El 23 de Enero, se celebró la Misa de 1962 en el Capitolio de los Estados Unidos, conmemorando el primer aniversario del “memorando de Richmond” donde el FBI señalaba (basado en publicaciones izquierdistas y a instancias del obispón modernista de Richmond, Virginia) como “radicales violentos” a los católicos tradicionalistas.
La Sociedad de la Misa Latina de Arlington organizó la celebración sin el permiso de la Archidiócesis de Washington, y la identidad del presbítero celebrante fue mantenida en reserva para evitar retaliación.
James Michael “Mike” Johnson (Republicano, distrito 4.º de Luisiana), presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, recordó a The Pillar Catholic que cuando ejerció como abogado, él defendía la libertad de conciencia y de religión de los creyentes, incluyendo el derecho de actuar según su creencia.
Respecto del “memorando de Richmond”, Johnson señaló que las respuestas del FBI a la supervisión de la Cámara no habían sido satisfactorias y que el memorando mostraba una “discriminación de puntos de vista” por parte de las autoridades federales.
Originalmente, la celebración iba a ser en el salón H-122 (el comedor privado del Presidente de la Cámara baja), pero fue trasladada al más amplio salón H-137. Al lugar acudieron entre 60 y 70 personas, desde infantes hasta personas de la tercera edad, visitantes y personal congresual.
Antes de la celebración, Ryan Ellis, miembro de la junta directiva de la Sociedad de la Misa Latina de Arlington, dijo que era un «momento histórico» porque era la primera Misa que se celebraba en el Capitolio desde la Guerra de Secesión (1861-1865), y que era la mejor forma de «mostrarle al FBI que los católicos tradicionales no son terroristas domésticos ni una amenaza a los Estados Unidos, sino personas que quieren vivir de acuerdo con la religión que profesan. «Somos católicos, y tal vez tengamos una pequeña idea particular de cómo se debe hacer la liturgia. Pero aparte de eso, no hay nada extraño en nosotros en comparación con los católicos que se acostumbra ver en cualquier otro entorno», añadió.
Según Ellis, el tema político no se refleja en su experiencia con el catolicismo tradicional:
«La gente aquí es aficionada a la liturgia. No son racistas. Generalmente ni siquiera son políticos. Estas son personas que quieren criar a sus hijos en la forma tradicional de los sacramentos y la Misa. Quieren tener un acceso conveniente a la forma tradicional de los sacramentos y la Misa y punto. No hay agenda política, no hay agenda de ningún tipo fuera de eso».
Por su parte, la Archidiócesis de Washington dijo a Our Sunday Visitor que la celebración no estaba autorizada, y que si querían celebrar, debían haber contactado al monseñor conservador Charles E. Pope Jr. Geiman, coordinador para la Forma Extraordinaria en la Archidiócesis de Washington, quien afirmó que por lo menos debieron participarle a los párrocos vecinos de San Pedro y San José, añadiendo: «Simplemente creo que es inusual que un sacerdote acceda a decir una Misa donde sabe que podría haber, no sé, cierta controversia».
La diócesis de Arlington dijo no tener ninguna relación la Sociedad de la Misa Latina de Arlington, y que no atendía permisos fuera de su jurisdicción, que abarca algunos suburbios de Washington DC.
Los organizadores dijeron que procedieron con discreción y que no hicieron la solicitud a la archidiócesis dado que el cardenal homosexualista de Washington Wilton David Gregory Duncan, notorio enemigo de la Misa Latina Tradicional, mandaría llamar al representante Johnson ordenando la cancelación de la misa.
Ante ese argumento, Pope respondió diciendo que las solicitudes de excepciones a la implementación archidiocesana de “Traditionis Custodes” son «recibidas respetuosamente» por la cancillería o por él mismo, y consideradas caso por caso, agregando:
«Entiendo la ansiedad y la frustración que muchos católicos tradicionales han enfrentado por las restricciones delPapaFrancisco en “Traditionis Custódes”, cuando el Cardenal Gregory simplemente ha buscado implementar la directiva delPapa. Incluso cuando hay frustración con lo que hacen las autoridades, si tienen algunos protocolos y esas cosas, sigo pensando que es importante tratar de seguirlos porque, bueno, Cristo se hizo “obediente hasta la muerte”».
Aparte de olvidar que la obediencia es una virtud relativa y no la cuarta virtud teologal (como incluso algunos “tradicionalistas” pretenden), el hijo de Charles E. Pope Sr. y Nancy Lou Geiman omitió que Cristo «se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» a Dios Padre que por eso «Lo enalteció y Le dio el nombre que sobrepasa todo nombre» (Filipenses II, 8-9), no a los fariseos que querían prohibir incluso que los Apóstoles mencionaran su Nombre (Hechos IV, 18; V, 28).
De otra arista, el permiso es requerido si se va a celebrar en un templo o propiedad de la archidiócesis de Washington (en este caso), pero como el Capitolio no lo es, es hasta superfluo y leguleyo el argumento del “monseñor” Pope, quien fue “instalado” presbítero el 24 de Junio de 1989 por el cardenal James Aloysius Hickey († 2004).
Wilton Gregory, de la camarilla de Joseph Bernardin y sucesor de McCarrick, implementando “Traditiónis Custódes”, confinó la celebración del rito antiguo a tres lugares: el monasterio franciscano de Tierra Santa (en el propio Distrito de Columbia), la capilla de la parroquia San Juan Evangelista en Forest Glen y la Misión Santo Domingo en Aquasco (ambas en Maryland).
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