Santa Felícitas (o Felicidad) era una dama romana de alta alcurnia, que vivió en la primera mitad del siglo II, en tiempos del emperador Antonino Pío. Fue ésta una época de gran tranquilidad para los cristianos, pues era valorada en ella especialmente la paz interna. Por eso causó conmoción el martirio de Santa Felicidad, viuda, y sus siete hijos Alejandro, Felipe, Félix, Genaro, Marcial, Silvano y Vital. Un exceso de celo del prefecto Publio en la defensa de la religión del Estado, de la que el emperador era fervoroso observante, le llevó a detener a Felicidad y a sus hijos por hacer pública ostentación de su fe, con lo que eran muchos los romanos que se sentían atraídos por la nueva religión y se convertían. Decidió, pues, el prefecto ofrecer un gran sacrificio de desagravio a los dioses, en el que Felicidad y sus hijos tenían que participar ante todo el pueblo, para enmendar el mal ejemplo que estaban dando. Como se negasen, se les aplicaron crueles suplicios, con la esperanza de doblegar así su voluntad. Pero la madre soportó con fe y entereza el martirio de sus hijos y dio gracias a Dios por la entereza de su fe. Finalmente, ella misma fue torturada y decapitada. El martirio ocurrió el 10 de julio del 165, así que lo que se conmemora hoy es su traslación al Cementerio de Máximo en la Vía Salaria.
ORACIÓN
Concédenos te suplicamos, Dios, omnipotente: que cuantos recordamos la solemnidad de tu mártir Felicidad, seamos protegidos por sus méritos y oraciones. Por J. C. N. S. Amén.
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