«Hubo un catolicismo dórico, el de las iglesias románicas y las órdenes militares. Un catolicismo benedictino y feudal.
Hubo también un catolicismo jónico: el de las catedrales góticas y las sumas escolásticas. Un catolicismo de cogulla mendicante y de lirios reales.
Hubo, en fin, un catolicismo corintio: el de los templos barrocos y la contrarreforma tridentina. Un catolicismo de sotanas rurales y de pompas romanas» (NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA, Escolios a un texto implícito, vol. II, 59d).
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