El obispón de Basilea y presidente de la Conferencia de
«El celibato significa que estoy disponible para Dios. Pero creo que la sociedad actual [= oligarquía] ya no comprende más este signo. Ha llegado el momento de abolir el celibato. No tengo ningún problema en imaginar sacerdotes casados», dijo el menor de los cuatro hijos de Walter Gmür y Anne-Marie Beck, quien como obispón devenga anualmente 170.000 francos suizos (unos 190.000 dólares estadounidenses) [lo suficiente para mantener un harén] provenientes del impuesto eclesiástico.
Dijo que debería ponerse fin a la exclusión de las mujeres en el presbiterado: «La subordinación de las mujeres en la Iglesia Católica es incomprensible para mí». Se necesitan cambios allí. Añadió que la Iglesia del Novus Ordo «no está donde debería estar» frente a la prohibición del concubinato en los empleados eclesiales.
Pío IX habló así de los liberales, ancestros del ultramodernista Félix Gmür Beck (que dicho sea de paso, está desesperado por apaciguar a los oligarcas que lo acusan de encubrimiento de abusos):
«Tal es la vil conspiración contra el sagrado celibato clerical, que, ¡oh dolor!, algunas personas eclesiásticas apoyan quienes, olvidadas lamentablemente de su propia dignidad, dejan vencerse y seducirse por los halagos de la sensualidad; tal la enseñanza perversa, sobre todo en materias filosóficas, que a la incauta juventud engaña y corrompe lamentablemente, y le da a beber hiel de dragón (Deut. 32, 33) en cáliz de Babilionia (Jerem. 51, 7) tal la nefanda doctrina del comunismo contraria al derecho natural, que, una vez admitida, echa por tierra los derechos de todos, la propiedad […]» (Encíclica “Qui plúribus”, n. 9. 9 de Noviembre de 1846).
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