Tomado de PRO ORTODOXIA. Vía HISPANISMO.
Poco es lo que se conoce popularmente acerca de cómo vivenció la jerarquía ortodoxa el desarrollo del Movimiento Reformista iniciado por Martín Lutero, y cómo fueron los contactos entre ambas confesiones durante los primeros años de la Reforma; es por esto que es nuestra intención echar un poco de luz sobre este extraño capítulo de la Historia de la Iglesia.
A medida que el clima religioso alemán se iba recalentando por las ideas radicales de un joven sacerdote agustino llamado Martín Lutero, e iban trascendiendo ya los límites de la misma Alemania, el Patriarca de Constantinopla, JOASAF II (1555-1565), comenzó a interesarse por lo que estaba sucediendo en esa región, por lo cual envió al diácono Demetrios Muzos (Dimitrije Ljubavić) a la ciudad de Wittemberg, para que en su calidad de emisario patriarcal, pudiera brindar a Constantinopla información fidedigna de primera mano acerca de las nuevas doctrinas y de su verdadero impacto religioso y político dentro del Mundo Occidental. Algunos meses más tarde, el diácono Demetrios, regresó a Constantinopla trayendo una copia traducida al griego de la “Confesión de Augsburgo”, la cual iba acompañada por una carta que el Patriarca Josafat II jamás se molestó en responder.
Los luteranos no se desanimaron ante el pétreo silencio patriarcal acerca de su Confesión de Fe, ya que presionados por la persecución ejercida por los católicos romanos, es fácil adivinar que buscarían una alianza estratégica con el Patriarcado de Constantinopla, que a la sazón, no sentía gran simpatía por el Papa de Roma. Algunos luteranos fueron un poco más explícitos en su deseo de unirse contra el Papado, y es precisamente dentro de este contexto que los conocidos teólogos de la Universidad de Tubinga, Jacobo Andrés y Martín Cursius, intentaron una unión con el Patriarcado Ecuménico a través de una misiva en 1573 que no obtuvo respuesta, por lo cual se envió una segunda carta en 1574 en la que el Patriarca JEREMÍAS II respondió a los teólogos protestantes acerca de las diferencias doctrinales profundas que encontraba en sus escritos, por lo que los teólogos de Tubinga trabajaron arduamente en tratar de dar un tinte más ortodoxo a la Confesión de Fe de Augsburgo a fin de hacerla un poco más digerible al viejo Patriarca.
En Mayo de 1576, Jeremías II, escribió una carta donde refutaba punto por punto la Confesión de Fe luterana, a lo que los protestantes respondieron enviando un Manual de Teología Luterana al patriarca, por lo que éste un poco cansado del juego elaboró un segundo texto en la que con una claridad meridiana, aunque con mucha caridad, refutó la doctrina luterana; pero aunque suene algo extraño, los luteranos volvieron a insistir acerca de la ortodoxia de su confesión, por lo que el patriarca se vio obligado a redactar una tercera refutación de las enseñanzas de Martín Lutero, dando por finalizado el tema.
Si bien el intento luterano no tuvo mucho éxito, paradójicamente, el calvinismo, que es una doctrina aún más radicalizada que el propio luteranismo, tuvo un éxito bastante mayor en infiltrarse dentro de los muros de la propia residencia del Patriarcado Bizantino, donde el inescrupuloso Patriarca CIRILO LUKARIS actuó como una suerte de Caballo de Troya, ciertamente, con ayuda de las Potencias Protestantes de Occidente.
PATRIARCA CIRILO LUKARIS
El Patriarca Lukaris fue un hombre bastante culto, formado a la altura de sus ambiciones en Occidente, concretamente en las ciudades italianas de Venecia y Padua, allí tomó contacto con la doctrina calvinista, la cual abrazó con gran entusiasmo. Este curioso jerarca ortodoxo evidentemente tenía grandes dotes de diplomático, ya que siendo aún joven, asesoró al Príncipe de Lituania en el armado de una alianza entre protestantes y ortodoxos contra los católicos latinos y greco-católicos (uniatos) de la vecina Polonia. En 1602, el exitoso Lukaris asume como Patriarca de Alejandría a la muerte del Patriarca Melecio, y 10 años más tarde, en 1612, logra entronizarse por primera vez como Patriarca de Constantinopla; este original personaje ocuparía 7 veces el Trono Patriarcal, lo que refleja que fue bastante resistido por unos, pero sólidamente apoyado por otros, hasta acabar asesinado el 20 de Junio de 1638.
Cirilo Lukaris escribió obras no muy ortodoxas, como su tristemente célebre “Confessio Fidei”, el cual constaba de 18 artículos y 4 respuestas de inspiración netamente calvinista. Esta obra fue anatemizada por numerosos Patriarcas, Metropolitas y teólogos ortodoxos, ya sean eslavos o griegos, a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XVII, hasta barrer con toda influencia de aquel nefasto Patriarca dentro de la Iglesia Ortodoxa.
Cabe destacar que en aquellos años también hubo dentro de la ortodoxia cierta influencia de la contrarreforma católica, tal es el caso del famoso teólogo eslavo Pedro Mogila, Metropolita de Kiev, quien en oposición a Lukaris, elaboró una Confesión de Fe y un catecismo en el año 1645, siguiendo los esquemas propios de los escritos tridentinos, aunque rechazando sin ambivalencias, como es lógico, la Filioque y el primado Pontificio. La Confesión de Dositeo de Jerusalén, quien también atacó con dureza el intento calvinizante del Patriarca Lukaris, se encuadra también dentro del estilo de los escritos católicos de la contrarreforma influenciados por el Concilio de Trento, aunque conservando la pureza de la fe ortodoxa.
Así es, fue un patriarca muy polémico y aunque derrocado, volvía al trono patriarcal. Poco antes, estaba el Patriarca Jeremías que tuvo confrontaciones con el mismo Lutero, pues Martincito quería ganar a los ortodoxos a su grey, cansado el patriarca de refutar sus errores, le pidió ya no contactarlo, poco después, los decretos del Tridentino sirvieron a las iglesias de cuño helénico cono a las de cuño eslavo para combatir las reformas protestantes que se expandan por toda Europa y amenazaban incluso tierras del medio Oriente, pues era tanta la ambición de Lutero para su secta, que pocos años después, un hombre que llegó con el nombre de Lukaris quiso introducir las herejías protestantes en la Ortodoxia
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