jueves, 18 de enero de 2024

EL ÚNICO MIEDO QUE DEBE TENER UN CLÉRIGO ES QUE LAS ALMAS SE PIERDAN POR SU SILENCIO


«Sólo un miedo está permitido a los sacerdotes y sobre todo al Obispo: el miedo que tuvo el gran Obispo San Hilario de Poitiers, y expresó con estas palabras: “Tengo miedo del peligro que corre el mundo, de la responsabilidad de mi silencio, del juicio de Dios” Mihi metus est de perículo mundi, de siléntii mei reátu, de judício Dei (Libro segundo a Constancio emperador, 3).
   
No tengamos otro miedo que ese de San Hilario. El miedo del peligro que corren las almas que nos están encomendadas; el miedo de la responsabilidad que nos puede caber por nuestro silencio, y el miedo del juicio de Dios, en el que se nos pedirá cuenta de si el error avanzó, de si el vicio prosperó, de si las almas se perdieron por nuestro silencio. Lluevan, pues, insultos sobre nosotros por hablar; pero librémonos de esa tremenda responsabilidad y de la terrible cuenta que nos pediría el Juez Supremo» (BIENAVENTURADO Mons. FRAY EZEQUIEL MORENO Y DÍAZ OAR, Obispo de San Juan de Pasto. Carta al Clero, 14 de Octubre de 1905. En Cartas pastorales, circulares y otros escritos, págs. 573-574).

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