miércoles, 4 de septiembre de 2019

ORACIÓN PARA LOS DÍAS QUE NO SE QUIERE ORAR

Señor: y yo que había dicho que no quería orar esta tarde…
 Tengo demasiado miedo; no quiero arriesgarme a escucharte.
 Sería necesario hacer un esfuerzo más, esforzarme siempre. Y esta tarde no quiero hacer un esfuerzo.  Esta tarde no, de veras.
*****   *****   *****   *****   *****
 Esta larga serie de días en que nada imprevisto sucede y que me aburren… Todos estos días que pasan sin que siquiera sepa si he progresado, si soy un poco mejor. Está oscuro, y creo que el nuevo día está próximo. Cuando me despierte, si me llego a dormir, sé que no habré cambiado. Seré el mismo. Ni mejor ni peor, teniendo delante de mi la misma jornada por hacer, y las mismas ocasiones de hacer el bien, que yo perderé como de costumbre.
 Y sin embargo, cuántas veces te he pedido la perfección: “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto…”
 Yo no he llegado a ella.
 Y mientras pasan los años, me pregunto si llegaré alguna vez. Y si merece la pena el que me esfuerce en conseguirla.
 Me pregunto, Señor, si he buscado la perfección de manera suficientemente pura. ¡Ah! Yo hubiera querido adornarme con ella… Ser para los otros, y para mí, un santo…
 Es necesario que renuncie a esto. Y que admita sencillamente, de una vez, que no soy más que lo que en realidad soy.
*****   *****   *****   *****   *****
 En el fondo, puede que esto sea, Señor, lo que Tu llamas “hacerse como niños”. Admitirnos con la misma sencillez de corazón con que Tu nos admites, tal como somos.
 Aceptar ser buenamente uno de esos por los que Tu has venido: los pecadores, para los que tan bueno es tu Evangelio.
 Mejor aun que lo que se dice.
*****   *****   *****   *****   *****
Antes, te lo confieso, me fastidiaba un poco tu preferencia marcada por los pecadores. Tu manifiesta preferencia por todo el que cae, por todo lo que “no vale gran cosa”.
 Un poco más, y me hubiera puesto a defender a los fariseos. Hasta hubiera encontrado argumentos.
 Ahora es otra cosa. Ahora comprendo a los otros, a todos esos de quienes se trata el Evangelio. Los pobres, de cualquier clase, los que saben que son poca cosa. Sin duda es que empizo a comprender… que soy uno de ellos.
 Y que, precisamente, por nosotros has venido al mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.