez Lanuza de la diócesis de León (Guanajuato), y publicada en Méjico por la imprenta de los hermanos Leoncio y Guillermo Herrero en 1901.
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