jueves, 19 de octubre de 2023

LOS MODERNISTAS NO QUIEREN A LOS SACERDOTES CATÓLICOS PARA SEGUIR ROBANDO ALMAS (Y DINERO)

Frente a los ataques de los modernistas (“clérigos” y laicos) contra los sacerdotes y obispos católicos, ataques a cuál más bajos cada vez, vale recordar esta carta:
CARTA DE Mons. MOISÉS CARMONA Y RIVERA AL “CURA PÁRROCO” DEL KILÓMETRO TREINTA (ACAPULCO, Gro.)
   
Acapulco Gro. 14 de julio de 1988
Sr. Tomás, “cura párroco” del Treinta.
    
No quería perder mi tiempo en escribirte, pero lo hago ahora como obligado por las muchas cosas que difundes sin contar para ello con ningún fundamento.
    
¿Recuerdas aquel 13 de septiembre de 1983? Fue el día en el que todos los habitantes de Sabanilla temblaron de terror. Como si un ciclón se hubiese desatado en medio de relámpagos y truenos, el pánico se apoderó de chicos y de grandes. ¿Qué era lo que en realidad pasaba? Que tú, satánicamente indignado y desde el alto sitial de tu fementida grandeza, lanzabas rayos y centellas, maldiciones y amenazas sobre todos aquellos que, según la nueva «Teología Moral» por ti científicamente inventada, cometieron el inaudito y espantoso crimen de haber asistido un día antes a una MISA CATÓLICA. «¡Se van a condenar, enfurecido, les gritabas, se van a ir hasta el asiento del infierno!». Te creías Dios en el juicio universal condenando a todos al infierno eterno.
   
El 19 del mismo mes –también lo recordarás– ya estaba en la sacristía, cuando llegaron unos jóvenes que tú mandaste, en seguida unas cuatro mujeres por ti fanatizadas y luego tú. ¿Qué era lo que querían? Sacarme. «Sálgase, hombre, me decías, el pueblo no lo quiere», pero daba el caso que ese grupillo por ti seleccionado, no era el pueblo, por lo que no te obedecía y solamente me salí cuando tú y tus socios se salieron.
    
Fue entonces, cuando descendiendo por la escalinata, en alta voz me dijeron: «¡Esos que fueron con Tomás, son sus maridos: se emborracha con ellos, grita, se desnuda, hasta que al fin en tierra queda tirado como un cerdo!». Lo mismo dicen de ti cuantos te conocen, por lo que te has hecho muy famoso. Pero eso a mí no me interesa, puedes hacer de tu vida lo que tú quieras, pues tú y solamente tú eres el que, tarde o temprano, tienes que dar cuenta al que, despojándote de la mayordomía que te confió, te diga: «Dame cuenta de tu administración».
     
Lo que sí me importa aclarar, es esa facilidad que tienes para decir mentiras y difundir y pregonar calumnias, aprovechándote de la ignorancia y sencillez de los fieles que tienen la paciencia de escucharte.
     
Les dices que no soy obispo, que estoy excomulgado, que no obedezco al Papa, que ando suelto, que salgo a los pueblos porque en Acapulco no me entra ningún dinero, y que lo que hago no vale nada. A cada una de estas cosas tendré que referirme.
  • QUE NO SOY OBISPO.– ¡Qué acertado eres, oh Tomás, pues has dicho una estupendísima verdad!, no soy obispo de la IGLESIA MONTINIANA, que salió como abortiva del Vaticano II; no soy obispo de esa iglesia que, renunciando a los castísimos amores de su DIVINO ESPOSO, pretende unirse en adulterio con todas las sectas heréticas del mundo; de esa iglesia no soy obispo ni quiero serlo. Ese «altísimo honor» te lo cedo a ti y a todos los que como tú han apostatado. Pero sí, quieran o no, les parezca o no les parezca, soy OBISPO CATÓLICO y legítimo sucesor de los Apóstoles, aunque indignamente de mi parte, porque católico y legítimo sucesor de los Apóstoles, fue el obispo que me consagró.
  • QUE ESTOY EXCOMULGADO.– ¡Oh sabiduría angélica de Tomás! No habiendo legítimo Papa, ni cometido error que lo amerite, ¿de dónde y cómo puede venirme la excomunión? ¿Acaso los excomulgados los que están fuera de la IGLESIA CATÓLICA, pueden excomulgar a los que contra viento y marea con ella nos quedamos? Como esas ridiculas excomuniones, deseamos que nos vengan muchas. Los excomulgados son otros, Tomás, son esos que sabiendo que el MODERNISMO está condenado por la Iglesia, se hicieron modernistas, sin importarles la excomunión que el PAPA santo Pío X haya lanzado contra ellos. (Denz. 2114)
  • QUE NO OBEDEZCO AL PAPA.– Dime, Tomás, contéstame, ¿Un católico está obligado a obedecer a quien no siendo legítimo Papa, carece de autoridad? Tenemos documentos para probar que desde la muerte del último legítimo PAPA Pío XII, la Santa Sede está vacante. ¿Hay obligación de obedecer a los intrusos que, emanados de las logias, se infiltraron en la IGLESIA para por dentro destruirla?
  • QUE ANDO SUELTO.– Ciertamente que no estoy atado, pues de estarlo, carecería de movimiento y de libertad. Tú sí no andas suelto, pues son muchas las ligaduras que te atan. Pero si por esa expresión das a entender que no hay autoridad que me sujete, debes saber que atado y bien atado estoy a la Iglesia que Cristo instituyó como columna y fundamento de la verdad (I Tim. 3, 15) y que, por lo tanto, no está sujeta a los cambios y mudanzas de los tiempos, a esa IGLESIA que, por ser inmutable, es la IGLESIA DE TODOS LOS TIEMPOS, es la IGLESIA DE SIEMPRE.
  • QUE SALGO A LOS PUEBLOS EN BUSCA DE DINERO.– «Cree el león que todos son de su condición». Porque tú explotas inconsiderablemente a tus pobres fieles, cobrándoles sumas exhorbitantes por las escasas y desidificantes atenciones que, como a remolque, llegas a brindarles, crees que lo mismo hacemos todos; pero te equivocas; no buscamos el dinero, aunque mucha falta nos hace; buscamos esas almas a las que despiadadamente les están quitando la fe, esas almas, a las que sin darse cuenta ellas, están protestantizando.
  • QUE LO QUE NOSOTROS HACEMOS NADA VALE.– Los que nosotros bautizamos, no quedan bautizados, los que yo confirmo no quedan confirmados y los que se casan con nuestra asistencia no quedan casados y pueden separarse y casarse con otra tercera persona. ¡Magnífico, Tomás, magnífico! A leguas se conoce que eres un excelente canonista. Ahora, Tomás, dirígete al Delegado Apostólico de tu Nueva Iglesia, regáñalo y excomúlgalo porque él enseña lo contrario de lo que tú y otros como tú; pues en una entrevista que le hizo una periodista, declaró: «Lo que ellos hacen es válido, pero está fuera de la ley». ¿Cómo te quedaste Tomás?
  • LES ORDENAS QUE NO ME RECIBAN.– En Santa Rosa y en San Cristóbal y en otros pueblos donde te das aire de GRAN SEÑOR, les has ordenado terminantemente que no me reciban, que me saquen. Yo comprendo. Lo que te conviene a ti y a todos los que de tu estirpe son, es que los fieles sigan dormidos y como anestesiados para que, sin darse cuenta de la maldad de las reformas, tengan que aceptarlas vengan de donde vengan y vayan a donde vayan. Los protestantes, y principalmente los llamados Testigos de Jehová, recorren calles, penetran en las casas, visitan aldeas y de ello no te incomodas ni ordenas que los corran. ¿A qué se debe tanta benevolencia para con ellos? ¿Qué es lo que puede concluirse de semejante trato? Sólo una conclusión puede sacarse: que tú y todos los clérigos de esa IGLESIA MONTINIANA son tan protestantes como ellos. Sólo así se explica el furibundo encono que tienen contra la VERDADERA RELIGIÓN.
     
Precisamente por eso, porque están corrompiendo la fe de los católicos, porque están matando la piedad en ellos, porque les están dando gato por liebre, como principalmente porque San Judas nos exhorta a que combatamos por la fe cuando dice:
«He sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a combatir por la fe que una vez para siempre se entregó a los santos» (S. Jud. 3).
Me siento obligado a ir a esos pueblos que están abandonados y gritarles a todos y a cada uno de los fieles el mismo grito de San Juan:
«Vosotros estad firmes en la doctrina que desde el principio habéis oído. Si permanecéis en lo que desde el principio habéis oído, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre» (I Jon. 2, 24)
Me siento impulsado para decirles a todos los que, por una obediencia que no es cristiana, han abandonado la VERDADERA IGLESIA, que esa Iglesia ecuménica Segundo vaticanista, no es la IGLESIA que Cristo instituyó. A esa iglesia pueden aplicarse las palabras del profeta Jeremías:
«¡Cuan de antiguo ya quebrantaste el yugo, rompiste tus coyundas y dijiste: No te serviré. Y sobre todo collado alto y bajo todo árbol frondoso te acostaste y te prostituíste. Yo te planté de la vid más generosa, toda de selectos plantones ¿Cómo, pues, te me has vuelto vil y degenerada y te me has hecho viña ajena? Por mucho que te laves con nitro, por mucha lejía que emplees, siempre verán mis ojos la suciedad de tu depravación, palabra del Señor» (Jer. 2, 20-22)
Yo sé que esto es precisamente lo que les disgusta y tienen miedo de que los fieles les abandonen, una vez que, abriendo los ojos, se den cuenta de que Uds. los conducen a la GRAN APOSTASIA UNIVERSAL. No de otra manera puede explicarse ese odio de que se llenan cuando, usando de mi libertad, me presento ante los fieles que suspiran y anhelan que se les celebre el SANTO SACRIFICIO DE LA MISA y no ese engendro que les dan ahora y que llaman ASAMBLEA.
   
(Fdo.) ✠ Mons. MOISÉS CARMONA Y RIVERA

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