Francisco Bergoglio recibió en audiencia a los miembros de la Asociación Internacional de periodistas acreditados ante el Vaticano el día de hoy en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. En su discurso de la corona, tras citar el discurso de su antecesor Pablo VI Montini a los periodistas italianos y extranjeros (29 de Junio de 1963) donde los invitaba a «sumergirse en la naturaleza y el espíritu de los hechos a los cuales dedican su servicio»:
«Quisiera añadir la delicadeza que tantas veces habéis tenido al hablar de los escándalos en la iglesia: hay muchos, y [ante ellos] tantas veces he visto vuestra gran delicadeza, un respeto y un silencio casi —diría yo— “vergonzoso”. Gracias por este comportamiento».
Lo que en pocas palabras significa:
«Gracias por prestaros a nuestro encubrimiento de escándalos, repitiendo como loros lo que mando decir yo».
Llegado el momento de las preguntas, el periodista Michael Haynes de Life Site News le preguntó por qué, dado el auge de la Misa Tradicional especialmente entre los jóvenes, la restringió con el motu “Traditiónis Custódes”.
La respuesta de Bergoglio fue un lacónico «Lee el motu próprio; todo [el argumento] está ahí para ti». Una respuesta que es contradictoria con los hechos, porque si «todo está en el motu» (cuya encuesta generante nunca se reveló –¿porque su resultado no fue el que él quería?–), la carta que lo acompañó el 16 de Julio y las “respónsa ad Dúbia” del 4 de Diciembre de 2021 por el hoy cardenal Arthur Roche sobran, siendo un desperdicio de papel y de bytes. Pero desde otra perspectiva, está en lo cierto: el Catolicismo de los Apóstoles, de San Gregorio Magno, de las Cruzadas, de Trento, de San Pío X y de Pío XII NO TIENE CABIDA EN LA IGLESIA DEL VATICANO II, NUNCA LA TUVO Y NUNCA LA TENDRÁ, por más que los neocones insistan en lo contrario.
Vale recordar, sin embargo, que durante sus casi ocho años de pontificado el “conservador” Benedicto XVI Ratzinger, promulgador de “Summórum Pontíficum”, NUNCA CELEBRÓ EN EL RITO ROMANO. Si mucho, solo el Novus Ordo en latín o “versus Oriéntem” (al menos cuando celebraba en la Capilla Sixtina).
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