A las 12:00h (hora local) de hoy viernes 30 de Agosto de 2024, en el hospital San Ignacio (de la Pontificia Universidad Javeriana dirigida por los jesuitas) de Santa Fe de Bogotá (Colombia), el joven Javier Acosta Cortés, de 36 años, decidió poner fin a sus días con la eutanasia.
La situación de Acosta empezó con un acto de imprudencia, como quiera que (así lo relató él mismo en un vídeo) en 2015 sufrió un siniestro vial en una motocicleta mientras regresaba de presenciar un partido de fútbol del equipo Millonarios en la ciudad de Tuluá (Valle del Cauca), quedando en silla de ruedas; y en 2019, en un paseo que hizo con dos amigas y el hijo de una de ellas a una piscina en Melgar (Tolima), contrajo el hongo Cándida áuris que le provocó osteomielitis y posteriormente le fue detectada leucemia, y prefirió la eutanasia a someterse a una amputación.
Javier Acosta Cortés usurpó el lugar de Dios, el único que puede disponer de la vida y de la muerte, y por ello su alma fue a parar al Infierno por toda la eternidad. Y lo peor es que probablemente el capellán del hospital San Ignacio (de la Universidad Javeriana, por ende de los jesuitas) no le exhortó a ofrecer como expiación su enfermedad o le habló de las penas del Infierno a que se expuso por este acto de desesperación que cometió, como tampoco lo hará el presbítero modernista que le presidirá las exequias, ni disuadirá a los concurrentes de imitar el mal ejemplo que él dio en vida.
Unas palabras finales: Dos días antes de la eutanasia, Acosta tuvo una conversación con el futbolista Radamel Falcao García Zárate, quien le dijo: Pediremos a Dios por ti. Cosa irónica y extraña porque (además de que en el Infierno no hay redención ni aprovechan oraciones), Falcao está afirmando implícitamente la existencia del Purgatorio (en el cual los protestantes -como él lo es, por su esposa Lorelei Tarón- no creen).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.