Téngase claro lo siguiente:
- No estamos disponibles para recibir lecciones de antirracismo. Además, quien conozca así sea superficialmente la Iglesia, sabe que el Magisterio tiene por medio de Pío XI (cuyo segundo lema puede ser “Ágere contra”) singulares piezas contra el liberalismo (“Quadragéssimo Anno”), el fascismo (“Non abbiamo bisogno”), el nacionalsocialismo (“Mit brennender sorge”) y el comunismo (“Divíni Redemptóris”), que son sistemas que (como muchas ideologías modernas) sostienen discrimen injusto por pretextos biológicos.
- La palabra “negro”, antes que cualquier sustituto de farisaica indignación, es una palabra en el vocabulario español (y otras lenguas romances) que no tiene per se connotaciones peyorativas, al menos para quien no la usa con malicia y segunda intención.
Con esto claro, véase hasta qué extremo ha caído ahora la Pontificia Academia para la Vida dirigida por el pro-sodomita y abogado de Judas Iscariote Vincenzo Paglia Cinelli: un conformismo (ministerio de propaganda) que más que ridiculizar la inmortal obra de Miguel Ángel, ridiculiza la idea que ellos dicen defender con el trino de fecha 12 de Septiembre.
La imagen es UNA BLASFEMIA MAL HECHA, y que confirma que la Secta del Vaticano II se prostituye a los mismos poderes seglares que la aborrecen y que un día harán de su cuerpo desnudo y desolado pasto de las llamas (cf. Apocalipsis XVII, 18).
El epígrafe dice «Una imagen que merece un discurso»… y también lo merecen las fotografías del gobernador demócrata de Virginia Ralph Shearer Northam (anuario de la Eastern Virginia Medical School, 1984), el primer ministro canadiense Justin Pierre James Trudeau Sinclair (anuario de la Academia West Point Grey, 2000-2001), o el ex-alcalde pepé de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón Jiménez (Desfile de Reyes, 2006), porque para la sociedad políticamente correcta de hoy, el “Blackface” es un insulto para los negros.
De resto, aunque está claro que ante Dios no hay acepción de personas, Jesucristo NO ERA NEGRO.
El movimiento “BlackLivesMatter” está influenciado por la religión Ifá, sistema de adivinación de la religión yorúba (cuya influencia permea el vudú haitiano, el Palo mayombe de Cuba y la “santería” venezolana), una creencia alimentada por el miedo y la venganza.
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