Tomado de la página del PADRE HERNÁN VERGARA.
VIVIR SANTAMENTE ESTE AÑO QUE INICIAMOS CON LA GRACIA DE DIOS
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
Queridos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo, gracias a Dios hemos iniciado este año de 2020, procuremos amar y servir a Nuestro Divino Redentor con un corazón contrito y humillado, aprendiendo de los errores del pasado, fortaleciéndose en el ejemplo de los santos, aplicándonos en el fin y motivo de nuestra existencia: “Amar y servir a Dios Nuestro Señor en la presente vida para verle y gozarle en la eterna bienaventuranza”.
Lo principal queridos hermanos es la salvación eterna de nuestra alma, para lo cuál requerimos estar bautizados, tener la fe católica verdadera, vivir en estado de gracia; nunca olvidar el motivo de nuestra existencia, para ello recomiendan los padres espirituales la meditación cada mañana de las verdades eternas, unidas a la oración y a una vida católica que nos permita vivir cristianamente en los días presentes.
“¿Qué aprovecha al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”. Evangelio de San Mateo XVI, 26.
CONSIDERACIONES
1º Los cuidados de la vida con detrimento de la salud espiritual.
El católico enfrenta tres grandes enemigos: mundo, demonio y carne; los cuales hacen alianza para apartarnos de nuestra salvación eterna, trabajan de manera silenciosa, sin ser vistos, pero son advertidos por el fruto.
Unido a estos peligros de nuestra alma, se encuentran los cuidados propios de la naturaleza humana, llegando muchas veces a convertirse en la causa de vivir, el deseo irracional de buscar a como de lugar ser feliz en esta vida sin Dios, tener una salud afortunada, poseer bienes materiales, vivir en “armonía” con todas las personas.
Recuerde el motivo de nuestra vida: “Amar y servir a Dios Nuestro Señor en la presente vida para verle y gozarle en la eterna bienaventuranza”. Lo demás debe sujetarse a nuestro fin, lo demás no es la prioridad, puede o no tenerse, y Dios Nuestro Señor infinitamente misericordioso nos ha de proporcionar lo necesario para vivir.
“No os acongojeis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? porque los gentiles se afanan por estas cosas. Y vuestro Padre sabe, que tenéis necesidad de ellas. Buscad pues primeramente el reino de Dios, y su justicia: y todas estas cosas os serán añadidas”. Evangelio de San Mateo VI, 31.
2º Aprender a vivir en gracia de Dios.
Algunas veces se podrá pensar que es imposible vivir en el mundo presente en gracia o sin pecar, esa es una tentación y pensamiento muy propio del mundo, que inspira la vida espiritual como un imposible o propio de religiosos enclaustrados y que Dios no nos pide tanto.
La realidad es que se puede vivir en gracia de Dios, se puede ser feliz en gracia de Dios, feliz por la presencia de la Santísima Trinidad en nosotros por la gracia, pero requiere esfuerzo, inteligencia aplicada a la oración, meditación, lectura espiritual, frecuencia de los sacramentos, santa misa, santo Rosario, examen de conciencia; hasta convertirse en parte de nuestra vida, al principio cuesta un poco, pero las gracias unidas a la buena voluntad van dando su fruto en la persona algunas veces sin darse cuenta.
“Los que de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre, y los favorecen, y defienden; no aman sino verdades, y cosas que sean dignas de amar.” Santa Teresa de Jesús, ‘Camino de perfección’, capítulo XL.
3º La verdadera devoción a la Santísima Virgen María.
La verdadera devoción a la Santísima Virgen María es una señal de salvación eterna enseña San Bernardo, para lo cuál es muy recomendable leer, meditar y estudiar el libro de San Luis María G. de Montfort: “Tratado de la verdadera devoción”, en el cual enseña exactamente cómo debe ser la devoción verdadera, los peligros y los cuidados que debemos evitar.
Procurar todos los días rezar despacio, con atención, de preferencia de rodillas el santo Rosario a la Bendita Madre de Dios, es devoción concede infinitas gracias, abre las puertas del cielo, a los pecadores los hace buenos, es un verdadero tesoro sin lugar a dudas el Santo Rosario de la Santísima Virgen María.
“Es preciso rezar el santo Rosario con modestia; es decir, en cuanto se pueda de rodillas, con las manos juntas y entre ellas el Rosario. No obstante, en caso de enfermedad puede levantarse en la cama; y si, por alguna enfermedad, no se puede estar de rodillas, puede rezarse en pie o sentado”. San Luis María G. de Montfort, ‘El secreto del Rosario’, rosa XLV.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida.
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