San Marcelo de León (Gregorio Hernández, iglesia de San Marcelo, León)
Entre los muchos ilustres mártires que ha habido en España, uno es San Marcelo, soldado y centurión, o capitán de cien soldados, así por haber él muerto gloriosamente por Cristo, como por haber por su ejemplo animado a doce hijos suyos, para que le siguiesen y diesen alegremente su vida por aquel Señor que por ellos había dado la suya en la cruz. Del padre y de los hijos hablaremos aquí, y referiremos lo que allamos en las historias eclesiásticas y en algunos breviarios y santorales antiguos de España.
El martirio de San Marcelo, escrito por los notarios de su mismo tiempo, referido por el padre fray Lorenzo Surio en su quinto tomo a los 30 de octubre, resumido en pocas palabras, fue de esta manera. Celebrando las legiones militares de la provincia de Galicia el nacimiento del emperador Diocleciano con coronas de flores y rosas en sus cabezas, y llegándose a ofrecer el incienso que llevaban en las manos, a una estatua del mismo emperador; Marcelo, centurión de la legión llamada Trajana, que se hallaba presente, abominando (como era razón) tan detestable sacrificio con desprecio, no quiso ofrecer el incienso. Causó esto admiración a los otros soldados, y comenzando a amonestarle que sacrificase y se conformase con los demás; y él encendido en el amor de Dios, y menospreciando las honras y bienes de la tierra, se quitó el cíngulo militar, y arrojóle con la espada, confesando claramente que era cristiano. Fue acusado delante de Fortunato, tribuno de aquella legión y presidente de aquella provincia; hablóle y respondióle Marcelo con gran libertad; y él le mandó llevar aprisionado a la ciudad de León, para oírle allí otra vez. Examinóle la segunda vez, y de la plática resultó que Fortunato le envió aprisionado a Agricolao, prefecto del pretorio, que a la sazón se hallaba en la ciudad de Tánger, metrópoli de la provincia Tingitana, en áfrica, que en aquel tiempo estaba sujeta a la jurisdicción del presidente de España. Llevólo a cargo un soldado, llamado Cecilio Arba: padeció San Marcelo grandes trabajos en aquel largo camino, por ir con prisiones y sin ningún regalo. Después que llegó, y fue preguntado por Agricolao sobre el caso, y Marcelo hubo respondido grave y constantemente a sus preguntas, y confesado claramente lo que había hecho y dicho, y que era cristiano, y que no se dejaría vencer de temor ni espantos, ni tormentos, para apartarse un punto de la confesión de Jesucristo; el prefecto pronunció sentencia en la forma siguiente contra él: Es mi voluntad y mando que sea degollado Marcelo; porque públicamente violó y quebrantó el juramento del cargo de centurión, en que servía en la guerra, renunciándolo y echándolo de sí, y en la audiencia del presidente dijo palabras de desatino y locura. Oyendo esta sentencia Marcelo, dijo: Dios te haga bien; y con esto fue degollado. Su cuerpo fue allí sepultado, y en tiempo de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, por buena diligencia de un clérigo, llamado Gómez Díaz de Isla, fue trasladado de Tánger a León al 29 de marzo de 1493, y puesto en una iglesia de su nombre San Marcelo, que es la más principal parroquia de esta ciudad. Está el santo cuerpo sobre el altar mayor en una arca dorada de muy lindo talle fabricada por Hernando de Argüello. En el breviario antiguo de aquella ciudad se dice que la mujer de San Marcelo se llamó Nona, que cuando supo de la muerte de su marido y de algunos de sus hijos, rogó a Dios que la llevase para sí, y que murió luego. Tiénenla por santa y en gran reverencia, y también un poso en que dicen que estuvo el cuerpo de Nona algún tiempo. El martirio de San Marcelo fue por los años del Señor de 298, imperando Diocleciano. El Martirologio romano y el de Beda, y los demás, hacen mención de él a los 30 de octubre, y el breviario toledano pone un himno de martirio y gloriosa corona.
El breviario de Évora y Juan Vaseo, en la Crónica de España, dicen que los doce hijos de San Marcelo se llamaron con estos nombres: Claudio, Lupercio, Victórico, Facundo, Primitivo, Genuterio, Celedonio, Fausto, Januario, Marcial, Servando y Germano, y que todos fueron mártires.
JOSÉ SAYOL Y ECHEVARRÍA (Revisor), La leyenda de oro para todos los días del año, tomo tercero. Madrid-Barcelona, Librería Española, 1853, pág. 290.
HIMNO A SAN MARCELO (del Breviárium Góthicum, ff. CCCXVI-CCCXVII, en JOSÉ GONZÁLEZ, Vida de San Marcelo, Imprenta tipográfica de Blass, S.A., Madrid 1943, págs. 144-146)
Mártyris festum rútilat, beáti
Ecce Marcélli; pópuli veníte,
cárminis Deo resonémus hymnum
Voce sub una.
Meres doces cives, pópulos secuáces,
Índui Christum, fúgere cadúca
Spíritus probra stúdia domáre
Témpore toto.
Ábnuit pompas, refúgit honóres;
Atque dum miles habéretur atrox
Quóminus cessit mánibus hábito
Régia jussa.
Árripit mentis gládium, dicáto
múnere
Pollens Dómini Tonántis
Terra tronat céleri volátu
Ómnia víncens.
Celsas honóres et opus fugáces
Sternit, effúlgens ánimi nítore;
Vótaque Christo celébrans retúntat
Péctora grates.
Cœ́lica mente, religióne mallens
Fíeri civem; dicat hinc se totum
Ǽthera tonánti júgiter manánte
Omne par ævum.
Ecce qui jussus pátriam túeri,
Arma projécit; Dómini se servum
Gliscit ætérni resónans dicáta
Cármine Christo.
Exínde exclámat rábidus tyránnus;
Iste Marcellus, mea quæ præcépta
ténuit,
Et arma putat abnegánda,
Morti ne detur?
Læta Marcelli fámuli beati
Inde vox cœpit resonáre Christum;
Et bene truci véniat ut ipsi
Præsídi possit.
Laus enim nos est, quæritúrque verbis,
Martyr resónat mérito cruóris
Sermo nihil pótuit, ánimum repéndat,
Múnera láudis.
Licet hic sensus manet acútus
Mentis et vigor habeátur omnis;
Quod tamen sanctis datur in futúro
Témpore munus!
Lóqui nec ullus valet únquam homo
Carne vestítus frágili, beándus
Cláustro cum cernis líquerit, resúrgens
Júdice Christo.
Vócibus ergo plácidis rogámus
Te, Deus, omnes, humílique mente
Dones defúnctis réquiem misértus
Gáudia vivis.
Ut sine culpa, fámuli, Beáti
Festa Marcélli celebrémus, una,
Téque laudémus páriter per ómnia
Dúlcibus hymnis.
Sit tua plebi véniam canénti
Proróga; ut nostra scélera dimíttas
Testis ut prece réserans Marcélli
Ábdita cœli.
Sit honor una, Pater alme semper
Et tibi Christe, paritérque dona
Cuncta qui cingis, Deus unus extans
Sǽcula sæculórum. Amen.
ORACIÓN
Haz te suplicamos, Dios omnipotente, que quienes honramos el nacimiento de tu bienaventurado mártir San Marcelo, por su intercesión seamos fortalecidos en el amor de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
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